Capítulo 6
Me doy cuenta enseguida que a Luca le hizo mal mi reacción por el cariño que denota su mirada y entonces comprendo que aún cuatro años después seguimos entendiéndonos. Extiende su mano hacia mí y me ayuda a ponerme de pie, hora de afrontar la situación.
—Hola, Lu— pronuncio de manera débil y me giro hacia la mujer de cabello rojo para que me la presente.
Antes de hacerlo me abraza con fuerza, tanta que es evidente para mí que creía que jamás iba a volver a verme. Su calidez me invade, haciéndome olvidar por completo las bajas temperaturas neoyorquinas.
—Te ves bien— susurra en mi oído antes de soltarme—. Isla, ella es Sabrina, mi esposa.
—Mucho gusto— digo estrechando su mano con una sonrisa, ocultando lo que esa palabra genera en mi sistema.
Su esposa.
Por supuesto que ya no siento amor romántico por Luca, pero saber que está casado remueve cosas en mi interior que jamás había experimentado.
—Ah, ¡la chef! — asiente la chica mientras me devuelve el saludo—. De hecho, estamos en nuestra luna de miel.
—Felicitaciones.
Me sorprende que le haya hablado de mí. Se produce un silencio algo incómodo durante algunos segundos y prefiero romperlo antes de salir corriendo.
—Bueno, ¿les saco una foto entonces?
Luca sonríe y apoya la cámara en mis manos para ir a posar junto a la bella fuente y su fondo de enredadera poblada de flores blancas. Él levanta la mano saludando hacia el lente y me deja ver todos sus dientes y ella le planta un beso en la mejilla justo cuando se dispara el flash. Es imposible negar que se ven muy bien juntos, además de reflejar auténtica felicidad. Esto último logra calmar el huracán de sentimientos que estaba ahogando.
Si alguien en este mundo merece ser feliz es Luca.
Se acercan a ver la foto que les tomé y se ven conformes, sonriendo cómplices con la imagen de ambos siendo felices en Nueva York.
—Gracias— suelta Sabrina apoyando una mano en mi hombro con dulzura. Me hace preguntarme cuánto es que sabe de mí, qué cosas le habrá contado Luca sobre "la chef".
—De nada. Espero que sigan disfrutando su viaje, eligieron una ciudad hermosa con mucho para ofrecer.
—Hasta ahora nos encanta, no me sorprende que la hayas elegido en su momento. Siempre tuviste buen ojo para estas cosas— exclama Luca.
Lo abrazo y estoy a punto de estrechar la mano de ella cuando propone algo que no me esperaba.
—Hace mucho frío y estábamos a punto de ir a tomar un café, ¿te gustaría acompañarnos?
Lo dudo por un instante, pero sé que quedaría mal decir que no así que termino aceptando. Sabrina parece realmente agradable y no me gustaría incomodarla con mi rechazo. Tampoco quiero que Luca sienta que digo que no por él. Y a decir verdad muero de hambre.
Decido guiarlos hasta una cafetería que vende donuts de sabores especiales. Sé que a mi ex le gustan y yo estoy antojada.
Es pequeña, mas no se encuentra llena así que nos adentramos y ubicamos en un rincón del lugar con asientos acolchonados y luz cálida, donde un chico repleto de pecas se acerca para dejarnos un menú.
Escucho a la pareja hablar de fondo mientras leo las opciones de donuts del día de hoy y se me hace agua la boca con solo imaginarlas, incluso considero tomar las combinaciones de sabores para alguna receta. Ellos dos ni siquiera le dan un vistazo a la lista y al cabo de un rato el mozo regresa a nuestra mesa.
—¿Ya saben que van a ordenar?
—Sí, yo quiero una donut de miel con semillas de amapolas y un té negro con cardamomo, por favor— contesto para luego observar a Luca y Sabrina que se mantienen en silencio con sus ojos clavados en mí—. ¿Y ustedes?
—Vos sos la experta en sabores así que te vamos a dejar elegir las nuestras— sugiere él con seguridad.
—Está bien, el mismo té para todos y te agrego una donut de matcha y otra de bacon y canela.
—¿Bacon y canela? — la pequeña "o" que se forma en la boca de Sabrina es impagable—. ¿Eso quedará bien? Digo, las donuts son dulces y el bacon salado.
—Ustedes decidieron poner sus paladares en mis manos y ahora se tienen que atener a las consecuencias— bromeo y ella asiente satisfecha.
El mozo se retira con el menú y yo me apresuro a generar conversación antes de que se genere algún silencio incómodo de nuevo.
—Entonces, ¿cómo se conocieron?
Se miran con cariño y entrelazan sus manos antes de responderme. De verdad parecen salidos directo de una publicidad de préstamos bancarios para comprar tu primera casa y empezar una familia.
—Sabrina es de hecho la hija de mi jefe. Nos conocimos en una fiesta de navidad de la empresa.
—Wow, Luca. ¿La hija de tu jefe? No te tenía como alguien tan pervertido— lo fastidio sumando una sonrisa de lado y una ceja enarcada.
—Bueno, me casé con ella así que supongo que ya no puede decirme nada, salvo que se enterara de una vez que estábamos en su oficina y...
—Demasiada información, Lu. Demasiada— lo interrumpo tentada ante la imagen de Sabrina cubriendo su rostro completamente teñido de rojo.
No necesitaba oír sobre las andanzas sexuales de mi exnovio.
Continuamos conversando un rato más sobre absolutas banalidades hasta que trajeron nuestro pedido. Los enamorados terminan su donut en un abrir y cerrar de ojos, fascinados por la novedad de los sabores. Ni siquiera eran gustos tan raros para Nueva York, pero en Argentina no es común encontrar cosas así en cualquier cafetería.
¿Debería volver a mi país y llevar estas combinaciones de ingredientes? Tal vez el factor sorpresa me impulse a la popularidad gastronómica en Argentina.
—Luca mencionó que tenías muy buen gusto para la comida— las palabras de Sabrina me sacan de mis nuevas ocurrencias—. Y tenía razón, me encantó lo que ordenaste para nosotros. Él está orgulloso de vos, dice que algún día vas a ser famosa y va a poder decir "yo me acostaba con esa mujer que aparece en la televisión" — confiesa soltando una risa fuerte que no me esperaba.
Luca mientras tanto la codea sin disimulo por debajo de la mesa.
—No digas esas cosas— le reprocha.
Me divierte el intercambio entre ambos, no me sorprenden las declaraciones porque conozco a Luca. Es refrescante ver lo bien que se llevan y la naturalidad con la que Sabrina puede estar sentada compartiendo un momento conmigo, aunque tenga un pasado con quien es ahora su esposo.
Por otro lado, me invade una sensación de fracaso absoluto al escuchar las expectativas que él tiene de mí. Que probablemente sean las mismas que tienen todos mis familiares y amigos que dejé atrás cuando me mudé a esta ciudad. Aun así, todavía no había alcanzado nada, no era nadie.
—¿Qué estás haciendo ahora? —inquiere Luca bebiendo un sorbo de su té que ya debe estar helado.
—Bueno, estoy trabajando en Doux Paradis.
Voy a seguir hablando, pero el agudo grito de emoción de Sabrina me interrumpe.
—¡No lo puedo creer! ¿Doux Paradis? Todos hablan de ese restaurante, tiene estrellas Michelín y dicen que la cocina de Henri Gautier es majestuosa. Creo que está en la lista de "200 restaurantes que hay que visitar al menos una vez en la vida" de la revista Wine&Dine.
—Así es.
—Quisimos hacer una reserva, pero por supuesto está todo ocupado por el resto del año más o menos— agrega aún entusiasmada y dando pequeños saltos en su silla— ¿Creés que podés conseguirnos un lugar?
—¡Sabrina! —exclama Luca por lo bajo—. ¿No es un poco desubicado pedir algo así?
—Lo siento, es que...
—No es desubicado, no te preocupes— intento tranquilizarla—. El problema es que recién empecé a trabajar ahí hoy. De hecho, acababa de salir del restaurante cuando me topé con ustedes.
Luca asiente prestando atención a mi pesado suspiro y la forma en la que pierdo la mirada en la mesa y mi taza de té ya vacía.
—Voy a ir a pagar la cuenta, hoy invitamos nosotros— me dice apoyando por un instante su mano sobre la mía—. Sabrina, ¿por qué no salen a pedir un taxi? A esta hora no creo que sea fácil conseguir uno, seguro nos termina pasando lo mismo que ayer.
La chica asiente y les doy la razón en cuanto a conseguir un taxi vacío en Nueva York. Afuera está bastante helado y el otoño se hace sentir. Sabrina se acerca a la calle y saca un cigarrillo que enciende con dificultad gracias al viento, me ofrece, pero niego ya que no fumo. Finalmente consigue que pare un taxi justo cuando Luca está saliendo de la cafetería.
Él le hace una seña con la cabeza para que suba y se acerca hacia mí. Sabrina me saluda desde lejos con la mano y una sonrisa de oreja a oreja y hago lo mismo.
—¿Qué te pasa, Isla?
—¿A qué te referís?
—Vamos, te conozco. Hay algo que te está molestando.
Agacho la mirada y me quedo observando mis pies negando con la cabeza hasta soltar con pesadez todo el aire por la boca y volver a levantar mi mirada hacia él.
—¿Soy un fracaso?
—No, siguiente pregunta.
—Luca...
—Isla, sos la persona más determinada que conozco. No fuiste, ni sos, ni jamás serás un fracaso, que te quede bien claro. Estás trabajando en uno de los restaurantes más importantes de Nueva York, por Dios. ¿No viste a Sabrina? Estaba como loca, aunque no sé si tiene más ganas de probar los platos de Henri o a él directamente.
El estúpido me hace reír, aunque tenga los ojos llenos de lágrimas, siempre logró el mismo efecto.
—Entré a trabajar hoy y llegué hace cuatro años. No tenés idea por cuántos trabajos pasé ya. Y este es el primero donde puedo llegar a cocinar de verdad. Y aun así lo único que hice hoy fue cortar papas y zanahorias— protesto levantando mis manos para que note las pequeñas marcas enrojecidas.
Luca toma mis manos entre las suyas y las acerca su cara para plantar un beso en las mismas.
—¿Quién dijo que iba a ser fácil? ¿Quién dijo que lo ibas a conseguir de un día para el otro? —cuestiona sin apartar sus ojos brillantes de los míos—. Cada día que te levantaste de la cama y saliste a intentarlo son prueba de que no sos una fracasada, y hoy estás acá. Y sé que vas a lograrlo, lo sé, lo siento acá adentro— me suelta para frotar su mano en su estómago—. Y yo le voy a decir a todo el mundo "miren, yo me acostaba con esa chef cuando todavía no era famosa".
—¿Por qué siempre tenés las palabras justas? —pregunto riendo y con lágrimas ya cayendo por mis mejillas.
—Porque soy increíble.
—Y humilde...
—Un día a la vez, Isla. Solo eso.
Asiento y lo encierro en un abrazo necesario, cálido y apretado. Mis lágrimas mojan la solapa de su abrigo y luego de unos segundos me separo.
—Si quieren más tips sobre qué probar en la ciudad ya saben dónde encontrarme. Ahora andá, que el taxi les va a cobrar una barbaridad por la espera.
Inclina un poco su cabeza dándome la razón, gira hacia el auto y comienza a irse.
—¡Luca! — grito logrando que se de vuelta de nuevo—. Felicitaciones, parece una gran chica, no merecés menos.
Me sonríe una vez más y se sube al taxi que arranca a toda velocidad, seguramente de mal humor por haber tenido que esperar tanto. En Nueva York todos siempre están apurados.
Pero yo no, ya no. Voy a ir sin prisa, pero sin pausa.
Un día a la vez, Isla. Solo eso.
Porque estoy segura que voy a conseguirlo.
Hola :3
Antes que nada perdón por la demora, pero acá estoy! Espero que les haya gustado el capítulo, si es así no olviden dejar su voto ⭐
🍰 Me acuerdo un poco tarde de comentarles esto, pero el restaurante, Doux Paradis, quiere decir Dulce Paraíso en francés, ¿qué les parece el nombre?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro