prologo
Sus pasos eran torpes, desesperados.
Cerraron la puerta con cautela, recién habían dado el golpe que más esperaban, ella lo había logrado.
Estaba eufórica, sentía que podía comerse al mundo si lo deseaba, quería hacer todo en ese momento, quería todo y a la vez no quería nada.
Lo único que quería era tenerlo entre sus brazos y ya lo tenía. No le importaba el robo, o la policía, solo lo quería a él.
Las manos de él se aferraron a sus muslos, haciendo que se moviera hacia su abdomen, causando una fricción.
Daisy gimió al sentir el miembro de Andres, ambos estaban ansioso. Claro que la adrenalina y el furor de haber dado aquel golpe siempre les brindaba satisfacción.
Él ideaba los planes, pero ella lograba que fueran posibles. Su manejo al momento de entrar en aquellos autos, su instinto de supervivencia.
La dejó en la cama mientras se sacaba la camisa y el saco. Ella odiaba usar vestidos como el que traía puesto, pero les había encontrado otro uso, como en esos momentos. Lo usaba solo para que Andres se lo quitara.
Al quitarse el vestido quedó al descubierto su lencería, mientras que él seguía con el pantalón puesto.
— Este juego de prendas no es justo — hablo Daisy.
— Nada lo es, dulzura — Respondió Andres.
Daisy se subió a la cama con ayuda de sus manos intentó quitar el botón del pantalón, Andres dejaba que ella llevara el control. Miraba sus movimientos, el como ella se empeñaba por hacer todo más lento con tal de que ambos estuvieran a la espera.
— Joder — susurró Andres.
Se sacó el pantalón quedando solo en ropa interior al igual que ella. Daisy lo jalo del cuello atrayéndolo hacia ella para caer los dos en la cama.
Empezaba la verdadera lucha. Saber quien tendría el control.
Daisy se sentó arriba de él, moviendo sus caderas cada cierto tiempo solo para molestarlo.
En un movimiento, él tomó el control. Bajo sus besos por el cuello de ella, dejando un pequeño rastro hasta su brasier.
Sacó una pequeña navaja que estaba en la mesa de noche para poder cortarlo.
— Me debes uno nuevo — hablo Daisy.
— Te cómprate una tienda completa — respondió.
Andres comenzó a acariciar uno de los pechos de Daisy, causando que la mujer debajo suyo comenzara a mover sus piernas debido al placer que su cuerpo estaba experimentando.
Bajo su mano por su cintura hasta llegar a las bragas de la chica. Pasó su dedo por el listón hasta introducir un dedo en ella aun con la prenda puesta.
— Cariño, aún ni siquiera comienza la acción — susurro Andres.
— Hazlo — pidió ella.
Andres se levantó de la cama, jalándola de las piernas para dejar que estuviera sentada.
Daisy se levantó de la cama arrastrando una silla hasta donde se encontraban. Empujó a Andres para que se sentara, al tenerlo llevó sus manos hasta el inicio de sus bragas para sacárselas y lanzar hacia él, quedando por completo al desnudo.
Se subió a la cama a gatas, dejando un poco abiertas sus piernas para mirarlo.
— ¿Qué vas a hacer ahora?
Andres se levantó de la silla sacándose la ropa interior de encima, se posicionó enfrente de la entrada de ella para de un solo movimiento entrar.
Daisy soltó un suspiro al sentirlo, Andres la tomó de las caderas para ser él quien guiaba la situación, ella no se negó.
Las paredes de aquel lugar se podían escuchar los golpes de la cama y los gritos por parte de ambos.
Ella se movió intentando tener el control, pero él la detuvo.
— Está noche es tu noche, cariño — hablo Andres. — Te tocará disfrutar.
No descansaron hasta ver casi el amanecer, sabían que debían irse antes de que los encontraran.
Ella pasó su dedo por el pecho de él haciendo movimientos.
Se acercó una vez más para besarlo, mirándolo.
— Te amo.
Andres le sonrió, la volvió a besar. Espero hasta que ella se durmiera para poder tomar su ropa e irse del lugar, si bien eran una combinación perfecta de poder y riqueza, sabía que a la larga eso atraería una bomba y era mejor terminar todo de tajo que ver cómo se rompía de a poco.
Andres se marchó sin saber que ella estaba dispuesta a seguirlo hasta el final del mundo.
Ella se quedó con el corazón roto y aún amando a una persona que no podía ser suya, pero que deseaba lo fuera.
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