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Capítulo 24

—¡No te rías, Barry! Por tu bien te lo digo, no te rías. —Pero todo lo que hace es reírse todavía más.
—Dímelo. —Deslizo de mi cintura la pistola y amenazo con cargarla sin ningún remordimiento. La subo lo suficiente para apuntar su entre pierna.
—Dímelo ahora mismo o te dejo sin sexo. —Prometo.

Pero parece que tiene el día tonto.

—Si me disparas ahí, sufrirás tú más que yo. —¿He dicho ya que es gilipollas?

—¡Pero dímelo, capullo! No tienes derecho a librarte así.

Toma aire y se calma, limpiando alguna que otra lágrima que ha escapado por sus ojos.

—Katy K... —Susurra.

«Katy K era el nombre con el que se te conocía en las carreras ilegales. ¿Verdad?» Asiento.

—Es imposible que sepas eso. A menos que... —Antes de decirlo lo repaso en mi cabeza, asegurándome de atar los cabos.
—Eras uno de los pilotos. —Ahora sí, le acuso.

Niega suavemente, alzando una ceja.

—No era uno de los pilotos y me ofende profundamente que no te acuerdes de mi. —Sube la mano hasta su pecho, dramatizando.

—¿Quién eras entonces? Allí sólo estaban los pilotos, él que las organizaba, las chicas y nadie más. —Trato de recordar su rostro pero ninguna imagen aparece en mi cabeza.
¿Es posible que le conociera entonces? ¿O sólo era alguien de la multitud para mi?

—Yo era el que custodiaba el dinero de las apuestas hasta que acababa la carrera. —Suelta por fin. A mi cerebro acude la imagen de un joven chico, de estatura mediana y ojos tapados por un flequillo largo.
Pero el último recuerdo de ese chico me hace abrir la boca con exageración.

—¡Tú! —Me pongo de pie para acusarle. —¡Maldito desgraciado! ¡Nos robaste todo el dinero de la carrera más importante del año!

Los recuerdos me golpean mientras el ojiverde se dobla sobre sus rodillas, casi agonizando por las carcajadas.

—¿A quién se le ocurre dejarle todo el dinero a un futuro atracador de 17 años?

—¡Maldito ladrón! Todavía me debes miles de dólares. —Me cruzo de brazos, fingiendo indignación.

—Oye, disculpa pero que yo sepa... Yo te ofrecí devolverte el dinero. Tú rechazaste mi oferta. —¿Qué? ¿Está de coña?

—¿Estás seguro de que no te drogas y te ha afectado al cerebro? ¡Eso no ocurrió así! —Exclamo.

—Pues yo creo que si...

Flashback

¡Ese hijo de perra ha huido con todo nuestro dinero! ¡Maldito asocial de mierda! —Exclama mi amigo Tony.
Indignada y enfurecida, le doy un puñetazo a la carrocería de mi coche.
—Cuando pille a ese hijo de puta... —Siso.

Entonces, las sirenas policiales nos ponen sobre aviso y todos nos dispersamos, tomando caminos opuestos.
Me subo a mi deportivo negro y arranco el motor, derrapando sobre el asfalto.
—Hasta la vista, Katy K. —Acuerda Tony. Hago un gesto sobre mi frente con mi mano y comienzo a conducir.

Entre mis manos agarro mi carné de la biblioteca, quitándolo del salpicadero y metiéndolo en mi bolsillo.

Caitlin Snow, estudiante, 15 años.

Más conocida como Katy K, la reina de las carreras ilegales.

A lo lejos distingo una figura.
Cuerpo enclenque, pelo algo largo y una mochila a la que se aferra con fuerza. Ahí está ese traidor hijo de puta.

Sonrío de lado cuando su estupidez hace mella en él y se encierra sólo en un callejón.
Conduzco por éste, acorralándolo.
Estiro el brazo para abrir la puerta del copiloto.
—La policía o yo. eliges. —Siso.
El moreno no tarda en reaccionar y subirse a mi coche.

Con una mano se aparta el flequillo de la cara y noto por primera vez que sus ojos son verdes.
—El dinero. —Escupo. —Quiero mi puto dinero o te entrego a los maderos.
—Si me entregas, cantaré. —Me amenaza y mis dedos apretan con más fuerza el volante.

—Si cantas, te mato. —Momentáneamente, clavo mis ojos color miel en él.

Para concluir con mi amenaza, reduzco la velocidad del coche.
Noto que traga saliva.

Está bien, siempre podemos hacer un trato. —Sugiere. Vuelvo a mirarle y frunzo el ceño.
—¿Qué trato?
—Pues... —En sus manos alza el dinero mientras su vista va bajando por mi cuerpo, fijándose en mis piernas desnudas.

Al principio tardo en captarlo pero cuando lo hago, mis ojos y boca se abren al compás y detengo el coche del todo. Me giro bruscamente, dispuesta a estrellarle la mano en la mejilla.
—¡Serás cerdo hijo de- Pero cuando me vuelvo hacia él, ya no está.

La puerta del copiloto está abierta y el asiento vacío.

Y supongo que esa esta la última vez que veré a ese mal nacido.

¡Me ofreciste mi dinero a cambio de sexo, cabronazo! —Expreso, recordando la última parte.
—¡Tenía diecisiete años!
—¡Y yo quince, degenerado!

Ríe y niega.

—Cuando te ví en esa azotea, lo primero que pensé fué "¿Qué coño hace Katy K con un chaleco antibalas?" luego uní los puntos.
No podía creer que la reina de las carreras ilegales se hubiera pasado al lado de los buenos.
No te pegaba nada. —Bromea.

Pero a mi me afectan sus palabras, sin embargo.

¿En qué momento cambiaron tanto las cosas?

¡Pues si! ¡Se conocían de antes nuestros amantes favoritos! Jejejeje
Barry ya apuntaba maneras desde pequeño... 😹😹😹😹😹😹

Y bueno chicos, lo digo ya. Esta historia ha entrado oficialmente en su recta final. Mucho amor.

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