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CAPÍTULO XXVII: AYUDEN A SEAN

SERVICIO DE INVESTIGACIÓN CRIMINAL NAVAL, WASHINGTON D.C. (VN):

Un reencuentro entre dos agentes, dos equipos unidos trabajando...

Eran las 7:30 de la mañana y Sean aún no había despertado, resulta que la noche anterior no había podido conciliar el sueño por la emoción de volver a D.C. y la emoción de ver a su enamorada otra vez. Fantaseaba con el regreso mientras miraba al techo, daba vueltas hasta finalmente quedar de lado mirando la fotografía que tenía con ella en su cumpleaños celebrado por sus compañeros de trabajo, la tomó antes de dirigirle una sonrisa tonta y enamorada para luego dejarla y cerrar sus ojos cediendo finalmente a Morfeo, deseando verla aunque fuese en sueños.

La mañana siguiente había llegado y el claro indicio de ello, era que comenzaba a sonar la alarma de su celular avisando el comienzo de su rutina, sin embargo él no la escuchaba, Sean era madrugador, pero, ¿Será que llegaría tarde esta vez?, ¡No!, su alarma sonaba por tecera vez con "In The End" de Linkin Park, uno de los grupos favoritos de Sean, se despertó para apagar su alarma, eran las 7:30 de la mañana.

It starts with one thing...

-¡¿Qué?, No puede ser cierto!-. Dijo apenas vio la hora, se levantó rápido, desayunó y se vistió, mientras se vestía pensó en ir en carro, pero las noticias decía que el tráfico de Washington estaba lento debido al mal clima, era invierno, la única manera de llegar en 20 minutos a su trabajo era a pie. -O volando si pudiera-. Se quejó en voz alta mientras cogía su arma y su placa, para luego apagar su TV, salió corriendo de su casa para poder llegar en 20 minutos y no hacer enfadar a Mark, mientras tanto en la base del SICN, Mark ya había llegado con los demás, su otro equipo llegaría a las 8:00, decidió llamar a Sean.

-Hola jefe-. Sean había tomado un atajo para llegar antes a su oficina, iba trotando a un ritmo constante para no llegar casi besando el suelo al edificio naval donde trabajaba antes.

-¿Dónde estás Anderson?-. Preguntó Mark sonando calmado aunque en el fondo se notaba la ligera molestia por su tardanza, además estaba algo extrañado ya que desde que Sean se incorporó en el SICN, era uno de los que siempre llegaba primero a la oficina, a diferencia de sus otros compañeros agentes que llevaban más tiempo que él.

-Voy en camino jefe, voy por un parque-. Doblaba una esquina y seguía corriendo, saltando incluso para esquivar algunas cosas que obstaculizaban su paso, se encontraba a tres cuadras de su destino y optó por atravezar el parque que lo llevaba directo a la entrada para tomar el ascensor.

-Date prisa, no demoraran en llegar-.

-Ya voy a...-. Sean quedó atrapado en una trampa para animales, su pie derecho fue atrapado por aquella trampa y quedó colgando, por suerte alcanzó a agarrar su celular, soltó un bufido seguido de un suspiro de resignación ante su situación. -Ay demonios-.

-Anderson, Anderson-. Mark lo llamaba, entonces miró a su alrededor y vio como unas cercas puntiagudas se aproximaban a él, decidió contarle todo a Mark, no era nada bueno y parecía sacado de una película de terror. -¡Anderson maldita sea, ¿Estás ahí?!-.

-Jefe, esto va a sonar loco pero...-. Miraba las peligrosas puntas del extraño mecanismo de caza comenzar a girar provocando un ruido ensordecedor. -Estoy atrapado en una especie trampa para  animales con cercas puntiagudas aproximándose rápido hacia mí-. La respiración de Sean comenzaba a acelerarse mientras veía todo, solo podía pensar que ese ruso que consideraba su director era un psicópata mal nacido y sádico que quería provocar dolor intenso y desesperación en ellos, por desgracia lo estaba logrando.

-Descuida, iremos hacia allá-. Todos salieron tras Mark sin cuestionar pero teniendo el leve presentimiento que todo iba mal.

-Genial, lo que faltaba-. Se quejaba mientras intentaba soltar la soga. -Que ese maldito ruso fuera fan de SAW-. Al principio quiso rendirse, luego recordó que por órdenes de Mark tenía que llevar su navaja a todas partes, la sacó y comenzó a cortar la cuerda, parecía imposible. -Vamos, córtate-. Luchaba contra la cuerda, pero parecía imposible de romper son una simple navaja militar, los demás llegaron y vieron la situación, pensaron en cómo bajarlo, Hans vio a un hombre con una motosierra que estaba a nada de derribar un árbol que amenazaba con caer.

-Hola, necesito que me preste su motosierra un segundo-. El hombre confuso se la entregó y Hans llegó allí corriendo con la motosierra en sus manos, Emily lo vio.

-¿Qué vas a hacer?-. Le preguntó arqueando una ceja, Hans solamente sonrió. - Por favor dime que no cortarás el árbol-. Estaba profundamente en contra de la tala de árboles, pero para su sorpresa Hans negó antes de reír y responder para tranquilizarla.

-Cortaré la soga, no hay tiempo para talar, lo importante ahora es bajar a Sean de allí-.

-Dale eso a Ellis-. James se la entregó a Ellis y Ellis cortó la cuerda, James recibió a Sean y ambos cayeron al suelo.

-Gracias Hans, ¿Estás bien?-.

-No hay de qué, pero si te quitaras de encima de mi, sería ideal amigo-. Le decía, al caer Sean había quedado sobre Hans, quién de alguna manera amortiguó su caída, provocando un pequeño quejido en él, además de que estaban en una posición un tanto incómoda y comprometedora, por suerte el agente Morgan no estaba porque era capaz de tomar una foto. 

-Oh lo siento-. Sean se paró rápidamente y ayudó a parar a Hans, fueron a la base del SICN, el equipo de Mark ya había llegado.

-Ahora bien, escuchen, ellos serán sus nuevos compañeros-. Mark señalo hacía donde estaba su otro equipo. -Dave trabajará con Ted, Pauley trabajará con Allan, Morgan con Ellis, Amy con Scott, Anderson con Hans, y por último yo trabajaré con Emily-. Después de eso Pauley salió corriendo hacia Sean y lo abrazó con fuerza, colgándose en él y chillando un poco de la emoción.

-¡Por fin volviste, te extrañé mucho!-. Aquello no se escapó a la vista de ninguno, en especial del agente Morgan que desde hace rato molestaba a Sean con una posible relación con la chica gótica.

-Yo igual Pauley, también te extrañé, ahora hay que ir a trabajar-. Sean le entregó un nota, entonces cada quien se llevó a su compañero a su lugar de trabajo, solo se quedaron en la Sala Michael, Ellis, Sean y Hans, los cuatro comenzaron a trabajar.

-Hola, me llamo Ellis McGivney, vengo del FBI-.

-Un federal, yo me llamo Michael Morgan-. Después comenzó a mirar a Sean con una sonrisa traviesa en su rostro. -Hey novato, ¿Qué le diste a Pau?-. Preguntó Michel, le gustaba fastidiar a Sean y hacerle algunas bromas, Sean solamente suspiró y rodó los ojos, ya estaba acostumbrado a sus bromas, tenían una amistad un tanto amor/odio. A pesar las bromas y burlas de Michael hacia Sean, nunguno dudaría en arriesgar su propia vida si el otro estaba en peligro.

-No es de tu incumbencia Mike, ponte a trabajar-. Respondió Sean con tono serio, y siguió trabajando, Michael podía molestarlo con muchas cosas, pero no con eso tan personal que aún no se animaba a confesar en voz alta.

-Oh vamos, solo quiero saber, ¿Acaso andas enamorado novato?-. Le decía así a pesar que ya no era el miembro más joven del equipo o nuevo.

-Te he dicho que no Mike, ahora concéntrate-. Sean sabía de sobra que sí estaba enamorado de Pauley, pero no se lo diría a nadie, no aún. Además quería mantenerse profesional para encontrar al ruso, el caso estaba estresando a más de uno y afectándolos con insomnio, estrés y ansiedad leve. 

-Ya lo oíste Mike, tenemos un caso que resolver-. Dijeron Hans y Ellis al tiempo, entonces Michael se puso a trabajar, por otro lado el doctor David y Ted parecían llevarse bien, los dos eran chapados a la antigua y amantes de la historia, de las cosas simples y del té.

David y Ted en la morgue...

-Soy el doctor David Sheppard, llevo más de 10 años trabajando aquí-. David se presentó con un acento escocés que de imediato captó la atención de Ted como si estuviera viendo su materia favorita en la escuela. El doctor Sheppard Tenía 85 años, su cabello canoso bien cuidado y peinado, lentes semiredondos pequeños y un moño sobre su camisa, el prototipo del clásico hombre elgante y formal.

-Me llamo Ted McKlay, llevo 3 años trabajando con esta Agencia, sin mencionar mi otro historial con la policía metropolitana de Las Vegas y la rama cibernética del FBI-.

-Interesante, no hay cuerpo pero eso no indica que no haya nada que hacer-.

-Hay mucho, pero podríamos hablar de algo mientras tanto-.

-Hablemos de nuestra juventud, ¿Algo de tomar?-. Le preguntaba educadamente mientras buscaba algo para preparar.

-Un té estaría bien-. Comenzaron a hablar de su juventud y cosas que hicieron de niños, se contaron historias y Ted estaba maravillado por el otro mayor, hasta podría jurar que le hubiese encantando conocerlo en su época universitaria o tenerlo de docente, aprendía cosas que desconocía y comenzaba a enamorarse un poco de la cultura escocesa, hasta pensaba en viajar allí para celebrar su aniversario con su esposa. Por otro lado Pauley quedó encantada con Allan...

Pauley y Allan, en la "Cueva Becket"...

-Wow, adoro este lugar y su estilo, es increíble-. Dijo Allan apenas ingresó al laboratorio de Pauley (También conocido como "Cueva Becket" debido a lo oscuro y a la ubicación del laboratorio en uno de los pisos subterráneos del edificio), decorado al estilo casi friki con figuritas de acción y figuritas de cantantes de rock, parecía ensimismado con lo que veía y sonreía como niño pequeño en una tienda de juguetes.

-¿Enserio?, Creía que dirías otra cosa-. Pauley se alegró, ella vestía al estilo rockero gótico, con botas de platadorma. -Aunque mis compañeros de equipo no dicen nada por la decoración, a veces se quejan por el alto volumen de la música, excepto alguien-. Confesaba Pauley con algo de pena pero ocultando a quién se refería, Allan solo soltó una risita.

-En verdad esto es genial, soy amante del rock y toco en una banda-. Dijo Allan animándole y con una sonrisa mientras dejaba ver la camisa que llevaba, era una camisa de Bon Jovi con la canción "Livin'on a Prayer", Pauley abrió la boca al ver su camisa antes de mostrarle su manilla de cuero con el logotipo de la banda.

-Wow, que bien, nos llevaremos muy bien, ¿Cómo te llamas?-.

-Allan Zwick, ¿Y tú?-. Le respondió tendiéndole la mano con educación y ella aceptó sonriendo, pensaba que podrían ser muy buenos amigos.

-Pauley Becket-. Ambos comenzaron a recorrer el laboratorio, Allan estaba asombrado de lo agradable que era ese lugar, de un momento a otro comenzó a cantar la canción que Pauley tenía de fondo:

-In your house, I long to be, room by room, patiently...- Hacía que estaba tocando una guitarra imaginaria.

-I'll wait for you there-. Pauley lo siguió mientras movía dos lápices como si fueran baquetas, tocaba la batería con entusiasmo, Pauley acostumbraba a trabajar con música y varias veces el director se quejó por ello hasta que al final la dejó seguir trabajando pero con la condición de manetener un volumen moderado.

-Like a Stone!-. Cantaron los dos al tiempo y siguieron con el resto de la canción, hasta cierta parte - I'll wait for you there alone!...-.

-Wow, de verdad amas el rock, es mi canción favorita-. Dijo Pauley. -Incluso es mi tono de llamada-. 

-Qué coincidencia, también es mi favorita-. Afirmó Allan mostrando la canción que sonaba en su Spotify que tenía pausado después de haberse bajado de su Avalanche. -Aunque mi tono de llamada es otro-. Allan también acostumbraba a escuchar rock camino al trabajo y a su casa.

-No existen coincidencias en este lugar según Mark-.

-Oh lo siento-. Allan hizo como si estuviese regañado, luego rieron, eran casi parecidos a diferencia de que Pauley vestía como una verdadera rockera, sin saberlo entre ambos analistas forenses, se había formado una amistad.

Amy y Scott en los escritorios de la agente de origen español...

-Soy Amy Alvez y es un placer trabajar contigo-. Ella se presentó de manera formal, era una chica rubia de ojos azules, estatura promedio y vestida muy diferente a las otras agentes que iban cons sus trajes o vestidos finos, además de que había nacido en Barcelona, se había mudado con sus padres a Washington cuanto obtuvo una beca en Harvard. En su lugar Amy vestía casi al estilo universitario con poleras de beisbol, jeans y zapatos de suela baja.

-Me llamo Scott Reagan-. Amy sonrió al reconocer el nombre del "Hermano" de su jefe, con quién en ocasiones habían trabajado juntos, después de todo tanto Mark como Scott eran unas "leyendas vivientes" en el Servicio de Invetigación Criminal Naval.

-¿Tú eres "Prince" cierto?-. Preguntó con su acento español no tan marcado pero si algo evidente.

-Sí, el mismo del que hablan mucho por aquí al parecer-.

-Wow, en verdad pareces hermano del jefe Quinn-.

-Sí, lo conozco desde hace 30 años-.

-Mucho tiempo-. 

-Claro, si hay alguien a quién le confiaría mi vida, sin duda sería él-. Siguieron hablando, recordando anécdotas de casos en conjunto, reuniones entre agencias, eventos donde ambos jefes y sus respectivos equipos coincidían y terminaban hablando hasta bien tarde e incluso hospedándose fuera en la casa de Mark o Scott. Finalmente estaban Hans y Sean que ya se conocían, los dos trabajaban codo con codo...

Hans y Sean en la sala de MTAC...

-Genial, ojalá el Departamento de Miami-Dade tuviera una sala secreta como esta-. Habló Hans quién recorría el lugar con curiosidad y emoción mirando la sala secreta de MTAC: Multiple Threat Alert Center (Centro de Alerta de Amenazas Múltiples) lleno de múltiples pantallas, radares, un enorme equipo con tecnología de alta gama.

-Sería bastante útil ya que esto puede bloquear señales alternas de celulares y computadoras si quieres mantener una conversación más privada-. Le respondió Sean mientras le entregaba unos auriculares y Hans se los ponía. -Aunque me sigue gustado más la tecnología que manejas allí en Miami-Dade-.

-¿Qué te puedo decir?, es algo futurista, incluso la implementó nuestro director-. Miró distintos artefactos entretenido, ambos tenían la misma idea en mente: "Quisiera una probadita de lo que tienes aunque me siento feliz con lo que tengo". -Por cierto... ¿Para qué usan esta sala?-.

-Bueno, por lo general es para contactar con agencias externas, embajadores, presientes o simplemente hacer seguimiento en vivo y en directo de los buques o aviones que lleven agentes navales a bordo-.

-Increíble, ¿Como los Royal Marines?-. Sean asintió ante la mención de la marina inglesa, si bien tenían algunas cosas similares, también tenían cosas distintas la naval estadounidense y la británica.

-Por cierto, no sabías que tú eras un experto en estos temas-.

-En realidad si-. Confesó Hans con una sonrisa. -Desde niño tuve gusto particular por ello, así que cuando me mudé con mis padres a Inglaterra a mis 7 años, comencé a leer del tema para poder graduarme junto con Emily en la misma univerdidad-. Cada dupla siguió conversando e investigando el caso hasta bien entrada la noche, el cansancio se hacía notorio en algunos agentes, razón por la que Emily y Mark decidieron quedarse un día más en Washington, cuando salieron, Sean y Pauley quedaron de verse a solas, Pauley había leído la nota.

-En verdad estoy locamente enamorado de ti-. Comenzó a decir Sean acercándose a ella y tocando su mejilla con dulzura, él le había escrito un poema además de preguntarle si querían ser novios. Ese pequeño gesto había derretido a Pauley, le gustaba cuando cada vez que estaban juntos a solas, él era afectivo y cariñoso con ella aunque mantenía su profesionalismo.

-Igual yo Sean y sí acepto la propuesta-. Dijo ella acercándose a él y cortando la distancia entre ambos con un profundo y tierno beso, Sean llevó sus manos a la cintura de Pauley atrapándola entre sus brazos y Pauley sujetaba su nuca jugando un poco con su cabello, siguieron el  beso, duraron así hasta que vieron a Hans.

-Qué lindo es el amor-. Dijo Hans sonriendo de lado mientras los miraba, de haber estado Michael ahí, comenzaría a hacer bromas al respecto. Aquello lo hacía recordar su primer beso con Emily y la relación que ahora tenían los dos, le recordaba su juventud cuando ambos se quedaban dormidos abrazados después de una tarde de películas o simplemente tomaban una pausa de estudiar para darse besos o caricias donde se profesaban su amor.

-No le digas a nadie, ¿Sí?-. Dijeron ambos al tiempo algo asustados mientras lo señalaban casi acusándolo de arruinar su momento romántico, Sean se acercó y le habló. -Por favor, no le digas a Emily-.

-Ok, no he visto ni sé nada, aunque se ven bien así, lo digo en serio chicos-. Les dijo con una sonrisa sincera mientras bajaba para reunirse con Emily en el parqueadero con una idea en mente para sorprenderla.

-Gracias por cubrirme Hans-. Entonces salieron todos hacía su casa, Sean y Pauley quedaron de decir la verdad en fin de año, mañana tendrían que estar a la misma hora en la oficina.

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