👑 Capítulo 18
—¿Se te ha asignado un caso? —pregunta mi madre, Cristty, al otro lado de la línea telefónica, orgullosa—. ¡Felicidades, mi niña!
—Gracias, mamá —le agradezco—. Pero no ha sido un caso lo que me han asignado, solo tengo que vigilar a un expresidiario.
—Bueno, por algo se empieza. —Suspira—. ¿Has hablado con tu padre, recientemente?
Su suspiro y el repentino cambio de tema, me hacen notar que no está muy contenta con la idea de que su hija, es decir, yo, esté vigilando a una persona peligrosa. Aunque en realidad nunca le ha gustado la idea de que yo me hiciese policía.
—No, hace un mes que no hablamos —contesto casi en un susurro—. Dijo que ya me llamaría él, pero sigo esperando.
—Tu padre no es más capullo porque no entrena —espeta, molesta.
Sí, para quien se lo pregunte, mis padres están divorciados.
—Ya, bueno. —Respiro hondo y expulso el aire poco a poco—. ¿Cómo están los abuelos?
—Bien. Se han ido los dos de paseo hace un cuarto de hora.
—¿Estás sola en casa?
—Sí, cariño —confirma—. Ahora vendrá tu tío a tomarse el café con nosotros. Se ha ido a por unas palmeras de chocolate —me explica entre risas.
—Que golosos estáis hechos. —Me río.
Al oír unos pequeños golpes en la puerta de la entrada de casa, me levanto al instante del sofá.
—Mamá, tengo que colgar —le hago saber—. Ya ha venido Chelsea.
—De acuerdo, cielo. Ven algún día a visitarnos —me pide—. Sé que estamos muy lejos y que tu jefe no te deja faltar al trabajo ni un solo día, pero dile de mi parte que te dé un par de días libres o iré yo misma a darle una patada en el trasero.
Suelto una sonora carcajada ante su comentario, a la vez que Chelsea sigue insistiendo para que le abra la puerta, dando golpes en la misma sin parar. No creo que Marshall me dé unos días libres para viajar a Arkansas a visitar a mi familia. Antes ponía la excusa de: "Si te vas, ¿quién se ocupará de traernos el café?". O directamente me decía: "Si no faltas a tu trabajo ni un solo día, te asignaré un caso". Y yo como tonta me lo creía y ese caso nunca se me asignaba. Y ahora, con esto de vigilar a un expresidiario, va a ser imposible.
—Lo intentaré —aseguro con una sonrisa plantada en la cara—. Adiós, mamá. Te quiero.
—Y yo a ti, mi niña. —Dicho esto, me cuelga la llamada.
Dejo el dispositivo sobre la mesita de centro del salón y salgo corriendo hacia la entrada para abrirle la puerta a Chelsea, la cual continúa dando golpeándola. Cuando la abro, mi amiga me fulmina con la mirada.
—Hay que ver la parsimonia que tienes en venir a abrirme la puerta —se queja esta.
Ella entra en mi casa en cuanto me echo a un lado para darle espacio.
—Perdona, estaba hablando con mi madre —me disculpo
Me dispongo a cerrar la puerta y, luego, me giro para poder verla.
—Disculpas aceptadas —comenta quitándose el abrigo de encima—. ¿Dónde está el informe?
—En el sofá —respondo señalando el salón en la otra punta del pasillo.
Chelsea, sin decir nada más, se dirige hacia dicho lugar con su abrigo en los brazos, mientras yo camino detrás de ella. Mi amiga deja el abrigo en el sillón y, a continuación, se sienta en el lado izquierdo del sofá, no sin antes agarrar el informe para comenzar a ojearlo. Me acerco a ella, lentamente, y luego me siento a su lado, observando cómo lee las hojas casi sin pestañear.
—Chelsea...
La morena me manda callar poniendo su mano justo delante de mi cara mientras sigue leyendo. Esto hace que, rápidamente, me eche un poco hacia atrás para evitar que mi amiga me dé un tortazo en toda la nariz. Cuando ella aparta la mano de delante de mi cara, yo ruedo los ojos y suelto un sonoro suspiro mientras observo en completo silencio a Chelsea mover los ojos de un lado a otro sobre las palabras del informe. Se le van a caer los ojos al suelo. Lo estoy viendo venir.
—¡Aquí! —grita de golpe señalando una parte escrita del informe, provocando que yo pegue un salto en el sofá debido al susto—. Mira. —Se acerca un poco a mí mostrándome las hojas—. Esto era lo que quería mostrarte.
Miro hacia donde apunta su dedo, lugar en el cual pone que el arma homicida es un revólver del 98 y que el calibre de dicha arma no coincide con el de las heridas de la madre de Axel.
—Pero Chel, eso ya lo sabía. Ya lo leí en su momento. —Aparto la mirada del informe y la pego en ella, quien me mira exasperada.
—Kelsey, por favor. Céntrate —dice lo más seriamente que puede—. ¿Qué clase de persona se declara culpable ante un asesinato del que ni siquiera es sospechoso?
—Bueno, sospechoso sí que es.
—Voy a decírtelo de otra forma. —Suspira frustrada y pone los ojos en blanco—. Él no mato a su madre, ¿capisci?
Eso es lo que hace ver el informe, pero es que sigo sin estar cien por ciento segura de las cosas. En ese momento, la teoría de que él hubiese podido utilizar otra arma para matar a su madre se hace presente en mi cabeza. Axel sería culpable y eso explicaría por qué razón no dijeron nada al respecto. Cuadra todo.
—Chel, no me trates como si fuera tonta. Llevo dándole vueltas a eso desde que lo leí —le regaño y arrugo el entrecejo—. Pero no hay pruebas de eso.
—Sí que las hay. —Asiente, obvia—. Kelsey, el calibre del arma no coincide con el de las heridas.
—Es posible que utilizase un arma diferente —expongo mi teoría.
—No hay ninguna otra arma. —Niega con la cabeza—. En el informe solo pone: "un revólver del 98."
Bueno, cuadra casi todo. Aunque viendo lo incompleto que está el informe, no me sorprendería que omitiesen la parte en la que aparece lo de la segunda arma.
—El arma pudo ser de alguna de las demás víctimas —replico.
—Repito. —Bufa—. En el informe solo pone que en el escenario del crimen había una única arma. Y esa es la de Axel.
En ese mismo instante la bombilla se enciende en mi cabeza.
—¿Sabes lo que eso significa? —pregunta esperanzada de que por fin le haya conseguido entender.
—Que había alguien más —declaro en un hilo de voz apeas audible.
—Exacto... ¿Espera qué? —Arruga la nariz, confundida—. Eso no era lo que yo tenía en mente, pero... es una buena teoría. Mejor que la mía, que creo que va a ser mejor que no te la diga. —Sonríe, avergonzada—. Madre mía, que estupidez más grande —dice para sí misma.
No me quiero ni imaginar lo que se le habrá pasado por la cabeza.
—Así que... había una persona más en aquella casa en ese mismo momento, y fue esa misma persona quien mató a la madre. ¿Es eso lo que piensas? —inquiere, mientras procesa la información.
—Sí. Pero hay una cosa que no entiendo. —Niego con la cabeza, pegando la mirada en el suelo.
—¿El qué? —Rueda los ojos.
—¿Por qué se declaró culpable?
—Eso sí que no lo sé. —Se encoge de hombros.
—Pudo haber denunciado al verdadero asesino, pero no lo hizo. —Me levanto del sofá y me llevo las manos a la cabeza, para después tirar de mi pelo hacia atrás—. Esto sigue sin encajar, Chel.
—No hay ninguna otra teoría que explique esto. —Vuelve a encogerse de hombros—. Kelsey, tienes que decirle esto a alguien. —Se pone en pie y me señala el informe en sus manos.
—No puedo, esto es muy serio. Y además no hay pruebas sólidas. —Aparto las manos de mi cabeza y luego me cruzo de brazos.
—¿Qué no hay pruebas? —Achina los ojos—. ¿Y qué cojones es esto? —Le da un golpe al informe con una mano mientras lo sostiene con la otra.
—No hay pruebas que justifiquen esa prueba. —Lo señalo.
Soy consciente de la estupidez que acabo de decir, pero estoy nerviosa porque no entiendo nada. No entiendo cómo han podido dejar pasar esto, no entiendo cómo es que nadie se ha dado cuenta antes y no entiendo cómo han sido capaces de llevar a alguien, que posiblemente sea inocente, a la puñetera cárcel. En mi cabeza tengo ideas enfrentadas: la opción de que todo sea un error por lo incompleto que está el informe pelea contra la de que Axel sea inocente de uno de los asesinatos.
—Kelsey, eso no tiene sentido. —Arruga la nariz.
—¡Lo sé! ¡Nada de esto tiene sentido! —Me doy la vuelta llevándome de nuevo las manos a la cabeza—. Además, de los otros tres asesinatos sí que es culpable. —Vuelvo a girarme para señalar el informe, nuevamente—. ¡Y ese puñetero informe no está completo! —chillo al recordar la poca información que hay en él.
Un informe policial no se basa en el nombre de las víctimas, el reconocimiento de las armas y los testigos solamente. ¡Aquí me falta información, joder!
—¿Cómo qué no está completo? —cuestiona mi amiga, frunciendo el ceño.
—¿Tú te crees que esas tres hojas con cuatro palabras en cada una de ella es un informe completo? —Vuelvo a señalarlo, esta vez más molesta y alterada que antes por el hecho de que me han dado algo que no me ayuda en nada.
—Pues la verdad... tienes razón. Te han dado lo mismo que apareció en la prensa en su momento. No hay información nueva. —Se muestra derrotada—. Pero una cosa está clara —dice dejando el informe sobre el sofá—. Axel no mató a su madre. Esté o no el informe completo.
Niego con la cabeza, totalmente frustrada.
—No, no estamos seguras de que realmente hubiese una persona más en esa casa. Si así fuera lo hubiesen dicho, ¿no? El padre y el hermano de Axel estaban también ahí cuando todo ocurrió —explico al mismo tiempo que vuelvo a cruzar los brazos cobre mi pecho.
Chelsea acentúa el ceño, procesando todo lo que la acabo de soltar y, cuando veo que no da con la salida al rompecabezas que se ha montado ella solita, continúo hablando.
—Si una persona matase a mi madre delante de mis narices lo denunciaría, no me declararía culpable de un asesinato que yo no he cometido para dejar al verdadero en libertad. ¿No crees que es estúpido?
—Hay algo que se nos escapa —comenta cuando ha conseguido entenderme.
¿Solo algo? Se nos escapa todo.
—Que Axel sigue siendo culpable, Chel. Nos hemos precipitado. —Comienzo a caminar por el salón, con pasos lentos mientras pienso—. Este caso se cerró hace seis años, ¿no crees que si él fuese inocente se hubiesen dado cuenta?
—Ahí tienes razón, pero es posible que hayan pasado alguna cosa por alto. —Suspira y se deja caer en el sofá—. De momento sabemos que falta un arma homicida en este caso, cosa que hace que Axel sea inocente por el momento de uno de los asesinatos.
—¿Sabes qué?
Dejo de pasear de un lado a otro por el salón y me quedo mirando a mi amiga. Esta ladea la cabeza y me observa con detenimiento.
—¿Qué?
—Qué mejor llamo a Rosa y nos quitamos de dudas.
Cojo mi móvil de la mesita de centro que hay en medio del salón y comienzo a buscar en la lista de contactos el número de Rosa.
—Hemos podido hacer eso todo este tiempo —afirma señalando el teléfono en mis manos.
Muevo la cabeza en respuesta afirmativa. Estoy al borde de la histeria; si hay algo que deba saber respecto a todo esto, Brown me lo dirá sin problema alguno.
—Nos hemos estado comiendo la cabeza para nada —se queja.
Chelsea se cruza de brazos y luego dejar caer su espalda contra el respaldo del sofá.
—No. Tú me has estado comiendo la cabeza con tus teorías contradictorias —le acuso, fulminándola con la mirada.
Es imposible que hayan cerrado el caso estando así.
—Cállate y llama a esa mujer ya —ordena, impaciente.
Ruedo los ojos y tras marcar el número de Rosa, me llevo el móvil a la oreja.
La que hemos liado en un momento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro