Para celebrar la entrada de @Mel_Licht_Dukenhelit a darnos una mano con este proyecto, hemos decidido visitar la costa Pacífica de Colombia. Allí nos espera un vampiro particular, producto de la fusión de mitos transplantados desde Africa y España.

La Tunda es un vampiro con la capacidad de adoptar la forma, ya sea de una amable viejecilla o una mujer joven e interesante.

El asunto es que esta criatura nocturna anda por allí muy preocupadita por todos aquellos que, faltos de juicio, se adentran en esos caminos perdidos de la selva.

En la mejor tradición de Hansel y Gretel y la dulce reina de Blancanieves, la tunda ofrece a sus insospechadas víctimas delicias de comer. Entre estas se encuentran camarón fresco y frutas. Quien prueba la comida que el vampiro ofrece, queda prendado a la voluntad del mismo, en un proceso conocido como "entundamiento".

Por supuesto que en algún momento se cansará usted de comer crustáceo y frutita y cuando ya satisfecho se despide de la amable viejecilla, pues digamos que la doña no acepta un simple gracias. Aquí le tocó saber que lo estaban engordando para la cena y acabará usted destasajado y drenado de sangre.

Nada nos resta por decir excepto, que si ha usted de irse de paseo por esos caminos olvidados de Dios... lleve una mochilita con alguito de comer y si ve una viejecilla que se le acerca, sea juiciosito y corra.

Ahora, no es cuestión de desconfiar de cuanta anciana se cruce en su camino. La Tunda, como la empusa griega, es difícil de matar, pero fácil de identificar. Estos vampiros visten amplias faldas, bajo las cuales esconden una pierna esculpida en madera que les hace evidentes.