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👑 Capítulo 38

Una luz resplandeciente a mi espalda, alumbra de forma repentina todo el pasillo al completo. Como un acto reflejo, me giro unos centímetros hacia atrás para ver de dónde viene; Andriu aparece ante mí, apuntándome con la linterna de su dispositivo móvil. La pelo azul arruga el entrecejo y me observa con impaciencia. Acto seguido me hace un gesto con uno de sus brazos para que continúe andando sin detenerme.

Opto por hacerle caso y seguir con mi camino. Voy con pasos lentos, ya que, aunque ahora puedo ver un poco mejor el suelo, quiero asegurarme de que no me voy a tropezar o chocar con nada. Aunque, ahora que lo pienso, puede que solo tenga miedo y esté buscando excusas tontas para convencerme a mí misma de que voy a poder con esto. Aún tengo mis dudas, ni siquiera sé que es lo que voy a tener que hacer, y eso ya es suficiente para tenerme así de nerviosa.

Tras avanzar un poco más, distingo una puerta cerrada a pocos metros de nosotras. Esta también es de metal, como la de fuera. Sin embargo, no tiene ningún animal mostrando sus fauces para devorarte, simplemente es de un color verde oscuro.

Cuando estoy a pocos centímetros de ella, freno y me quedo mirando el picaporte con detenimiento. Trago saliva y estiro mi mano para tomar el pomo y entrar al local, pero antes de que pueda hacer esto, Andriu me detiene. Ella enrolla sus dedos en mi muñeca y tira de mí hacia a atrás, haciendo que me dé la vuelta para verla. Le echo una mirada llena de confusión ante su acción.

—Estás a tiempo de marcharte —me informa en un tono de voz bajo.

Arrugo la nariz. Después de haber alertado a Jayden de mi presencia en la fiesta para que me hicieran la novatada... ¿ahora intenta que me eche atrás con la iniciación? No lo entiendo, antes no parecía importarle si me mataba cayendo de esa viga o no.

—No me voy a ir —sentencio.

La chica se ríe sin gracia.

—No entiendo por qué has decidido arruinarte la vida de esta forma —me confiesa—. Pero vale, ojalá escarmientes, bonita. Para que sepas valorar un poco más tu vida y la de los que te rodean.

Dicho esto, me libera de su agarre. Estoy unos instantes dándole vueltas a lo que ha dicho; está claro que la iniciación va a ser mucho peor que la novatada. Cada vez estoy más convencida de que no voy a salir viva de esta.

Me vuelvo a dar la vuelta y, tras coger una bocanada de aire y expulsarla lentamente, me dispongo a abrir la puerta. La iluminación del lugar me ciega por unos pocos segundos, luego, mi vista consigue adaptarse sin problema. Lo primero que llama mi atención es lo amplia que es la habitación; hay dos sofás y dos sillones, colocados alrededor del centro de la sala, donde se encuentra una mesita con varias armas y una mochila vieja de color gris. En la pared de mi izquierda aparece una televisión colgada que parece bastante cara, situada de tal forma que de casi cualquier punto del cuarto se puede ver lo que se esté reproduciendo en ella.

Después de haberle echado un vistazo a los muebles del sito, me fijo en los presentes: Fred y Charlie, el padre de Axel, son los primeros que reconozco. Ellos dos están al lado de Jayden, quien se encuentra al fondo del local. Tres chicas y un chico, que no conozco de nada, están sentados en el primer sofá, el que se sitúa justo al lado de la entrada del lugar, donde estoy yo. También hay otros tres chicos más, quienes están en el segundo sofá, posicionado en perpendicular al otro.

Una vez que he visto los rostros de todas las personas que hay aquí, poso la mirada en el padre de Axel. Marshall decía que era un buen hombre, pero si está aquí... no creo que sea del todo cierto. Tendré mucho más cuidado con él ahora, es sospechoso de asesinato y además está involucrado en todo esto. Al menos, eso es lo que parece.

—Kristen —me nombra Charlie, sorprendido—. No pensé que tú fueras la nueva.

Yo tampoco me lo esperaba.

Siento como la pelo azul me da un leve empujón en la espalda para que me adentre en la habitación del todo. Hecho esto, ella cierra la puerta. El chirrido que provoca la misma me lo dice. Trago saliva por segunda vez y doy unos cuantos pasos hacia el frente, sintiendo los ojos de todos puestos en mí en todo momento, lo que logra ponerme más inquieta de lo que ya estoy. Desvío la vista hacia el dilatas.

—¿Qué es lo que tengo que hacer? —inquiero.

Jayden me muestra una pequeña sonrisa en sus labios y luego le hace un gesto con la cabeza al chico que hay sentado en el primer sofá. Este se levanta de su sitio y se acerca vacilante hacia la mesita que hay en el centro; ahí agarra la mochila gris desgastada y se la tiende al dilatas mientras da unos cuantos pasos hacia él. El chico me echa un rápido vistazo, relamiéndose los labios de una forma que me da escalofríos. Cuando Jayden tiene la mochila en sus manos, el joven que se la ha traído vuelve a sentarse en su respectivo lugar.

—Tienes que entregar esto —comenta el dilatas mostrándome la bolsa de tela.

Las palmas de las manos me comienzan a sudar. Estoy entendiendo el objetivo de la iniciación y no me está gustando nada en absoluto. Incluso creo haber captado la función de las fiestas...

—¿S-solo tengo que entregarla? —tartamudeo sin quererlo.

Miro de reojo a Fred, buscando el apoyo que necesito. Jayden asiente con la cabeza lentamente.

—Dadle un arma —ordena Charlie.

Una de las chicas, la morena de ojos azules, hace el ademán de levantase, pero yo se lo impido para seguir el consejo que Fred me dio ayer.

—He traído mi propia arma —hablo.

Saco la pistola del interior de mi bolsillo y la muestro. La joven no duda en hacerme saber lo mal que le ha sentado mi acción con una simple mirada, sin embargo, se sienta sin decir nada al respecto. En el momento en el que dirijo la vista hacia Turner, este me hace un gesto de aprobación con la cabeza, lo que me hace sentir algo más segura. Menos mal que he elegido confiar en él. No me quiero imaginar lo que hubiese ocurrido si hubiese aceptado el arma que ellos me han ofrecido.

El padre de Axel se acerca un poco a mí sin quitar los ojos de encima a la pistola a la que me mantengo aferrada. Frunce el ceño y me mira.

—¿De dónde la has sacado? —cuestiona con confusión—. Es un arma policial.

—Se la robé a un policía hace más de tres semanas —me limito a contestar con la excusa que le di a Axel la primera vez.

Charlie me observa con conformidad y satisfacción, a la vez que, una breve risotada por parte del dilatas, se hace presente en el lugar.

—No nos vendrá mal una ladrona —comenta él en un tono sarcástico.

No puedo evitar fulminarle con la mirada. Jayden se acerca a mí y me tiende la mochila; cuando guardo mi pistola en el sitio en el que estaba antes, la tomo entre sus dedos. Palpo la tela de la misma para intentar averiguar lo que hay en su interior, pero no me hace falta pensar mucho. Dentro hay algo duro y, todo este tema de las entregas, me lleva a afirmar que lo que yo llevo es droga. Las fiestas son solo una tapadera para atraer a los consumidores y a futuros miembros del bando. Me acabo de meter en una mafia.

—¿A quién se la tengo que entregar? —indago en un hilo de voz apenas audible.

—A los Bengalas —responde este con una sonrisa en sus labios—. Luego te daremos parte del dinero que ellos te den.

Eso no va a ser así, no pienso aceptar nada del dinero que gane con esto. Hago la iniciación para evitar ciertos problemas, no para ganarme un fajo de billetes.

—¿Los Bengalas? —cuestiona Andriu—. ¿Es que estás loco?

Noto a la pelo azul posicionarse a mi lado. Dirijo la mirada hacia a ella, con los ojos un poco más abiertos de lo normal. En el instante en el que me dispongo a mirar los rostros de los presentes para averiguar qué es lo que está pasando por sus cabezas ante estas palabras, me percato de que sus expresiones muestran la diversión que sienten al presenciar la situación; a excepción de Charlie, Fred y, por supuesto, Andriu.

—Si mal no recuerdo, dijimos que dejaríamos de hacer las iniciaciones con los Bengalas —interviene el padre de Axel—. Los jefes lo prohibieron.

—Ahí te equivocas —le contradice Jayden—. Bastian y Elias prohibieron las iniciaciones con los Cobras, no con los Bengalas.

Cuando pronuncia los nombres de las personas que están al mando de la mafia, los guardo en mi memoria para evitar olvidarlos.

—La van a matar —espeta Andriu dando un paso hacia el dilatas.

Él la observa con seriedad, aunque puedo ver cómo sus ojos se posan en los labios de la chica por unos escasos segundos.

—No la matarán. —Niega este con la cabeza—. Ellos solo quieren divertirse un poco.

La pelo azul se ríe sin gracia. Ella cruza los brazos sobre su pecho y continúa hablando.

—¿Divertirse un poco? Cuando tuve que hacer la iniciación con ellos, me empezaron a disparar porque les salió de los cojones. Y mi pierna pagó las consecuencias.

—Tampoco fue para tanto —objeta, no muy seguro—. Axel hizo la iniciación con los Cobras antes de que los jefes lo prohibieran y no le pasó nada. Y sabes que esos son el grupo más peligroso que hay después del nuestro.

Al escuchar el nombre del expresidiario, pongo toda mi atención en él, a la espera de que diga algo más. Andriu niega con la cabeza con lentitud repetidas veces; parece cansada de la discusión que está teniendo con Jayden.

—Sé que te acuerdas perfectamente de la paliza que le dieron para quietarle el dinero que aún nos deben. Casi lo matan, como hicieron con Jace —dice ella.

Hago una mueca de dolor en mis labios al imaginarme la escena en mi cabeza. No me puedo creer por todo lo que ha pasado y debe estar pasando Axel; esto es horrible.

El dilatas no dice nada al respecto, simplemente, mantiene su mirada fija en la de Andriu. Puedo ver cómo se pone un poco nervioso, la respiración le tiembla y ha comenzado a mordisquearse el labio inferior. La pelo azul vuelve a hablar.

—Jayden...

—Cállate... d-déjame... —le pide en un tono de súplica que consigue sorprenderme.

Una carcajada por parte de una de las chicas que hay en el lugar, se adentra en nuestros oídos. No sé por qué, pero por alguna razón siento que se está riendo de él. Después de un tiempo, Jayden pone su mirada en mí.

—Kristen. Sabes dónde está el puerto, ¿no? —me pregunta cambiando de tema.

Asiento con la cabeza.

—Bien. Tienes que entrar y buscar uno de los contenedores que hay allí. El que tenga una cabeza de tigre de bengala pintada, no tiene pérdida —me explica con pausa para que pueda captar todo al detalle.

Vuelvo a asentir con la cabeza para hacerle ver que he entendido todo los que me ha dicho.

—Venga, terminemos con esto —interviene Fred.

El moreno camina hacia a mí y, en cuanto está justo a mi lado, me agarra del brazo y me conduce hacia la salida del local. Sus dedos se aferran a mi extremidad con fuerza, como si tuviese miedo de que alguno de los integrantes de los Árticos se me lance al cuello para acabar conmigo; porque realmente es lo que parece, todos ellos me miran con cara de pocos amigos, quitando a Charlie y a Andriu.

Cuando Turner toma el picaporte de la puerta, la voz de la pelo azul hace acto de presencia en el lugar, haciendo que ambos nos giremos para verla.

—Voy con vosotros. —Es lo único que dice.

La chica se acerca a nosotros con pasos seguros. En mi cabeza sigue rondando la duda del cambio que ha pegado Andriu conmigo. Es como si le preocupase mi seguridad.

El moreno le sonríe como agradecimiento. Sin nada más que añadir, los tres salimos del local. Mi corazón late bruscamente en mi pecho y, por un momento, siento que mis acompañantes pueden escucharlo, ya que Fred se aferra más a mí y Andriu posa una de sus manos en mi hombro. Ahora, me siento con algo más de fuerzas.

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