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La cría se encontraba en sus brazos, refunfuñó al darse cuenta que esa alimaña sería muy berrinchuda cuando creciera.
Bueno, si se iba a hacer responsable de aquella alimaña, evitaría que fuera así de caprichoso y berrinchudo.
Lo analizo de más cerca y por mera curiosidad lo olió para saber si de pura casualidad se podía llegar a percibir el olor de su madre. Se decepcionó al ver que no era así, únicamente estaba su olor después de haber cargado al bebé por unas cuantas veces.
El bebé abrió sus ojos después de su siesta, observó fijamente a Inuyasha con aquellos orbes plateados, los cuales reflejaron la felicidad que le daba ver a quien el consideraba su madre.
Inuyasha no tardó en arquear la ceja confundido por aquella acción, no entendía cual era la felicidad.
Se sorprendió al ver como trataba de enderezarse, y lo hizo sin ningún problema. Ahora estaba recargado en su pecho, no diría que el contacto le molestaba, pero si era algo extraño.
Prestó más atención sl físico del bebé y se percató de que sus facciones habían madurado un poco, como si hubiera crecido.
—Increíble —murmuró el anciano.
—¿Qué sucede Myōga?
—Había escuchado de otros sabios Yōkai que las crías de los Inu Yōkai crecen de manera abundante cuando apenas son unos cachorros, y ahora puedo ver que es verdad. En tan solo unas horas la cría creció como si ahora tuviera seis meses, esto es serio amo Inuyasha.
—¿Ahora por qué? —preguntó fastidiado.
Ya eran varias veces que Myōga le decía que tal cosa era sería. A ese punto creía que desde que salvó al bebé todo se había tornado serio.
—Calculo que dentro de varias semanas la cría comenzará a ser más independiente y buscará salir de su nido, debe estar atento cuando eso pase o puede suceder una tragedia.
Más y más tragedias podían ocurrir si no tomaba precauciones. Se dsgaba comenzando a hartar de esa situación, y eso que solo habían pasado un par de horas.
No había vuelta atrás, y lo viera por donde lo viera, no había forma de que pudiera resolver aquello sin que su vida corriera peligro.
—Bien Myōga, tu ganas, ¿qué debo saber para hacerme cargo de esta alimaña?
—Primero que nada amo, por enésima vez sea más respetuoso con la cría, no puede estar llamándolo así todo el tiempo. Empecemos por eso.
—¿Empezar por qué?
—Dele un nombre. Es el primer paso para fortalecer el vínculo.
—Ni de broma, no haré eso. Le queda mejor alimaña.
—¡Amo Inuyasha debe hacerlo!
—No Myōga, el hacerlo solo demostrará que planeó quedarme con él durante toda mi vida, y no es algo que quiera hacer.
—Pensé que ya había entendido amo.
—Escucha Myōga, que decida hacerme cargo de esta alimaña, no quiere decir que ahora será mi familia o algo por el estilo.
Myōga empezó a saltar desesperado en el mismo sitio, no podía creer que su amo fuera tan estúpido, con todo respeto.
Se detuvo, dejaría que las cosas fluyeran, después de todo tarde o temprano su amor vería a la cría como suya propia.
—Muy bien amo Inuyasha, no es necesario que sean familia, pero al menos dele un nombre, solamente eso.
Inuyasha observó que el cachorro empezó a frotarse contra su pecho mientras soltaba pequeños balbuceos.
Sonrió inconscientemente al ver aquello, pero no tardó nada en quitar aquella sonrisa en cuanto se dio cuenta de que la estaba mostrando.
Myōga sonrió internamente al ver eso, poco a poco su amo iría aceptando aquello que tanto quería negar.
—En algo tienes razón anciano, sería demasiado cansado llamarlo por un nombre tan largo —alzó al bebé para poder verlo de cerca —. ¿Qué nombre sería adecuado para ti?
El bebé ladeo la cabeza al escuchar al Hanyō decir eso, pero no tardó en reírse y alzar sus manos a su rostro, como queriendo tocarlo.
Inuyasha recordó que el bebé era un Inu Yōkai, y si eran del oeste, quería decir que el clima estaba en la mayoría del tiempo frío.
Y teniendo en cuenta que su especie era de los perros blancos, el nombre llegó rápido a su mente.
—¿Qué te parece, Haku?
Al escuchar aquel nombre, la cría comenzó a reír satisfecho, Inuyasha parpadeó confundido por aquella reacción.
—Es perfecto amo Inuyasha, a Haku le encanta su nuevo nombre.
—¿Cómo siquiera puedes asegurar eso con sólo verlo reírse?
—Recuerde lo que le dije amo, los Inu Yōkai desde que nacen son muy inteligentes, sobre todo los DaiYōkai como lo es Haku.
Al oír eso solamente soltó un resoplido y se acomodó en su futon para poder dormir, planeaba hacerlo separado de Haku, pero no se le quiso despegar, por lo que tuco que dejar que se acurrucara contra él.
Inuyasha estuvo en un dilema por un rato cuando recordó que tenía que ir a la torre de los exterminadores.
Casi que amenazó a la pulga de muerte si le pasaba algo a Haku en su ausencia, ya que Myōga le había asegurado que al ser una cría dormiría mucho y no se despertaría.
Aun así, Inuyasha no de sentía tranquilo dejando a Haku solo, y estaba seguro que en cuanto Myōga percibiera peligro, huiría saltando.
Sin embargo, si no asistía a la reunión lo irían a buscar hasta su cabaña y ahí si sería el líder de los extermjnadores quien podría encontrar a Haku.
Y eso no lo permitiría.
Al final no había servido de nada asistir a la reunión ya que le habían dicho prácticamente lo mismo que Miroku y Sango le habían dicho la noche anterior.
Solo que quien lo había recalcado había sido el líder, y sus palabras de alguna manera tenían más peso que las de cualquiera.
Ahora mismo se encontraba en el bosque recolectando algunas frutas, ya que nuevamente a palabras de Myōga, debía alimentar a Haku hasta que tuviera la edad suficiente de conseguir su comida él solo.
Pero que por mientras, él debía alimentarlo.
Una vez que consiguió todo lo que necesitaba, regresó rápido a su cabaña. Aunque no pudo evitar sentirse observado. Decidió ignorarlo y continuar su camino.
Tal vez y levantaría muchas sospechas al permanecer tanto tiempo en su cabaña. Con el tiempo iría viendo que excusas dar para que no lo cuestionaran demasiado.
Cuando abrió la puerta de la cabaña se sorprendió al ver a Haku gateando mientras perseguía a Myōga.
El maldito niño crecía demasiado rápido para su gusto.
Cuando Haku se percató de su presencia, rápido gateó hacia donde estaba.
Inuyasha dejó la fruta de lado y se arrodilló, reía divertido mientras llegaba hasta sus rodillas.
—¿Así que te divierte molestar a esa pulga cobarde? Me agradas alimaña.
—¡Amo Inuyasha!
—Silencio Myōga, necesito preparar la disque papilla que me dijiste.
—Excelente amo Inuyashaz ya se esta tomando más en serio su papel.
Inuyasha soltó un gruñido y se dispuso a cocinar, con Haku siguiéndolo por detrás.
"Menuda mierda" fue su pensamiento.
Fue algo muy complicado preparar la comida, sobre todo alimentar a Haku porque veía divertido tirar la comida de la cuchara.
Al final Inuyasha se rindió y dejó que Haku ingiriera sus alimentos utilizando sus manos.
Todo iba relativamente bien, hasta que gracias a una sola palabra, el mundo de Inuyasha se detuvo.
—Ma-má —murmuró Haku feliz viendo a Inuyasha.
Inuyasha literalmente peló los ojos al escuchar aquello.
—¿¡Qué!?
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