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El poder

A lo largo de la historia ha existido escondida una estructura que prevalece hasta nuestros días y que no solo se manifiesta en la política, también de manera interpersonal: la verticalidad. Cada persona expresa su voluntad en distintas formas y colores, y cada persona posee un dominio mayor que otros para lograr sus propósitos. Imaginemos un extrovertido y un introvertido. En este caso podemos de manera más fácil asumir quien sería el líder entre los dos, quien tome las decisiones más importantes, pero ¿qué sucede entre dos personas extrovertidas? ¿Cuáles son las características que llevarían a uno a ser el jefe? ¿Por qué debe de haber un jefe? En la expresión misma de cada persona hay implícita una intención de voluntad personal. Desde tomar la mano de tu pareja, contar un chiste en el grupo, dar clases, establecer una ley, invadir un país. Si analizamos cada acción por mínima que sea, siempre es la necesidad de expresar nuestra voluntad al mundo que nos rodea. Una forma de pasar a segundo plano las necesidades ajenas para establecer las nuestras y por lo tanto, imponer sobre los demás. Como sabemos, en la comunicación existe un receptor, mensaje, medio y emisor. ¿El mensaje que intenciones tiene y el medio como es? Hay dos niños en el patio y uno quiere jugar futbol, pero el otro quiere jugar basquetbol. Claro que no es necesario que lleguen a la violencia para determinar cual juego hay que jugar, pero seguramente uno de ellos es más astuto para expresar las razones por las que su juego es mejor, tal vez su seguridad impone normalmente o quizá recurra a ponerse triste para chantajear a su amigo. Hay varias formas de convencer, pero al final éste terminó haciendo lo que quiere. El poder no solo es la capacidad de hacer algo (en este contexto), es la capacidad de instrumentalizar los medios y a las personas con la finalidad de hacer eco de una sola voluntad.

Y aquí es donde entra la verticalidad.

Podemos verlo en la política donde el presidente, rey o dictador se establece como la máxima autoridad, los líderes sectarios, las escuelas, las dependencias de gobierno, las empresas y hasta tu familia. Pero sabemos que desde la época prehistórica existe esta estructura en donde un macho alfa mantiene al grupo a salvo y bajo control. Incluso en manadas de otros mamíferos vemos al líder. Y no es que esté mal por sí mismo, ya que se requiere la experiencia y sabiduría de un integrante o varios que sepan lo que se necesita para superar las adversidades que se presenten. Es una cuestión de supervivencia. Una anciana sabrá más que una joven, un hombre fuerte podrá proteger mejor que un débil, la inteligencia prevalece sobre la del tonto. Cada virtud será el medio por el que va adquirir mayor estatus sobre los demás. Sin embargo también existen cualidades como el carisma, la astucia, elocuencia, narcicismo, psicopatía o fuerza.

¿Pero qué pasa cuando el poder es corrupto? ¿Cómo es que el poder corrompe la moralidad de la persona?

Hemos visto en las historia e incluso en películas o libros en donde el personaje con ciertos ideales al principio, una vez que llega al poder se convierte en otra completamente distinta. Hitler no es como que desde el inicio planeaba ser el líder alemán; empezó con una molestia derivada de la miseria en su país, las practicas de enriquecimiento judías, la actitud obediente y sumisa del gobierno alemán ante sus vencedores quienes establecían restricciones fuertes y con el tiempo, gracias a su capacidad de oratoria, conspiraciones, mensajes que compartía la población alemana con respecto a la indignación, resentimiento, necesidad de desquite y humillación, logró posicionarse en lo que todos conocemos. Pero en algún momento tanto él, como Mussolini, Stalin, Hirohito, Castro, Porfirio Díaz, Fujimori, Pinochet, Franco, Chávez y tantos otros, se fueron convirtiendo en los villanos.

La primera fase podríamos verla como el momento de la sorpresa o descubrimiento; empiezas a notar que las reverencias, amabilidades, facilidades y respeto se manifiestan por todos lados. Después llega la fase del placer; la persona disfruta su estilo de vida en que todos hacen su voluntad. Comienza a asumirse a sí mismo más que una persona y se convence de que sus decisiones son cada vez más correctas. La tercera es el control y miedo; Dentro de las ovaciones comienza a notar que también hay algunas personas indeseables o que no tienen esa lealtad como los demás, por lo que comienzan las persecuciones, desapariciones y muertes que no solo sirven para eliminar rápidamente la amenaza, sino que da el mensaje generalizado a los demás de lo que podría pasarles.

La moralidad no es algo con lo que se nace, por lo que de preferir seguir lealmente ciertas convicciones políticas, es más fácil sucumbir al placer mismo de sentirse aclamado, importante, respetado, validado, amado o temido. Porque para el ser humano siempre ha sido algo importante desde que somos niños. Ser queridos por nuestros padres, pertenecer al grupo de amigos, estar con la chica que te gusta, el reconocimiento de gente importante, la obediencia de personas. Debemos percibirnos como ser vivos susceptibles a caer en la tentación de poner nuestras necesidades sobre los demás.

Ahora bien ¿existe algún tipo de organización en el que no impere una estructura de verticalidad?

Hemos pasado por el esclavismo, feudalismo, dictaduras, teocracias, monarquías y también podríamos mencionar sobre el socialismo, anarquismo, comunismo, capitalismo, pero en casi todos hay una cabeza y de esa cabeza se deriva hacia abajo el resto de la organización. El capitalismo por ejemplo, es puramente vertical, ya que en general establece una separación y verticalidad de clases, su configuración incluso favorece mantener esa misma separación, pero conforme pasa el tiempo, los ricos son más ricos, la clase media se aproxima más a la clase pobre y los pobres ya no pueden salir de ahí. Adentrándonos un poco más, notamos esa verticalidad en la relación patrón y trabajador. A cambio a una compensación monetaria, el patrón puede usarte como un medio más para generar las ganancias a sí mismo, pero el trabajador no puede acceder a las compensaciones que genera su mano de obra. Y sus honorarios no alcanzan para que acceda a los medios generadores de riqueza porque debe preocuparse más por pagar la renta o comer. La vivienda cada vez es inaccesible conforme aumenta la tasa poblacional y por lo tanto los precios en la canasta básica son cada vez más caros. Cada organización mantiene una jerarquía y cada uno tiene sus formas para que la igualdad no prevalezca del todo. En Estados Unidos mantuvieron durante sus primeros años como país independiente la intención de que todos eran ciudadanos americanos con los mismos derechos, pero con la excepción de mujeres y negros. Posteriormente alegaron igualdad para todos, pero muchos estados (principalmente del sur) mantenían sus restricciones para dejar en claro que no todos debían ser iguales. Y eso se pudo ver en otros gobiernos sin importar como se constituían, pero incluso también en la religión. Mientras el cristianismo por ejemplo profesaba el amor al prójimo en sus inicios, la iglesia como institución instrumentalizó esa ideología a su favor para crear rangos, ocultar o darle otras interpretaciones con el fin de mantener su poder e injerencia en los gobiernos. Los concilios establecieron sus bases posteriores, hubo rupturas, hubo guerras, persecuciones y otros delitos fueron cubiertos bajo el manto del poder que representaba la iglesia. La información, la ideología, los mitos, dinero, la historia, los avances industriales, tecnológicos o científicos, todo tiene un valor invaluable para su instrumentalización a favor de quien persiga el poder.

Todos sentimos preocupación por los gobernantes que hagan uso del poder de manera injusta y cruel y de los poderes desproporcionados que ya no solo se limitan a un territorio. Por ello promovemos leyes, restricciones, acuerdos y castigos a quienes hagan mal ejercicio de ese poder, pero ¿es suficiente? ¿Cómo evaden esas limitaciones? ¿Podremos aspirar un mundo más igualitario o la misma condición humana nos mantendrá en las mismas o peores circunstancias?

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