Capítulo 21
Me cuelo de puntillas en la habitación, llave en mano.
Barry duerme plácidamente en una postura un tanto incómoda.
Su cabeza está sobre su brazo y su ceño está fruncido.
Aguanto las ganas de burlarme de él y reír y le retiro las esposas con cuidado, poniendo sus brazos en una posición algo más cómoda.
Salgo de la habitación y caliento una taza de café.
El olor inunda mis fosas nasales cuando la tomo entre mis manos y cierro los ojos, aspirando profundo el aroma a café recién hecho.
Oigo la puerta de la habitación abrirse y el castaño semi desnudo aparecer por ella. Sólo con sus pantalones.
—Creí que habías tirado la llave al váter. —Se apoya en la mesa tras de él y suelta una sonrisa pícara, alzando una ceja.
—No tenía ganas de explicarle a los del FBI como han acabado las llaves de mis esposas en las tuberías. —Me llevo la taza a los labios y sorbo.
—¿Estás enfadada? —Lee mi mente y me contengo para no rodar los ojos.
—¿Te tengo que recordar lo que me hiciste anoche? Me dejaste a medias y me hiciste creer que me tendrías esposado a tu cama por el resto de mi vida.
Su cinismo me pone histérica.
—Te dije que no saldrías de aquí sin decirme la verdad. Y la quiero ahora, sin excusas. —Finalmente voy al grano, harta de los juegos tontos.
Su semblante se endurece.
—¿Quieres la verdad? ¿Pero vas a poder soportarla? —Convierto mi mano en un puño y las uñas se me clavan en la palma.
—¿Qué eres un asesino? Creo que ya lo tengo asumido. —Espeto.
—Ya te dije que yo no mato. —Me reitera, siendo totalmente serio.
—¡Entonces dime la jodida verdad, Barry!
—¡Robé algo que no debía, Caitlin!
—Exclama. Abro la boca para decir algo pero vuelvo a cerrarla, totalmente sin palabras.
Toma aire y se prepara para hablar de una vez por todas.
—Antes solíamos ir cambiando de Ciudad. Robábamos tres veces por Ciudad y luego nos íbamos. Incluso cambiábamos de País.
Como ya sabes, no siempre somos los mismos. Rotamos y a veces tenemos chicos nuevos que vienen de otras bandas o con experiencia.
«Hace algún tiempo, conocí a un tío nuevo... Ni siquiera recuerdo su nombre.
Tenía que experiencia en el asunto y me propuso algo.
Me dijo que había algo mucho más valioso que el dinero.
Las cajas fuertes de los bancos.
Ya sabes, esos sitios donde los famosos y personas importantes guardan sus joyas, papeles, chanchullos y demás... Nada fuera de lo común. —Gesticula con las manos mientras me explica.
«Así que acepté. Me dijo que sería un gran golpe y lo planeamos con meses de antelación.
Atracamos la cámara de seguridad de un banco Francés.
Nos llevamos todas las cajas... Había muchas cosas. Todas de gran valor.
Pero... Cogimos algo que no esperábamos. —Suspira y se lleva una mano a la frente, como si estuviera arrepentido de sus actos.
«Una de las cajas contenía un pendrive. Lo abrimos en un portátil y... Estaba lleno de archivos encriptados.
Se trataba de archivos sobre políticos.
Pero no corrupción si no... Mucho más.
Asesinatos, actividades mafiosas, secuestros, violaciones, grabaciones de todo tipo de actividades ilegales...
El material suficiente para hacer caer a todo el puto gobierno de los Estados Unidos.»
La boca se me seca en cuestión de instantes. Mi cerebro hila los puntos, los une.
Por eso nos hicieron ocuparnos a nosotros, siendo del FBI, de un caso que no incluía asesinatos.
Por eso la insistencia del jefe.
Por eso el enorme operativo que se usó para las redadas en los Clubes.
Todo tiene sentido ahora.
El FBI jamás se encargaría de un caso de robo si no hubiera algo más detrás... Ahora lo entiendo.
El FBI está metido hasta las cejas.
—Yo no maté a ese hombre, Caitlin. Ni siquiera le ví allí. Ni ninguno de los de mi banda.
Había alguien más, una sexta persona. Alguien que se hizo pasar por uno de los nuestros y mató a ese guardia. -Me explica.
Pero todavía hay algo que no entiendo.
—¿Por qué harían eso? —Expreso en voz alta.
—Porque ahora tienen la excusa perfecta para meterme una bala en la cabeza.
Ya no soy un simple ladrón, ahora soy un asesino.
La misión ahora no es cogerme con vida. Sólo cogerme. Y eso incluye mi muerte explícita.
—Pero si te matan, jamás sabrán donde está el pendrive. —Refuto. Apreta los labios.
—Eso ya no importa, Caitlin. Ellos creen que he podido hacer copias. Que el contenido puede estar en cualquier parte.
Sólo quieren matarme porque he jodido sus negocios. Porque me he metido en su terreno y he robado algo que les pertenece.
Sé por la forma en que me mira que sus palabras son de pura honestidad y más y más puntos se unen en mi cabeza. Dándole sentido a todo.
—¿Dónde está el pen ahora?
—En un lugar seguro... Y negro.
Por fin salieron a la luz las tan esperadas respuestas!!!!!!!!!!!
Y bien, que os parece???
Era lo que esperabais???
Donde creéis que está el pen?? 👀👀👀👀👀
Pd: Sé que aún faltan algunos interrogantes por resolver pero los resolveré más adelante. ¡Estoy atando cabos!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro