👑 Capítulo 30
Marshall Meadows lanza sobre su escritorio un periódico que tiene como titular la muerte de la chica del polideportivo en la fiesta y novatada de ayer.
—¿Me puedes explicar esto? —me pregunta mi jefe.
Este cruza los brazos sobre su pecho y recuesta su espalda en el respaldo de la silla. Tras bajar la mirada de nuevo al periódico, trago saliva.
—Creo que no hace falta que le explique nada, ya viene todo ahí —respondo sin más, señalándolo con un leve gesto de uno de mis brazos.
—Tú estuviste allí —afirma.
Asiento con la cabeza al mismo tiempo que entrelazo los dedos de mis manos, en un acto de nerviosismo que intento disimular.
—Cuéntamelo con tus propias palabras —pide.
Su mirada se queda fija en la mía; su entrecejo arrugado no les da un aspecto amable a sus ojos, por lo que no es que esté muy a gusto en presencia de él. A pesar de que ya le he visto con esta actitud con anterioridad hacia otros de mis compañeros debido a las situaciones que se le presentan, tengo la sensación de que esta vez es como si estuviese molesto conmigo.
—Pero señor... policías de esta comisaría fueron a pedir declaración de lo sucedido allí —declaro en un intento de librarme de dar explicaciones—. ¿Es que no les cree?
—Claro que les creo —se apresura a decir—. Pero los que declararon los hechos pudieron mentir. Por eso prefiero preguntárselo a alguien que estuvo allí en el momento de lo sucedido.
Pues yo no quiero declarar. Si lo hago y la gente de allí se entera, me matarán. Por no hablar de que Marshall culpará a Axel de algo que no ha tenido culpa. Y no quiero que le meta en más problemas cuando lo único que ha hecho desde que ha salido de la cárcel es ayudar. ¿Qué debo hacer?
—Kelsey, estoy esperando. Habla ya, mujer —me insiste.
Cojo una bocanada de aire al mismo tiempo que desvío la mirada hacia mi derecha, pensando en qué hacer, en cual opción escoger.
Lo correcto sería decir toda la verdad, sin embargo, no sería la elección más acertada. Si revelo algo de lo ocurrido realmente, es posible que yo no sea la única perjudicada aquí, sino también el personal de comisaría que se entere y quiera hacer algo al respecto. Al fin y al cabo, aquí hay infiltrados. Y eso solo vuelve el ambiente más peligroso. Condenaría a muchos de mis compañeros si abro la boca. Axel no tenía pinta de estar bromeando con eso, así que supongo que, por esta vez, debería de confiar en él.
Cuando noto mis pulmones arder por la falta de movimiento del oxígeno, voy expulsándolo de a poco para volver a respirar con normalidad. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba reteniendo tanto la respiración.
A continuación, me dispongo a hablar.
—La chica iba muy borracha y pasó por donde no tenía que pasar —contesto, dirigiendo la vista hacia el suelo—. Tras escuchar el golpe que provocó su cuerpo al colisionar, todos entramos en el edificio a ver qué era lo que pasaba. Y la vimos a ella. Fue un accidente. —Me encojo de hombros.
—Es el cuarto accidente que ocurre en el mismo lugar y por las mismas causas —comenta Marshall, soltando un suspiro.
El cuarto "accidente" que no han querido ocultar.
—¿Axel hizo algo fuera de lo normal? —indaga.
Alzo la cabeza y fijo mis ojos en los suyos. Sí, obligarme a fingir orgasmos. Eso se sale mucho de lo normal. Pero bueno, no creo que se refiera a ese tipo de cosas.
—No, nada. —Niego—. Solo hizo lo que cualquier otra persona normal haría en una fiesta.
El señor Meadows pestañea un par de veces sin quitarme la vista de encima.
—Está bien. —Vuelve a suspirar—. Kelsey... ¿no tienes nada qué contarme?
Tras escuchar esa pregunta, arqueo las cejas a la vez que mis ojos se abren un poco más.
El hecho de no saber lo que pretende que le diga, hace que esté en una posición bastante arriesgada, pues puedo meter la pata si le cuento algo que no tiene nada que ver con lo que él quiere averiguar de mí. ¿Sabe sobre lo de mi pequeña aventura en la sala de los informes? O ¿Se ha dado cuenta de que le he mentido? Aunque, ahora que lo pienso... ¿Sabrá que le escupí aquel día en el café? Vaya... estoy en un lío tremendo.
—Eh... no —contesto, algo insegura—. ¿Por qué?
—Por nada. —Eleva sus hombros y luego se incorpora de la silla—. Puedes irte a continuar con tu trabajo.
Espero que no se haya dado cuenta de ninguna de las opciones anteriores.
—De acuerdo. —Asiento con la cabeza.
Me doy la vuelta y me dirijo, con pasos pausados, hacia la salida de la oficina de mi jefe. Una vez que estoy fuera, cierro la puerta a mi espalda. No puedo evitar quedarme mirando, embobada, la madera de la misma mientras pienso en todo lo que acaba de suceder. Un suspiro lleno de nerviosismo sale de mis adentros.
Ahora me estoy arrepintiendo de haberle mentido. Soy policía, bueno novata, pero no puedo permitirme mentir a mi jefe. Aunque la razón por la que lo estoy haciendo es por el bien de Axel y del personal de la comisaría. Que dilema...
—Buenos días, Kristen. —Una voz a mi izquierda me saca de mis pensamientos.
Me giro hacia dicha dirección en el acto, encontrándome cara a cara con el chico que le gusta a mi amiga y el cual me salvó el pellejo ayer. Bueno, también el que me puso en aprietos.
—Buenos días... eh... personita desconocida —respondo mostrándole una sonrisa tímida—. Y... Ehm... ahora es Kelsey.
—Lo sé. —Se ríe—. Yo me llamo Dexter. Ahora y siempre.
—Buenos días, Dexter —me corrijo, provocando que este se vuelva a reír—. Tengo unas preguntas para ti —le comento, lo que hace que él se ponga serio.
Tras carraspear un poco con la garganta, se las formulo:
—¿Cómo me conoces a mí y el caso en el que trabajo? Y lo más importante. ¿Cómo sabes sobre mi identidad falsa?
El joven me muestra una sonrisa de medio lado.
—Todo eso te lo puedo contestar en una sola frase —afirma encogiéndose de hombros.
Me quedo en silencio a la espera de que él continúe hablando.
—Desde que llegué a esta comisaría no se habla de otra cosa que no seas tú y tu caso —prosigue.
Un escalofrío me recorre el cuerpo de pies a cabeza. Esto no es bueno. Los policías infiltrados ya tienen que saber de mí, entonces. Debo de estar en el punto de mira en este momento.
—Vaya. —Es lo único que logro decir—. Bueno, gracias por cubrirme ayer. Y hacer que casi me descubran...
—No hay de qué y... lo siento por eso. —Una cálida sonrisa se hace presente en sus labios—. Voy a aprovechar para comunicarte que en toda la comisaría hay cámaras de seguridad —me informa mientras mira a su alrededor.
Arqueo una ceja y, luego, frunzo el ceño con cierta confusión. Eh...
—Ya lo sé —respondo de forma obvia.
—En toda la comisaría, Kelsey. Incluida la habitación de los informes.
El corazón me pega un vuelco. Mierda.
—No me jodas —susurro con sorpresa.
—Sí te jodo. —Asiente con la cabeza—. Pero Rosa te defendió, así que no tienes de qué preocuparte —me tranquiliza.
Un suspiro de alivio sale sin permiso de mis adentros.
Entonces, eso quiere decir que, a lo mejor, a lo que Marshall se refería con la pregunta de antes era esto. Se ha enterado de que he cogido el informe sin permiso. Por esa misma razón se le ve tan molesto conmigo. Creo que ahora mismo mi puesto de trabajo pende de un hilo, pero lo que he hecho ha sido por una buna causa. Y, como bien predije en su momento, no me arrepiento de haberlo hecho. Si al final decide despedirme, lo aceptaré sin queja alguna.
—No puedo creer que llevando aquí más tiempo que yo, aún no sepas donde están las cámaras de seguridad —se burla.
—Desde que llegué aquí me pusieron a repartir cafés y nunca antes había entrado en una sala como esa. ¿Yo qué iba a saber? —me defiendo.
—Bueno. —Vuelve a sonreírme—. ¿Y cómo llegó una simple repartidora de cafés a llevar el caso más importante que está ahora en marcha?
—Larga historia. —Ruedo los ojos.
—Ya me imagino. Bueno, te dejo seguir con tu trabajo.
Dexter se da la vuelta y hace el ademán de marcharse, pero un recuerdo aparece en ese instante por mi cabeza.
—Oye, Dexter —le llamo haciendo que este se gire para poder verme—. ¿Me das tu número de teléfono? Ya sabes, por si necesito ayuda con el caso.
Mentira, es para Chelsea.
—Claro. —Asiente.
Saca de uno de los bolsillos de su chaqueta policial una pequeña libreta y un bolígrafo.
—¿Te han puesto a dirigir el tráfico y a poner multas? —inquiero al ver los objetos que ha sacado.
—Sí... A ti te pusieron a repartir cafés, pero a mí... —responde soltando un suspiro mientras escribe su número en una de las hojas—. La verdad, no sé qué es peor.
Una vez que ha terminado, la arranca de la libreta y se acerca a mí para entregármela.
—Gracias —agradezco.
Doblo el papel y, después, me lo guardo en el bolsillo trasero de mis pantalones.
—Una cosa —llama mi atención Dexter—. ¿Estás segura de que quieres mi número solo por trabajo? —Arquea las cejas.
Hago el mismo gesto que él en cuanto sus palabras se adentran en mis oídos. ¿He escuchado bien?
Tras unos segundos procesando lo que me acaba de preguntar, decido decirle la verdad en cuanto a mis intenciones.
—No —confieso—. Mi amiga, la de la otra vez, me pidió tu número.
Me encojo de hombros y el joven suelta una breve risotada.
—De acuerdo, pero no se lo des. Si lo quiere, que venga ella y me lo pida. —Dicho esto, me guiña un ojo y vuelve a darse la vuelta para seguir con su camino.
Dejo los ojos fijos en su espalda, observando cómo se aleja de mí. Ya tengo material para hacer de rabiar a Chelsea.
🐈
Camino por la acera rumbo a mi casa, calentando mis manos en el interior de una sudadera vieja que he encontrado por el armario esta mañana. Es algo extraño, pero tengo la sensación de que, cuanto más antigua es la prenda, más calor da.
El sueño me invade por completo y las ganas de tirarme en la cama y no moverme de ahí en todo lo que queda de mañana se hacen más fuertes a cada minuto que pasa. Pero ahora que sé que Marshall sabe lo del informe, debo empezar a sacar notas de las fotografías que le hice a las hojas del mismo antes de que me las arrebaten, porque sé que eso ocurrirá en algún momento. Mi jefe no dejará que yo tenga esa información en mi poder. Si realmente quiero averiguar la verdad y ayudar a Axel, no puedo permitirme hacer el vago ahora. Tengo que empezar con la investigación ya y demostrar su inocencia, porque sí, estoy segura de que él no ha matado ni a una mosca. He tenido suficiente tiempo para reafirmar eso y no pienso quedarme de brazos cruzados.
A pesar de que ayer no pegué ojo debido a lo ocurrido en la fiesta, haré un esfuerzo y me pondré a trabajar en ello.
Giro la esquina para continuar caminando por la calle siguiente. Ando con pies de plomo debido al cansancio. Al despegar la mirada del suelo y pegarla al frente, el cuerpo de Axel apoyado en la pared que hay al lado de la puerta de mi portal, aparece en mi campo de visión.
Algo me dice que lo de la investigación tendrá que esperar un buen rato.
Cuando estoy a pocos pasos de él, llamo su atención con mi voz.
—¿Qué haces aquí? —inquiero, posicionándome enfrente de él.
Este posa su mirada en mí al instante, por lo que despega su espalda de la pared y se acerca un poco más a mí.
—Como sé que me vas a seguir de todas formas, he decidido venir yo a proponerte que me acompañes al hospital a ver al chico terminal —comenta cruzando los brazos sobre su pecho.
Me da a mí que este se pasa la orden de alejamiento por el forro. Aunque eso ya estaba más que claro.
Estoy unos segundos pensando en mi respuesta. Esto cambia mis planes, pero me está facilitando el trabajo que se me encomendó.
—Está bien —accedo.
Empezaré lo relacionado con el informe más tarde.
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