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[🌑]⁴ New Moon

— ¡DongJu! —gritó de pronto su amigo, apareciendo por el pasillo. Fue lo único que logró sacarlo de su tarea de frotar su cara contra mi cuello.

— ¿HwanWoong? —dijo confundido y miró en su dirección, entonces aproveché para alejarlo de mí y meterme en mi cuarto sin perder más tiempo.

Estaba un poco ansioso después de la situación incómoda y quería calmar a mi lobo antes de volver a salir, así que presioné mi collar contra mi pecho y traté de controlar mi respiración. Luego me enfoqué en cambiarme.

Podía escuchar la conversación de los dos mientras me vestía para salir a entrenar.

"Te dije que no tenías que venir".

"No tenía otra opción".

"Ves que no podés estar seguro con un Alfa, pero ya sabías eso".

"¿Y qué preferís que haga? ¿Pasar toda la noche escondiéndome? Es cuestión de tiempo hasta que alguien me encuentre".

"Alejémonos de su cuarto, por favor".

🐥:
"Primo, necesito pedirte un favor enorme 😫"
²²·¹⁷

🐰🩺:
"👀👀"
²²·²²
"No voy a darte supresores"
²²·²³

🐥:
"Necesito que recibas a dos Omega en tu casa por un par de noches 😀"
²²·²⁴
"Van con cupcakes"
²²·²⁵

🐰🩺:
"Ah-"
²²·²⁶
"BUENO entonces sí"
²²·²⁷

Salí del cuarto listo para irme lo antes posible. Los chicos estaban en el patio, donde el aroma no era tan fuerte, tirados en el pasto.

— Entiendo que no es lo mejor que se queden acá. Hablé con mi primo, si están de acuerdo los puedo llevar con él —dije, apenas asomado a la puerta corrediza de la galería. DongJu levantó una ceja y su amigo le golpeó despacito el hombro.

— Ya lo sabe, y aparte es médico... —le dijo, intentando convencerlo. Por suerte, a su amigo le parecía buena idea.

— ¿No era que no tenías a quién contarle? —se quejó, yo esperaba una reacción como esa de su parte.

— ¿Querés la ayuda o preferís volver a tu casa? —contesté con firmeza, después de todo, de eso se trataba.

— Está bien —murmuró bajito.

Volvimos a la casa, agarré una caja de cupcakes de la heladera, que ya tenía dos de menos, y volvimos al auto, esta vez los tres.

El camino a la casa de mi primo fue puro silencio, al menos de nuestra parte. Las noches de luna llena siempre sonaban igual, a sirenas de policía, gritos y aullidos. No era agradable, era bastante asqueroso. Yo quería pasar el menor tiempo posible en la calle y cerca de los dos Omega, así que conduje lo más rápido que pude entre el tráfico horroroso de una noche como esa. Con suerte llegamos bien.

— Gracias primo, de verdad, sé que te estoy pidiendo mucho. Son dos desconocidos para vos.

— La dimensión del favor no es tanto por el hecho de que sean desconocidos, sino porque es una noche de luna llena y la anterior la pasé de la peor manera.

— Lo sé, perdón, pero no puedo tenerlo conmigo.

— Podrías, solo tenés que controlar tus colmillitos y pasar la noche con él sin marcarlo accidentalmente. No sería la primera vez.

— ¿Estás loco? No va a repetirse, yo no hago eso.

— Exagerás. Pero bueno, como quieras, si preferís dejarlo acá para que yo lo analice... No tengo problema.

— Es para que esté seguro, no para que lo analices...

— Primo, te conozco. Me vas a pedir un parte médico mañana.

— Es que me dijiste que sospechabas algo sobre su caso —reconocí, un poco de curiosidad sí tenía.

— Sí, ahora que lo veo en persona, entiendo muchas cosas.

— ¿Como cuál?

— Como que hayas caído. Su energía Omega es muy fuerte.

— Y te puedo jurar que hace dos semanas era un Alfa como vos y yo.

Los dos seguíamos hablando cerca de la puerta de entrada a la casa. A lo lejos, la esposa de mi primo conversaba con los dos omegas como si fueran amigos de toda la vida. Parecían entenderse bien. HwanWoong abrazaba la caja de cupcakes y DongJu sostenía la mano de la omega y la miraba con los ojitos brillantes. Me vi tentado a hacer uso de mi buen oído de Alfa y traté de escuchar de qué hablaban.

"Espero que pronto lleguen los cachorros que buscan", no, definitivamente no me interesaba esa conversación.

— Tu esposa ya está contando sus problemas, creo que mejor me voy y los dejo a solas.

— Ah, está obsesionada...

— La entiendo porque te ves como un buen padre —dije palmeando su hombro. Yo también podía imaginarlo cargando a sus criaturas y jugando con ellos en la alfombra, era una pena que la biología no se los permitiera.

— No digas eso.

— Bueno, ahí te encargo dos para que practiques.

— Esos ya son adultos, no inventes.

— Te los encargo igual. Gracias primo, te debo una.

— Me debés mucho más que "una".

— Te lo vas a cobrar... No te quejes. Que te sea leve —dije antes de palmear uno de sus hombros para irme de una vez.

— igualmente hermano —dijo él. Me encogí de hombros y salí de la casa. Mis piernas estaban pidiendo ser libres, así que me subí al coche para conducir hasta el monte de siempre, mi lugarcito de paz en el mundo.

.

.

La noche ya era profunda a esa hora y el aire estaba fresco, ideal. Cuando bajé del auto, mi cabeza ya estaba mucho más despejada, después de un agotador día de luna llena en el local, y un escenario atípico en casa. Por fin mí libertad de siempre.

Me aseguré de ponerme el reloj inteligente antes de empezar, para contar los kilómetros. Si todo marchaba bien, añadiría 15 kilómetros más a mi marca. Luego de eso, iría a visitar a HaRin, como habíamos acordado. Solo esperaba que no fuera demasiado tarde para él.

— Hey, cuidado por dónde va —grité un poco fastidioso, alguien se había chocado de lleno contra mí. No había dado ni diez pasos, y ya estaba detenido sosteniendo al torpe que se me había cruzado, como si hubiera aparecido de la nada misma.

— Lo siento, no lo vi en la oscuridad —se excusó el muchacho, tenía sentido, la única iluminación era la luna llena hermosa sobre los dos, pero los árboles tapaban su luz y, para completarla, el tipo estaba completamente de negro.

— Fíjese por dónde anda, no es una noche para deambular —le advertí, si era un Omega, podía estar en peligro, pero... No, no sentía feromonas de Omega.

— Está bien, si estas son las sorpresas que guarda la noche, no me molesta...

Subió sus brazos a mis hombros y acercó su rostro al mío. Lo dejé solamente porque seguía intrigado, ¿no era Omega?, ¿entonces por qué me estaba coqueteando? Y lo que era aún más raro, tampoco olía a Alfa.

— Pensé que no veía nada en la oscuridad —. Tenía un par de ojos verdes muy bonitos que ahora me miraban bien de cerca con una sonrisa traviesa.

— Es mentira, veo perfecto si es lo que quiero ver, jeje, y usted es muy interesante de ver.

El extraño seguía colgado de mis hombros, ¿qué clase de fuente de criaturas extrañas era ese bosque? Seguía intentando detectar su aroma y no había manera. Solo me hacía picar la nariz y me incomodaba.

Salió un gruñido involuntario de entre mis labios y el muchacho retiró despacio sus brazos con una risa tonta—. Ja, está bien, veo que no le intereso, no voy a esperar a ver qué tan bonitos son sus colmillitos, Mr. Wolf.

¿Qué comentario era ese? Bastante desagradable por cierto... Pero, ¡oh!, ahí estaban mis colmillos clavándose en mis propios labios. Por dios, ese tipo sí que me irritaba y no tenía razón de ser. Me aparté con urgencia y volqué un poco de agua sobre mi cabeza para calmarme.

Luego de sacudir mi pelo y sentir mis dientes contraerse, levanté la vista, no había rastro del extraño muchacho. Mi piel había quedado erizada como si hubiera estado frente a un Alfa territorial esperando por atacarme, pero solo era un... Un extraño sin aroma. Era tan incómodo, la sensación no se quitaba de mí como si fuera algún tipo de alergia, mi nariz picaba.

Dejé de darle importancia esperando que se pasara. Tenía una hermosa luna cargada sobre mí y quería sentirla y disfrutarla. Quería dejar la sangre fluir por mis piernas y fortalecerme, respirar esa energía, absorberla, llenar mi piedra. No me importaba nada más, así que reanudé el contador, ajusté la botella de agua en mi cintura y seguí.

Llegué al acantilado con los músculos hinchados. Era mi parte favorita, una vista envidiable de la ciudad, el sonido de la naturaleza nocturna despierta y luz de la luna llena dando directo contra mi cuerpo.

Ah, toda esa hermosa energía... Solo... Solo... Me hacía pensar en alguien y no estaba bien. Miré a la derecha, entre los árboles, los jazmines silvestres eran comunes en esa zona, yo solía llevar ramas a mi casa para cocinar. Ahora no podía sentir ese aroma sin sentirme abrumado. Tenía que emprender el regreso antes de terminar por adentrarme en el bosque y mordisquear una rama de jazmín como un poseso.

La idea se había dibujado sola en mi mente y me daba rabia. Me dejé caer en el suelo, cerca del límite del monte. Respiré profundo, cerré mis ojos, y me quedé unos segundos siendo consciente de mi cuerpo agitado. Los abrí después y miré directo al hermoso brillo plateado.

— Ah, ¿cómo estuviste? Te esperé, como siempre —le conté a la Luna, que me miraba pálida desde arriba.

Era mi momento con ella, como cada mes, esta vez nada nos interrumpiría—. Aunque este mes tuve ayuda. Tengo un pedacito tuyo en casa, eh. Un hijo tuyo, quizás, no sé. Es especial. No vas a responderme, pero quisiera saber si es un regalo de tu parte o qué, porque lo encontré por acá. Ah, estoy enloqueciendo, ¿no? Igual que papá.

Mi corazón se sintió agrietado cuando lo mencioné, no quería pensar en él, que ya no era ni una pizca del hombre que había sido, no había nada de cordura en él, había perdido la cabeza y todo por el rechazo más doloroso. Yo también me sentía así, en realidad, rechazado por mis dos padres, aunque él no tenía la culpa.

— Es curioso, sé que estás ahí brillando para todos y todos te ven, pero cuando estoy así, siento que sos solo mía. Jaja —me reí solo—, en realidad soy igual de egoísta y posesivo, ¿no? "Sos un alfa común que se cree especial". Es verdad, es verdad. Lo único que me hace diferente es seguir intentando, así que voy a seguir.

Me arrodillé y le dejé una sentida reverencia a la Luna. Me levanté despacio y sacudí un poco mis rodillas. Era momento de seguir. Tenía que volver y salir a jugar al Omega, no me quedaba otra y tampoco podía quejarme.

Mi cuerpo estaba sediento y cada minuto que pasaba embebido en toda energía se hacía más intenso. Toda la sangre de mi cuerpo estaba concentrada en la zona baja y ya no me alcanzaría con correr una maratón completa.

Llegué a la base del monte sin agua en la botella y con una ansiedad brutal. Había una gato negro dormido arriba de mi coche y huyó despavorido con solo un paso que dí cerca suyo. Me miré en el reflejo del vidrio, estaba sudado, brillante, agitado y con el ceño fruncido; exhalaba en gruñidos, me veía bastante espeluznante para ser sincero, y no era mi intención, pero era la última luna antes del celo, ni yo mismo ni nadie podía cambiar mi naturaleza.

No había tiempo que perder. Me subí al coche sin importar a cuántas criaturas más asustara. Los neumáticos chillaron contra el suelo y tuve que poner el GPS porque mi cabeza iba rápido pero no recordaba bien a dónde debía ir.

.

Eran pasadas las 2 de la mañana cuando bajé en el frente de rejas grises de la casa de HaRin. El olor a madera se sentía desde afuera, o era mi olfato agudizado por la excitación de la noche.

— Te tomaste en serio lo de venir a cualquier hora... —me reprochó él, yo no estaba para escuchar quejas y gruñí arrugando mi nariz, sin poder contenerme.

— Agradecé que vine —solté siendo totalmente odioso, no me gustaba nada a mí mismo.

— Tranquilo, no te ofendas, me olvido que sos un Alfa. ¿Cómo te tengo que tratar, eh?  —intentó calmarme. Estaba haciendo un esfuerzo y yo lo sabía, porque mi tono hubiera desencadenado una pelea ante cualquier otro Alfa.

Respiré profundo antes de responder, estaba molesto porque estaba ansioso, porque necesitaba justamente lo que estaba buscando ahí con él, entonces tenía que controlarme y ser un buen chico—. Ya sabés, como a un Omega, ¿no vengo a eso, a sentirme como uno?

— Está bien, no me muerdas entonces —bromeó él, y yo tuve que calmarme—. Te estuve esperando, pensé que te habías arrepentido —contó acercándose por fin. Me tomó por la cintura con sus yemas clavándose en mi piel, yo lo miré de cerca y respiré su aroma que me ponía alerta. Me gustaba esa sensación, me hacía sentir justo como quería.

— ¿Qué hiciste? —pregunté a propósito, quería escuchar de su boca que se había resistido de salir a buscar a cualquiera para pasar la noche, que sabía que no iba a encontrar a otro Alfa sumiso como yo, que me había esperado así de caliente y duro como lo estaba sintiendo en ese instante sin atreverse a llamarme o insistir.

— Comí toda mi reserva de snacks y miré seis capítulos de una serie. Pero si te llamaba y te enojabas no me lo iba a perdonar —reconoció él, acto seguido, apartó su mano arrancando mi remera con un solo tirón. Quedó hecha pedazos en el suelo y yo me colgué de sus hombros para ser llevado hasta... No sé hasta dónde, pero mi culo fue aplastado contra alguna superficie y yo me aferré a su cuerpo mientras respiraba pegado a su glándula para ahogarme por completo en sus feromonas Alfa.

Lo mejor de entregarme a él era que nunca terminaría de estar satisfecho. Ya había experimentado estar con un Omega y ahora sí sabía la diferencia entre querer más, como si nunca se me fuera quitar la sed, y encontrar el final sintiéndome lleno.

Esta vez estábamos un poco más desaforados, los dos, no solo yo. Podíamos culpar a la luna y lo haríamos. Él estaba arrancando mi ropa con total tensión. Yo sentía los rasguños que me dejaba sin querer y el dolor me hacía sentir más desesperado. Esparció mi propia humedad entre mis glúteos y de pronto toda la habitación olió a chocolate amargo. Yo estaba listo para ser una porción de torta perfectamente comestible debajo de él.

Así que cerré mis ojos y me dediqué a sentir cómo se hundía en mí, una y otra vez, mientras sostenía los costados de mi cintura y jadeaba con su lengua chorreando saliva sobre mi pecho. De a poco me iba olvidando de todo...

Volví a ser consciente de mí mismo cuando mi abdomen se tensó y me descargué por completo. Abrí los ojos y miré al Alfa sobre mí, su ritmo se había vuelto lento, controlaba mi tensión arrastrándose despacio y prolongando toda la sensación. Era tan bueno, y lo mejor que es no estaba ni cerca de ser el final.

Recién ahí reconocí que estábamos en la sala, en el sillón. Él se apartó despacio de mí y me levantó para abrir las cortinas que oscurecían totalmente el lugar. La luz de la luna llena, ya más alta, nos contorneó a ambos. Él se veía brillante con una leve capa de sudor encima que resaltaba sus músculos. Me devolvió la mirada con los colmillos largos y el pelo revuelto, levantado con gel o algo así.

Me sentía mucho más tranquilo en ese momento, mejor que un rato antes cuando había llegado. Entonces me senté sobre el cobertor que había debajo de mi cuerpo, estiré un poco mis brazos sobre el respaldo y me acomodé en el espacio, respirando profundamente.

— ¿Cómo hacés para no sentirte incómodo rodeado de feromonas de otro Alfa? —preguntó él, mientras volvía a mi lado masajeando su erección.

— Lo siento, pero lo canalizo de otra manera. A mí me gusta sentir eso, otros se ponen agresivos o territoriales porque es la mierda que les enseñaron —respondí para saciar su curiosidad. Yo seguía respirando el aire cargado de su esencia y, aunque todo se ponía tenso en mi cuerpo ante ese estímulo, para mí era parte del juego.

Se sentó a mi costado y se acercó a besarme con esa mezcla de aliento a chocolate y canela que tenía demasiado sentido en mis papilas gustativas. Sus colmillos me rasgaban los labios mientras lo hacía y los mios a él. El sabor se volvió metálico y recién ahí nos apartamos. Me senté sobre sus piernas y me acomodé para seguir, esta vez guiando yo.

Me enfoqué únicamente en satisfacerlo a él. Me abracé a sus hombros y dejé todo el trabajo en mis muslos y caderas. Él recorrió mi torso y mis piernas con sus manos, luego mis glúteos acompañando el ritmo. Soltaba quejidos entre dientes, y algunos que sonaban graves en su garganta, con mayor frecuencia, con mayor intensidad, hasta acabar por completo dentro de mí, haciéndome sentir tan brutalmente lleno.

Yo sabía que la noche recién empezaba, y me sentía bien con eso. Rara vez me veía tan seguido con alguien, para ser sincero conmigo mismo, se sentía bien. Casi podía sentir a mi primo palmeándome el hombro y... Ya que pensé en él, también me pregunté por un segundo cómo se estaría arreglando con los dos Omegas... Y... Y si ellos también estarían aprovechando la noche de la misma manera. Pero solo era curiosidad, así que aparté el pensamiento.

— ¿Comemos algo? —preguntó HaRin cerca de mi clavícula. Nos habíamos quedado los dos tumbados un rato en silencio— ¿En qué pensás?

— Nada, en nada. Sí, comamos algo.

.

.

Como era de esperar, la noche no terminó después de la cena. No sé cuánto habré llegado a dormir, cuando me desperté, sentía las piernas cansadas y todo el centro de mi cuerpo dolorido. Otra vez me levantaba primero, al menos no tenía que ir a trabajar.

Fui al baño, y tenía la idea de lavarme un poco pero, en vez de eso, me quedé casi paralizado mirándome al espejo. Tenía la boca lastimada en más de un lugar y rasguños por todo el torso. Aunque no tenía que darle explicaciones a nadie, de pronto me sentí avergonzado con la idea de aparecer con ese aspecto frente a otros. Me veía como un alfa después de atacar a otros durante la luna llena, aunque no tenía nada que ver con eso.

— ¿Puedo? —preguntó el dueño de casa tocando la puerta.

— Sí —respondí, así que él entró, apurado por mear. Yo veía su espalda ancha en el reflejo mientras me lavaba la cara, las manos y un poco los brazos.

Después abrí el agua caliente de la ducha y entré. Él se lavó las manos y se apoyó en la mesada a mirarme. Miré sobre mi hombro esperando que se fuera o se uniera, pero me ponía tenso sentir solo su mirada controlándome. Se rió en su lugar y luego, sí, entró conmigo.

Tenía claro que mientras estuviera en su casa no me quitaría las manos de encima, ni siquiera en la ducha. Exactamente eso hizo, me enjuagó el cuerpo con sus propias manos mientras dejaba besos por mi cara y mi torso.

Había empezado siendo cariñoso y sutil pero, con el pasar de los minutos se ponía más demandante, sus caricias se hicieron más ásperas y su manera de manipularme se tornó más agresiva. Finalmente me empujó contra la pared, se sentó en el borde de la bañera y arrastró su cara entre mis piernas, dejándome la única tarea de gruñir con la boca pegada a los azulejos. Ya no sabía si estaba más limpio o más sucio que antes, pero el agua tibia seguía cayendo sobre nosotros y... ah... No podía ni pensar.

Se sentía maravillosamente bien, aunque me empezaba a inquietar. Él me estaba tratando como su juguete personal, yo lo había pedido, pero empezaba a sentir que no sería tan fácil salir de ahí cuando me sintiera abrumado.

— ¿Puedo terminar de lavarme? —pedí, todavía con las rodillas un poco flojas.

— Sí —dijo él y se levantó de su asiento improvisado, un poco cabizbajo—. Te voy a esperar afuera—, agregó después, y salió sin secarse.

Volví a encontrarlo en la cocina un ratito más tarde. Lo único que tenía yo era mi ropa de entrenamiento de la noche anterior, y eso fue lo que me puse porque no iba a pedir ropa prestada a otro Alfa si él no me la ofrecía, y no lo hizo. La atmósfera ciertamente se había puesto rara y no era solo yo.

— ¿Podemos desayunar afuera? —preguntó él cuando terminé de vestirme—. Yo invito.

— No hace falta, yo me pago, pero sí, vamos —acepté de buena manera.

No sabía cuáles eran sus motivos, pero, por mi parte, me agradaba la idea de alejarme de su espacio, me asfixiaba un poco estar tan cubierto de feromonas de otro Alfa en el aire viciado de la casa, aunque no me había pasado en otras ocasiones, entre la luna llena que nos ponía especialmente hormonales y la cantidad de cosas que habíamos hecho toda la madrugada...

Salir de la casa y respirar aire puro fue un alivio total. Me di cuenta de lo mucho que me dolía la cabeza y recién se me estaba pasando. Respiré profundamente, varias veces, antes de subir a mi auto.

HaRin me siguió de cerca, todavía con esa actitud rara. Entonces tuve la idea de que no solo quería desayunar lejos de la tentación de volver a revolcarme por cualquier parte de la casa, sino que quería hablarme.

Fuimos bajo su indicación a un lugar que él conocía, era un lugar lindo con un patio grande y mesitas entre las plantas. No se parecía en nada a mi cafetería que era mucho más fina, esta era rústica y acogedora, lo que era bueno porque yo no estaba vestido adecuadamente. Así que nos sentamos en silencio, él pidió su menú favorito, para compartir.

— Quería hablar de algo —comenzó justo cuando llegó el desayuno.

— Me di cuenta. Yo también necesitaba despejarme un poco.

— Me sentí muy bien todas las veces que nos vimos, esta vez también. Pero...

— Fue diferente —admití antes de que lo dijera, él asintió.

— Dijiste que no buscás algo serio por ahora y... Yo tampoco, en realidad, pero necesito ser sincero conmigo y me doy cuenta que cuanto más nos vemos... Aunque no quiera, te siento un poco más... Mío —finalizó con la voz especialmente baja y firme. Si hubiera escuchado eso estando solos en su casa, creo que hubiera reaccionado de otra manera, por lo menos mi lobo.

— Posesivo —corregí.

— Eso.

— Lo sé. Lo sentí también...

— Me puedo imaginar. No entiendo cómo lo soportás tanto, pero eso lo hace peor, no sé cómo me podría controlar.

— Me gusta esa sensación de dominación latente, pero nunca había pasado tanto tiempo con un mismo Alfa, supongo que eso hace la diferencia.

— Te lo estoy diciendo porque no quiero que sea un problema y no me gustaría perder el control.

— ¿Entonces?

— Creo que deberíamos dejar de vernos por un tiempo, hasta la fecha que acordamos. Después de eso veremos qué queremos... No quiero que nos lastimamos, físicamente, me refiero —agregó al final, justo cuando subí una de mis piernas a la otra, y la fila de moretones que me había dejado solo por agarrarme quedó a la vista.

Tenía razón, si su sensación de poder sobre mí seguía creciendo y yo terminaba por sentirme atacado, podía desencadenar una situación muy violenta. Me serví una tostada con palta y queso y me quedé callado. Asentí vagamente pero me quedé sobrepensando en mi cabeza.

Para mí eran sobrados los ejemplos de situaciones como esa en mi hogar de chiquito. Mis padres, ambos Alfa, peleaban seguido por el control y la dominación entre ellos y en la casa. Más allá de la historia espeluznante de la "pareja destinada", ella no había soportado la presión y se había buscado un escape, alguien con quien escapar; él se había terminado de romper porque le habían quitado lo que consideraba "suyo".

Ahí estaba yo, repitiendo los patrones por querer ser algo que lamentablemente no era. Por más que lograra encontrar alfas más vinculados a su humanidad que a su lobo, no podía aspirar a tener algo real y duradero, porque el peligro estaría constantemente presente y a la larga nos lastimaríamos. Quizás la historia del Omega destinado fuera solo una manera de evitar ese peligro. Pero no quería rendirme a todo lo que había despreciado en mi vida.

Me sentí totalmente asfixiado. Tenía delante de mí uno de los pocos ejemplos de Alfa que podrían sentarse a hablar antes de actuar por instinto y, aún así me estaba advirtiendo que teníamos que alejarnos o... Buscar la manera de tener algo serio sin matarnos. ¿Eso era lo mejor a lo que podría aspirar?

— ¿Te enojaste? —preguntó luego de un ratito, yo seguía con la tostada en la mano a medio comer y no había vuelto a decir una palabra, quién sabe por cuántos minutos.

— No, o sí, pero no con vos, con nuestra maldita naturaleza.

— Ah, bueno, en eso no puedo ayudarte. No sé qué pienses pero, GeonHak, a mí me gusta mucho esto, me gustás mucho, ¿sí? No me importa decirlo. Solo quiero tiempo para ver cómo manejarlo.

Me toqué el pecho buscando mi piedra por costumbre, aunque no la tenía encima porque nunca la llevaba frente a otros. Me dolía mucho escuchar eso y no saber qué decir.

— Está bien, está bien —repetí como estúpido. Me metí el resto de la tostada en la boca y, detrás, un trago de café amargo.

— Ayer tu cuello... Ah, no iba a decirlo, pero creo que me sacó un poco de quicio... Tu cuello olía a Omega. Incluso pensé que... Que te habías tardado mucho en llegar por otros motivos.

Sus palabras convirtieron mi trago en un largo fondo blanco a la taza. No había pensado en eso, pero había salido tan rápido de casa que solo me había cambiado la ropa después de tener al Omega colgado de mi cuello, no me había preocupado en limpiarme.

— Trabajo con Omegas —solté rápido, al bajar la taza. No quería verme nervioso.

— Lo sé, lo sé, es una pavada, sé que no estás con Omegas de esa forma. Ya te digo, me di cuenta que estaba siendo irracional. Ah, es molesto porque la estábamos pasando tan bien, digo, todas las veces... Y no me gusta tener que pedirte que no nos veamos —se excusó él, no lograba ponerme menos nervioso. En realidad quería irme.

Por suerte o por esfuerzo suyo, no lo sé, la conversación viró a lo cómodos que eran los bancos y las mesitas en el patio del café. HeRin empezó a describir con lujo de detalles la manera en que se hacían esos muebles para que fueran cómodos para poder comer y charlar al mismo tiempo, y terminó confesando que él los había hecho y que desde ese momento había conocido el lugar y seguía yendo seguido a comer.

Cuando todos los platos estuvieron vacíos, pagamos a medias, por insistencia mía, y salimos. Él no quiso que lo llevara de regreso a su casa y yo tampoco le discutí al respecto. Nos saludamos cordialmente para no volver a vernos hasta dentro de un mes.

.

.

Lo primero que hice cuando subí al coche fue buscar mi collar en la guantera, donde solía esconderlo. No estaba. Así que busqué un poco más en las diferentes superficies y tampoco estaba.

Traté de hacer memoria. Me había ido un poco más apurado de lo habitual de casa y no estaba seguro de haberlo dejado cargando en la ventana o haberlo llevado encima al salir. Me había cambiado a solas en mi cuarto, entonces podía haber volado por mi cama o en el cesto de ropa para lavar. Era una posibilidad. Traté de calmarme con esa idea en mente y me fui directo a casa. Obviamente lo primero que hice fue buscar por todas partes. No tuve suerte, no lo encontré.

Limpié toda la casa y aproveché para ventilar los ambientes con la esperanza de que mi piedra brillara en algún lugar. Pero nada, nada, no hubo suerte. Empezaba a inquietarme de verdad. No me consideraba capaz de soportar todo el mes sin mi amuleto. Estábamos en luna llena, pero no iba a durar mucho y la abstinencia me iba a hacer muy mal, ya me conocía así y no quería volver a pasarlo.

¿En la casa de HaRin? No, no había bajado con el collar puesto y no lo había tenido en ningún momento con él. Estaba seguro de eso.

Lo único que podía recordar mientras daba vueltas inútilmente por la casa era la mañana en que DongJu lo había hecho brillar. ¿Y si él lo había robado? Quizás en medio de su enojo la noche anterior o cuando se había colgado de mí. ¿Con qué objetivo? Quién sabe. Quizás quería lograr que eso lo ayudara a mantenerse una sola fase.

Tenía un poco de sentido, y si era así, era una brutal falta de respeto a quien le había prestado su propia casa. Pensaba esperar a que mi primo me avisara algo para ir a verlos, pero la duda me estaba quemando y necesitaba hablar con ese mocoso urgente.

Me puse ropa limpia y salí nuevamente de casa. Ese Omega me iba a tener que escuchar.

.

.

Aquí Bett~

no sé cuánto tiempo hace que estoy con este capítulo, me costó mucho mucho porque ando lidiando con un cliente súper maleducado en mi trabajo y bueno, me consume mucho tiempo.

Quiero que jueguen a los detectives acá... ¿Qué pasó con el collar de GeonHak???

Dejen sus apuestas (?)

Me duele HaRin bebé es el alfa más lindo, lo quiero para mí ☺️ BTW, quiero hacer un fic con esos dos más adelante, cuando esté más libre ¿Les gustaría?

Bueno tengo 800 borradores en todos los fics así que espero que nos veamos pronto en otra historia!!!

Besotes~~

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