👑 Capítulo 3
—¿Has leído el informe? —me pregunta Marshall desde el asiento de su escritorio.
—Así es —contesto tirando el sobre con el informe dentro, en la mesa.
Estoy a punto de comentarle sobre las incoherencias del caso, pero decido dejarlo pasar, ya que, seguro que ellos han releído el informe muchas veces para dejarlo todo en orden, y si no han dicho nada al respecto es porque no hay de qué preocuparse. ¿No?
Además de que yo solo soy una novata y no soy quién para decir que el trabajo que han hecho está mal. Por no hablar de que sigo estando convencida de que me han quitado información de ahí, por lo que no puedo estar cien por ciento segura de nada.
—Muy bien. —Da una palmada con sus manos al mismo tiempo que suelta un pequeño suspiro—. Pues te recomiendo que vayas hacia la calle Reich. Hace una hora que el chico salió de la cárcel. Lo dejarán allí. —Mira su reloj de muñeca mientras que con la otra mano recoge el informe que he dejado sobre su mesa, segundos atrás.
—Vale, pero señor... —Alza la mirada hasta pegarla en mí—. ¿Qué es lo que debo hacer?
—Vigilarle —responde de forma obvia.
Hasta ahí llego. Soy tonta, pero no tanto.
—Te hemos creado un perfil falso —añade, lo que hace que ponga toda mi atención en él.
Tras guardar el informe de Axel, Marshall saca de uno de los cajones de su escritorio varios papeles escritos a máquina. Después de unos segundos ojeándolos, comienza a hablar.
—A partir de ahora te llamas Kristen Byrne —me hace saber si apartar la mirada de las hojas—. Eres una ladrona que se libró de entrar en chirona hace unos años por ser menor de edad. Pero eso no ha evitado que ahora sigas robando. Con estas características podemos hacer que puedas estar con él en los trabajos sociales sin problemas. Le puedes sacar partido a esta identidad falsa.
Cuando me aseguro de que he guardado correctamente toda esa información en mi mente, asiento con la cabeza. Le estoy empezando a coger el gustillo a esto.
—De acuerdo. Y dígame, ¿cómo hago para ganarme su confianza? —indago con la intención de que me dé algún que otro consejo que me pueda servir.
Es mi primera misión y no quiero echarlo todo a perder. Aunque tengo la sensación de que no me van a salir muy bien las cosas. Soy así de negativa.
—Hablando con él. —Sus ojos se fijan en los míos, mirándome como si estuviese hablando con alguien incapaz de entenderle.
Qué fácil es decirlo y que difícil ponerlo en práctica. Estoy segura de que, si le hablo así de primeras, me manda a la mierda.
—Uhm... vale. —Ruedo los ojos, rendida.
Es como hablar con la pared.
🐈
Me hago una coleta alta con mi pelo para conseguir que este no se me meta en la cara, entorpeciendo así mi visión, mientras miro a la carretera que tengo enfrente en busca del coche en el que dejarán a Axel justo aquí.
Ni siquiera sé cómo empezar a hablarle. No creo que con la típica frase de los niños a la hora de hacer amigos sirva. Si empiezo con eso es posible que le espante y no puedo comenzar así mi primer día de trabajo.
Los minutos pasan y el coche patrulla no llega. No tengo otra cosa mejor que hacer que dedicarme a observar a la gente pasar por la acera en la que me encuentro de pie, de un lado a otro; algunos con más prisa que otros. Pienso que, los que van casi corriendo, llegan tarde a algún sitio.
Algunas personas paran a desayunar en la cafetería que está a pocos metros a mi izquierda y otras entran a comprar al supermercado que hay a mi derecha. En estos momentos es cuando me maldigo interiormente por haberme levantado tan tarde, ya que ni siquiera me ha dado tiempo a desayunar. Y tengo un hambre que me muero.
Me doy la vuelta y fijo la mirada en la chapa con el nombre de la calle, que está pegada en la parte de arriba de la fachada de la cafetería, para ver si estoy en el sitio correcto; y así es. Mi móvil comienza a sonar en el bolsillo trasero de mi pantalón, lo que hace que lo coja y lo descuelgue sin mirar quien es la persona que me llama.
—¿Si? —pregunto esperando respuesta.
—Kelsey, soy Rosa —contesta ella, al otro lado de la línea.
—Hola, Rosa. ¿Querías algo?
—Solo llamaba para decirte que el chico está a punto de llegar al punto de encuentro.
—Ah, pues yo no veo a nadie. —Me acerco lentamente al borde de la acera, para después asomarme y ver mejor los coches que pasan por la carretera de la ciudad.
—Deberías ver el coche patrulla ya.
Me pongo de puntillas intentando ver el vehículo que me interesa en la fila de coches que se ha formado tras el semáforo en rojo de mi izquierda. Seguro que está el último, lo veo venir.
—Sigo sin ver nada. —Niego con la cabeza, lo que es un acto ridículo, ya que no puede verme.
—Bueno, estará en un atasco o algo.
Está en un semáforo en rojo que no tiene intención de ponerse en verde.
—Uhm... oye, Rosa —le llamo sin apartar la vista de la fila de coches.
—Dime.
—¿Tienes algún consejo para darme? —inquiero con los nervios a flor de piel—. Yo no sé cómo hacer esto. No soy una profesional. Se acabará dando cuenta de todo antes de que termine el periodo de vigilancia.
Después de tiempo intentando que me den un caso que llevar, tengo miedo de arruinarlo todo.
—Tú solo no te pongas nerviosa, haz como si no estuvieras trabajando —responde con total tranquilidad—. Es verdad que esta misión le corresponde a alguien profesional. Pero lo que necesitamos es a alguien joven como tú que consiga ganarse su confianza. Si logras esto, él te contará en todo en lo que ande metido. Y si no está metido en asuntos ilegales, todo estará bien.
Eso es muy fácil decirlo.
—¿Y qué hago cuando venga? ¿Le hablo así sin más?
—No, de momento no establezcas conversación con él. —Bueno, eso me deja algo más tranquila—. Cuando llegue, síguele. —Lo retiro, ahora estoy mucho más nerviosa que antes.
—¿Y qué hago si se da cuenta de que le estoy siguiendo? —cuestiono con nerviosismo.
El semáforo se pone en verde y la fila de automóviles comienza a moverse, pasando enfrente de mí a baja velocidad.
—Invéntate una excusa —contesta de forma obvia.
—¿Cómo cuál? —Ruedo los ojos.
Cuando veo un coche patrulla aproximarse a mí, me alejo del borde de la acera y me acerco de espaldas a la fachada de la cafetería. Ahora mismo creo que lo mejor es que evite que él me vea, no quiero que se sienta amenazado.
—Como que intentabas robarle la cartera, por ejemplo. En tu perfil falso eres una ladrona —me recuerda.
Esto tiene que ser una broma.
—Estás de coña. —Río sin una pizca de gracia—. ¿Verdad?
—No.
Ay, mi madre.
El coche policial se acerca al bordillo de la acera y aparca a pocos centímetros del mismo.
—Sácale provecho a tu nueva identidad, Kristen —continúa hablando.
Al escuchar mi nombre falso salir de entre sus labios, noto el vello de mis brazos erizarse.
—Vale voy a intentarlo —accedo con voz temblorosa.
Fijo la mirada en el policía que se baja de su coche, el cual luego se dirige a abrir la puerta trasera que está en frente de mí.
—Cuando le sigas, procura mezclarte con la gente que hay a tu alrededor. Mantén siempre una buena distancia entre él y tú —me aconseja.
Por fin un consejo que me puede llegar a servir de ayuda.
El policía abre la puerta, dejando salir a un chico alto, con una chaqueta de cuero encima de una camiseta blanca y unos pantalones vaqueros negros. Y, en cuanto a su cuerpo, digamos que en la cárcel se ha dedicado a esculpirlo. Jé.
—Rosa —pronuncio el nombre de mi compañera sin apartar la mirada de los ojos del chico, los cuales miran con detenimiento lo que hay a su alrededor—. Ya ha llegado.
—Pues mucha suerte, cariño —dicho esto, cuelga la llamada.
Aparto el móvil lentamente de mi oreja, para después guardarlo donde estaba. El chico se pasa la mano que tiene tatuada por el pelo, despeinándoselo mientras observa como el agente le dice algo que no alcanzo a escuchar. Una vez que este termina de hablar con el criminal que tiene enfrente, se monta en su coche, lo arranca y, por último, se aleja del lugar.
Williams mira a ambos lados de la acera, y antes de ponerse a caminar, sus ojos marrones chocan con los míos haciendo que mis rodillas empiecen a temblar a causa de su seria mirada; estoy muerta. Este comienza a caminar hacia la derecha sosteniéndome unos segundos la mirada, pero luego la aparta para seguir con su camino. Trago saliva. ¿Qué le siga? Bueno, vale.
Comienzo a caminar tras él, siguiendo al pie de la letra las palabras de Rosa. Mantengo una distancia prudente entre él y yo, para poder evitar que este se dé cuenta de que le estoy siguiendo. Es hora de poner en práctica todo lo que me enseñaron, solo espero que todo me salga bien.
Las personas que hay a nuestro alrededor se le quedan mirando con espanto, otras se alejan y el resto murmura cosas hacia su persona. Esto parece incomodarle de sobremanera a Axel, ya que noto su cuerpo tensarse y mirar hacia todos lados con una expresión en su rostro que no soy capaz de identificar. Parece como si tuviese miedo a lo que nos rodea.
Arrugo el entrecejo al presenciar esto. No se comporta como alguien que ha asesinado a cuatro personas. Aunque bueno, cada quien tiene una forma de llevar las cosas. Puede que se comporte así por algo que no tenga nada que ver con lo que hizo.
—Mira, han soltado a una de las bestias. —La voz de una mujer se hace presente a mi derecha.
Cuando poso la mirada en ella, veo que está hablando con una anciana que va agarrada de su brazo. La señora mayor dirige la vista al expresidiario de forma inmediata y sus ojos se abren de par en par.
—Deberían de mandarlos todos a la silla eléctrica. Hasta que el bestiario deje de existir —sentencia la anciana tirando del brazo de la otra mujer para que comience a andar.
Vuelvo los ojos al frente, hasta dar con la espalda de mi objetivo algo más alejado de mí que antes. Mientras acelero un poco el paso para no perderle de vista en ningún momento, le doy vueltas a las palabras que han pronunciado esas dos mujeres.
¿A qué se refieren con "bestiario"? Por mucho que intento buscarle un significado, solo se me viene a la mente esas criaturas mitológicas monstruosas. Y ellas han metido a Axel dentro de él, como si fuese una de esas bestias.
Decido apartar esos pensamientos por el momento y seguir con mi trabajo, ya lo investigaré más tarde en casa. En el instante en el que Williams se dispone a girar en una esquina a la derecha, desapareciendo así de mi vista, comienzo a correr para no perderle la pista. Cuando llego al lugar, me mantengo escondida tras la pared hasta que él se aleja un poco de mí y así poder proseguir sin problemas con mi cometido.
Deambulamos por las calles por una hora y media, hasta que ya no soy capaz de reconocer los sitios por los que paso. Me ha traído hasta un barrio totalmente desconocido. Creo que ya ni siquiera estoy en Nueva Orleans, porque no había estado aquí en mi vida. Él ni siquiera se ha parado una sola vez.
Esto me está empezando a dar mala espina, apenas hay gente por estos lares.
Antes de que pueda darme cuenta, Axel ya no está por ninguna parte. Ha desaparecido de mi vista como si de Casper se tratara. He estado tan sumida en mis pensamientos que no me he enterado de cuando ha decidido desvanecerse. Creo que ya se ha dado cuenta de que le estoy siguiendo desde hace un buen rato; primera lección que no debía de olvidar: nunca pierdas al objetivo de vista.
Camino ahora a paso más lento, mirando con detenimiento cada lugar del barrio con la esperanza de encontrarle de nuevo. Giro hacia la derecha en una esquina y busco con la mirada por la nueva calle en la que me he metido, a ver si soy capaz de volver a dar con el criminal.
—¿Por qué me estás siguiendo? —Una voz ronca e intimidante hace que me pare en seco en el lugar, consiguiendo ponerme la piel de gallina y que me tiemblen las rodillas como si de flan se tratasen.
Me maldigo interiormente sin atreverme a darme la vuelta.
—Te he hecho una pregunta, princesita —añade acercándose unos pasos a mi espalda.
En pocos segundos noto su respiración contra mi nuca. Está demasiado cerca y ni siquiera sé si lo mejor sería hacerle una maniobra de autodefensa, salir corriendo o utilizar la excusa de Rosa. Al fin y al cabo, es lo que hace Kristen.
Robar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro