— Muy bien, repasemos..— Hablo él rubio quien usaba una camisa blanca y unos pantalones negros ajustados, obviamente no pensaba usar aquel traje toda la vida, no quería que lo descubrieran. — No debes tocar nada peligroso.

— No debo tocar nada peligroso.. — Repitió la niña aun media dormida y abrazada a su peluche —

— Si tienes hambre hay galletas y chocolatada. — Continuó —

— Si tengo chocolatada hay hambre.. — Comenzó a dormirse allí parada apoyando su cabeza en su conejito —

— Exa- ¿Que? — Suspiro al ver a la niña durmiéndose, le dio unos golpecitos en sus mejillas para que despertara — Hey, Estrella Fugaz despierta.

— Estoy despierta. — Se puso firme como un soldado —.

— Bien.. No salgas de casa y no le abras a extraños , ¿bien? — Y al terminar de decir eso despeino él cabello de la niña — Me voy ahora.

— Espera. — Lo detuvo agarrando la manga de su camisa — ¿No me darás un beso en la mejilla?

— ¿Qu-que? — Confundido por lo que acababa de decir solo se limito a decir aquellas palabras —

— Papá siempre besaba mi mejilla cuando se iba a trabajar. — Hablo abrazando más a su conejito y escondiendo parte de su rostro en él —

— Agh.. Bien. — Se agacho para estar a la altura de la niña y darle un beso en su mejilla — ¿Feliz?

— ¡Si! — Le contestó alegremente con una sonrisa de oreja a oreja, él mayor al ver eso le devolvió la sonrisa para luego marcharse por la puerta —

— Es la primera vez que la veo sonreír — Susurro para él mismo, de ahora en adelante besaría su mejilla con tal de que sonriera de esa forma —

Se quedo allí parada por unos segundos con aquella sonrisa dibujada en él rostro. — Jeje. — Soltó una pequeña risa para acercarse a la ventana abierta, allí había una maceta con una plata muy bien cuidada, dirigió su mirada a las personas que caminaban por las calles. — Creo que.. Podaríamos acostumbrarnos a estar aquí, Bunny.

Se levanto acercándose al sofá y tirándose a este con su conejito, cerro sus ojos durmiéndose al instante.

En aquel silencio y oscuridad para la niña se pudo escuchar varios golpes en la puerta.

— ¡Chiper! ¡Sabemos que estas aquí maldito hijo de perra! — Se escuchó la voz de un hombre mayor desde afuera — ¡Nos debes algo infeliz! — La puerta se abrió bruscamente dejando ver a tres hombres mayores bastante enojados —.

Entraron a la casa buscando a cierto rubio pero se encontraron con una pequeña niña durmiendo tranquilamente en él sofá — Pero mira lo que tenemos aquí...

— Quien diría que tendría este tipo de gustos — Hablo uno de esos hombres agarrando uno de los mechones de la niña —

— Aunque admito que es hermosa, parece una de esas muñecas de porcelana. — Hablo él segundo mirandola de pies a cabeza —

— ¿Cuanto nos pagarían por ella?

— De seguro bastante. — Río uno de ellos, entre tanto ruido la pequeña fue abriendo sus ojos —

— ¿Bill...?- — Sus ojos se abrieron como platos al ver a tres desconocidos rodeándola, se levanto golpeando la mano de aquel hombre que tocaba su cabello — ¿Qu-que?

— La muñeca despertó. — Canturreo uno al ver él miedo de la niña —

— ¿Qui-quienes son? ¿Donde esta Bill? — Dio unos pasos atrás alejándose del sofá y de aquellos hombres pero se acercaban cada vez mas —

— No te tienes que preocupar por él ahora pequeña. — Uno de ellos puso su mano en su hombro, ella estaba temblando de miedo —

Bill se encontraba caminando en dirección a su casa con varias bolsas en mano, algunas traían ropa y zapatos para la pequeña y uno que otro dulce. — «Creo que me tarde demasiado..» — Pensó él al ver todas las cosas que tenía, tal vez había exagerado un poco —.

Al llegar al apartamento saco sus llaves para abrir la reja y dirigirse a las escaleras, queria ver la cara de su Estrella al ver todas las cosas que me compró.

Al abrir la puerta se encontró con un hombre tirado en él suelo con la cabeza prácticamente reventada. — ¿Pero que...? — Sin pensarlo dos veces dejo tiradas las cosas comenzando a buscar a la niña — ¡Estrella! ¡Estrella Fugaz! ¡Mabel!

Entro en la cocina viendo a otro hombre con un cuchillo clavado a la mitad de su cabeza y con un tenedor en él ojo.

Al llegar a su habitación entro a la niña cubierta de sangre sentada en medio de la habitación abrazando fuertemente a su peluche pero sin soltar aquel fierro ensangrentado.

A su lado estaba otro más, golpeado bruscamente. Se acerco a ella agachándose a su altura.

— Lo siento.. Lo siento.. Lo siento mucho.. — Repetía la niña mientras lloraba, soltó ambas cosas para abrazar al mayor por él cuello —

Él comenzó a acariciar su melena achocolatada intentando que se calme y deje de llorar — Ya Estrellita, ya paso, estoy aquí.