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👑 Capítulo 35

El tema de la iniciación no para de rondar por mi mente. Tengo miedo al no saber siquiera de qué puede llegar a tratarse, no sé qué es lo que voy a tener que hacer, y eso me impide asimilar la situación. No puedo prepararme para algo de lo que no tengo ni la menor idea.

Me encuentro sentada en el sofá de mi casa, con los codos sobre mis rodillas, la cabeza entre mis manos y la mirada perdida por algún punto del suelo. Chelsea pasea una de sus manos por mi espalda, con la intención de tranquilizarme y darme todo su apoyo. Pero lo que yo necesito ahora mismo no es eso, lo que realmente me hace falta en este momento es volver al pasado y estudiar veterinaria como mi abuelo me dijo aquella vez.

—Me quiero morir —confieso en un hilo de voz apenas audible.

Noto la vista de Chel pegada en el lado derecho de mi rostro, observándome sin saber muy bien que decir al respecto. Y la verdad, la comprendo. Yo tampoco sabría qué decirme para levantarme el ánimo.

—Qué no, mujer —susurra ella.

Deja de pasear la palma de su mano por mi espalda y la pasa por encima de mis hombros, pegando su cuerpo todo lo posible al mío. La mano que tiene libre va a parar a uno de mis muslos. Ella intenta buscar mis ojos, pero estoy tan concentrada mirando nada en absoluto mientras me torturo pensando en las posibles cosas macabras que me van a obligar a hacer, que no soy capaz de mirarle a la cara.

Las rodillas me tiemblan como si hubiese estado en la calle, con la temperatura tan baja que hace, en ropa de verano. Llevan así desde que me he subido al coche de Chelsea. Nunca había pensado que querer cumplir mi sueño me llevaría a esta situación. Yo siempre he tenido el pensamiento de estar en un despacho investigando un caso de asesinato, yendo a los escenarios del crimen a buscar datos que me pudieran servir y salir corriendo detrás de algún maleante en caso de que fuese necesario. Pero esto... esto está completamente fuera de mis ideas de futuro.

—Relájate, seguro que no es nada malo —intenta que me tranquilice.

Al escucharle, levanto la cabeza de entre mis manos y la miro con sorpresa.

—¿Nada malo? La novatada ya de por sí me parece la cosa más macabra que he visto. No me quiero imaginar la puta iniciación —espeto.

—Eh —me llama la atención a la vez que frunce el ceño—. Ese lenguaje, señorita.

Me quedo observándola en silencio y, a continuación, ruedo los ojos. Ella me muestra una pequeña sonrisa tímida mientras junta sus párpados por unos segundos. Vuelvo a sujetarme la cabeza entre las manos, como antes, mientras dejo escapar un largo suspiro nervioso.

—Oye, Kels... —pronuncia mi nombre, lo que hace que yo gire la cabeza unos centímetros hacia a ella para poder verla—. ¿Por qué no se lo dices a tu jefe? Él puede ponerte a alguien que cubra tus espaldas.

Estoy durante un tiempo meditando su propuesta, pero no tiene caso. Ojalá pudiera hacer eso.

—Si le digo algo de esto a Marshall, me matarán —contesto sin más.

Chelsea frunce el ceño, confundida.

—¿Cómo que te matarán? —repite con espanto.

Aparto las manos de mi rostro e incorporo mi espalda.

—Axel me dijo que las personas que se chivaron a la policía de esto, acabaron muertas. Y Jayden me ha amenazado —añado.

—Pero ellos no tienen por qué enterarse de que tú le has contado esto a tu jefe —justifica, con la esperanza de que le dé la razón.

Pero en el fondo ambas sabemos que eso no es así.

Apoyo la espalda en el respaldo del sofá, buscando una posición más cómoda.

—Tienen a gente infiltrada en el cuerpo de policía —objeto.

—A tomar por culo —suelta de repente, a la vez que se levanta.

Arrugo el entrecejo y me aguanto las ganas de decirla las palabras que ella misma me ha dicho hace apenas unos instantes: "ese lenguaje, señorita".

La morena comienza a pasearse por el salón, de un lado a otro al mismo tiempo que se puede apreciar cómo piensa en algo que soy incapaz de descifrar. Supongo que estará ideando algo para que pueda librarme de mi fatídico destino, sin embargo, poco hay que hacer, de esta no salgo ni de coña. De igual forma, espero paciente a que se decida a hablar.

—A ver, a ver, a ver —susurra para sí misma.

Tras unos segundos en las que se mantiene conversando para sus adentros, deja de caminar y posa la vista en mí.

—¿Y si le dices a Axel que te ayude? —me pregunta, abriendo sus ojos un poco más de lo normal.

Analizo sus palabras durante unos instantes, intentando encontrar la lógica en ellas. Pero, no lo consigo. Esto hace que me pregunte si, realmente, Chelsea me ha estado prestando atención a lo que he dicho o simplemente ha estado en las nubes mientras yo lloraba mis penas en forma de quejas.

—Vamos a ver, Chelsea —digo en voz baja, mientras cruzo los brazos sobre mi pecho—. Axel no puede enterarse de nada. Él es una de las razones por la que he aceptado hacer la iniciación.

—Ya, ya lo sé —afirma de carrerilla—. Me refiero a que se lo digas omitiendo la parte del trato con Jayden.

Abro la boca unos centímetros en el momento en el que comprendo el sentido de su pregunta y, acto seguido, me dispongo a hablar.

—Él no quiere que haga la iniciación —le hago saber, al mismo tiempo que niego con la cabeza—. Lo más seguro es que me mande a la mierda y me diga que me las arregle yo sola por cabezota.

He perdido la cuenta de las veces que me ha dicho, de una forma o de otra, que me aleje de todo lo relacionado con él y las fiestas; que es peligroso. Pero aquí sigo, a tan solo unas horas de tirarme al fondo de un abismo.

Chel asiente con pesadez, dándome la razón. Ella pega los ojos en Bagheera, quien pasa entre sus piernas para dirigirse a mi habitación. Estoy segurísima de que va a adueñarse de mi cama otra vez. Es un bicho obsesionado con mi colchón. No sé ni para qué le compré un cojín especialmente para él, no lo ha usado ni una sola vez.

—Pues solo te queda llevar el arma bien escondida por si necesitas usarla —comenta, encogiéndose de hombros.

—Tranquila, eso lo tenía más que claro.

Mi amiga se queda observándome con cierta pena y sin decir nada más al respecto. Comienzo a sentirme un tanto incómoda bajo su mirada, por lo que me remuevo en el sitio como un acto de inquietud.

Unos cuantos golpes provenientes de la puerta de mi piso, hacen que Chelsea y yo dirijamos la vista hacia el pasillo que conduce hacia allí. Yo no puedo evitar fruncir el ceño, ya que no suelo tener muchas visitas que se diga, solo las de mi amiga y las del cartero de vez en cuando.

—¿Esperas a alguien? —cuestiona la morena igual de confundida que yo.

En cuanto vuelve a ponerme los ojos encima, hago un gesto con mi cabeza como respuesta negativa.

Mi mente empieza a divagar entre los pensamientos que estoy creando, logrando que se me erice el vello. Pienso en que, tal vez, Jayden ha cambiado de opinión y ha preferido venir aquí a deshacerme de mí ahora mismo. Sé que es algo muy estúpido, pero en estos instantes no soy capaz ni de respirar de forma moderada. Estoy tan nerviosa que cualquier cosa me parece posible.

—¿Quieres que abra? —inquiere la morena.

—No, ya voy yo. —Tras responder esto, me levanto del sofá, vacilante.

Una vez en pie, ando a un paso cauteloso hacia el pasillo. Cuando lo estoy cruzando, miro expectante la madera de la puerta, en la cual siguen dando pequeños golpes. Cojo aire por la nariz y lo suelto por la boca, lentamente. Intento pensar en otro tipo de cosas con mayor lógica para eliminar la idea de que Jayden es quien está al otro lado. Si fuera él no estaría llamando con tanta calma. Creo que, directamente, no se molestaría en llamar.

En cuanto llego a la entrada, me paralizo. A pesar de que he estado mentalizándome de que no pasará anda malo, no me atrevo a girar el picaporte.

Con cada toque que dan, mi corazón da un vuelco. Acerco mi cara a la puerta y tras cerrar un ojo, miro por la mirilla con el otro. Axel y Fred aparecen en mi campo de visión con la mirada perdida por algún lugar del techo. Un suspiro de alivio sale de mis adentros.

—¿Quién es? —me pregunta Chel en la lejanía.

—La tableta de ch... digo Axel —rectifico al darme cuenta de lo que acaba de salir por mi boca.

¿En. Qué. Estoy. Pensando?

La sangre se me sube a las mejillas al instante. Solo espero que él no me haya escuchado. Tras separarme un poco de la entrada, metiendo mis labios en el interior de mi boca un tanto avergonzada, procedo a girar el picaporte para abrirles. Los dos chicos pegan sus ojos en mí al realizar esta acción.

—Hola —me saluda Turner sonriente.

Este levanta la mano, enseñándome la palma de la misma. Le devuelvo la sonrisa y, acto seguido, dirijo la vista hacia a Axel, quien con un simple movimiento de su cabeza se hace notar. A continuación, sin siquiera pedir permiso, se adentra en mi vivienda. Ruedo los ojos ante su acto.

—¿Puedo pasar? —me pide el moreno, haciendo que vuelva a mirarle.

Una tímida sonrisa se abre paso en sus labios mientras mira de reojo a su amigo.

—Sí, claro —me apresuro a responder con un gesto amable.

Me echo a un lado para darle espacio y que haga lo propio. En el momento en el que se encuentra dentro de mi piso, cierro la puerta. Fred se posiciona al lado del expresidiario y no duda en lanzarme una mirada cargada de seriedad. No hace falta preguntar el porqué de ella, me hago una idea desde que se presentó en comisaría para hablar conmigo.

—¿Qué hacéis aquí? —rompo el silencio.

—Cuando vine a por ti para que me acompañaras al hospital, no estabas —contesta Williams, rascándose la nuca—. Y quería saber si estabas bien o habías tenido algún problema con la policía por... bueno, ya sabes.

Alzo las cejas, sorprendida por sus palabras. Desvío la vista hacia su amigo, quien me observa con la misma expresión facial de antes. La contestación de Axel solo ha hecho darme cuenta de que, lo que me dijo Fred el otro día, es verdad. Parece que le gusta pasar el tiempo conmigo, y que se haya preocupado por mí por algo tan pequeño como el no haber estado en casa, lo reafirma.

Los pasos de mi amiga acercándose lentamente a nosotros, hace que la mire. Ella, al ver a las personas que están en la entrada de mi piso, se tensa en el sitio. Le tiene un poco de miedo a Axel. Aprovecho este lapso de tiempo para pensar en una excusa para la pregunta del expresidiario. Cuando doy con ella, no tardo en volver a fijar los ojos en Axel.

—Sí, estoy bien —respondo, mostrándole una breve sonrisa—. Solo salí a comprar algo de comida. —Señalo la cocina a mi espalda.

Al decir esto, noto como Chelsea dirige toda su atención a mí.

—¿Has llenado la nevera? —inquiere ella, ansiosa.

Me maldigo interiormente al escucharla. No me acordaba de que Chel con la comida se vuelve loca, y que ella es la responsable de que tenga que ir cada dos por tres a comprar más. Apenas tengo algo de alimento en la cocina, todavía no he ido a hacer la compra. Y, por su reacción, ya sé que no se ha dado cuenta de que lo que he dicho, es mentira.

—¿Tienes...? Déjalo, ya lo compruebo yo —Comenta sin más.

Se encamina hacia la cocina muy rápidamente y mirando de reojo a Axel; esto provoca que casi se coma el marco de la puerta por andar distraída en su trayecto. En el momento en el que escucho como mi amiga abre los distintos armaritos del lugar, suspiro.

—¡No me vacíes la nevera! —le grito sin darme la vuelta.

Temo que, si lo hago, la vea con mi nevera a cuestas para llevársela a casa.

Fred se posiciona a mi lado con pasos vacilantes y, a continuación, deja descansar su brazo sobre mi cabeza. Frunzo el ceño antes su acto.

—¿Ves? Te dije que estaría bien —le dice el moreno al expresidiario, echándome una rápida mirada.

Muevo los ojos hacia arriba, después, cruzo los brazos sobre mi pecho y me pongo seria.

—¿Tengo cara de mueble, acaso? —cuestiono, mirándole con una ceja arqueada.

Fred abre la boca para decir algo al respecto, sin embargo, termina por cerrarla y no decir nada. Este dirige la vista hacia su amigo, en busca de apoyo, pero lo único que hace Williams es reírse de la situación.

—Fred, Kristen no es un posa brazos —le hace saber Axel, burlándose de él.

El moreno cede ante el comentario de su compañero y aparta el brazo de mi cabeza. Hecho esto, decide ponerlo sobre mis hombros, lo que hace que mi cuerpo se acerque al suyo.

—¿Así mejor? —le pregunta él, siguiéndole la broma.

Axel se encoge de hombros.

—No me lo preguntes a mí, pregúntaselo a ella. —Me señala levemente con la barbilla.

En cuanto noto los ojos de Turner puestos en mí, le miro. Este me muestra una expresión neutra en su rostro, a la espera de que diga algo. Yo, simplemente, me aparto de él para deshacerme de su agarre, ya que, después de haber tenido esa conversación con él ayer, me siento muy incómoda ante su cercanía. Y creo que esto se debe a que sé que tiene razón, que mi trabajo va a acabar haciéndole daño a su amigo.

El moreno vuelve a mirar al expresidiario, pero esta vez, con preocupación y tristeza plasmadas en sus iris. Se me encoge el pecho al presenciar esto. Quiere protegerle de mí y, por alguna razón, parece como si supiera que no lo va a conseguir. Al notar el pelaje de Bagheera rozarme los pies descalzos, bajo la mirada hasta él. Sonrío al ver cómo ronronea mientras se pasea entre mis tobillos.

—¡Aaaah, un gato! —grita Fred, de forma repentina.

Este se lanza a coger a mi gato entre sus manos, lo que provoca que yo pegue un salto hacia mi derecha debido al susto. Bagheera hace todo lo posible por alejarse de él, escondiéndose detrás de mis piernas. Pero de nada le sirve, ya que el moreno logra atrapar su pequeño cuerpo.

—¡Pero mira que cosita más mona! —vuelve a chillar.

Se acerca la cara del felino a la suya, sin embargo, a Bagheera no le hace ni pizca de gracia. El gato pone sus pequeñas patas delanteras sobre la mejilla de su secuestrador para intentar escapar.

—Fred, deja al pobre animal tranquilo —le regaña Axel, riéndose levemente por el comportamiento de su amigo.

Él decide no hacer caso a las palabras del expresidiario, por lo que sigue con su acción. Al cabo de unos segundos, Bagheera se harta y vuelve a empujarle con sus patas mientras le suelta un fuerte bufido, consiguiendo así saltar de nuevo al suelo para luego salir corriendo hacia el salón.

—Ni el gato te quiere —se burla Williams, poniendo una mano en el hombro de su compañero.

El moreno hace pucheros mirando la trayectoria que ha seguido Bagheera. Mira a su amigo y le muestra la dentadura en una amplia sonrisa.

—Al menos sé que tú me quieres —afirma él, pestañeando repetidas veces.

Reprimo una carcajada en el fondo de mi garganta al escucharle, pero no puedo evitar que esta salga a la luz. Fred acerca su rostro al de su amigo, muy lentamente, como si tuviese la intención de besarle. Axel suelta una sonora risotada y, acto seguido, pone la palma de su mano sobre la cara de su compañero para después apartarla de él.

—Sigue soñando —le dice el expresidiario.

Turner termina por rendirse y, tras apartarse la mano de Axel, suelta un pequeño suspiro de sus adentros. Hecho esto, comienza a caminar hacia el salón a un paso lento.

—Ven, gatito, gatito, gatito —canturrea conforme va avanzando por el pasillo.

Espero que Bagheera corra y pueda esconderse. No es un animal al que le guste que le estén constantemente acariciando; eso lo he aprendido a base de arañazos y mordiscos. Cuando él quiera que le den mimos, vendrá a ti. Mientras tanto, ni te acerques.

—¿Mañana vengo a buscarte? —La voz de Williams me saca de mis pensamientos.

Desvío los ojos hasta los suyos. Él da un par de pasos hacia atrás, hasta que su espalda da con la pared. Cruza los brazos sobre su pecho y me observa a la espera de que conteste. Asiento con la cabeza, varias veces, en respuesta afirmativa. Una tierna sonrisa se hace presente en sus labios y sus pupilas se quedan fijas en las mías por unos segundos que me hacen sumergirme en sus iris castaños.

El silencio nos envuelve y, por lo que puedo ver, él lo disfruta tanto como la otra vez. Por alguna razón, esta vez no tengo la necesidad de romperlo, de buscar algún tema de conversación para estar a gusto; ahora, de esta forma, me siento cómoda. Parece como si él quisiera compartir este momento conmigo, como si quisiera que yo formase parte de la ausencia de ruido que hay a nuestro alrededor, no como días atrás. Al menos, yo lo siento así y me resulta gratificante.

—Kristen. —La voz de Fred se hace presente a mi derecha.

Dirijo la mirada hacia a él, un poco a regañadientes por haber interrumpido lo que sea que estuviese pasando entre Axel y yo.

—Bagheera se está comiendo algo en tu habitación —prosigue, señalando dicho lugar con un leve movimiento de su brazo.

Abro los ojos de par en par. Más le vale que no se esté comiendo la maldita placa otra vez.

No pierdo el tiempo y corro hacia el salón, pasando por el lado derecho de Fred. Entro en mi habitación de golpe, buscando con los ojos a mi felino. Sin embargo, cuando le diviso encima de mi cama, tumbado y mirándome fijamente sin nada reluciente en su boca, arrugo un poco el entrecejo con confusión.

El sonido de la puerta del cuarto cerrándose a mi espalda, hace que me dé la vuelta en el acto. El moreno es quien aparece enfrente de mí. Él se lleva el dedo índice a sus labios para hacerme saber qué tengo que guardar silencio. Le hago caso y no digo absolutamente nada, solo aguardo a que él lo haga.

—¿Hablaste con Jayden? —pregunta en un susurro, acercándose un paso a mí.

Asiento.

—¿Va a guardarte el secreto?

Vuelvo a realizar el mismo gesto.

—¿En serio? —indaga sin creérselo del todo.

—Sí, pero me dijo que a cambio tendría que hacer la iniciación —explico, en un tono de voz bajo.

Noto como a Fred se le corta la respiración de un momento a otro, lo que hace que me inquiete mucho más de lo que ya estaba. Las manos me comienzan a sudar.

—Es mañana, ¿verdad? —cuestiona con nerviosismo.

—Sí —respondo en un hilo de voz apenas audible.

Él se lleva las manos a la cabeza y tira de su cabello hacia atrás con suavidad. Parece frustrado.

—Yo estaré allí, ¿vale? Te ayudaré en lo que pueda —afirma.

Deja caer los brazos a ambos lados de su torso.

—Gracias —agradezco—. Pero... ¿qué es exactamente lo que tengo que hacer?

Él se queda mirándome durante unos instantes, buscando las palabras adecuadas para responderme.

—No se me permite decir nada. —Niega con la cabeza—. Pero ve armada. Necesitarás algo para defenderte. Y no aceptes ninguna de las armas que ellos te ofrezcan. Di que llevas la tuya propia y te dejarán en paz.

Dicho esto, se da la vuelta y abre la puerta. Cuando hace esto, la figura de Axel acercarse al lugar, nos sorprende. Siento como el cuerpo de Fred se tensa ante su presencia, al mío también le ocurre lo mismo. No creo que haya escuchado algo de lo que hemos estado hablando, pero el hecho de solo pensarlo, me da escalofríos.

En cuanto el expresidiario se posiciona enfrente de nosotros, nos mira con una expresión facial neutra.

—¿Qué se estaba comiendo el gato? —inquiere él con curiosidad.

—Los cables de la lámpara —me apresuro a decir.

Salgo de la habitación con Fred siguiendo mis pasos. Axel nos echa una rápida mirada llena de confusión. Supongo que le resulta extraño nuestro repentino cambio de comportamiento, y es normal.

¿Quegueis ago? —La voz de Chelsea hace acto de presencia.

Los tres dirigimos la mirada hacia ella, quien lleva todo tipo de bolsas de patatas, chocolate y bollos entre sus brazos. Por no hablar de las dos bolsas de gusanitos que lleva agarradas por sus dientes. Doy un paso al frente con la nariz arrugada al no haber entendido muy bien las palabras que han salido de su boca.

—¿Qué has dicho? —le pregunto.

Chel escupe las dos bolsas al suelo para poder hablar más fácilmente. Tras mirar a Axel de refilón, se remueve incómoda en el sitio.

—¿Qué si queréis algo? —repite más claro que antes, posando la vista en mí.

Los tres negamos con la cabeza al mismo tiempo.

—Pues más para mí. —Se encoge de hombros.

Deja todo lo que lleva encima, sobre la mesita de centro. A continuación, se dispone a recoger las bolas que ha tirado al suelo y hace lo mismo. Después, abre una de ellas y comienza a comerse el contenido. Siento como Williams acerca un poco su rostro a mi oído.

—Mañana te acompaño a comprar, si quieres —se ofrece este.

Él no aparta en ningún momento la mirada de mi amiga y la cantidad de comida que ha sacado de la cocina. Me río ante su comentario, ya que me lo tomo como una broma sin importancia.

Debería ir plateándome ponerle un candado a la cocina.

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