👑 Capítulo 16
Axel expulsa el humo del cigarrillo y, al cabo de unos milisegundos, este comienza a toser. Sigue sin acostumbrarse a fumar, por lo que se ve.
—¿Qué haces aquí? —inquiero.
El expresidiario se queda unos instantes mirando el cigarro entre sus dedos y, a continuación, lo tira al suelo. Hecho esto, no tarda en poner la planta de su pie sobre él y pisarlo para poder apagarlo.
—Ya te dije que, si tú me acosabas, yo lo iba a hacer más —responde de forma obvia.
Posa su mirada en la mía y se acerca a mí con pasos lentos.
—Te estás comportando como un crío, en serio —espeto con fastidio mientras me cruzo de brazos.
Él frunce el ceño ante mis palabras y no tarda en acortar la poca distancia que hay entre nuestros cuerpos. Sus puños se aprietan ligeramente.
—Tú tienes derecho a acosarme, pero yo a ti no, ¿no? —replica con un tono de voz bastante serio.
Yo soy policía y mi trabajo es acosarte... digo vigilarte.
Pone sus manos a ambos lados de su cadera.
—Recuerda que me has puesto una orden de alejamiento —comento dando un par de pasos hacia atrás.
Axel no pierde el tiempo y vuelve a acercarse los centímetros que yo me he apartado de él.
—Recuerda que a mí no me gusta seguir las leyes. —Hace visible una sonrisa de medio alado en sus labios, como si se estuviese burlando de mí.
—¿Entonces para qué cojones me pones la orden? —cuestiono colérica.
—Porque si me tocas las narices puedo denunciarte por infringirla. —Ensancha más su sonrisa.
—¡Pero eres tú el que la está infringiendo! —grito con la poca paciencia que me queda a punto de irse a la mierda.
—Exacto. Pero al ser yo quien ha puesto la orden... ¿A quién creerán primero? ¿Al denunciado o al que denuncia?
Eh... ¿perdona?
—¿A quién creerán antes? ¿A un asesino o a una chica inocente? —inquiero con mofa.
Williams suelta una pequeña carcajada mientras desvía la mirada hacia su izquierda, debido a lo que acabo de decir. ¿He dicho algo gracioso? Yo creo que no.
—¿Inocente? —repite, volviendo a poner su mirada en mí—. Eres una ladrona y una acosadora... ¿Y te consideras inocente? —Arquea una ceja.
Já. Abro la boca para contestarle, pero la vuelvo a cerrar al ver que no tengo nada con lo que contraatacar. Y ahora que pienso... ¿Yo no llegaba tarde? Saco el móvil del bolsillo de mi sudadera y lo desbloqueo para ver la hora que es, provocando que mis ojos se abran de par en par al ver que si no corro como nunca lo he hecho en la vida no llegaré ni de coña al trabajo.
—Adiós —me apresuro a decirle.
Me doy la vuelta y empiezo a correr calle arriba lo más rápido que puedo. En momentos como este le doy las gracias a mi entrenador de la academia de policía, si no fuera por sus intensos entrenamientos, yo ahora no sería capaz de esto. Me cansaría a lo poco de estar corriendo. Aunque estoy viendo que no voy a llegar y, encima, mi jefe me matará.
Cuando creo haber dejado atrás a Williams, noto como alguien me agarra de la capucha de mi sudadera. Esto me hace frenar de forma brusca y, por si fuera poco, no puedo lograr mantenerme en pie. Caigo al suelo de culo.
—No has contestado a mi pregunta. —La voz de Axel se vuelve a hacer presente.
Ruedo los ojos con frustración, este chico me está resultando bastante molesto.
Su mano suelta la prenda de ropa y, acto seguido, me rodea hasta ponerse justo enfrente de mí. Una vez en esa posición, se acuclilla para ponerse a mí misma altura.
—¿A dónde llegas tarde? —indaga.
Suelto un sonoro suspiro de mis adentros y trago saliva, un tanto nerviosa. No fue suficiente el percance de la placa de ayer, no. Ahora me va a pillar por estar yendo a comisaría.
—A ningún sitio. —Es lo único que se me ocurre responder.
—¿Y por qué corrías? —Ladea la cabeza.
—Pues porque salgo todas las mañanas a correr —contesto encogiéndome de hombros.
Hay que joderse. Las mentiras me van de mal en peor.
—Entonces no te importará que te acompañe, ¿verdad? —inquiere mostrándome otra sonrisa de medio lado en sus labios.
Mira, mátame ya.
—Prefiero correr sola —sentencio.
—Vale —responde sin discutir.
Arrugo el entrecejo al escucharle. ¿Lo he conseguido? ¿Se ha rendido así de fácil?
—Te seguiré de todas formas —añade encogiéndose levemente de hombros.
Ya decía yo que estaba rindiéndose muy pronto.
El expresidiario apoya las manos en sus rodillas y se impulsa en ellas hasta incorporarse del todo. Cuando ya está en pie, me tiende la mano para que se la tome y así poder ayudarme a levantarme, pero la ignoro y me levanto del suelo yo sola impulsándome con mis manos en el mismo.
—¿Sabes? Se me han quitado las ganas de correr —le hago saber fijando la mirada en él.
Corra o no corra me seguirá igual, así qué casi mejor que no corro.
Paso por su lado, chocando mi hombro con el suyo, y sigo con mi camino, esta vez, a un paso normal. A los segundos, Axel aparece a mi lado mirándome por el rabillo del ojo.
¿Si curiosamente me tropiezo ahora con cualquier cosa de la calle, provocando que empuje accidentalmente a Axel a la carretera que hay a nuestra izquierda, consiguiendo así que un coche lo atropelle, sería un delito? Pero sin llegar a matarlo claro está. No soy tan cruel, ¿o sí?
—Te estás tomando muy en serio esto de acosarme como venganza —comento con la vista pegada al frente.
¿Cómo hago yo para despistarle y poder ir tranquilamente a comisaría sin que me vea? Creo que lo de tirarle a la carretera "accidentalmente" es una buena idea.
—Solamente te devuelvo lo que tú misma me haces —responde este con total normalidad.
Ahora que lo pienso... sus ganas de devolverme lo que yo le hago, lo único que hace es facilitarme el trabajo. Já, gracias Axel.
—Que yo no te acoso —me quejo.
—Sí, claro —contesta sarcásticamente—. Y yo nunca en la vida he matado gente.
Desvío los ojos hasta a él, quien me muestra una ceja arqueada y una pequeña sonrisa triunfante en sus labios. Ruedo los ojos y vuelvo a pegar la mirada al frente, al mismo tiempo que suelto un largo suspiro. De verdad que la tranquilidad con la que admite las cosas me aterra.
—Oye —rompo el silencio—. ¿Tú también hiciste la novatada?
El silencio reina entre ambos durante un corto tiempo.
—Sí, todos la hemos hecho.
—¿Y cómo la pasaste? ¿Borracho o sobrio? —interrogo mientras busco alguna calle por la que me pueda escabullir sin que me vea.
—Sobrio. Hay que ser imbécil para pasar borracho, o sea como tú —me echa en cara.
No te haces una idea de las ganas que tengo de estrangularte.
—¿He sido la única que ha cruzado borracha?
—No. Ha habido más imbéciles que se han emborrachado. —Suelta una breve risotada, pero sin ninguna gracia en ella—. La mayoría se mataron al caer.
El expresidiario fija la mirada al frente. Sigue teniendo esos indicios de culpabilidad en su interior.
—¿La mayoría?
—Sí.
—Entonces eso quiere decir que ha habido una minoría que ha pasado, aun estando borracha —afirmo.
—Sí, pero han sido muy pocos. Y entre ellos estás tú. —Me lanza una rápida mirada y luego vuelve a ponerla al frente—. Pero los que cruzaron borrachos y consiguieron pasar, no es que acabaran muy bien.
—¿A qué te refieres? —indago mientras sigo con mi trabajo de buscar una posible vía de escape.
Al pasar por un cruce, miro a manos lados de la calle en busca de algún callejón o callejuela por la que escaparme o esconderme, pero no hay nada.
—La mayoría terminaron con heridas, algunas graves y otras leves. Y otros, drogados como tú —me vuelve a echar en cara, divertido.
Vete a la mierda. No tiene nada de gracioso.
—No hace falta burlarse —me quejo.
Él suelta una sonora carcajada por mi comentario y luego el silencio vuelve a envolvernos. Saco el móvil nuevamente del bolsillo de mi sudadera y lo desbloqueo para mirar la hora. Ya no llego al trabajo. ¿Quién se llama Kelsey y se va a llevar una buena bronca? Exacto. Yo.
—¡Bestia! —Una voz se hace presente a nuestras espaldas.
Al instante, ambos nos damos la vuelta, viendo así a Fred en la acera del lado contrario alzando su brazo y moviéndolo con ímpetu. Que le llame bestia, nunca dejará de intimidarme, hace que recuerde lo del bestiario y no es muy agradable.
El moreno, antes de cruzar por el medio de la carretera, mira hacia ambos lados para estar seguro de que no vendrá ningún coche a atropellarle. Cuando pone un pie en el asfalto de la misma, comienza a correr hacia nosotros sin dejar de prestar atención a los automóviles que pasan por su lado. En cuanto llega, se para a recuperar el aliento que ha perdido.
—No me vuelvas a llamar así, me tenéis harto —advierte Axel, haciendo que el chico le mire con los ojos muy abiertos—. ¿Qué haces aquí?
Turner posa las manos en sus caderas y continúa respirando hondo para recuperarse del todo.
—Llevo llamándote al móvil más de media hora —dice él, aún sin respiración—. Hola, Kristen —me saluda mostrándome una cálida sonrisa—. ¿Cómo estás desde la novatada?
Cuando esta pregunta sale de su boca, el moreno me muestra una mirada de culpabilidad en su rostro.
—Bien —contesto quitándole un poco de importancia para que se quede tranquilo.
Estoy viva, así que... sí, estoy bien.
—¿Para qué me llamabas? —cuestiona Axel, confundido.
—Te lo robo un momento —me avisa Fred señalando a su amigo.
Por mí, como si te lo quedas.
—Claro, tranquilo. Tómate tu tiempo —respondo con una gran alegría en mi interior.
Ya tengo oportunidad de escapar. Fred asiente con la cabeza y luego coge al expresidiario del brazo para llevárselo unos pasos más hacia delante de donde estoy yo, alejándolo de mí.
—Estamos teniendo algunos problemas con los Panteras —le comenta el moreno en un susurro para que yo no pueda enterarme.
Pero he conseguido escucharlo de sobra, aunque no le doy gran importancia.
Aprovechando que Williams está de espaldas a mí, no pierdo más el tiempo y comienzo a caminar hacia atrás lentamente. Cuando veo que ya estoy lo suficientemente lejos de ellos, me doy la vuelta y echo a correr hacia mi trabajo como si no hubiese un mañana.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro