Capítulo Único
Y ahí estaba Marinette, escuchando por onceava vez consecutiva a su madre mientras despotricaba contra Chat Noir, el gran criminal de París, invencible pero sobre todo muy temido por los Parisinos, a excepción de ella quien al contrario lo admiraba demasiado ¡Era tan estupendo!
—Él es un estafador, no es para nada bueno.—se dirigió ahora a ella, estaban en el gran comedor de la casa.
—Pero madre, él roba para sobrevivir, no pidió nacer con esas carencias, es sólo una víctima más de estas etiquetas sociales que dividen al mundo. —lo defendía con ahínco la joven—Yo sé que es una buena persona en el fondo.
—¡Que va a ser buena persona! Cualquiera que se atreva a tomar un arma, es para mí, un perdedor que no se atreve a enfrentar al mundo. Ese vándalo solo es un pobre tipo que miente, difama y no puede ser para nada confiable.
—Estoy de acuerdo con tu padre. Nadie en París lo quiere. —intervino su padre ahora.
Ella sólo bufó molesta por las cosas que estaba oyendo de sus progenitores. Lo tachaban de un ser vil cruel y despiadado, pero nadie conocía a el chico detrás de la máscara mejor que ella, nadie conocía realmente a Adrien Agreste.
Ese chico de iris verdes que conoció por casualidad hace seis meses, exactamente el día que hurtó el museo Louvre y tuvo que correr por toda la ciudad hasta que llegó a su morada, en donde ella lo ayudó a esconderse, aprovechando que su pequeña familia no estaba en lugar gracias a la cena con unos inversionistas japoneses que querían formar lazos con ellos debido al auge de la cadena de panaderías que ellos lideraban.
Desde ese momento, una amistad muy linda se formó al dejar de lado las diferentes clases sociales; él un alma corrompida, ella una dama de sociedades.
En una de las tantas noches que compartieron entre tazas de café y cuernitos, él se confesó al decirle que en muchas ocasiones se odiaba por aquello que se dedicaba pero que no tenía más opción; su pequeña hermana Adriana merecía una mejor vida que la que le había tocado a él.
Llena de violencia y de abandono por su madre, con un padre hundido en el alcohol.
A Marinette le tocó el corazón, pero también le hizo sentir afortunada por las cosas que tenía o la vida que llevaba. Definitivamente el mundo no era justo.
Aunque también la hizo envidiarle, pues a su manera, él era libre de hacer y deshacer con su vida.
—¿Marinette? ¿Me has escuchado?—le preguntó su madre, interrumpiendo el recuerdo de las noches con su chico.
—No. Perdón—admitió apenada.— ¿Qué me decías madre? —preguntó rascándose la ceja algo nerviosa.
Su madre sólo rodó los ojos. Su hija últimamente se comportaba muy extraña, más de lo usual.
—Te decía que ya casi es hora de que te retires a arreglarte, hoy es tu gran día.
Marinette podía percibir la emoción palpable en las palabras de su madre, era una lástima que ella no compartiera ni una pizca de interés en el asunto. No quería hacer aquello, no estaba lista, no con él.
—¡No lo puedo creer! Hoy es un bello día, te convertirás en la esposa de uno de los solteros más codiciados de París. Nathaniel es un chico sumamente encantador.—mencionó su madre colocando sus manos enfrente entrelazándolas mientras sonreía. —No puedes estar en mejores manos que en las de él.
—Si madre, por supuesto —rodó los ojos—si, tu supieras.—susurró en voz baja sin que lo lograran escuchar.— permiso, los veo cuando dé la hora.
Se retiró del comedor con dirección a su alcoba, sentándose en la gran cama, con una pierna cruzada y con un cojín sobre ella y tomando debajo de su cama una caja rosada con puntos blancos, de donde sacó una foto, la cuál observó con una sonrisa en labios.
—Adrien. —suspiró llevándose la foto a los labios para besarla —mi Chat Noir, mi gato lindo.
Ella estaba enamorada de él desde que lo conoció pues se le hacía una persona súper valiente, capaz de todo. Poderosa pero con un gran corazón, y aunque la gente lo tachaba de mala manera sólo por robar para sostener a una hermana de quince años y un padre que ni se lo merecía, ella sabía que él valía oro.
Tal vez no tenía estudio alguno más allá de la primaria, pero era una pena que no lo supieran apreciar, y a Nathaniel lo admiraban casi como un dios por el solo hecho de haber nacido en cuna de oro, con padres famosos en el ámbito del arte.
—Si tan solo conocieran al monstruo que hay en él. Estoy segura que no lo acabarían.— expresó con el dolor apretando su corazón y las lágrimas pugnando por salir, cerró los ojos con cansancio. Suspirando agobiada.
No tenía muchos ánimos de prestarse a la faramalla que organizaba su familia, pero no tenía más que hacer, por lo que se apresuró a bañarse para después colocarse aquel vestido dorado de abertura por la pierna, que obviamente su madre eligió. Se maquilló sencillamente, finalmente colando sus zapatillas y salir hacia la limusina que aguardaba puntual por ella.
Cortesía de su prometido, debido a que el evento se llevaría en aquella fría mansión donde él vivía. Sonrió sinceramente a la única persona de esa fiesta; el portero del hogar, podía decirse que se llevaba mejor con las personas de bajo perfil que con los que se suponía era de su "nivel".
Aunque la sonrisa se le borró cuando ingresó al gran salón en donde el padre del novio, el señor Carl Kurtzberg, aguardaba a lado del pelirrojo.
—Bienvenidos familia Dupain Cheng.
Marinette no respondió, solo desvió la mirada a otro punto. Padre e hijo eran la misma porquería. Los padres de la dama lo notaron, fue entonces que Tom Dupain intercedió al tomarlo de la mano y brindarle un abrazo.
—Querido, es un honor para nosotros verte, no lo hacíamos desde tu viaje.—Agregó Sabine con entusiasmo al ser el turno de saludarlo.
—Cuando me enteré que nuestros hijos decidieron formalizar su relación no podía dejar de venir. Así que no hay nada que agradecer.—mencionó con tono formal.
Nathaniel bajó de las escaleras corriendo a dirección a su prometida atrapándola en un beso, el cual la chica rompió inmediato colocando una mano sobre el pecho del de pelo rojizo.
—Perdón, pero ya te extrañaba melocotón. Estás espléndida.
Ella intentó formar una sonrisa pero le salió falsa, no soportaba en absoluto al chico al que solía llamar amor. Solo asintió con la cabeza, en silencio.
El lugar estaba lleno de muchas personas que en su mayoría Marinette desconocía, ya que eran de mucha más edad que ella. No obstante, su rostro se volvió turbio al visualizar a cierta chica de piel Canela y ojos Olivos, era indignante incluso para ella el verla al saber el tipo de relación que mantenía con el pintor.
Decidió no amargarse la noche, aprovechando que sus padres estaban sumergidos en pláticas con los demás presentes y al no sentirse cómoda entre tanto lujo, vagó por los rincones de aquel sitio. Extrañaba tanto a su rubio, debía estar con él, en su diván, platicando o viendo series, no ahí con personas falsas.
—Deberías poner un sonrisa.—escuchó tras sus espaldas, al mismo tiempo que la jalaban del brazo.—Es una pena que ese vestido te quede exquisitamente bien y lo tengas que arruinar con tus expresiones de asco.—la giró para que le diera la cara pero ella se negaba, por lo que con rabia la sujetó de las mejillas.—Mírame cuando te hablo. Los invitados te están criticando, hablan pestes de mí por tu culpa, así que, o cambias de actitud o te las verás conmigo.
Este atrevimiento enojó mucho a la azabache, pero no quería hacer escándalo, solo optando por soltarse e ir a refugiarse a uno de los baños. No podía creer que su novio la tratara así, llevaban ya dos años, merecía algo de respeto.
Pero... ¿Qué podía esperar del chico que la forzó a tener relaciones hace unos meses?, amenazándola en lo que más le dolía; sus padres. Y no sólo eso, también convirtiéndola desde hace un año en una cuernuda, ya que sabía muy bien que Lila Rossi era más que una alumna para él.
No tardó demasiado en el baño pues la gente comenzaría a buscarla en algún punto, debía seguir con el teatro y lucir impecable. De regreso al salón de eventos encontró a la susodicha, quien permanecía muy juntita a si prometido, no sentía nada de celos pero él debía honrar la frente a otros si quería mantener una buena farsa ante todos.
—Es una pena interrumpir cuando se estén divirtiendo, pero no olviden que esta es una cena de compromiso y no un hotel para escenas triple equis.—se interpuso entre ambos con una mirada firme.
El comentario desató la furia del pintor, que discretamente se la llevó a fuera para dejarle las cosas claras. Odiaba que lo dejaran en ridículo, más en frente de conquistas.
—¡Qué sea la última vez que me hablas de esa manera frente alguien!—le gritó muy enojado.—¡Eres una estúpida!, no sabes cuanto me das asco.
Sin pensarlo y lleno de ira, le propinó una cachetada que dejó la zona muy roja.
—Eres un...—mencionó Marinette con impotencia, tallando su mejilla.
El hombre iba a impactar de nuevo su mano en el rostro de la mujer, que lo veía asustada. Aunque todo intento quedó en vano al ser detenido por Chat, quien le dio tremenda paliza, la cual lo tumbó al suelo. Marinette sonrió al reconocerlo.
—A ver si de esa manera aprendes a respetar a las mujeres.—le dio una patada en el estómago.—¿Estás bien? —le preguntó ahora a Marinette a lo cuál ella sólo asintió—vámonos.
Tomó su mano con la intención de marcharse pero ella no se movió en lo absoluto, él no entendía nada pero su chica le susurró algo al oído que le hizo liberarla. Momento en el cual, ella se acercó hasta el pelirrojo y le soltó una gran patada en los testículos que lo dejó llorando en el suelo.
—Ahora sí podemos irnos.
Adrien le ofreció un casco extra para abordar la moto que siempre lo transportaba, ella estaba nerviosa pues era la primera vez en subirse a una, pero sabía que a lado de su chico nada pasaría.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?—preguntó curiosa la chica ya montada en su sitio.
—Un gato siempre tiene sus secretos y más cuando se trata de su princesa—le guiñó un ojo galante. Ella solo sonrió, recostándose en la ancha espalda de su amor.
Al detener la moto en un lugar lejano, ella supo que ese era el hogar de Adrien. La casa era mucho más chica que su habitación, sólo contaba con un pequeño baño en el cuarto que tenía únicamente una cama pequeña, la sala y el comedor compartían espacio. Lamentablemente su hermana había decidido quedarse a cuidar a su borracho padre, pero eso no quitaba que Adrien le mandara dinero para subsistir.
Al ingresar a la habitación del muchacho, un mueble muy viejo llamó su atención pues parecía que algo sobresalía de el, por lo que, sin un tipo de permiso fue hasta ahí. Lo que encontró le heló un poco la sangre pero amaba tanto a ese hombre que no le importaba nada más que estar a su lado.
—¿Asustada? —Chat le habló en el oído.—Si quieres vete ahora que puedes.
Ella resopló con burla.
—¿Y perderme toda la diversión Mon chatón?—exclamó fascinada—No lo creo, y es mejor que te acostumbres a verme por acá por que...—le apuntó con el arma que no estaba cargada.—te amo desde la primera vez que te vi, siento cosas por ti que jamás alguien ha logrado despertarme. Lo único que quiero es siempre permanecer junto a ti, eres mi mundo.
Chat no necesitó decir nada más para quitar de sus preciosas manos el arma y dejarla a un lado para tomarla de las piernas entrelazándolas en su cintura mientras la chica lo tomaba del cuello a la par que se encaminaban a la cama.
—Yo también princesa.—la besó apasionadamente mientras comenzaba a despojarla de su vestido.—No sabes cuanto My lady, pero hoy te lo voy a demostrar, no habrá lugar donde no bese esta noche.—Le mencionó atacando su cuello cubriéndolo de pequeños besos.
Pronto la habitación empezó a adornarse con las prendas de ambos manteniendo sólo el antifaz del chico que le cubría medio rostro, no se iban a detener nada más por ese pequeño detalle. La chica podía sentir como la boca y su intimidad se hacían agua al sentir la lengua caliente de su amado, deslizándose de su clavícula hasta el vientre en donde el joven se animaba a dar pequeñas mordidas que lograban sacarle sonoros suspiros llenos de placer, el cual nunca había experimentado con absolutamente nadie en lo que llevaba de vida; ni siquiera con Nathaniel.
Continuaron regalándose caricias y besos en diversas zonas de sus cuerpos en donde él trataba de brindarle las mayores sensaciones apretando sus pequeños bustos o lamiendo delicadamente el área del ombligo con ella gimiendo el alías del chico que amaba, descubriendo que la prendía aún más.
Sus manos entrelazadas sobre el colchón y sus respiraciones alteradas la hacían comprender que había tomado la mejor de las decisiones. Sabía que su madre le había dicho que era un criminal y una persona sin corazón pero ahora, era ella la que estaba perdiendo la conjetura no deseando saber nada más al sólo sentirse amada y deseada por ese criminal que no se tentaba el corazón si de robar se trataba.
Por que ella estaba enamorada y este tipo de amor se escapaba de lo racional, yendo mucho más allá de lo físico o astral, ya no era momento de dar ni un paso atrás, en las manos de aquel sujeto ella se sentía desfallecer ante todo el amor que se juraban al besarse con gran intensidad. Enterrando las uñas en la espalda masculina cuando este la proveía de placer absoluto al jugar con su cuerpo en donde el fuego maravilloso los consumía, pero valía la pena salir quemados.
Fueron varias las horas donde se dedicaron a entregarse en cuerpo y alma, entre palabras de amor llegando al extremo de crear explosiones en su interior hasta caer dormidos.
Al día siguiente Marinette despertó removiéndose en la cama y aunque tardó unos minutos en acomodar lo que había pasado la noche anterior al final sonrió. Había sido una noche increíble, llena de libido pero más de amor puro y correspondido. Se enamoró más cuando lo vio llegar con el desayuno preparado, lo que hizo extender sus manos a la charola en el momento que se acomodó mejor en la cama.
—Todo se ve delicioso.—alabó viendo lo que le cocinó.—y sabe tremendamente bien.—Exclamó sorprendida después de probar los hot cakes.—Si mis noches van a ser así de pasionales y a la mañana siguiente voy a obtener un desayuno magnífico como este.—cerró sus ojos sonriendo feliz, plena.— Definitivamente quiero quedarme aquí toda la vida.
—Eres una tontita.—dijo Adrien ya sin la máscara acercándose a ella y dándole un beso tierno en los labios.—Come, se te va a enfriar el desayuno.
Marinette sabía que lo que estaba haciendo no era nada lógico, que Adrien era un criminal prófugo de la justicia por las múltiples demandas en su contra pero ella lo amaba y ya jamás lo iba a dejar sólo. Además de que aquello era mucho más divertido que vivir en una mansión haciendo lo que otros quieren mientras ve su vida pasar ante ella.
Desde ese día Marinette decidió quedarse a vivir con Adrien, quien al principio se negaba a meterla al mundo del crimen pero terminaba cediendo por las artimañas que su lady aplicaba con él. Aunque solo se dedicaran a asaltar supermercados o negocios para subsistir al no poder usar sus tarjetas debido a que sus padres le retiraron todo apoyo al creer las mentiras de Nathaniel, el cual les había creado toda una mentira en donde ella era obviamente la infiel.
Pero no importaba, sabía que este pequeño negocio era pasajero. Saldrían adelante juntos, y ya jamás tendrían que sujetar armas. Por que ella era su amuleto de la suerte, o eso era lo que le decía cada vez que preguntaba el significado de ese curioso tatuaje de catarina con su nombre en el brazo de Adrien.
Todo aquello la ponía feliz.
《Sí, todo está perfecto, él está conmigo》 pensó la muchacha, tal vez ahora no tenía tantos lujos ni contaba con el reconocimiento de todo París, pues este hablaba sin parar de la "Novia fugitiva" o "La heredera y el bandido". Murmuros de gente que no conocía todo lo sufrido en el pasado o lo que estaba viviendo ahora tan feliz.
Confiaba en aquel amor que se tenían, estaba seguro que prosperaría y que en un futuro podrían salir a la calle tomados de las manos, sin que nadie los juzgara. Pero por ahora, disfrutaría feliz de la vida las mieles del amor que vivía a lado de su chico de ojos verdes.
Por que en efecto, Adrien era el criminal que le había arrebatado para siempre su corazón. Y ella no tenía intenciones de negociar una devolución.
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One shot corregido y remasterizado. Disculpen las faltas que pudieron haber encontrado en la antigua versión ♡.
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