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👑 Capítulo 33

Mantengo la mirada fija en la pantalla del televisor que hay colgada de una de las paredes de la pequeña cafetería de comisaría, observando a la reportera que está dando las noticias, sin prestarle mucha atención a lo que está diciendo, mientras espero a que Rosa venga con lo que le he pedido hace unos minutos.

La mujer comunica a sus espectadores diferentes cosas que no me resultan muy importantes, sin embargo, en el momento que comienza a dar información sobre una noticia de última hora, no puedo evitar escucharla atentamente.

Un chico de diecinueve años de edad ha sido encontrado en su habitación sin vida por su hermana de seis años tras haberse tomado un bote de pastillas —nos cuenta mientras coloca una serie de papeles entre sus manos—. El joven fue trasladado al hospital donde no pudieron hacer nada por él.

Mis ojos se abren un poco más tras escuchar esto.

—No jodas... —susurro para mis adentros.

Estoy por unos instantes sin despegar la vista de la pantalla, esperando a que la reportera dé más detalles al respecto. No puedo evadir los pensamientos que han comenzado a formarse en mi cabeza ante estas palabras; el hecho de imaginarme la escena, a una niña pequeña encontrando a su hermano muerto, hace que se me encoja el pecho, con un ligero dolor punzante en él.

—Kelsey —me nombra una voz femenina a mi espalda.

Esto logra sacarme de mis pensamientos al instante, por lo que, acto seguido, me doy la vuelta. Brown aparece en mi campo de visión, con mi recado entre sus manos.

—Aquí tienes los horarios de los trabajos sociales de Axel —me dice tendiéndome la hoja de papel con los mismos.

Bajo la vista hasta el folio que la rubia sostiene. Cuando lo tomo entre mis dedos, lo ojeo durante unos segundos para ver un poco por encima las horas a las cuales, el expresidiario, tiene que ejercer su labor.

—Gracias, Rosa —agradezco subiendo la mirada hacia su rostro.

Sus ojos verdosos se empequeñecen en cuanto me muestra una amplia sonrisa en sus labios, de esas tan amables que te dan ganas de abrazar a la persona que la tiene plantada en su cara.

—No hay de qué. —Le quita importancia—. Ahora ya puedes volver a tu trabajo.

Asiento con la cabeza, devolviéndole la sonrisa.

—Hasta luego —se despide.

—Adiós.

Dicho esto, mi compañera de trabajo gira sobre sí misma y se dispone a salir de la cafetería hasta desaparecer de mi vista. Vuelvo la mirada hacia la hoja con los horarios.

Marshall me ha ofrecido esta opción para que, a ambos, nos sea más fácil continuar con nuestra responsabilidad, ya que él no tendrá que estar llamándome de forma constante para avisarme de la hora y el lugar en el que se encuentra Axel para realizar sus trabajos a la comunidad. Al menos, de esta forma, podré también prepararme con antelación en el caso de que tenga que seguir un rol determinado. Como el de la otra vez, que tuve que ponerme el vestuario propio de barrendera para fingir estar en la misma situación que el expresidiario en el parque. Además de que podré localizarle antes si solo se trata de vigilarle y no de meterme de por medio.

Aunque, por desgracia, no he podido convencerle para que las novedades que tenga yo acerca del caso se las pueda hacer saber por teléfono. Está empeñado en que ese tipo de cosas las intercambiemos en persona.

Deslizo la mirada por las letras escritas en el folio, buscando la hora, el lugar y el trabajo que le toca realizar hoy al expresidiario. Cuando lo encuentro, me dispongo a leerlo para mis adentros; debe dar apoyo a discapacitados físicos y psíquicos a las once de la mañana.

Alzo la vista hasta posarla sobre el reloj de la cafetería, el cual está colgado sobre el marco de la puerta del lugar. Me fijo en la hora que marca y, al darme cuenta de que son las doce, suelto un suspiro de rendición. Para cuando llegue a mi destino, Williams ya habrá terminado con su respectiva tarea. No me va a dar tiempo, pero decido acercarme, aunque sea para echarle un vistazo desde la lejanía.

Doblo la hoja hasta transformarla en un cuadrado pequeño y, a continuación, me la guardo en uno de los bolsillos delanteros de mis pantalones. Hecho esto, me dispongo a salir de la cafetería. Una vez fuera, Fred aparece en mi campo de visión, con sus brazos apoyados sobre el mostrador del punto de información y conversando con el guardia responsable de ese puesto.

No puedo evitar frenar en seco y quedarme anclada en el suelo, sin ser capaz siquiera de pestañear. ¿Qué es lo que hace aquí?

—¿Sabes dónde puedo encontrar a Kelsey? —cuestiona el moreno en un tono de voz lo bastante serio para hacerme temblar.

El hecho de haber oído mi verdadero nombre salir de entre sus labios, provoca que un escalofrío me recorra la espalda. No sabría explicar con palabras como me siento. Estoy nerviosa, obviamente, pero no logro hacer reaccionar a mi cuerpo. Es como si no me perteneciese. Noto una gota de sudor bajar por mi frente.

—¿Kelsey Davenport? —indaga el guardia.

—Sí, esa misma —confirma Fred.

Sabe mi nombre completo. Lo sabe.

Trago saliva e intento conectar las neuronas de mi cerebro para poder hacer algo conmigo, sin embargo, no consigo desplazarme ni un poco. ¿Qué narices me está pasando? Estoy totalmente paralizada por el miedo.

—Ella trabaja en la primera planta —responde el hombre señalando el techo—. Allí la encontrarás.

Opto por dejar de luchar para moverme, ya que no voy a conseguir nada por esconderme. Él ya sabe quién soy y cuál es mi profesión, lo mejor ahora mismo es que me quede para averiguar qué es lo que me quiere decir. Si está aquí preguntando por mí, es porque quiere algo.

—De acuerdo. Gracias —le agradece mostrándole una mirada fría.

Turner se gira hacia mí y es entonces cuando sus ojos chocan con los míos. Mi cuerpo se tensa en el acto y mi respiración se corta por unos segundos que se me hacen eternos. Esto es muy parecido a cuando haces una gamberrada en clase y algún profesor te pilla con las manos en la masa; la única diferencia es que aquí puedes llegar a perder la vida.

Él se acerca lentamente a mí, mirándome con dureza; esto consigue helarme la sangre por completo. Cuando está a pocos pasos de mi persona, me dice lo siguiente:

—Tenemos que hablar.

Pestañeo unas cuantas veces sin saber cómo reaccionar ante esta situación. Me limito a asentir con la cabeza con lentitud.

—En privado —añade.

—Claro. —Mi voz sale sin fuerza alguna.

Me doy la vuelta con cierta dificultad y comienzo a caminar hacia el fondo del pasillo con el moreno siguiéndome. Antes de llegar al ascensor, me acerco a la puerta que hay pegada en la pared de la izquierda, la cual tiene la función de trastero. Guardamos muebles viejos y cajas llenas de papeles de todo tipo ahí dentro. No sé por qué no tiran esas cosas a la basura directamente.

Abro la puerta y entro en la habitación con los nervios a flor de piel; Fred entra detrás de mí y la cierra a su espalda, dejándonos un tanto a oscuras. Pero gracias a que el pasillo exterior está iluminado, la luz se cuela entre los huecos de la puerta y de la pequeña ventana que hay incrustada en ella.

Cruzo los brazos sobre mi pecho, aferrándome a mí misma mientras observo como el moreno se acerca unos pasos hacia a mí.

—No pensé que fueses policía —admite en un susurro.

Trago saliva.

—¿Cómo te has...?

—¿Enterado? —me interrumpe—. Tenemos a gente infiltrada en el cuerpo de policía. Ayer nos dijeron sobre quién eres en realidad.

Desde un principio esa opción ha estado rondando en mi cabeza, pero necesitaba confirmarlo.

Camino hacia atrás, con la intención de apartarme un poco del moreno. En cuanto mi trasero choca con lo que parece ser una mesa, apoyo las palmas de mis manos en ella.

—¿Axel sabe algo de esto? —indago con cierto miedo.

Él niega con la cabeza.

—Él no se lleva bien con la gente que se mueve por el mundo en el que él mismo está metido. Por lo tanto, evita hablar con ellos —me explica—. ¿Cómo puedes hacerle esto a Axel?

Me encojo de hombros y desvío la mirada hasta ponerla sobre el suelo.

—Es mi trabajo.

Al escuchar mi respuesta, se queda en silencio. Y por alguna razón que desconozco, mis propias palabras han conseguido dolerme en lo más profundo de mi pecho. Como si hubiese hecho algo malo.

—¿Vas a delatarme? —pregunto en un hilo de voz apenas audible.

Alzo la vista hasta su rostro. Él se me queda mirando por unos instantes, sin decir ni una sola palabra. Y eso no me ayuda a controlar mis nervios.

—No —responde al fin—. No lo haré.

Su contestación me pilla por sorpresa, ya que no me esperaba para nada que fuese una negativa.

—¿Por qué? —Frunzo el ceño, confundida.

El silencio vuelve a inundar el lugar.

—Porque cuando está contigo se le ve feliz. Parece disfrutar de tu compañía —confiesa—. Hacía mucho tiempo que no le veía sonreír de una forma tan sincera. Demasiado tiempo, Kelsey.

No digo nada al respecto, espero a que él continúe hablando.

—No seré yo quien le arrebate eso. Esa serás tú. Tú serás quien acabe de destruirle —agrega, señalándome con su dedo índice.

Un nudo se me forma en la garganta tras escucharle. Estoy empezando a sentirme mal por hacer mi trabajo, cosa que no debería de dejar que ocurriera, pero aquí estoy, sintiéndome culpable por estar mintiendo a un completo desconocido.

—Solo te pido un favor —prosigue, endureciendo su tono de voz—. Piensa antes de actuar o decir algo que no debas. No metas en más líos a mi amigo, no le jodas más la vida.

Cuando estas palabras salen de su boca, me siento bien conmigo misma al no haber hablado más de la cuenta en esos momentos en los que mi jefe me preguntaba acerca de los actos de Axel.

—No te preocupes por eso. —Niego.

Turner me observa expectante, sin decir nada. Se cruza de brazos y mantiene esa posición por un tiempo. Después, se dispone a hablar.

—Escúchame —pide—. Jayden fue el primero en enterarse de esto.

La respiración se me corta de forma inmediata.

Ya está. Me van a matar.

—Yo que tú iría a hablar con él para intentar negociar sobre esta información —me aconseja—. Mañana estará en el polideportivo sobre las diez de la mañana organizando unas cuantas cosas. No te conviene que nuestros jefes se enteren de esto. Déjate caer por ahí.

Al sentir mis pulmones arder por la falta de oxígeno en ellos, cojo una bocanada de aire y la expulso poco a poco, hasta que mi respiración vuelve a su ritmo normal.

—Vale —accedo con la voz entrecortada.

Tras oír mi contestación, Fred se da la vuelta y procede a abrir la puerta de la sala. Antes de salir, gira su cabeza unos centímetros hacia a mí, para poder verme.

—Kelsey —me nombra—. Suerte.

Sin nada más que añadir, el moreno sale del cuarto, dejándome sola. Justo en ese momento, las sabias palabras que una vez me dijo mi abuelo, golpean mi mente.

"No podía haber estudiado veterinaria, no. La niña tenía que ser policía por sus santos ovarios."

Llega a estar mi abuelo aquí presente y me las repite.

🐈

Camino hacia mi casa como alma en pena, con los hombros caídos y la mirada fija en el suelo, donde al menos me puedo entretener contando los chicles que hay pegados en él. Una forma muy ridícula para intentar olvidarme del lío en el que me he acabado metiendo. Aunque ahora sé que puedo confiar un poco más en Fred, ya que podría haberme delatado, pero no lo ha hecho. Y espero que no tenga la intención de hacerlo en un futuro.

No sé cómo voy a enfrentar todo esto. No es que me entusiasme volver a encontrarme cara a cara con Jayden.

Cuando me doy cuenta de que estoy llegando a mi casa, alzo la mirada y la pongo en el frente. Y, como ya se ha vuelto costumbre, Axel aparece ante mis ojos al lado de mi portal; su hombro derecho está apoyado en la pared a modo de sujeción, mientras que sus brazos se encuentran cruzados sobre su pecho y su vista puesta en mí desde un principio.

No puedo evitar alterarme por su presencia. Miles de pensamientos en los que, Fred ha cambiado de opinión y le ha contado la verdad a su amigo, me invaden la mente; esto solo consigue ponerme nerviosa de forma gratuita. Mis pies se quedan anclados en el suelo, lo que hace que el expresidiario se separe de la pared y camine hacia a mí de manera despreocupada. En cuanto está a pocos centímetros de mí, él frunce el ceño.

—¿Estás bien? No tienes buena cara —comenta con cierta preocupación.

Puedo llegar a hacerme una idea de cómo está mi rostro ahora mismo.

—Eh... sí —miento.

Mi voz sale aguda y sin fuerzas.

—¿Segura? —indaga.

Asiento con la cabeza, lentamente, en forma de respuesta.

—¿Querías algo? —cuestiono.

Él, tras arrugar la nariz no muy convencido de mis contestaciones, me responde:

—Sí, solo venía a decirte una cosa.

Me quedo mirándole a la espera de que continúe hablando.

—Woody se ha suicidado —prosigue.

Abro los ojos de par en par al escuchar el nombre del joven de la novatada. Era él el de las noticias entonces...

La opción de que el chico haya ido a la policía y que el dilatas se haya enterado de ello, aparece rondando por mi cabeza. ¿Jayden habrá sido el responsable de su muerte? La sangre de mi cuerpo empieza a moverse con mayor rapidez, debido a los acelerados latidos de mi corazón.

—¿Jayden tuvo algo que ver? —Al formular esta pregunta, la voz se me entrecorta.

—No. —Niega—. Jayden tiene un estilo diferente a la hora de matar a alguien y hacer que parezca suicidio.

Jadeo al no ser capaz de emitir ningún otro sonido. De solo pensarlo me dan escalofríos.

—En cuanto lo vi en las noticias fui a ver al dilatas. Me dijo que él no hizo nada —me explica.

No digo nada al respecto, me quedo observándole con detenimiento para ver si tiene algo más que añadir. El hecho de que haya hablado con Jayden me ha puesto más nerviosa aún, ya que no he tenido oportunidad de negociar la información que tiene sobre mí todavía, así que ha podido hacérselo saber sin demora alguna.

—Bueno, te veo mañana —me dice poniendo una de sus manos sobre mi hombro, dándole un suave apretón.

Y para mi sorpresa, ese simple gesto hace que mi cuerpo se tranquilice al instante. No parece que sepa nada sobre mi verdadera identidad.

—¿Cómo estás tan seguro de que nos veremos? —Arqueo una ceja.

—Tú eres la acosadora aquí. Lo doy por hecho. —Me muestra una sonrisa en sus labios—. Hasta mañana, princesita.

Axel aparta su mano de mí y pasa por mi lado para después, alejarse a un paso normal.

Ha cogido confianza conmigo; ese era mi principal objetivo. Sin embargo, ahora ya no estoy tan segura de querer seguir con esto.

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