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👑 Capítulo 41

Dejo caer los nudillos sobre la madera de la puerta, a la espera de que nos reciba. A pesar de que yo me he negado rotundamente a venir aquí para buscar su ayuda, Fred ha insistido porque dice que él es la única persona que puede socorrernos. Aunque yo no lo veo de esa forma, ni siquiera lo creo necesario. Él me odia. Es capaz de mandarme a la mierda con tan solo verme. Espero, con todo mi corazón, que se apiade un poco. Si no es por mí, que sea por Kristen; ella es la que está en peores condiciones.

Ella apenas puede mantenerse en pie, yo soy la que hace que eso sea posible. Yo soy su punto de apoyo. Su brazo izquierdo rodea mi cuello, lo que me permite agarrarle la muñeca, y mi brazo derecho se mantiene pegado a su cintura para evitar que se desplome. Sus piernas flaquean constantemente, a punto de perder el equilibrio. Mis rodillas tiemblan al no ser capaz de aguantar ni siquiera mi propio peso. No creo resistir por mucho tiempo, ambas acabaremos cayendo.

—Aguanta un poco —le susurro a la novata.

Ella no dice nada al respecto, simplemente intenta aferrarse a mí con fuerza para no caerse. Aún seguimos empapadas, el agua resbala por nuestra piel y ropa hasta colisionar contra el suelo, creando así un pequeño charco bajo nuestros pies.

Al ver que nadie nos abre la puerta, la aporreo con el pie como si no hubiese un mañana.

—¡Abre la puñetera puerta! —chillo sin paciencia alguna.

Justo en ese instante, a Kris le fallan las piernas, provocando que esta caiga sobre sus rodillas. Ella me arrastra consigo, dejándome sentada a su lado. Tomo una de sus temblorosas manos y la aprieto con fuerza, dándole ánimos. Su piel está helada.

La chica agarra con los dedos de su mano libre la cazadora que le ha prestado Fred y se arropa con ella todo lo que la tela le permite. Suaves jadeos de dolor salen de sus adentros; no puedo evitar darle un abrazo para calmarla y hacerle ver que, por muy cruel que haya sido con ella, estoy a su lado para lo que necesite ahora. Ella parece corresponderme, ya que se acurruca contra mi cuerpo sin dudarlo.

Sin yo esperármelo, la puerta se abre de golpe, dejándome ver a un Axel muy enfadado. Su ceño está fruncido y sus músculos tensos, puedo verlo porque la camisa blanca que lleva puesta está ceñida a su cuerpo. Si no fuera porque le conozco muy bien, pensaría que está a nada de estampar uno de sus puños en mi cara. Pero él no es así, nunca le han gustado las peleas, ni golpear a las personas. Las veces que lo ha hecho, no ha sido por voluntad propia o porque le guste ver el sufrimiento de sus contrincantes, sino por obligación o, simplemente, por defensa propia.

Entiendo muy bien que esté molesto, es tarde y estoy segura de que le he despertado. Y por los gritos y golpes que he dado, lo he hecho de una forma demasiado brusca. Es raro que ningún vecino haya venido a ver qué es lo que pasaba hace unos segundos atrás.

—¿Se puede saber qué coño te...? —No llega a terminar la pregunta.

Sus ojos oscuros y somnolientos dan con los míos. La expresión de su rostro cambia radicalmente a una que muestra preocupación. Él desvía la mirada hacia Kristen, quien ni siquiera se molesta en mirarle.

—¿Qué es lo que ha pasado? —dice de forma apresurada.

Axel no tarda en acuclillarse enfrente de nosotras. Sus manos se posan en los brazos de la novata, a la vez que este intenta buscar su mirada. En cambio, ella la rehúye.

—Luego te lo explico, ahora necesito que me ayudes a hacerle entrar en calor —pido en un susurro.

Que él esté tan cerca de mí, su tan sola presencia, me hace volverme pequeñita en el sitio.

—Explícamelo ahora —exige, cortante.

—Axel, por favor —suplico—. Si no pones un poco de tu parte, ella morirá de una hipotermia.

Cuando estas palabras salen del interior de mi boca, él parece reaccionar. Se posiciona a un lado de Kristen y, acto seguido, pasa un brazo por su espalda y el otro por debajo de sus piernas. Después de asegurarse de que la tiene bien sujeta, la levanta al mismo tiempo que él se pone en pie. En el momento en el que la cabeza de Kris cae sobre su pecho, Axel apoya su mentón sobre su coronilla.

—¿Puedes levantarte tú sola? —me pregunta, observándome con seriedad.

Asiento con la cabeza y, tras apoyar las palmas de mis manos en el suelo, me impulso hacia arriba hasta conseguir ponerme en pie. Vacilo durante unos instantes en los que casi vuelvo a precipitarme hacia abajo, pero logro sostenerme de la pared que tengo a mi espalda. Axel, al ver que puedo moverme más o menos bien, entra en su casa y se dirige con pasos rápidos hacia el interior de una habitación que reconozco como el cuarto de baño. Yo ayudé a Charlie a buscar una vivienda para que su hijo pudiera vivir en cuanto saliese de la cárcel, así que no tengo problema alguno a la hora de saber dónde se encuentran las salas de su hogar.

Una vez que me adentro en su piso, cierro la puerta detrás de mí. Hecho esto, camino con pasos lentos y temblorosos hacia el lugar en el que ellos se encuentran. Me asomo por la entrada y observo como Axel mete a Kristen dentro de la bañera, con cuidado de no hacerle daño. A continuación, le quita la cazadora de Fred y la deja sobre la taza del váter.

—Métete con ella en la bañera —me ordena sin siquiera girarse para verme.

—¿Por qué? —inquiero—. Estoy bien, no necesito que...

—Andrea. Métete en la maldita bañera.

Al escuchar mi nombre salir de entre sus labios, me callo y entro en el cuarto. No puedo evitar mirarme en el espejo que tengo a mi izquierda; estoy completamente pálida y mis labios están coloreados de un tono morado. Mi aspecto se asemeja bastante al de Kris, aunque es visible que ella está en peores condiciones que yo.

El sonido de algo líquido cayendo, hace que ponga mis ojos de nuevo en Axel, quien ha abierto el grifo del agua caliente. Aunque luego abre el del agua fría para regular la temperatura y no quemar a la novata. Él se mantiene así por unos minutos, arrodillado para estar a la misma altura que la chica, hasta que consigue llenar la bañera al completo. En cuanto termina, desvía la vista hacia a mí, esperando a que obedezca su mandato. Prefiero no hacerle cabrear más de lo que ya está, y menos cuando solo quiere evitar que yo también acabe muerta por congelación, así que me descalzo los pies y me quito la chaqueta vaquera de encima. Luego de dejar mis pertenencias en la encimera del lavabo, me acerco a ellos. Axel se echa a un lado para darme espacio y poder así pasar sin problema; me sujeto de uno de sus hombros, un poco insegura de mi acción, y me siento en el lado opuesto en el que se encuentra Kristen, manteniendo nuestras rodillas juntas.

—Cuéntame ya lo que ha ocurrido —me pide Axel.

Él comienza a echarnos el agua templada que hay a nuestro alrededor con sus manos. Con la primera que empieza es con la novata, quien no deja de tiritar de forma brusca. Ella mantiene su mirada fija en sus rodillas, parece que no tiene la intención de mirar al chico que le está ayudando.

Noto como la mayoría de las partes de mi cuerpo dejan de estar entumecidas por el frío. Ahora ya las siento de nuevo.

—Ha hecho la iniciación —respondo.

Axel endurece la expresión de su rostro. Ahora empieza a echarme agua a mí, pasando sus manos húmedas por mis brazos para que mi piel entre en calor de a poco. No dice nada ante mi contestación, simplemente se mantiene con sus facciones serias. Puedo averiguar que esto le ha molestado bastante.

—¿Por qué lo has hecho, Kristen? —Su voz es dura, lo que provoca que mis músculos se tensen.

Ella muerde su labio inferior con fuerza y dirige la cabeza hacia el lado contrario en el que Axel se encuentra, huyendo de sus ojos expectantes. Él vuelve a mirarme al ver que Kris no está por la labor de contestar a su pregunta y aguarda a que sea yo quien le dé una respuesta. Me encojo de hombros para hacerle saber que tampoco sé las razones por las cuales ha decidido meterse en este lío. Sigo viendo muy estúpido lo que ha hecho, ella no estaba atrapada en esta mierda, pero ahora sí, y sé que se va a arrepentir.

—Los Bengalas se pasaron esta vez —comento—. La acorralaron y la tiraron al agua del puerto. Tuve que lanzarme a por ella para ayudarla, luego Fred nos sacó a las dos. Para cuando él nos puso a salvo, Kristen no tenía pulso. Tuve que hacerle la reanimación boca a boca.

Veo como aprieta el borde de la bañera con fuerza.

—¿Dónde está él? —indaga.

—Está buscando sitio para aparcar. Ahora vendrá.

Axel se sume en sus pensamientos, dirigiendo la mirada hacia el suelo. Al cabo de un rato, empieza a negar con la cabeza.

—Kristen, no te entiendo —declara.

Escucho como Kris ahoga un sollozo en el interior de su garganta.

—Voy a buscaros algo de ropa seca. —Suelta un breve suspiro—. Quedaros un rato ahí.

Dicho esto, él se levanta del suelo y camina hacia su habitación, la cual se encuentra enfrente del cuarto de baño. En el momento en el que pongo la mirada en la chica que tengo enfrente, me doy cuenta de que me está mirando con los ojos llorosos. Frunzo el ceño.

—¿Y a ti ahora qué te pasa? —cuestiono.

Sus dientes siguen castañeando. Cojo agua entre mis manos y, tras incorporarme un poco, se la hecho por la cabeza. Las gotas resbalan por su rostro, haciendo que ella cierre los ojos por el corto tiempo que estas caen por sus párpados.

—¿Por qué se lo has dicho? —indaga en un hilo de voz que apenas puedo llegar a escuchar.

Ella vuelve a poner sus iris verdes sobre mí. No hace falta que pregunte a lo que se refiere, sé que se trata sobre el tema de la iniciación. Aunque no comprendo porque llora por esa estupidez.

—Se iba a enterar de todas formas —me defiendo—. Además, ¿qué querías que le dijese?

Esta niega con la cabeza. Sus lágrimas acaban por mezclarse con la humedad de sus pómulos, haciendo que resulte un tanto complicado saber si está llorando o solo son las gotas pertenecientes al agua que le he vertido encima. Ruedo los ojos a la vez que me hundo en la bañera para que la temperatura templada abarque cada centímetro de mi cuerpo. Esto consigue derramar parte de su contenido fuera.

—Os dejo aquí la ropa. —La voz de Axel hace acto de presencia.

Él entra en el cuarto con varias prendes entre sus brazos. Sin siquiera mirarnos, las deja sobre la encimera del lavabo, junto a mi chaqueta.

—Axel... —le susurra Kristen en un tono afónico.

El nombrado se permite mirarla por unos cuantos segundos, pero después se da la vuelta y desaparece de nuestra vista sin decir ni una sola palabra. Axel está enfadado con la novata, eso está claro. Pero todo me resulta muy extraño. Sé que la razón es la iniciación de Kristen, en cambio, no tengo ni la menor idea de por qué eso le ha llegado a molestar. Normalmente no le importa absolutamente nada lo que la gente haga con su vida, le da igual que se metan en estos líos. Aunque la cosa cambia cuando se trata de una persona a la que él considera importante. Como un amigo, un familiar o un amor. Yo lo fui, no sé si aún lo seré, pero esto hace que me pregunte: ¿Habrá Kris acabado siendo alguien importante en su vida?

—Deja de llorar —pido al ver que no para.

Ella se sorbe los mocos y aparta la mirada de mí. Sin embargo, sus lágrimas no cesan.

—Mira, no sé qué tipo de relación tendrás con él —añado—, pero ya se le pasará.

Una punzada se aloja en mi estómago al recordar varios sucesos del pasado. ¿A quién intento engañar? Cuando Axel se enfada de verdad, no hay mucho que hacer.

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