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👑 Capítulo 28

Media hora ha pasado desde que casi nos descubren. Desde ese momento no se ha vuelto a escuchar ni un solo ruido en el interior del edificio, cosa que en cierto modo me ha conseguido tranquilizar. Durante ese tiempo, ninguno de los tres se ha atrevido a decir algo respecto a la situación; cada uno hemos estado mirando a un punto fijo, como si eso fuese lo más interesante del mundo, mientras prestábamos atención a los sonidos de nuestro alrededor.

He de decir que, la presencia de Axel me hace sentir protegida, ya que he podido comprobar de muchas formas que no quiere hacer daño a nadie. Y eso hace que tenga más ganas de ponerme a investigar su caso para saber la verdad.

—Le diré todo esto a la policía. —La voz del chico rompe el silencio, provocando que dirija la mirada hacia él.

Este se lleva las rodillas a su pecho, haciéndose más pequeño en el suelo. Sus palabras hacen que me remueva incómoda en el sitio. No hace falta que diga nada a la policía, yo ya lo sé todo. Y creo que eso es algo malo.

Él se encuentra a mi lado, a unos cuantos metros de mí; cada uno a un costado de la puerta del lugar. Axel está enfrente de nosotros, de brazos cruzados y con la mirada pegada en el suelo.

—No puedes —interviene el expresidiario apoyando su trasero en la encimera de los lavabos—. Como he dicho antes, el problema lo tendrás tú si lo cuentas. No ellos.

Este levanta la vista y la posa en el chaval, esperando una respuesta de su parte.

—¿Estás de coña? —cuestiona el chico, asqueado—. Han matado a mi novia, por si no te has dado cuenta.

Recuesto la espalda en la pared que hay detrás de mí, para luego cruzar los brazos sobre mi pecho y prestar atención a la conversación que están teniendo ambos.

—¿Cómo te llamas? —le pregunta Axel, ignorando lo que el muchacho dijo anteriormente.

El chico traga saliva un tanto nervioso.

—Eh... Woody...

Cuando le hace saber su nombre, Williams se le queda mirando por unos segundos, sin decir absolutamente nada. Al cabo de un rato, suelta un suspiro y se dispone a hablar.

—Woody, ¿sabes qué es lo que ellos dirán en su defensa? —expresa con indiferencia.

El joven niega con la cabeza lentamente. Al fijarme mejor en él, me doy cuenta de que sus manos tiemblan y de que está haciendo mucha fuerza para mantener los maxilares de su mandíbula juntos. Está asustado. Es algo obvio después de todo por lo que le han hecho pasar, pero, al parecer, también tiene miedo a lo que el expresidiario pueda llegar a contarle al respecto.

—Que se ha matado ella sola —prosigue.

Woody frunce el ceño y aprieta todavía más sus dientes. Las lágrimas comienzan a salir una tras otra, cayendo por sus sonrosadas mejillas hasta amontonarse todas en su barbilla. Esa frase ha conseguido sacar la rabia acumulada del chico. Acto seguido, abre la boca y pronuncia lo siguiente:

—Ellos nos emborracharon y la obligaron a pasar —escupe con odio—. Nada de esto es su culpa...

En la última palabra, su voz termina por quebrarse. Siento la necesidad de darle un abrazo y decirle que todo estará bien, pero le estaría mintiendo. La chica a la que él quería no va a volver, y ni siquiera yo estoy en un estado en el que pueda ayudar a alguien a levantar el ánimo. Tengo miedo por lo que pueda pasar a partir de ahora. Seguimos aquí encerrados con esa gente a nuestro alrededor. ¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí sin que nos vean? Son demasiados... y nos están buscando.

—No deberíais haber venido aquí —afirma Axel—. Y tú tampoco. —Me mira.

Sus ojos me observan con pesar, lo que me indica que, tanto Woody como yo, nos hemos metido en un lío más grande y peligroso del que ya tenía en mente. Williams se remueve en el sitio, incómodo, buscando una mejor posición.

—Esta gente sabe cómo atraer a las personas hasta nuestra red... —añade.

El chico, aún con la borrachera encima, se intenta levantar del suelo. Intenta. Pero no lo consigue. Vuelve a caer a los escombros de culo.

—Nosotros no sabíamos que esto iba a ser así... —confiesa Woody, dejando reposar su cabeza contra la pared—. Pero no me quedaré de brazos cruzados. Se lo diré a la policía.

Axel rueda los ojos con cansancio y descruza los brazos, después, pone ambas manos sobre la encimera de los lavabos.

—Mira, te lo voy a explicar lo mejor posible. Luego, si sigues queriendo contarle esto a la policía, allá tú —le hace saber el expresidiario—. Atiende tú también, princesita —me aconseja.

Este me hace un pequeño gesto con su mano para que le preste atención. Todo esto, sin apartar la mirada del chico.

—No quiero que cometáis la estupidez de contarlo. Esto no es un juego —comenta fijando su mirada en el suelo.

Se mantiene durante un tiempo callado, lo que le da seriedad a su rostro. Noto como coge una bocanada de aire para luego ir expulsándolo de a poco, como si lo que está a punto de decirnos le costara un gran esfuerzo. Le escucho maldecir para sus adentros y, a continuación, vuelve a subir la vista hacia nosotros.

—Este polideportivo... es propiedad de los que organizan todo esto de las fiestas y demás cosas que no tenéis porqué saber —comienza con la explicación—. Lo compraron, por lo que pueden hacer lo que les dé la gana con él.

Hace una breve pausa y se relame el labio inferior, para luego agarrarlo con fuerza entre sus dientes.

—Aunque los policías vengan aquí todas las noches en las que se hacen las fiestas para controlar lo que se hace, siempre se van sin detener a nadie. Y hay dos razones: la primera ya la sabéis, y es que esto es propiedad "nuestra" —continúa, haciendo énfasis al pronunciar la última palabra—. Y la segunda es que tenemos a gente en el cuerpo de policía que nos cubre.

Mi corazón no tarda en dar un vuelco ante esto; los nervios vuelven, una vez más, a apoderarse de mi ser. Noto las manos húmedas por el sudor, por lo que me las limpio disimuladamente en la tela de mis pantalones.

Esto es muy malo. No contaba con que habría personas infiltradas en comisaría, esto no hará más que traerme problemas. Mi tapadera puede irse al garete a cualquier paso en falso que dé, a no ser que ya se hayan dado cuenta, que es otra opción. Y la que menos me gusta de todas.

—Pero esta vez hay un muerto —interviene Woody—. Mi novia está muerta ahí fuera. —Señala la puerta que está a su lado.

—Esta vez no. —Niega Axel—. No es la primera vez que muere alguien aquí.

—Mejor me lo pones, entonces. Cuando la policía venga y vea a mi novia muerta esto se acabará.

El joven pasa uno de sus brazos por su cara, limpiando con rabia las lágrimas que quedan por él.

—Ya te digo yo que no. —Vuelve a negar, esta vez apartando la mirada del chico para ponerla sobre los escombros del suelo—. Estaba borracha y el alcohol sigue en su cuerpo. Pensarán que ha sido un accidente, como siempre.

—Si yo fuera policía sospecharía, aunque sea un poco, al ver que todos los días muere alguien aquí —comenta el muchacho mirando a Williams fijamente.

Él hace presión con sus dedos en la encimera de los lavabos, la aprieta con fuerza, como si quisiera llegar a romperla en pedacitos. Luego de unos segundos, este se ríe sin gracia.

—No todos los cadáveres los dejan aquí —nos dice en un hilo de voz apenas audible—. Los cambian de sitio. Algunos los ponen en la carretera, otros debajo de un puente lo bastante alto como para que se crean el teatro, y así con todos.

Dicho esto, vuelve subir la mirada hasta nosotros.

—Sois unos monstruos —escupe Woody con desprecio—. Unas bestias.

Observo como Axel frunce el ceño, como si esas palabras le hubiesen molestado de sobremanera, pero luego la expresión de su rostro se suaviza de forma repentina.

—Yo estoy en contra de esto —confiesa el expresidiario en apenas un susurro—. Pero sí, lo somos.

Aunque ya sabía que él no está de acuerdo con nada de esto, haberlo oído de su propia boca hace que me sienta mucho mejor.

—Entonces ven conmigo a declarar a comisaría —le pide el joven.

Williams suelta un suspiro de frustración ante la insistencia de Woody en contárselo a las autoridades.

—No te enteras de nada —se queja este—. Si dices algo te matarán y harán que parezca un accidente.

Tras apartar las manos de la encimera, cruza los brazos sobre su pecho nuevamente.

—Pero los habré denunciado, aunque eso me haya matado.

—¿Dónde estabas cuándo he dicho que tenemos a gente que nos cubre en el cuerpo de policía? —cuestiona Axel con molestia—. No es la primera vez que han querido denunciar esto. Y las personas que han denunciado, creo que ya te imaginas como han acabado.

—No entiendo por qué tanta protección para tan solo unas fiestas. —Abraza aún más sus rodillas.

—No son las fiestas lo que protegen.

Demasiada información para procesar de golpe. ¿Qué es lo que protegen entonces? Estoy segura de que tiene algo que ver con la verdadera función de estas fiestas. Es posible que dichas fiestas solo sean una tapadera o algo parecido. ¿Droga, tal vez?

—¿Lo has escuchado todo, princesita? —me pregunta Axel dirigiendo su mirada a la mía.

Asiento con la cabeza.

—Bien. Pues que no se os olvide. A ninguno de los dos —nos advierte.

Sus ojos van a parar a los de Woody, quien no tarda en darle una respuesta afirmativa con un simple gesto. En cuanto ve esto, se muestra algo más tranquilo que antes, ya que comienza a respirar de forma calmada, no como hace unos instantes atrás.

Axel vuelve a desenlazar sus brazos, para después pasarse las manos por su cabello de forma desesperada. Tras separarse de los lavabos, este empieza a caminar de un lado a otro mientras piensa en algo. Luego de unos minutos recorriendo el lugar sin abrir siquiera la boca, él frena de golpe en el sitio, lo que hace que los escombros crujan bajo sus pies. Acto seguido, su voz vuelve a hacerse presente.

—Aprovecharemos cuando venga la policía para irnos de aquí —informa, posando sus ojos en nosotros—. Ellos se darán una vuelta por aquí y dejarán la zona libre de Jayden y los demás. Será entonces cuando saldremos.

—¿Y cuándo vendrá la policía? —indago acercándome un poco a él.

Segundos después de preguntar esto, el sonido de las sirenas de los coches patrulla se adentra en mis oídos, y las luces de las mismas se cuelan por entre los pequeños huecos de lo alto de la pared. Axel recoge mi móvil de la encimera de los lavabos y, tras apagar la linterna y acercarse del todo a mí, me lo entrega. Yo lo guardo en el interior de uno de los bolsillos de mi chaqueta.

—Woody, levanta —le ordena el expresidiario acercándose a él.

Una vez que está a pocos pasos del muchacho, le tiende la mano para ayudarle a hacer la acción que le ha pedido que haga. Cuando el chico está en pie, se apoya en la pared para no volver a caer al suelo. Axel me hace un gesto con la mano para que me acerque a ellos dos, por lo que hago lo propio sin perder más tiempo. En cuanto estoy junto a ellos, él vuelve a hablar.

—A ver, escuchadme —pide—. Cuando entren, ellos irán al centro de la pista a ver el cadáver de la chica. Y allí estarán con Jayden y el resto de gente encargada de esto. Nosotros aprovecharemos esa distracción y escaparemos por alguna de las ventanas que hay en el pasillo por el que hemos venido. ¿De acuerdo?

Tomo unos instantes para procesar todo el plan que nos ha soltado de golpe y, en cuanto lo he hecho y lo veo factible, asiento con la cabeza para darle mi aprobación. Sin embargo, el joven no parece estar muy de acuerdo, ya que comienza a reírse de la nada; y no entiendo por qué.

—Existe una cosa llamada puerta, lumbreras —se burla Woody.

Madre mía, la borrachera que lleva.

Williams dirige su mirada hacia a mí y arquea las cejas, como si me estuviese queriendo hacer ver la barbaridad que ha soltado el chico. Y no le culpo, lleva demasiado alcohol en el cuerpo como para decir algo coherente.

—Si sales por ahí te verán, genio —contesta el expresidiario volviendo la mirada al chico—. La gente aún no se ha ido de aquí.

—Pues venga, ¿a qué estamos esperando? —inquiere Woody.

Dicho esto, se acerca a la puerta y se apresura a agarrar el picaporte de la misma para abrirla. Pero antes de que pueda llegar a hacer esto último, Axel le frena apartándole la mano de ahí.

—Mira, sé que estás borracho y ahora mismo no eres consciente de la mitad de las cosas que haces o dices. Pero deja de hacer el gilipollas y estate quieto, anda —le suplica con los nervios a flor de piel.

Tras agarrar al muchacho del brazo, lo empuja con cuidado hacia a mí.

—Haz que no se mueva o a este paso nos matarán —agrega como mandato.

Woody vuelve a reírse al escuchar las palabras de Axel, pero no sé muy bien por qué. El expresidiario se le queda mirando con una expresión de confusión en su rostro. He llegado a un punto en el que creo que el chico no solo está borracho, sino que puede que tenga otro tipo de sustancias en la sangre. Antes estaba por los suelos debido a la muerte de su novia y ahora está riéndose de las mismas piedras. Tras rodar los ojos, Williams los posa en la puerta y, a continuación, acerca un poco el oído a la misma para poder escuchar lo que está pasando fuera.

Tras un par de minutos, él comenta lo siguiente:

—Ya están dentro.

Un escalofrío se aloja en mi espalda ante este aviso.

Instantes después, Axel se aparta de la entrada poniendo su dedo índice en sus labios para que guardemos silencio. Afino el oído todo lo que puedo, y las voces de los policías se hacen presentes en el lugar junto con el sonido de sus pisadas pasando justo enfrente del baño.

—Ahí está la chica que os dije. —La voz del dilatas se hace presente en el lugar.

—Venga, están en la pista. Podemos salir —nos dice el expresidiario, acercando su mano al picaporte de la puerta.

Cuando sus dedos se aferran a él, lo gira con lentitud para que suene lo menos posible. En cuanto lo consigue, abre la puerta de a poco, evitando así que chirríe. Hecho esto, nos hace un gesto con la mano para que le sigamos.

Una vez que él ha salido del baño, el muchacho y yo procedemos a hacer lo mismo. Acto seguido, caminamos hacia el pasillo que hay a nuestra derecha. Sin embargo, Woody se queda embobado mirando el cadáver de su novia a lo lejos, rodeado de cuatro policías que alumbran el cuerpo con sus linternas, Jayden y los compañeros de este.

Solo espero que no se ponga a llorar ahora. Es un mal momento para ello.

—Eh —le llama la atención Axel, provocando que el chico se dé la vuelta para verle—. Este no es el momento.

Woody asiente con la cabeza y se acerca a nosotros con los ojos rojos, nuevamente, por las ganas que tiene de llorar. Nos damos la vuelta y continuamos con nuestro camino, hasta que llegamos al corredor que conecta ambos edificios y la salida del primero de ellos, por la cual hemos venido hasta aquí antes.

—Saldremos por esa ventana —susurra Williams señalándola con su mano.

Antes de que podamos empezar a caminar hacia ella, una voz nos frena.

—¿Kelsey? —me nombra esa voz que, para mi sorpresa, me resulta familiar.

El primero que se da la vuelta es Axel, yo no me atrevo. El ceño fruncido que aparece en su cara no me inspira mucha confianza, y menos cuando su mirada seria se pega en mí

Esto no podría empeorar más. Al menos, eso es lo que espero.

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