Capítulo 10
Capítulo 10
—¿Es una broma?
Cuestiona Amy casi sin voz, sintiendo como el color abandonaba su piel. Nunca había sido creyente de monstruos y fantasmas, pero considerando lo que acababa de pasar, no podía descartar nada en ese momento.
—No... esta cabaña ha estado abandonada desde que la encontré hace cinco meses... ¿Vio a alguien aquí?
—Dijiste que se llamaba...¿Detiam?
Responde Cassandra mirando a Sandu con preocupación, esperando alguna respuesta del albino, mas este niega con sorpresa.
—No recuerdo haber escuchado o leído ese nombre jamás...
—P-Pero él está...
En el momento que la rubia voltea para encarar al hombre de cabello negro, quien no dejaba de sonreir con amabilidad, nota cómo este posaba el dedo indice de la mano izquierda entre sus labios, dandole a entender que guardara silencio al tiempo que clamaba con suavidad "Le explicaré luego".
Extrañamente no se sintió amenazada ni asustada por dicho acto. Aquel hombre no emitía ningún aura amenazante ni peligroso, o al menos eso le decía su instinto.
—Yo... Tal vez estoy cansada... por todo lo que ha pasado hoy...
Bajo la atenta e insistente mirada de Cassandra, Amy forza una pequeña sonrisa, pensando en si estaba bien dejarse llevar por un extraño al que al parecer, solo ella podía ver.
—Hay otras dos habitaciones, le prepararé una para que pueda descansar.
—Gracias, Sandu.
Cuando el hombre desaparece por el umbral del cuarto, Cassandra, deja salir un largo suspiro, resignada ante la sonrisa de Amy, y se sienta con pesadez en el sitial junto al ventanal que daba vista al bosque.
—¿Pudiste sacar algo de información? -Luego de obtener como respuesta un gruñido por parte de su hermana, la oji violeta, soltando una corta risa, se vuelve a situar en la cama junto al pelirrojo inconsciente.— Solo pelearon entonces ¿verdad?
—-No puedo evitarlo, me saca de quicio...
Amy, desviando su mirada hacia el pequeño cachorro durmiente, eleva su diestra para acariciar es suave y brillante pelaje del pequeño, que contrastaba con la áspera y descuidada cabellera del adolescente. Con resiliencia, en el momento que Cassandra se distraía mirando la ventana acariciando sus sienes, la rubia eleva su mirada hacia donde se encontraba aún el hombre llamado Detiam, el cual mantenía sus ojos cerrados solemnemente, y su sonrisa parecía no querer desaparecer en ningún momento de su rostro.
No sabía que estaba pasando ahora mismo, no podía preguntarle directamente al principal causante mientras su hermana siguiera junto a ella, y la intriga realmente comenzaba a carcomer la boca del estómago.
—Él va a estar bien... ¿Verdad?
La voz de Cassandra la saca de sus pensamientos, provocando que su hermana se volteara a verla con cierto asombro. No todos los días la mujer de ojos heterocromáticos se preocupaba por alguien que no fueran ella y su padre.
Le causó cierta ternura notar como esta se negaba a devolverle la mirada, fingiendo que los árboles fuera del ventanal eran realmente interesantes.
—Lo estará.
Asiente el hombre sabiendo que solo Amy podría escucharle.
—Si... Lo estará.
A varios kilómetros de donde se encontraba la cabaña, en las mazmorras de su prominente palacio, Caeius se encontraba en total concentración mientras leía un viejo y destartalado libro de bolsillo. Los gruñidos y jadeos de dolor de la habitación contigua parecían no molestarlo ni incordiarlo de ninguna manera, era algo cotidiano para él.
Fuertes golpes fueron escuchados desde la puerta de aquel lugar, rompiendo la concentración del hombre de más de dos metros de altura. Con una expresión sombría, indica a quien estuviera tras la puerta que ingresara.
—Su excelencia, lamento molestarlo, pero ha llegado información de los sabuesos.
El hombre, igual de rubio, cabello largo un poco más corto y menos liso que Caius, realiza una reverencia evitando el contacto visual en todo momento.
—Continua.
Sin apartar la mirada de aquel libro, pero ya sin poder concentrarse en la lectura, ahoga un cansado suspiro, ya sintiéndose harto de la presencia ajena.
—El lobo negro ha aparecido.
Solo esa frase bastó para que cerrara el libro y lo posara sin cuidado alguno en su escritorio, provocando que el mensajero se estremeciera levemente ante aquel acto relativamente violento.
—¿...Qué?
Cuestiona con lentitud, acercándose amenazante hacia su compañero Inglid.
—Los... Los cazadores afirman que el lobo negro esta... está vivo y... y peleó con Razvan, tuvieron que escapar debido a las heridas.
—¿Tres Betas sobresalientes no fueron capaces de acabar con un Beta comun? Es bastante decepcionante.
A pesar de sus ásperas palabras, podía entender la dificultad de derrotar a ese lobo, él mismo presenció sus habilidades en batalla hace ya casi 30 años. Por supuesto, aquella criatura, si bien era endemoniadamente poderosa, no era rival para su propio poder.
—Señor... con el debido respeto... el lobo negro no es un Beta común...
—¿Algo más que reportar? —Interrumpe Caius sin importarle la opinión del hombre postrado frente a él.
—Si, señor. Razvan informa que aquel que rescato al Alpha es un Ihugar.
—¿Ihugar?... No es posible...
Frunciendo levemente el ceño, y luego de indicarle con rudeza al hombre que abandonara su despacho, se acerca nuevamente a su escritorio para escribir una carta con total indignación exigiendo que se le explicara el por qué esa maldita raza de reptiles no estuviese extinta como se le prometió hace décadas.
—Insectos inútiles... tendría que haber acabado con ese pueblo yo mismo.
De regreso en la cabaña, Amy se encontraba nuevamente sin la compañía de la más alta. Debido a la impaciencia de esta, decidió ir a buscar a Sandu para exigir las respuestas que se estaba demorando en establecer. Sin embargo, no se encontraba completamente sola, la presencia de Detiam se mantenía con persistencia en la habitación
La incomodidad de un principio, para su misma sorpresa, había desaparecido. Por alguna razón recordó las veces que su padre la había felicitado por su increíble facilidad de adaptarse.
—¿Qué era eso...? —Cuestionó la rubia acercando su nariz para inspeccionar con cierta desconfianza el contenido del recipiente donde Sandu había sacado el ungüento para tratar al pelirrojo.
—Semillas de Brypinna molida. —Responde el hombre con simpleza, pero al notar el silencio incómodo de la joven, decidió, con cierta gracia, explicar— Es una hierba medicinal que ayuda a eliminar los rastros de veneno y ha mejorar la habilidad sanadora del cuerpo, aunque claro, su efecto es especialmente fuerte en los hijos de la Luna.
—¿Hijo... de la Luna?
—Exacto, los hijos de la diosa Silde —Explica Detiam sonriente, podía notar la intriga de la chica, pero por sobre todo, en esos momentos, podía sentir su hambre de conocimiento sobre todo lo que había ignorado en su vida.
—Silde... ¿Como la diosa del cuento? —Cuestiona la chica ladeando levemente su cabeza con la curiosidad saliendo por los poros de todo su ser.
—¿Cuento?
—Si, La Fábula de la Lluvia Carmesí.
—Me sorprende que conozca la historia —Clama de pronto Detiam, segundos después de sentarse en un sofá individual.
—Papá solía contarnos ese cuento cada noche cuando eramos niñas. —Comenta Amy desviando su mirada hacia el joven en la cama, quien había soltado un pequeño quejido. Estaba soñando.
—Ya veo, eso es bueno.
En la cocina, extrañamente, se estaba realizando una charla parecida, donde Cassandra no se encontraba molesta ni sorprendida, más bien, resiliente.
—¿La Fábula de la Lluvia Carmesí? Papá siempre nos cantaba esa historia antes de dormir. —Comenta la pelinegra cruzando sus brazos por sobre su pecho con superioridad. —Siempre pensé que el Sol era un imbécil.
—No te equivocas... —Murmura bajo Sandu con una semi sonrisa.
—¿Y eso que carajo tiene que ver con mi papá? Ya te he dado mucho tiempo, dime ya lo que quiero saber o en serio me vas a ver enojada.
—Creo que ya te he visto enojada hoy.
—No más juegos, Sandu. Dame respuestas claras, o te juro que de verdad voy a matarte.
Y ahí estaba nuevamente su actitud hostil. Definitivamente lidiar con ella era todo un desafío.
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