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Capítulo 12

Habiendo pasado casi una hora desde que Sandu abandonó la habitación, y sintiéndose extrañamente ansiosa, Amy se levanta del borde de la cama, echando un vistazo por el umbral fuera de la habitación.

—¿Crees que esté bien? —Cuestiona golpeteando con su dedo índice el cuadro de la puerta con cierta insistencia— Sigo diciendo que deberíamos haber ido con él...

—De acuerdo... —Comentó la pelinegra levantándose con cansancio, mental por supuesto, de su asiento— Iré a ver.

Luego de que Cassandra abandonara la habitación sin mediar otra palabra, Amy se comenzó a sentir aún más ansiosa.

—Agh... se que van a pelear de nuevo, lo presiento.

—Debería ir también, señorita Amy.

Debido a la preocupación por Sandu, la rubia había olvidado la presencia de Detiam,otra vez, por lo que, al escuchar su voz, no pudo evitar pegar otro brinco de sorpresa.

—Ay... Casi me matas de un infarto.

Soltando una pequeña risa, el ente simplemente se disculpa con la chica.

Amy, sin prestar atención a la risa del hombre, desvía su mirada hacia la cama. Seguía preocupada por el bienestar del chico aún inconsciente.

Si bien Detiam ya le había dicho que estaría bien, seguía sin dar señales de mejoría. Su respiración era acompasada, pero ¿por qué aún no despertaba? ¿Era normal que un licántropo demorara tanto en regenerarse?

El calvo aterrador de antes parecía sanarse casi de inmediato mientras peleaba con el pequeño.

—¡AMY! ¡BAJA!

Se escucha de pronto desde el primer piso la potente voz de Cassandra, dejándola extrañada por ser llamada de esa manera.

Quizás Sandu no se sentía cómodo subiendo al cuarto para continuar con el relato.

—Supongo que me toca bajar. —Comenta la rubia sonriendo levemente a su fantasmal acompañante, pero antes de abandonar la habitación le observa intentando descifrar sus intenciones.— Detiam.

—¿Si, señorita?

—Cuidalos mientras voy abajo ¿de acuerdo?

Un poco sorprendido por la petición de la chica, el ente asiente levemente antes de volver a esbozar su afable sonrisa. Era una persona ciertamente interesante.

Ni siquiera ella entendía por qué le dejaba aquella tarea a alguien que apenas conocía y que, además, nadie más podía ver o sentir. Pero si de algo se ha sentido orgullosa de ella misma toda la vida, ha sido de su buen juicio. Su instinto siempre le ha ayudado perfectamente, y esta vez, lo sentía, tampoco fallaría.

Ya en el primer piso, el grupo se encontraba en la sala de la acogedora cabaña, el albino se encargaba de servirles té con aroma a limón y fresas luego de haber depositado en un cuenco de greda unas galletas que, por su humeante aroma, estaban recién horneadas; Por eso, piensa Amy, se había demorado tanto. Las chicas esperaban pacientes a que el anfitrión terminara su tarea. Sí incluso Cassandra, quien miraba cada detalle de los movimientos del hombre con suspicacia, pero mordiendo su lengua con fuerza para evitar soltar comentarios sarcásticos y mordaces como lo había hecho desde que llegaron.

¿Por qué? Si bien era lo suficiente apática y borde para desinteresarse de todo y todos, no era lo suficientemente apática como para despreciar y minimizar el sufrimiento de aquellos a su alrededor.

Quizás también se debe que comenzaba a resignarse a todos los sucesos que vivieron ese corto periodo de tiempo, quizás ya estaba demasiado cansada para continuar con ello, o quizás simplemente estaba sintiendo un poco de empatía por el pasado de quien termin'apodando lagartija.

Pero definitivamente su actitud dócil no se debía a la mirada asesina que Amy insiste en darle cada 5 segundos. No, no era eso.

—Lamento haber interrumpido la historia. —Comienza el hombre, aún notándose afectado, pero manteniendo ya mucho mejor su compostura.

Una de sus vecinas siempre les comentaba que hornear galletas siempre le ayudaba a relajarse, las hermanas concluyeron que,al parecer, no era algo solo de humanos.

—No hay problema... Debe ser muy difícil recordar a tu gente —Comenta Amy antes de saborear el té, mientras la pelinegra se engullía algunas galletas para evitar hablar.

—Lo es... —Confesó esbozando una pequeña, y cargada de tristeza, sonrisa.— Continuaré...

Sin los Ihugar, sólo les quedaba encontrar a los Mhateatsuk, pero la única pista que tenían de ellos era que amaban la oscuridad. Enviaron diferentes grupos de guerreros a los lugares más recónditos y oscuros del planeta, todos y cada uno regresando sin noticia alguna... todos excepto uno. Un grupo en específico no regresó por meses.

Un día, sin embargo, llegó a la base de los Inglid un único guerrero sobreviviente quien narró las atrocidades que su equipo había sufrido al ser emboscados por los Mhateatsuk, de los experimentos que habían hecho con ellos, y de cómo éstos tenían escondido un poderoso ejército de monstruos que crearon en los siglos de mantenerse ocultos. Este guerrero, luego de ser torturado, y siendo sujeto de experimentos durante todo ese tiempo, pudo escapar, no sin antes eliminar a todos sus captores y todos los monstruos artificialmente creados.

Este poderoso guerrero también fue quien encontró un libro con los conocimientos necesarios para traer de vuelta a sus dioses, pero luego de entregar el libro a su líder, desapareció."

Se forma un pequeño silencio en el momento que todos bebían un poco de té.

Amy, con su taza de té reposando en su regazo, desvía disimuladamente su mirada hacia su hermana, sintiéndose instintivamente preocupada por ella. Al parecer esa parte de la historia había interesado mucho a Cassandra, pues había dejado de comer galletas, y se había dedicado a observar al trigueño con total concentración.

—Los rumores dicen que su mente se quebró luego del horror que vivió y que fue sacrificado luego de intentar atacar a su líder. Pero eso es una mentira planteada por los Inglids —Concluye Sandu manteniendo sus manos unidas sobre su regazo, con sus ojos abiertos, sin enfocar, pero dando la impresión de mirar a ambas chicas.— Él está vivo aún. Escondiéndose de su propia raza.

—Debe haber sido horrible... —Jadea Amy, sintiéndose algo tocada con el final de la historia.

—¿Cómo estás tan seguro de que está vivo? —Cuestiono Cassandra mirándole con una ceja alzada y ambos brazos nuevamente cruzados sobre su pecho.

Concentrándose en la pregunta de la peli negra, el trigueño simplemente esboza una confiada sonrisa antes de responder con simpleza.

—Porque el nombre de ese guerrero es Caleb. Su padre.

Ambas chicas se quedan completamente inmóviles, perplejas, y con demasiadas preguntas en la cabeza. Siempre tuvieron en cuenta que su padre no era una persona "normal", es más muchas veces las personas del barrio le apodaban "ángel", pero el hecho de que él sea un fugitivo, y peor aún, que sea uno de esos seres que eran los villanos del cuento que él mismo les leía antes de dormir, no tenía sentido.

—Entonces... —La primera en romper el hielo, dejando de milagro la taza con cuidado en la mesa de centro, fue Cassandra. Su voz era baja, pero un tanto amenazante— Quieres ir con mi padre para que esconda al gran "Alpha".

A Sandu le parecía muy curioso que ninguna de las chicas estuviese alterada ante la revelación, o de cómo él sabía que realmente Caleb era un Inglid. Quizás ¿Ya lo sabían?

No quiso indagar más en aquel tema familiar, no era realmente de su incumbencia al fin y al cabo. Pero seguía curioso sobre ello, en especial por el hecho de que, al menos la pelinegra, no era del todo humana.

"¿Qué son realmente estas chicas?"

Se cuestiona el trigueño, antes de responder a Cassandra con cierto cuidado. No quería tentar su suerte de volver a molestarla, no luego de tenerla tan cooperativa en ese lapso de tiempo.

—Ese era el plan inicial... Aunque ahora que sé que tienen licántropos cazandonos, creo que será mucho más difícil hacerlo.

—¿Por qué? —Cuestiona Nuevamente la más alta alzando una ceja.

—El olfato... Deben haber aprendido el aroma del Alpha, por eso nos encontraron en el pueblo ¿verdad? —Exclama Amy, intercalando su mirada entre su hermana y el trigueño, sintiéndose un tanto orgullosa por su inteligente intervención.

—Exacto... Ahora que tiene su aroma, y el de todos nosotros, será difícil escondernos y proteger al alpha.

—Maravilloso... —Comenta Cassy con mal humor— ¿Y? ¿Cual es el plan B?

A pesar de su actitud, tanto Sandu como Amy estaban admirados de verla participar activamente en esos momentos.

—Pues... —Comenzó Sandu con dificultad, se le notaba nervioso— Existe una flor que nos ayudará a borrar nuestro aroma, el plan B ahora es encontrarlo y usarlo en todos nosotros. No quiero que sean perseguidas hasta su hogar por mi falta de concentración.

—Espera... Entonces ¿Me puedo quedar con el cachorro? ¿Puedo cuidarlos a ambos? —Cuestiona Amy con total emoción, siendo observada con pesadumbre por Cassy.

—Si así lo desea... Y si es que el señor Caleb acepta darle refugio al alpha.

—Por supuesto que...

—Nos va a regañar... —Interrumpe Cassandra, mirando a su hermana con frustración. La cual habiendo ignorado ese hecho hasta ese momento, inhala profundo y, sin dejar de sonreír, exclama con menos convicción que antes.

—Después de regañarnos, aceptara.

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