Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31

El desorden en el departamento me está desbordando. Pierdo la noción de la cantidad de recetas que he probado sin éxito. Ninguna logra convencerme. Sé que estoy siendo demasiado exigente conmigo misma, pero no me queda otra opción ya que tengo que preparar el plato perfecto y eso no existe, así que me encuentro en serios problemas.

Me detengo un segundo para resoplar hacia arriba y así correr un mechón de cabello que quiere caer en mi frente perlada por el sudor. Quedo de pie en el medio de la cocina con los brazos en jarra sobre los lados de mi cadera y observo todo entre rendida y pensativa.

Aprovecho ese momento para cuestionarme cómo carajos llegó a haber un líquido verde salpicado en el techo hasta que recuerdo el incidente con la licuadora. Olvidarme de poner la tapa fue fácil cuando estaba al mismo tiempo pendiente de que no se queme el caramelo que intentaba hacer al fuego. Luego de eso tuve que detenerme unos minutos para que el olor a caramelo quemado no invadiera las demás preparaciones.

—Espero que Dominic quiera ayudarme a limpiar—susurro y mi amigo lo escucha igual porque justo aparece en mi campo de visión.

—Por supuesto que sí. Tómate un descanso ahora y limpiamos. Lo necesitas.

—¡Dom! Llegaste justo, necesito que pruebes esto y me des tu opinión.

—Y...he sido brutalmente ignorado— suspira negando con la cabeza—. Isla, creo que ya no puedo probar más nada por hoy, en serio. Estoy muy lleno.

—Por favooor—ruego poniendo mi mejor cara de cachorro—, necesito que alguien me dé el visto bueno. Me ayuda mucho la opinión objetiva de otra persona.

—Yo no soy objetivo, te amo y pienso que todo lo que cocinas es excelente.

—Dominic...

El moreno exhala cansado sabiendo que he ganado y se termina de acercar hacia mí sacándome la cuchara de las manos.

—¿En serio vas a hacer esto?—inquiere con la salsa a medio camino mirándome a los ojos.

—Al menos tengo que intentarlo. Se lo debo a mis sueños.

Dominic asiente y finalmente prueba la salsa.

—Está rica, aunque se que podría quedarte mejor. Creo que te estás presionando demasiado y por ende no se llega a plasmar todo tu potencial.

Aprieto mis puños contra la mesa porque sé que tiene razón. Le falta sabor a lo que estoy preparando. Estoy tan asustada que no llego a reflejar mi amor en los platos.

—Es verdad—coincido dejando caer mi cabeza hacia atrás frustrada.

—No te preocupes. Vamos a ordenar, limpiar y abrir un poco las ventanas que hay mucho olor a ajo aquí—observa mí amigo tomándome por los hombros y llevándome al sillón.

—Mi opinión no cambió a lo largo de los años, si la idea es hacer feliz a alguien con tu comida tiene que tener si o si manteca y ajo.

—Lo sé, y al menos conmigo siempre lo consigues. Voy a extrañar el aroma de tu comida cuando estés en París.

—Primero tengo que ganar. No sabemos si voy a conseguir el trabajo aún—le remarco apoyando mi cabeza en su hombro.

—Isla, estamos hablando de ti. Eres la mejor cocinera que conozco, por supuesto que te van a elegir.

Cruzamos miradas y la mano de Dom se agarra con fuerza de mi hombro. Justo cuando noto que nuestros ojos se están humedeciendo de a poco escucho unas llaves en la cerradura de la puerta.

Levanto la cabeza asustada, mi cara de desconcierto hace reír a Dom y me sorprende que él no se vea más alarmado.

Cuando la puerta termina de abrirse aparecen Rebecca y Henri a través de la misma. No entiendo nada. Me pongo de pie rápidamente y me acerco a ellos mirándome antes de reojo en el espejo redondo que cuelga en una de las paredes. Genial, me veo terrible. Estoy bastante despeinada y con el delantal todo sucio.

—Le di un juego de llaves a Becca—murmura Dominic en mi oreja.

Tendré que hablar con él luego sobre porqué no me dijo eso antes. Yo jamás le daría llaves a Henri sin preguntarle primero, después de todo compartimos el departamento.

El chef acorta la distancia que nos separa y me envuelve en un abrazo acogedor. Su calidez se apodera de mí en un instante.

—Isla, te ves muy bien—dice aunque sé que eso no es verdad. Luego apoya su nariz en mi cabello e inhala suavemente—.Y hueles delicioso, como a ajo salteado con mantequilla.

Sonrío ante su observación agradeciendo que ame la cocina tanto como yo porque cualquier otro hombre creería que el olor a ajo es asqueroso.

—¿Qué diablos pasó en esta cocina?—cuestiona Becca mirando para todos lados.

—Estuve grabando unos videos de recetas para subir a mis redes sociales—miento sin darme cuenta y Dom me dedica una mala mirada.

La mentira no fue para Rebecca, a ella ya le he contado lo que pasó en la casa de Dai Na, pero por alguna razón todavía no me animo a contarle a Henri y sé que Dominic me está juzgando por eso.

—¿Qué están haciendo aquí?—inquiere Dom para cambiar de tema con disimulo.

—Rebecca y yo decidimos venir a buscarlos cuando cerramos el restaurante para ver si querían ir a comer algo los cuatro. Sé que es un poco tarde, si quieren pueden pedir un postre.

Me sorprende la propuesta viniendo de alguien que en general parece detestar a todos, así que la acepto con entusiasmo. Me quito el delantal y ordeno un poco mí cabello y, no sin antes ponerme un abrigo, salimos los cuatro. No pierdo la oportunidad de tomar al chef Gautier por el brazo.

De pronto las recetas para Dai Na y el desorden de la cocina pierden un poco de importancia.

***

Si la casa de Dai Na me pareció una mansión entonces su cocina podría considerarse propia de un hotel cinco estrellas de gran capacidad.

Todo es de última tecnología, moderno y tamaño industrial. Jamás me hubiera imaginado ver semejante cocina en una casa. Suficiente con decir que todos los que nos presentamos a la cena entramos de manera muy cómoda para cocinar nuestros platos.

No me siento nerviosa. Aunque tuve pocos días para prepararme dediqué casi todo mi tiempo en practicar y probar. Considero que a Dai Na le va a gustar mi plato ya que refleja su estética femenina y elegante. Sin embargo, no conozco quienes serán los demás que probarán lo que cocinemos. Todavía no han llegado.

Los chefs nos encontramos solos en la cocina, acomodando nuestras estaciones de trabajo y saludándonos. Algunos se desean suerte, otros ya están contando qué van a preparar.

Las ideas de los demás me parecen en verdad muy buenas y siento los engranajes de mi cabeza entrando en funcionamiento al cuestionarme si lo que elegí estará a la altura.

Justo cuando estoy comenzando a inquietarme, las puertas dobles de la cocina se abren dejando entrar a Dai Na, su asistente Bo y dos hombres. Me pongo en puntas de pie para poder ver mejor y abro la boca al ver a Piero Vitale y al lado de él a alguien que reconozco al instante, es el editor en jefe de una importante revista gastronómica internacional, Gabriel Chery, un señor de baja estatura con bigote oscuro y poblado.

Piero me dedica una sonrisa de lado y un saludo inclinando su cabeza, gesto que agradezco que nadie parece notar.

—Bienvenidos una vez más—exclama Dai Na con los brazos abiertos—. El gran día llegó— agrega y da pequeños aplausos cargados de entusiasmo, estoy convencida que esto le divierte más a ella que a nosotros—. Primero lo primero, no creo que necesiten introducción, pero igual voy a hacerlo. Quienes, junto a mi, juzgarán sus platos son mis amigos personales, Piero Vitale, crítico gastronómico de renombre, y Gabriel Chery, editor en jefe de una de las revistas más interesantes y populares del rubro.

Los hombres nos saludan y todos asentimos. A continuación es Bo Fang quien da un paso al frente para hablar.

—Para que las opiniones de los platos sean auténticas y sin influencias van a cocinar únicamente bajo mi supervisión. Cuando hayan terminado la señorita Yuang y los señores Chery y Vitale volverán y probarán sus preparaciones.

Una prueba a ciegas, interesante. Además me relaja saber que no me voy a sentir observada mientras cocino.

—Gracias, Bo—menciona quién podría ser mi futura jefa—. Tienen cuarenta minutos, pueden terminar antes, pero no después. Nos vemos.

Los tres se retiran y la acción comienza. Ajusto el nudo de mi delantal, acomodo mi chaqueta y ato mi cabello en un rodete ajustado. Doy un paso atrás, respiro hondo y comienzo a poner los ingredientes sobre la fría mesada metálica.

Luego de muchas pruebas he decidido preparar albóndigas de cordero y queso azul sobre una salsa de ajo negro y coronado con un crocante de avellanas tostadas y caramelizadas.

Condimento la carne de cordero con distintas exquisitas especias y le agrego la cebolla que ya he picado en trozos diminutos y cocinado levemente. Luego añado el queso azul en pedazos pequeños y huevo para unir todo.

Comienzo a dorar las albóndigas de cordero a un fuego moderado para que no se cocinen de más y terminen secas. Lo hago con manteca para que inunde de sabor a la carne y también quede más húmeda. El punto de cocción de cualquier carne es un factor que siempre determina cuán bueno es un plato por lo que debe quedar perfecto.

Las personas que me rodean se mueven a la misma velocidad que yo, o tal vez más rápido todavía. Es entonces que la competencia se vuelve del todo real para mí y puedo sentir la adrenalina recorriendo mi cuerpo entero.

Todos estamos acá por razones parecidas. Crecer profesionalmente, avanzar en el mundo culinario, probarnos a nosotros mismos que somos capaces, demostrar lo mucho que amamos la cocina. De repente mi sueño deja de sentirse mío, lo percibo compartido, parte de todos los que nos encontramos corriendo en esta cocina.

Intento acelerar mis movimientos mientras le quito al ajo negro la fina cáscara que lo recubre, pero sin perder el control para que la situación no se salga de mis manos.

No quiero abusar de la manteca por lo que lanzo el ajo negro a una sartén caliente con aceite de trufa blanca cuya suavidad lo va a complementar a la perfección. Inhalo ansiosa cuando los aromas comienzan a dominar mis sentidos. Apreciarlos deliciosos me permite saber que estoy haciendo un buen trabajo.

Con un ligero toque de crema de leche le doy cuerpo y consistencia a la salsa. El ajo negro tiene dejos de sabor a caramelo y vinagre balsámico, ambas cosas acompañarán muy bien al poderoso queso azul de las albóndigas. Cada detalle de esta receta fue pensado de manera intencional así que la confianza no me abandona en ningún momento.

Quito las albóndigas del fuego antes de ponerme a pelar y picar las avellanas para rápidamente ponerlas a caramelizar. Luego las hago a un lado para que enfríe el caramelo mientras comienzo a emplatar cada componente.

Es entonces que Bo aparece para indicarnos que falta poco tiempo para terminar. Miro a mi alrededor y ya todos están por acabar de servir. El aroma que hay en esta cocina es asombroso y lo poco que puedo distinguir de los platos por ahora se ve muy bien.

Seco el sudor de mi frente con la manga de mi chaqueta antes de colocar una cantidad generosa de la salsa en el centro de un plato hondo y con la parte de abajo de la cuchara le doy un suave golpe para que salpique, generando así un toque algo artístico y original. Ubico sobre la misma tres albóndigas no muy grandes. Quiero que haya una para cada uno y que su tamaño no sea invasivo ni tosco.

Le doy los toques finales con las avellanas caramelizadas espolvoreadas por encima y una sutil hoja de menta, hierba que acompaña muy bien el fuerte sabor de la carne de cordero.

El reloj de pared nos indica que se ha acabado el tiempo. Exhalo agotada con las manos sobre mi cintura al ver mi plato terminado. Me ha quedado justo como esperaba y como lo había visualizado. Solo espero que el sabor esté a la altura.

Bo fang nos hace dejar cada platillo uno al lado del otro en una mesa alargada y dar un paso atrás.

Todas las preparaciones se ven increíbles. En vez de intimidarme, sólo me da más hambre de ganar esto.

Nos mantenemos en silencio cuando Dai Na, Piero y Gabriel vuelven a aparecer. Tengo los brazos cruzados detrás de mi espalda por lo que nadie nota mis dedos moviéndose ansiosos.

Caminan a lo largo de la mesa con lentitud apreciando cada receta, los platos también entran por los ojos. Luego se detienen en el primero, lo huelen y después se turnar para probar cada componente por separado y, posteriormente, todo junto.

Repiten ese procedimiento con cada una de nuestras preparaciones. No se miran entre ellos y sus expresiones no cambian con ningún bocado que llevan a sus bocas.

Finalmente anuncian que van a tomarse unos minutos para decidir. En cuanto salen se escucha como todos suspiramos aliviados y nuestros cuerpos dejan de estar en tensión. Todos nos felicitamos mutuamente, algunos se dan la mano y otros incluso se animan a abrazarse.

Los supuestos minutos se sienten como horas, pero por fin regresan luciendo satisfechos.

—Lo primero que queremos hacer es agradecerles por los maravillosos platos que nos han presentado hoy—comienza la mujer con una amplia sonrisa en sus labios maquillados de color púrpura—. Elegir no fue fácil y por eso nos atrasamos un poco.

—Cada plato nos aportó algo satisfactorio y han superado nuestras expectativas—menciona Piero paseando su mirada por todos nosotros, deteniéndose un poco más de tiempo en mí.

—Hemos juzgado sus recetas por presentación, aroma, sabor, textura y originalidad—agrega Gabriel.

Dai Na da un paso al frente cuando terminan de hablar y ronda la mesa donde los platos quedaron a medio comer.

—El próximo o la próxima chef de mi restaurante va a ser quien preparó—hace danzar a su dedo por encima de toda la superficie de la mesa intentando generar suspenso hasta que se digna a frenar—, ¡éste platillo!


¡Hola! Sí, decidí dejarlo en suspenso 😈

❤️Si les gustó el capítulo dejen su amor en forma de votos y comentarios, ayudan mucho :)

Espero que no les aburran los capítulos dónde se habla tanto de comida y preparaciones. Me parece súper importante para la esencia de la historia y tiene mucha investigación previa y dedicación 😊

👀Perdón si tiene errores o alguna falla al subir como en los espacios o guiones de diálogo. Lo tuve que subir desde el celular.

~Nos leemos la semana que viene (no puedo creer lo poquito que queda 🥺) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro