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Inuyasha abrió los ojos lentamente, los rayos del sol que se colaban por el ventanal topaban directamente hacia sus ojos, lo cual resultó en algo molesto para el Hanyō.
Pasó una mano por sus ojos para tallarlos con frustración, detestaba que la luz golpeara contra sus ojos cuando estaba dormido.
Recordó vagamente los sucesos de la noche anterior, su conversación con Sesshōmaru, el pequeño acercamiento que ambos tuvieron.
Chistó la lengua porque pudo sentir su rostro caliente.
Un ligero movimiento lo hizo terminar de despertar, abrió sus ojos solo para ver la imagen de Haku frente a él, quien ahora parecía un poco más grande.
Haku se acercó con una enorme sonrisa en su rostro y abrazó su rostro, Inuyasha pasó un brazo por encima, correspondiendo el intento de abrazo que Haku trataba de darle.
—Buenos días Haku.
—Ma-má —lo llamó feliz.
—¿Tienes hambre?
La cabeza de Haku se movió de arriba a abajo un par de veces.
—Muy bien.
Se enderezó y se estiró un poco para destensar sus músculos. Haku se dejó caer en su regazo feliz, Inuyasha le dio una leve caricia y lo sostuvo en sus brazos.
Se levantó del futón y caminó hacia la puerta, al momento de abrirla la enorme sonrisa de Hikari lo recibió.
—¡Buenos días amo Inuyasha!
A su lado, Hikaru negó divertido por la energía de su hermano.
—¡Mierda no hagas eso!
—Lo siento amo Inuyasha, es que me emocionan mucho las mañanas.
—¿A quién en su sano juicio le agradan las mañanas?
—Su desayuno esta listo, podemos llevarlo al comedor para que usted y el Waka-sama puedan desayunar —informó Hikaru.
—¿Dónde está Sesshōmaru? —ni siquiera él supo porque preguntó por él.
—El Lord Sesshōmaru tuvo que atender a unos Yōkais que llegaron por asuntos de negocios, pero lo verá a la hora de la comida si eso le preocupa.
—Ja, como si me importara lo que haga ese bastardo.
Ambos gemelos se quedaron callados ante la forma en la que su amo se había dirigido a su Lord. No eran quienes para juzgarlo, después de todo eran compañeros.
Cuando llegaron al comedor Inuyasha sentó a Haku en una silla especial para él, justo a su lado.
Aún estando "seguro" dentro de esas paredes, no confiaba en ninguno de los sirvientes que estaban ahí.
No después de todas las miradas de disgusto que había recibido por parte de ellos.
Hikaru les hizo una señal para que sirvieran los platos de Inuyasha y Haku, la mirada que le dio Inuyasha a la sirvienta que dejo el plato de Haku fue de lo más, criticable.
—Alto —la detuvo antes de que se fuera —. ¿Me puedes explicar que mierda es esto?
—Es el desayuno del Waka-sama.
Inuyasha frunció el ceño, pues el desayuno que era para Haku estaba hecho con alimentos que hasta donde sabía, no eran aptos para que un bebé de la edad de Haku comiera.
—Debes estar bromeando si piensas que mi hijo va a comer esto.
—¿Disculpe? Usted no puede objetar nada —reclamó ofendida.
Hikari trató de decir algo pero Hikaru intervino, evitando que pudiera decir algo.
Inuyasha se levantó furioso, azotando las manos en la mesa, provocando que los utensilios saltaran en su lugar.
—¿Ma-má?
—La que no puede objetar nada eres tú, no voy a permitir que trates de perjudicar la salud de Haku, y que por si no sabes, es el cachorro de Sesshōmaru. ¿Qué diría si se entera que su servidumbre trató de hacerle daño?
—¡Fue sin intención!
—¡Me importa una mierda si fue con o sin intención, no voy a dejar que alimenten a mi hijo con esto! Así que si no traen una maldita fruta o un puré apto para que él lo pueda comer, no sin antes asegurarme yo mismo que sea adecuado.
La sirvienta estuvo a punto de decir algo pero Inuyasha la frenó.
—Si escuchó una sola negativa salir de tu boca, una sola, y me vas a conocer.
—Más te vale obedecer a la futura Señora del Oeste, o el Lord Sesshōmaru se hará cargo personalmente de ti —advirtió Hikaru.
La sirvienta no dijo nada y simplemente obedeció, Inuyasha no era tonto, sabía por la anciana Kaede que en palacios así toda la servidumbre de la cocina se encargaba de preparar los alimentos, no había un cocinero especifico.
Por eso sabía que aquella sirvienta había sido la responsable de escoger ese plato para Haku.
Sin embargo, no iba a permitir que le hicieran daño a su cría, intencional o no.
Prefirió no decir nada ante lo que había dicho Hikaru, simplemente suspiró frustrado y se volvió a sentar en su lugar agitando las mangas de su traje para que no le estorbaran.
Volteó a ver a Haku el cual lo miraba con sus ojos plateados preocupado por las emociones alborotadas que su madre había mostrado.
Simplemente le dio una caricia en la cabeza para tranquilizarlo.
—Iré personalmente a ver que preparen bien los alimentos del Waka-sama amo Inuyasha —se retiró Hikari hacia la cocina.
A Inuyasha no le incomodaba la presencia de Hikaru, sin embargo sentía que no era tan conversador como Hikari, desde que los vio por primera vez se percató de ello por sus personalidades.
No es tampoco como si quisiera hablar con ellos, pero al menos no los rodeaba un silencio tenso cuando era Hikari el que tenía algo que decir.
Decidió permanecer en silencio, dándole ligeras caricias a Haku para seguirlo tranquilizando.
En ningún momento tocó sus alimentos, no hasta que Haku tuviera los suyos propios y pudiera desayunar.
Minutos después Hikari llegó con un plato de fruta picada, Inuyasha analizó la fruta para cerciorarse de que fuera la indicada, al ver que no había problema dejó que Haku comiera.
Eso sí, no paso por alto el hecho de que la sirvienta no entregó el plato como correspondía.
Después de que ambos terminaran de desayunar, con una servilleta limpió los restos del jugo de la fruta que habían quedado en las mejillas de Haku.
Lo tomó en brazos y caminó hacia uno de los jardines que había en el palacio, el cual había llamado su atención cuando pasó una vez frente a él.
Los gemelos lo seguían tranquilamente, hasta que una presencia los alertó a ambos.
Se apuraron a colocarse a los lados de Inuyasha, el cual se detuvo al ver a una figura frente a él.
Una mujer con un kimono blanco y morado, con una especie de saco cubriéndola dejando al descubierto la parte de sus hombros y clavícula. Un collar adornaba su cuello y la forma de su cabello era con dos coletas, el maquillaje en su rostro le hacía honor a sus facciones.
Era una mujer completamente bella y elegante.
La luna en su frente y su rostro, le dieron una idea de quien era.
—Bienvenida, Madame Inu no Kami —reverenciaron ambos gemelos.
La madre de Sesshōmaru.
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