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[🌗]² Last Quarter

— No sabía que eras pastelero, en realidad te imaginaba más como mozo, ya sabés, porque tenés la espalda ancha y la cintura chiquita, te hacía sirviendo mesas con un delantal, pero no estuve tan errado.

— Sí, uso delantal y suelo servir mesas, pero no creo que la cintura sea por eso —dije, riéndome de la observación tan rara mientras él sacaba los muffins de la caja.

— Bueno, mi mente hizo lo que quiso con la poca información que tenía, y la verdad es que la única vez que nos vimos pasé mucho tiempo con mis manos en tu cintura —dijo como si fuera la menor cosa. Yo sentí mi pulso acelerarse solo por el recuerdo—. Por cierto, mientras esperaba puse la cafetera... ¿Te sirvo?

— Eh, sí, gracias. Espero que te gusten.

— ¿Los hiciste vos?

— No, en realidad casi no cocino en el local. Hago las recetas y los cocineros se encargan. Suelo cocinar yo cuando es para algo especial o si es una torta de bodas... Esos pedidos especiales. Después por lo general superviso.

— Hm, ¿puedo pedir algo especial alguna vez, entonces?

— Cuando quieras —respondí, intentando sonar igual de coqueto que él. Aparentemente satisfecho con la respuesta, se fue a buscar los cafés. Pensé en ayudarlo, pero me estaba sintiendo algo agitado y no quería terminar haciendo un desastre en la cocina. Me pareció bien tomar la pausa para relajarme, a mí y a mi lobo, y esperar tranquilo.

— Voy a empezar por este —dijo, luego de olfatear un poco uno de chocolate. Yo sonreí y, para compensar, elegí uno de carrot cake con canela. Comenzaba a parecerse a los juegos de seducción de la cafetería, cada uno probando de la esencia del otro, pero al menos éramos dos alfas y las intenciones eran mutuas.

Le dí una lamida generosa a la cobertura de queso crema con canela, mientras miraba la reacción de HaRin al primer bocado de muffin de chocolate y crema de café. Le estaba gustando, estaba claro, hacía sonidos de agrado con la boca llena y bajó el muffin para tomar un sorbo de café, que acompañaría perfecto. Yo, en cambio, no estaba tan ocupado en mi muffin, mi mente se había perdido por completo al sentir el sabor a canela, acompañado del aroma del Alfa que tenía a mi costado.

Quise controlarme porque él estaba comiendo, pero el animal que podía ser a veces ganó la pulseada. Dejé el postre sobre la mesa y me levanté de mi silla para subirme a sus muslos. Él alejó su mano con el muffin para darme espacio, y me dejó hacerlo ante su mirada de sorpresa.

— ¿Qué pasa? —preguntó con una sonrisa tonta en la cara, yo sin poder medir mis acciones tiré de sus rulos para ladear su cabeza y dejar expuesta la zona de su glándula. Respiré cerca y arrastré mi lengua como había hecho con el muffin, esperando activarla aún más.

Él se dejó, soltando risitas de cosquillas y gemidos cuando succionaba un poco fuerte. Yo seguía en automático, mordisqueando un par de veces hasta sentirme algo asfixiado cuando el exceso de aroma y feromonas me invadían el olfato. Su mano rodeó mi cuello con suavidad, aunque firme, y me apartó de golpe, era la única manera.

— P-perdón n-

— Está bien, culpa mía por querer entretenerte merendando.

— N-no... Yo... —intenté controlarme, pero estaba haciendo un esfuerzo enorme. Me sentía completamente desesperado, sediento, ansioso. Yo sabía que cuanto más me reprimía más demandante me ponía y no estaba bien dejarme llevar así solo por haberme alejado de mi collar. La abstinencia me ponía loco.

Me levanté de sus piernas para volver a mi lugar, sin embargo, él con su mano libre en mi cadera me bloqueó el movimiento.

— No finjas, ya sé cómo sos. Te extrañé también, no importa si querés ir al punto.

Pero, por otra parte, si era de la manera correcta, soltar a mi lobo no estaba tan mal. HaRin me devolvió al lugar frente a él, dejó el muffin en la mesa y me hizo sentar en la tabla. Ahora yo era el plato principal, claro, invadiendo la habitación de olor a cacao amargo, aun más que el muffin a mi costado.

Él sonrió frente al cierre de mi jean negro que estaba dando todo de sí, arrastró sus manos por mis muslos y luego hundió su cara contra el bulto marcado entre mis piernas. Arrastró su naríz y abrió su boca como si planeara devorarme de un bocado. El aliento caliente casi me hace marear en mi lugar, pero se apuró en abrir mi pantalón y tirar del elástico de mi ropa interior, liberando mi erección. En serio no podía recordarme a mí mismo viéndome tan desesperado fuera del celo o la luna llena, estaba tan mal. Estaba húmedo, hinchado y goteando.

Sus ojos se dilataron inmediatamente y luego subieron a mi propia cara de pasmado. No tenía nada que decir, lo necesitaba así de mucho. Él no espero ninguna réplica, solo se divirtió pasando contra sus labios el exceso de líquido, para luego probarlo con su lengua. Envolvió la punta con su boca, caliente y suave, tan estimulante, pero cuando se apartó, la sensación de frío me hizo sacudir en el lugar. Él seguía sonriendo y volvió a tomar el muffin para probar sin cuidado  de la cobertura de café, que incluso quedó pegada en parte de su mejilla. Lo saboreó un buen rato, en el que solo me dediqué a sentir el calor de su agarre en la base de mi miembro mientras esperaba a que continuara con sus atenciones, pero él estaba tan tranquilo, y yo sólo era parte de su merienda.

Lo próximo fue arrastrar su boca y su lengua, mucho más húmeda por el exceso de saliva por lo que acababa de comer, desde mis bolas hasta engullir por completo mi miembro en su boca. Solté un gruñido gutural y apoyé las palmas a mis costados para no caerme. Podía sentir cómo seguía goteando en su boca como si quisiera impregnar mi esencia para siempre, ese estúpido instinto animal, pero él lo estaba disfrutando, eso no tenía discusión, seguía presionando con sus mejillas para tener más.

— Woah, tan lindo —dijo, aún con la boca enchastrada y los hilos brillantes cortándose de a poco entre mi punta y sus labios hinchados—. Esperaba encontrarme con una versión más relajada por ser estas fechas.

— Mi lobo te acepta —dije sencillamente, no siempre era posible ser compatibles entre dos Alfa, pero había sido realmente bueno en el último celo y mi cuerpo estaba reaccionando de la misma manera.

— Que honor —agregó con una sonrisa y se levantó de la silla para dejarme un beso con demasiado sabor a chocolate—. No hay como la sensación de un Alfa sumiso.

— Disfrutame —le pedí, con la voz áspera de pura necesidad—, pero de verdad, por favor, te estoy suplicando —insistí.

Él sonrió como toda respuesta y arrastró sus dedos por mi pene que seguía húmedo, incluso más. Sus dígitos brillantes, suficientemente húmedos, fueron directo a acariciar mi entrada, mientras me acercaba al final de la mesa con su otro brazo rodeando mi cintura. Escuché una taza saltar contra el platito, pero nadie se fijó.

Su boca se abrió contra la mía y nos recorrimos mutuamente en una mezcla perfecta de canela, café y chocolate. Me erizaba la piel con cada roce en mi Interior, y yo mismo me sacudía para tener más de las caricias de sus dedos, solo eso, tan poco, pero tan delicioso.

El los retiró al mismo tiempo que abandonó mi boca, quizás ofendido por mi desesperación, pero es que no podía controlarme, cosa que él parecía poder hacer mucho mejor, como cualquier Alfa normal en una luna apenas creciente.

— Tranquilo, voy a darte todo lo que quieras, tené paciencia —me ordenó con autoridad y serenidad en partes iguales. Yo me terminé de bajar de la mesa y caminé hacia un rincón mientras terminaba de salir de mi propia ropa.

Me apoyé en la pared y me quedé estático intentando que el frío me hiciera algún efecto, no quería mirarlo porque estaba molesto irracionalme. Necesitaba que me tocara, tenerlo encima, que me embistiera tan duro como la última vez y me hiciera olvidarme de todo, de todos, de lo que fuera, y él solo sonreía como si estuviera todo bajo control.

— ¿Te ofendí? —preguntó divertido con la escena.

— No tengo paciencia —respondí yo... O mi lobo, ya no había diferencia.

— Ya sé, no te preocupes —dijo él, y se acercó para llevarme con él al mismo cuarto que yo recordaba.

Bastó con que se quitara su ropa para que yo babeara contra su erección como un poseso. Estaba arrodillado a sus pies sin recordar el simple acto de haber doblado mis rodillas. Él me dejó recorrerlo a mi antojo, mientras acariciaba mi pelo o mi cara con sus dedos; sin embargo me detuve solo un rato después, ansioso por tener más.

Me subí a la cama y me acerqué arrodillado hasta el respaldo ancho, ofreciendo mi cintura para que la tomara de nuevo, como a él le gustaba. No tardó en sujetarme y obligarme a arquear mi espalda hasta que mi boca quedó babeando la almohada con la sensación del peso de su miembro contra mi culo, arrantrando su propia humedad entre mis glúteos y entre mis muslos. Seguía perdiendo el tiempo y todo era tan estimulante que me volvía loco, completamente loco. Estaba mordiendo su almohada al punto de romperla para calmar mis ansias, y él seguía arrastrándose entre mis muslos que chorreaban de su esencia.

Yo gruñí contra la almohada cuando sentí su punta empujar dentro mío, por fin, con una facilidad que se tradujo en un dulce escalofrío por todos mis nervios, subiendo por mi espalda. Él se apartó de inmediato y la siguiente embestida me tuvo mitad lleno, gritando por más y empujando con mi propio cuerpo para sentirlo por completo. Pero él sabía tan bien, tan bien cómo hacerme sentir extasiado. Yo nunca sería un Omega, pero podía fingir demencia de una manera extraordinaria mientras me golpeaba tan duro, tan profundo. Sus manos me arañaban los costados y yo babebaba, babeaba recordando su sabor y embriagado por el aroma a canela que me envolvía.

Cuando adiviné su intención de abandonar mi interior intenté apretarlo aún más. El chilló entre dientes y se liberó, antes de abofetear mi culo en penalización. Mi quejido fue similar a un sollozo, era tan molesto, yo quería más, hasta estar saciado.

— Sos un Alfa tonto, cómo voy a dejarte así —dijo él, justo después de voltearme duramente sobre la cama, sobre mi espalda. Dobló mis rodillas cerca de mi torso y se acomodó de nuevo entre mis piernas. Ahora una de sus manos sostenía mi pierna derecha y la otra mi erección desatendida.

— Gracias —arrastré yo entre dientes, y él se deslizó dentro con suavidad, esta vez con movimientos cortos y pausados. Su atención en realidad estaba en el masaje que su mano ejecutaba en mi miembro.

— Bonito lobito —fue lo último que dijo antes de abandonar la acción y pegarse con su abdomen levemente sobre mi cuerpo. Yo levanté un poco más mis piernas para dejar que nuestros cuerpos se frotaran entre sí, con el mismo pulso que sus embestidas que volvían a aumentar la intensidad. Lo hizo tan progresivo, tan delicioso, que perdí la noción de la manera en que escalaba hacia el límite. Acabé entre mi abdomen y el suyo sin detenerme a sentir que era el final, después de todo, él seguía disfrutándome tal como me había prometido.

Nuestras esencias bailaban juntas entre nosotros, con una mezcla indivisible y el estímulo era exquisito. Yo sentí el calor vibrante en mi interior y él se aflojó sobre mí, sus músculos, su respiración... Y luego el vacío, calmado por la humedad, el calor y la sobreestimulación que todavía me recorría.

— Perdón si no era lo que necesitabas —susurró cansado, cerca de mi oído.

— Shh, fue perfecto.

.

.

Habremos dormitado poco más de una hora. Entonces, más calmado, fui consciente de mi comportamiento. Estaba tan avergonzado. Me ardía un poco la cara y el cuerpo, a decir verdad. Se escuchaba la lluvia copiosa y el ambiente estaba fresco, pero húmedo.

— Qué vergüenza, que vergüenza... —solté al aire. Él, que estaba apoyado entre mi cuello y mi hombro movió su cabeza y arrastró su nariz con un breve murmuro.

— ¿Hmm? ¿Por qué decís eso? ¿No te gustó?

— Sabés que sí, pero al final soy como los otros.

— Hmno, para nada. Admito que quise encontrar otro Alfa como vos, y el más amable de todos casi me parte la nariz.

— ¿En serio? Por la luna, qué mal. Pero es que no me gusta no saber controlarme.

— Siempre que sepas dónde y cuándo soltarte...

— Eso diría mi primo. Entonces, ¿usualmente estás con Omegas? —pregunté, un poco decepcionado, en realidad.

— No hay muchas opciones, ¿o sí? Ya te dije que nunca había estado con un Alfa cuando me buscaste la otra vez, pero me gustó tanto... Y no hay manera... a menos que sean hembras.

Cierto, él me lo había dicho cuando le ofrecí pasar el celo juntos. No lo conocía de nada, solo habíamos coincidido en el mismo parque al salir a correr, pero su esencia me había llamado la atención y quedaba poco para la temporada de celo—. Ni lo digas, mis padres eran dos Alfa, eso los destruyó.

— Oh, ya veo. Pero, ¿está mal...? —comenzó él, mientras se sentaba en el lugar— ¿Está mal que te haya hablado?

— N-no, no quise decir eso. Me refiero a que... No sé, dejá. No está mal, yo... Evidentemente necesitaba esto.

— No creo que te cueste encontrar Alfas que estén interesados en la experiencia —señaló él.

— Es verdad, lo más difícil es que no sean unos abusivos.

— ¿Cómo comprobás eso?

— Cerca del celo es muy fácil notarlo, si lo son, lo demuestran con cualquier Omega que les pase cerca.

— ¿Y lejos del celo?

— Hmno, no lo intento.

— ¿De verdad? ¿Ni en la luna llena?

— Uso la luna llena para entrenar.

— Ya veo... No culpes a tu lobo por estar tan ansioso entonces —agregó con una risotada. El detalle es que lo controlaba con mi collar, pero eso no iba a ser parte de la conversación—. En realidad te hablé porque... Bueno, porque quería verte y preguntarte si te interesaría volver a vernos para pasarlo juntos otra vez.

— La verdad sí, me gustaría. Me ahorro el proceso de encontrar a alguien —solté siendo demasiado sincero—, y además que nos entendemos bien —agregué después.

— ¿No te gustan las cosas a largo plazo, eh? —preguntó él, adivinando mis pensamientos.

— Perdón, es que...

— ¿Por lo de tus padres?

— Sufrí mucho...

— Entiendo. Bueno, por mí está bien. No quiero pasarlo con un Omega, ahora estoy encantado con esto, y los riesgos son tan innecesarios... No quiero amanecer con un Omega marcado.

— Estoy de acuerdo —dije con un intento de sonrisa. Seguía avergonzado, por mi actitud y por toda la conversación en sí.

— ¿Tenés hambre? Podemos ducharnos y puedo cocinar algo, pero no soy chef como vos, lo siento.

— Yo tampoco, soy pastelero —le aclaré—, pero sí, si acepto.

Luego de una ducha rápida me encontré en el comedor con mi muffin apenas empezado en la caja, él se había terminado el suyo, y las tazas de café frío y sin tomar seguían ahí. Se escuchaba el crujido de la carne a la plancha y el aroma empezando a colarse en el ambiente. Cuando busqué a HaRin en la cocina, él me cedió el mando y se fue a ordenar el cuarto.

🐰🩺:
"Cómo vaaa? Tu piedra se siguió recuperando?"
²⁰·⁰⁶

🐥:
"Se recuperó bastante y fui el Alfa más alimentado en la semana de menos luz lunar en el mundo"
²¹·⁴²

🐰🩺:
"Genial, sirvió el consejo, pero vos cómo estás?"
²¹·⁴⁷

🐥:
"Cuando tengo el collar, bien."
²¹·⁴⁹

"Me encontré con un Alfa, estoy en su casa, no es gratis vivir con un lobo sobrealimentado"
²¹·⁵⁰

🐰🩺:
"Te advertí, pero cuál es el problema? No te condenes, lo hacés para ser más hombre que animal. Está bien 😊❤️‍🩹"
²¹·⁵³

🐥:
"Me cocinó carne 🥺🥺🥺🥺🥺"
²¹·⁵⁶

"Y me pidió volver a pasar el celo juntos 😶‍🌫️"
²¹·⁵⁷

🐰🩺:
"Oh... Le dijiste que sí?"
²²·⁰²

🐥:
"Y sí... Ya estoy cubierto por otro año 😌"
²²·⁰³

🐰🩺:
"Jajajajajaja me alegro nene"
²²·⁰³

🐥:
"Vamos a comer, te dejo"
²²·⁰³

Corté la ensalada mientras él ponía la mesa. El estómago me gruñía y mis dientes pedían por morder ese maravilloso y jugoso pedazo de carne. Y sí, tenía que admitir que seguía con síntomas de abstinencia... Como el hambre voraz. Pero la comida estaba lista, así que me apuré en volver a la mesa con el bowl de lechuga, tomate y zanahoria rallada.

Hice un gran esfuerzo por comer a la misma velocidad que HaRin, no quería ser irrespetuoso en su casa. Estaba salivando por demás y masticando tan rápido, así que en más de una ocasión intenté distraerme con el vaso de agua, y terminé vaciando 4 enteros en toda la cena. Mientras, mirábamos programas de arreglos en el hogar en la TV.

— Es súper tarde, imagino que te quedarás —preguntó HaRin, revolviendo su propio pelo.

— Eh, sí, sí, eso creo —concluí yo mismo en voz alta. En realidad era más sensato irme y ponerme mi collar de una vez, pero no tenía buena pinta irme después de haber cenado y... Bueno, lo de antes—, si no es problema.

— No, para nada —dijo él, todavía se escuchaba la lluvia, por momentos más fuerte, tenía pinta de que seguiría así durante toda la noche. Nos miramos unos segundos, la lógica decía que era momento de ir a dormir, era bastante tarde, pero ninguno de los dos parecía tener sueño.

— ¿Qué tal si probás otro? —sugerí señalando la caja cerrada de muffins que seguía sobre la mesa, en la otra esquina—, prometo dejarte comer tranquilo.

— No me importa si me interrumpís —agregó él—, pero sí, quiero otro.

.

.

No sabía qué tan bien estaba quedarme a dormir con él después de algo que se suponía que era casual. Aunque teníamos planes para volver a pasar el celo junto, y eso podría ser un poco comprometedor. Si me detenía a pensarlo, terminaría estresándome con algo que tenía que funcionar justamente a la inversa. Lo peor que podía pasar era que se convirtiera en habitual, ¿y qué?

El miedo a pasar por lo que mis padres habían pasado me bloqueaba a la idea de involucrarme de más con otro Alfa, yo creía en mí mismo, sabía que no iba a ir corriendo detrás de un "Omega destinado" pero no podía asegurar que el otro Alfa pensara como yo, por eso era mejor evitar el problema. De todas formas, era cómodo tener a alguien estable para pasar esos momentos donde necesitaba compañía, como ese día.

Me lavé bien la cara en su baño, era temprano y tenía que irme a abrir la cafetería. No sabía en dónde o de qué trabajaba él, pero no quería irme sin siquiera saludar y todavía no se despertaba. Salí al pasillo, pero él ya estaba esperándome en la cocina contando frutas.

— Buen día.

— ¡Buen día!, yo desayuno frutas a la mañana, ¿está bien?

— Ehm, en realidad suelo levantarme tarde y desayuno en el local, pero sí, me gusta la idea.

Así que preparó las frutas con yogurt y dos vasos de limonada. Tuve que tomar lo mío algo rápido, pero no estaba mal tomarse un rato para desayunar. Al parecer la lluvia había parado y, con suerte, sería un día más agradable.

No veía la hora de meterme en mi coche y recuperar mi piedra. Si bien mi líbido estaba más que calmada, necesitaba sentir la energía lunar cerca mío, pero también quería hacerme a la idea de que no necesitaba depender de eso, porque al fin de cuentas era como depender de un Omega. Estaba intentando ir contra mi propia naturaleza. Ah, no tenía caso, sin importar lo que hiciera nunca dejaría de ser un Alfa, un maldito Alfa puro.

— Así que tus dos padres son Alfa. Qué crianza intensa habrás tenido —dijo él al aire, como si pudiera leer mis pensamientos.

— ¿No te dije ya que no tengo buenos recuerdos de eso?

— Eh, no te enojes. Sí lo dijiste, pero... Perdón.

— No importa. Sí, fue intensa, justo como decís.

— Entonces sos Alfa puro, woah. No me cierra que... Me da escalofríos pensar que yo... Podrías ser un deportista famoso, un líder de una corporación criminal, tener una metalúrgica, ser policía, supermodelo, quién sabe, y sos un pastelero, es tan lindo de tu parte.

No quería mirarlo mal, pero justamente como lo estaba mirando, esos eran todos los estereotipos que me daban asco y quería evitar, sí—. Al contrario, tengo mejor olfato que otros Alfa normales o que cualquier Omega, cocinar es mucho mejor que toda esa basura.

— Tenés toda la razón, pero no es lo que un Alfa puro diría.

Me reí, no podía hacer nada con eso, sí todos se sorprendían, pero, ¿y qué? Yo había elegido otra cosa, ¿por qué les costaba tanto entender?

— ¿Y vos qué hacés? —pregunté yo para darme un poco de aire en esa conversación.

— Soy carpintero, hago muebles.

— Oh, ahora me doy cuenta qué era tu otro aroma, ¿algarrobo o algarroba? Tus muebles también, por eso no se nota tanto, está en todos lados.

— Sí, exacto. Muy Alfa de mi parte. Perdón.

— La verdad sí —admití, pero me había sacado una sonrisa—. Cuando necesite una remodelación en la cafetería, te llamo.

— ¿De verdad? Me dio la sensación de que no me ibas a dejar ir nunca... —, y había sonado a reproche.

— Eh, bueno, sí, no suelo llevar personas con las que tengo... Estos vínculos —, hasta a mí me costaba justificarme.

— Entiendo, no pasa nada.

— Es que ahora que me fijo son muy lindos tus muebles, de verdad —, me estaba empezando a dar calor en la cara, estaba llevando tan mal la conversación... Y solo estábamos hablando de trabajo.

— Gracias —siguió con una sonrisa—, si necesitás, y decidís cambiar tus cláusulas, decime.

Otra vez, tuve que reírme de mí mismo, y de que él se tomara con humor mis manías. Tenía que admitir que me agradaba, pero no podía quedarme mucho más. Terminé mi desayuno y me terminé de vestir para irme.

Cuando subí al coche, después de que HaRin me preguntara con malicia si podía hablarme de vez en cuando o si eso tampoco estaba permitido, lo primero que hice fue buscar mi piedra en la guantera y ponerla en su lugar, en mi cuello, debajo de la ropa. Me sentí mejor, más completo; no estaba haciéndole daño a nadie y me hacía sentir tranquilo.

Llegué a la cafetería, Giuk ya estaba abriendo, así que solo lo ayudé a terminar, sobre todo con la persiana.

— Jefe, ¿tiene un amigo nuevo? —preguntó él, una vez que estuvimos los dos cerca en la cocina.

— Ah, yo sabía... No tan nuevo, en realidad.

— Lo siento jefe, pero es que la esencia es muy fuerte.

— ¿Te gusta?, no puedo presentártelo, disculpame —bromeé con él, en realidad no tenía idea sobre sus gustos.

— No se preocupe, puede que ya no esté disponible —admitió él con sus mejillas tomando algo de color.

— ¿¡Oh, y eso!? —pregunté curioso.

— No quiero decir mucho, solo nos estuvimos hablando, pero si seguimos bien, seguro lo va a conocer.

— Está bien, vayan de a poco —dije yo, como si tuviera algún tipo de experiencia para dar consejos.

Dejamos la charla sentimental y nos pusimos a trabajar. Los chicos de la cocina fueron llegando y yo, como pocas veces, decidí ponerme a cocinar con ellos. Hacer cremas y bizcochuelos con máquinas industriales no era tan divertido como la repostería en casa, pero era buen entretenimiento y de paso podía revisar las recetas. Ese día estaba particularmente de buen humor, y se notó el resto de la mañana. Incluso mis empleados lo decían cada tanto... Habían soportado varias semanas de mal humor de mi parte, o peor, de ausencia total, así que era bueno tener mejor clima.

.

.

🌓→🌔...

— Jefe, lo busca una pareja —dijo Giuk, interrumpiendo mi conversación con el proveedor de queso crema. Se tapó la cara con los puños cuando lo miré, quién sabe de qué forma, y agregó—, perdón, es que es para una reserva.

— Ah, está bien, ya voy, deciles que pasen a mi oficina. Entonces para la próxima semana quiero media partida más, es que después de la luna llena los clientes se duplican —finalicé con el proveedor, que lo anotó en su agenda, y volví a entrar.

— Ahí están, jefe —dijo Giuk, antes de presentarme a—... La señora y el señor Ha—, y luego desapareció tras la puerta.

— Buenas tardes, disculpen la demora. ¿Qué tipo de evento van a celebrar?

— Es una presentación —comenzó la mujer con las mejillas regordetas demasiado pintadas de rubor, era una Omega, con su aroma a lima demasiado exagerado con un perfume cítrico que me hacía picar la nariz. ¿Era necesario? Tuve que abrir la ventana detrás de mí.

— Nuestra hija está por hacerse mayorcita y queremos que conozca a su Alfa destinado —siguió el padre, Alfa, claro, mientras tomaba las manos de su esposa. Pura mierda, pensé. Esa mierda de almas gemelas, yo no tenía interés en prestar mi local para eso, ya bastante ocurría sin que pudiera evitarlo.

— Ajá, ¿a qué se refiere con "que conozca"? Si ella no lo conoce, cómo están tan seguros de que es su "Alfa destinado".

— Bueno, porque es un Alfa puro, hijo de una familia de muy buen porvenir. Tiene las mejores notas en Arquitectura y ya trabaja como asistente de un ingeniero.

— ¿Qué mierda hay de destinado en eso? —dije, ya sin poder contener mi molestia. Yo estaba de pie junto a la ventana con un brazo cruzado sobre mi abdomen y el otro apoyado ahí y tocando disimuladamente la piedra bajo mi camisa. Tenía que controlarme. Apreté mis labios inmediatamente. La cara del hombre se tensó.

— Disculpe, está siendo irrespetuoso. Queremos lo mejor para nuestra hija, y ese Alfa es lo mejor. Ya hablamos con sus padres, y vamos a presentarlos para que...

— ¡No! No en mi cafetería. No me interesa si es el hombre más exitoso del mundo. No apruebo esos vínculos y no voy a alquilarles mi negocio para eso. Si fuera "destinado" se daría solo, no con un pequeño empujoncito de sus padres —solté exasperado—. Lo que ustedes quieren es someter a su hija y obligarla a ser el juguete oficial de un enfermo con dinero.

— ¡No tiene derecho! —vociferó el hombre y de levantó del asiento. La mujer, en cambio, tocó la marca en su cuello como si el mensaje le hubiera tocado muy de cerca.

— ChungYeop, basta, no hagas un escándalo, el hombre nos dio su punto de vista... —soltó ella, intentando calmar a su marido.

— ¡Callate! A nosotros nos resultó, ¿o no? ¿O no? —insistió él. Ella asintió de pronto, evidentemente asustada.

— Si van a elegirle con quién estar, al menos no la engañen haciéndole creer que es el destino, esa mierda no existe, y los Alfa no tienen absolutamente nada de responsabilidad afectiva, ni por sus parejas ni por sus hijos.

— Ajá, ¿y usted qué se cree que es? —siguió el hombre, golpeando mi escritorio.

— El segundo Alfa más raro que exista —respondí con confianza, en parte para confundirlo.

— Tiene razón, dejemos que ella elija cuando llegue el momento. Es joven todavía... —siguió la mujer, intentando que su marido desistiera.

— ¡Era una decisión tomada! Elegimos este lugar porque es popular entre las parejas...

— No estoy orgulloso de eso...

— Los señores Park se van a molestar mucho, no tiene sentido cancelar todo.

— Busquen otro lugar, o prioricen los sentimientos de su hija —insistí yo. La mujer seguía intentando convencer al esposo, ahora de pie junto a él y tirando de su brazo.

— ¡Voy a mostrarte lo que es un Alfa de verdad! —gritó el hombre, antes de pasar por el costado de mi escritorio para acercarse. La mujer le gritó que se detuviera y yo... Ah, no tenía ganas de esas estupideces. Lo dejé intentar tomar mi ropa, y apreté sus puños antes de que me alcanzara. Era un Alfa patético como cualquier otro.

Miré la luna creciente que empezaba a verse por la ventana, luego a la cara del estúpido—. Señor, váyase. Estoy seguro de que tiene mucho que hablar con su hija y con su esposa. Y espero que elija ser más respetuoso —dije con firmeza, antes de soltarlo despacio. El hombre, avergonzado, de alejó de inmediato.

— Gracias... —dijo la mujer por lo bajo.

— Póngale esto en el café, o lo que sea que tome —le dije yo, una vez que el hombre estuvo lo suficientemente lejos, y le di varios sobrecitos que solía tener a mano en mi cajón por si acaso. Eran supresores, básicamente podían hacer más sumiso al enfermo de su marido—. Cualquier cosa, me busca.

Ella agradeció con un gesto y salió disparada al costado de su marido.

— ¡Voy a correr la voz de lo irrespetuoso que es el dueño de este lugar! ¡Todos se van a enterar! —salió diciendo el hombre. Yo hice caso omiso y lo seguí de cerca hasta asegurarme de que estuvieran bien lejos. Cuando volví a entrar, la mayor parte de los clientes me miraban sorprendidos.

— El que tenga curiosidad puede salir detrás de ellos y preguntarles —dije simplemente, se podían ir a la mierda todos los que estuvieran de acuerdo con ese hombre. Yo seguí mi camino a la cocina. Giuk no me preguntó nada, en su carita risueña podía ver qué ya sabía perfectamente lo que había pasado, estaba imaginando bien.

— Jefe, ¿quiere tomar algo?, ¿una limonada?

— No, justamente eso no —dije yo, y me acerqué a servirme un café, él se rió a carcajadas, también había notado el exceso de perfume en la mujer.

— Creo que vamos a cerrar temprano hoy, es casi luna llena y los Alfa están empezando a ponerse pesados —dije yo.

— Me vendría bien el descanso —dijo él, mientras corría a la pantalla a verificar que no hubiera ninguna mesa sin atender. En cambio, había muchas pidiendo la cuenta, quizás por la pequeña escena.

Yo me sentía de buen humor, a pesar de la discusión, me alegraba haber ayudado a esa mujer a abrir un poco los ojos. Dejé que los empleados se fueran, quedaban pocas mesas por atender y podría arreglarme solo. Había una mesa con dos chicas Alfa que conversaban y, por momentos, se tomaban de las manos. Un pequeño grupo de Omegas que estudiaban en una de las mesas más iluminadas y, una especie de cita doble de una Omega con un Alfa y una Alfa con un Omega; la combinación me dio gracia.

Yo estaba apoyado en la barra, sin mucho que hacer, sin pensar en nada. Ese era el tipo de parejas que me agradaban, en las que había paridad y, además, consenso. De hecho, me sorprendió que no hubiera marcas en ningún cuello...

— ¿Les puedo ofrecer algo más? —pregunté acercándome a la mesa de 4, en realidad tenía curiosidad por ellos, parecían parejas estables de Alfa y Omega, pero no tenían marcas.

— No, gracias, es tarde, ya estamos para la cuenta —dijo la chica Alfa.

— Bien, ya les traigo... Em... ¿puedo preguntar algo un poco personal? —, ellos se miraron unos segundos y la misma asintió—. ¿Son parejas y no tienen marca?, ¿o estoy confundiendo las cosas...?

— Ah, eso, nos preguntan mucho —contestó.

El chico Omega que estaba con ella siguió— nuestras familias no lo ven bien. Dicen que si no nos marcamos es porque no nos queremos, o porque no hay compromiso real... Lo decidimos porque no queremos que nuestra relación se base en un lazo que nos obliga a estar juntos.

— Incluso si las cosas no funcionan, nos da libertad para tomar caminos separados sin estigmas innecesarios —agregó la chica Omega.

— Es hermoso que lo vean así —admití yo. Esas dos parejas parecían haber encontrado el equilibrio en una relación de Alfa y Omega sin la posesividad que solía venir involucrada—. Espero que siga funcionando...

— No es fácil, pero es una desición que queremos respetar —finalizó una de ellas.

— Ojalá hubiera más Alfas y Omegas como ustedes —finalicé, antes de volver a la barra a buscar su cuenta. De paso preparé las de las dos mesas restantes, que ya tenían sus tazas y platos vacíos.

Cuando todo quedó vacío, me dediqué a limpiar y ordenar las cosas, ya con la persiana baja. Era temprano, no era el horario de cierre habitual, pero tenía ganas de irme temprano, así que me apuré para dejar todo en orden, guardar el dinero de la caja y salir por la puerta lateral.

La luna estaba hermosa brillando con un poco más de luz que oscuridad, así que sonreí mirando al cielo como un tonto y abrí mi camisa para dejar la piedra expuesta.

Me sobresalté por demás cuando vi una sombra a mi costado y algo moverse de pronto. Instintivamente oculté el collar en mi mano, y él soltó una carcajada.

— Ya lo vi, cerecita. No hace falta que lo ocultes —dijo una voz grave que yo ya conocía. Ah, y su aroma... Él de nuevo.

— Luni- ... ¿Esperá qué ...? —. Respiré profundo intentando sentir su aroma. No era a jazmín, tampoco manzana, era más como... ¿Vainilla y caramelo? Los dos secundarios.

— Se, se, hay más sorpresas, supongo —dijo él, bajando la capucha de su buzo. Tenía el pelo completamente gris.

— ¿Qué te pasó ahora? —pregunté un poco nervioso, en parte por su nuevo cambio de aspecto, y otro poco por la mancha oscura en su buzo—. ¿Es sangre?

— Me sangró la nariz... M-me golpearon. Yo... Vine porque estoy en peligro y no creo que nadie más me pueda ayudar. Sos el único que lo sabe... Aparte de HwanWoong.

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🌒🌓🌔🌕🌖🌗🌘
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Aquí Bett ~🌛

Muajjajsjjdkf ya que estamos, ¿me dicen su DongJu favorito?

DongJu pelo largo rubio
DongJu pelo largo gris
DongJu pelo largo negro

(A mí el negro!)

Y bueno, no sé qué más decir, pero espero que estén disfrutando esto. Tengo unas ganas colosales de incorporar a los personajes nuevos, así que hagamos esto rápido 😇

Nos leemos pronto ~ 🌙

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