Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 29

Entro al departamento algo mojada. Cuando llegué a la puerta de mi casa seguía nevando así que me quedé un rato bajo la nieve apreciando el frío y los delicados copos blancos cayendo sobre mi ropa y cabello. Fue una nevada muy suave y nada llegaba a quedar cubierto, los copos caían y pronto de desintegraban, pero aun así me pareció hermoso.

Puedo escuchar que alguien está viendo una película. Me asomo y veo a Dominic y Rebecca estirando sus cuellos para ver quién ha llegado. Al comprobar que soy yo mi compañero de piso y mi amiga me saludan efusivamente con las manos y me desean una feliz navidad a los gritos.

—Qué bonita bufanda— dice la rubia con una gran sonrisa.

—¡Ni me hables de la bufanda! —protesto y me la quito lo más rápido posible para dejarla colgada en el perchero de la entrada.

Camino hasta ellos arrastrando los pies y la angustia regresa a mí. No puedo eliminar de mi mente la mano de la ex de Henri levantándose para tocarlo.

¿Habrá dejado que lo toque en serio? ¿Estará tocándolo en este preciso instante?

Sacudo mi cabeza para despejar las lágrimas y noto que Rebecca se corre y da suaves palmaditas en el sillón indicándome que me siente en medio de ellos dos. Bufando me dejo caer en el acolchonado sofá, tomo el balde de palomitas que descansa en la mesa y mientras me llevo un enorme puñado a la boca Dom cubre mi regazo con una manta.

—¿Están viendo El Grinch? —pregunto, aunque la respuesta se refleja de manera obvia en la pantalla—. Genial, representa justo como me siento. Ésta Navidad terminó siendo una porquería.

—¿Nos vas a contar qué pasó? —consulta Dom frotando mi espalda.

Suspiro agotada y comienzo mi relato con lujo de detalles. Desde la caída patinando, pasando por el intercambio de regalos y terminando con Brigitte parada frente al edificio de Henri y como éste pidió que me fuera.

Dom se pone de pie nervioso y camina hasta la puerta para quitarse las pantuflas y ponerse unas botas.

—¿Qué estás haciendo? —quiero saber entre risueña y preocupada.

—Ese imbécil va a saber que hay cosas que simplemente no se hacen.

Tiene puesta una pantufla en un pie y una bota en la otra cuando Rebecca llega hasta dónde está y agarrándolo del brazo lo arrastra de nuevo al sillón.

—Mejor dejemos la violencia para otro día— le sugiere a su novio quien asiente y respira profundo para calmarse.

Propongo seguir viendo la película como método para distraerme. Aunque no lo termino consiguiendo. En menos tiempo del que conviene me termino yo sola todo el balde de palomitas por la ansiedad que me genera imaginar a Henri en la cama con Brigitte.

Las preguntas no abandonan mi mente. ¿Lo estarán haciendo en la bañera igual que nosotros? ¿Cómo mierda supo dónde vive el chef en primer lugar? ¿Estará gritando su nombre mientras toma su cuerpo?

Tengo que apretar los labios de la fuerza que hago para no llorar. El estómago comienza a dolerme, pero decido no hablar para no alarmar a mis amigos. Cuando la película termina me pongo de pie rápidamente y comienzo a caminar hacia el baño

—Espera—suelta Dominic—. ¿No quieres ver otra? Puedo poner a hacer más palomitas o podemos abrir unas cervezas.

Al lado suyo Rebecca asiente con cariño dándole su visto bueno al plan.

—No, gracias chicos. Disfruten su navidad y perdón por interrumpir su noche. Me voy a dar un baño para quitarme el frío y me voy directo a la cama.

El baño que pretendía fuese largo y placentero termina siendo más corto de lo que esperaba. Lo único que me apetece es apoyar mi cabeza en la almohada y descansar.

Escucho ruidos del otro lado de la puerta. Asumo que son Dom y Becca levantando y lavando las cosas de su cena navideña por lo que me acuesto y cierro los ojos sin darle vueltas al asunto.

Sin embargo, no llego a dormir. Tres suaves golpes en mi puerta me hacen darme vuelta. Mi pecho se comprime deseando que sea el chef, pero mi cerebro me dice que deje de fantasear antes de quedar como una tonta. Ante mí falta de respuesta primero se escuchan unos murmullos y luego la puerta se abre lentamente.

Henri se asoma por el poco espacio que abrió, sus labios sonríen, pero sus ojos se ven tristes, ¿O quizás arrepentidos? Lo único que espero es que no se vean así por haber estado con ella.

Le hago un gesto con la cabeza para que entre y me incorporo en la cama. Él toma asiento en los pies de la misma y extiende su mano hasta encontrar mi pierna.

—Pensé que estabas con tu ex—suelto intentando no sonar molesta, aunque creo que no lo logro.

Henri niega con la cabeza y se desliza sobre la cama acercándose más a mí. Ahora su mano acaricia mi brazo y recién ahí percibo lo helado que está su tacto logrando estremecerme en un instante.

—Escuché lo que tenía para decir y luego la mandé a la mierda. A ella y a Piero.

—¿A Piero? —consulto sintiendo que me perdí gran parte de la historia.

¿En qué momento apareció el italiano? Supongo que es una buena señal porque significa que Henri no estaba solo con Brigitte.

—No importa, es una historia para otro día. Solo quería saber si habías llegado bien y ahora que lo compruebo estoy más tranquilo.

—Me podrías haber mandado un mensaje para eso.

—¿Me hubieras contestado? —pregunta divertido ya que sabe mi respuesta y removiéndome un poco sobre la cama niego de lado a lado.

—¿Dejaste que te toque? —no puedo seguir guardando la duda en mí interior, me está consumiendo.

—Me besó—sentencia y aprieto mis manos sobre el colchón frunciendo el ceño—, pero la corrí de inmediato. No quiero que se acerque nunca más a mí, de eso estoy muy seguro.

Permanezco en silencio un instante procesando la amargura que me produce saber las verdaderas intenciones de Brigitte. Algunas personas realmente no sienten remordimiento por el daño que hacen a otros y ella es el claro ejemplo de eso. La amargura es reemplazada por el enojo al recordar las cosas que le ha hecho a Henri.

—No me gustaría que vuelva a lastimarte—confieso en un susurro.

—¿Has visto lo fuerte que soy ahora? Ella ya no puede hacerme daño—se queda dubitativo mirando el piso antes de volver a hablar—. De hecho, si hay alguien que podría lograr hacerme eso hoy en día eres tú.

—Debería hacerte daño, a decir verdad. Por dejarme sola en Navidad y echarme a mi casa—protesto cruzada de brazos y sin intención de dejarme doblegar.

Henri nota el dejo de humor en mis palabras y sonríe de lado mientras me agarra por los brazos para arrimarme a su pecho donde recuesto la cabeza sin problema. Apoyo una mano sobre el mismo y comienzo a trazar delicados círculos con la punta de mí dedo. Pero no puedo evitar volverme a correr hacia atrás con cara de asco al percibir un dejo de perfume de mujer mezclado con el aroma masculino que siempre me fascina.

—Discúlpame, en serio me arrepiento—murmura cerca de mí oído dejándome sentir su cálido aliento contra mí piel cuando nota mi asqueada expresión—. De lo contrario no estaría aquí. Y aunque no lo parezca en realidad intentaba protegerte.

Me incorporo separándome de Henri para no dejar que vea lo que sus palabras generan en mí. No quiero ilusionarme.

—¿Protegerme cómo? Igual no lo necesito, soy muy fuerte y capaz de hacerlo sola.

—Sé que lo eres, pero no conoces el alcance de la maldad de Brigitte. No quería que estuvieras cerca de ella ni un segundo, todo lo que toca lo daña. Y prefería recibir yo solo todo el daño antes de que algo de eso llegara a ti.

Lo observo de reojo mientras habla manteniendo mi actitud ofendida. Sin embargo, estoy segura que está diciendo la verdad y por ende me ablando en cuestión de segundos, aunque no se lo deje ver.

—Tendrías que habérmelo dicho en el momento, delante de ella. No denigrarme de esa forma. Si la que te hace daño es ella y no yo, ¿no te parece que echaste a la persona equivocada?

—Tienes toda la razón, fui el imbécil más grande de todos. Luego de recuperar mi vida decidí preocuparme solo por mí, no dejar que nadie se acerque demasiado a mi persona para no tener que lidiar con los sentimientos de los demás. Pero llegaste al restaurante toda sucia ese primer día—hace una pausa en la cual intenta no sonreír—, y preparaste la mejor crème brûlée que jamás he probado y me asusté tanto, Isla. No te das una idea el miedo que tuve. Porque te veías tan confiada y hermosa, me demostraste tener tanto talento. Y me hiciste sentir por primera vez en mucho tiempo que podía llegar a preocuparme por alguien más—carraspea y tengo que hacer lo mismo para disimular el frágil estado en el que me deja lo que está diciendo—. Intenté con todas mis fuerzas luchar contra ese sentimiento al principio, pero aquí me ves, como un idiota sentado en tu cama pidiendo perdón y es que en verdad lograste importarme demasiado.

Aleteo mis pestañas para que no note el deplorable estado de mis ojos llenos de lágrimas que me niego a dejar salir, aunque sus ojos se encuentran de la misma manera que los míos. Sus palabras acaban de revolver todo mi interior. Tengo que tomar aire de manera profunda varias veces antes de poder hablar de nuevo.

—No te preocupes, al fin y al cabo, saliste perdiendo porque estaba dispuesta a subir a tu departamento y darte la mejor noche de sexo de tu vida como segundo regalo.

—Si quieres me puedo ir y dejarte sola con tu juguete rosa de la otra vez.

—¡Idiota! —chillo golpeándole la cara con mí almohada cuando me torno completamente roja al recordar cuando descubrió mí consolador rosado adentro del mueble.

—Entonces, ¿Me voy o me quedo? —inquiere sin dejar de reír.

En vez de contestar opto por levantar la cabeza y, sin dejar de mirarlo a los ojos, tomo su rostro con ambas manos para unir nuestros labios y así sentir esa familiar calidez que ya se percibe necesaria.

—¿Qué pasa por tu cabeza cuando yo te beso? — mi énfasis en la palabra "yo" es intencional, quiero que sepa que pienso diferenciarme de esa otra mujer en absolutamente todo y su sonrisa ladina me deja saber que lo ha captado.

Antes de que conteste me ubico encima de su regazo con una pierna a cada lado de su cuerpo. Henri de inmediato posa sus manos en mi trasero para comenzar a tocarme con movimientos cargados de lujuria.

—Para serte honesto, me pasa algo muy extraño. Siento cosas muy contradictorias—comienza a hablar mientras deja besos en mí cuello luego de cada palabra—. Tus besos me dan ganas de embestirte sin medida y sin importar dónde nos encontremos, aunque también me dan ganas de cuidarte toda la vida.

Cuando termina de hablar sus besos en mí cuello se intensifican, al igual que su agarre en mí trasero. Pero yo permanezco helada ante su confesión. Intento pensar que su "toda la vida" fue solo una expresión disparada por el calor del momento nublando su mente. Porque de lo contrario me entusiasmaría y no sé si algo bueno puede salir de eso.

Por suerte no tengo mucho tiempo para seguir pensando ya que el chef se levanta de la cama conmigo encima y me lleva hasta la cómoda dónde me sienta con cuidado. Afianzando su agarre contra mí cuerpo me desliza hasta dejarme en el borde del mueble. Henri se ubica entre mis piernas, las cuales enrosco en su torso para empujarlo más contra mí sintiendo su ansiosa dureza haciendo acto de presencia.

No existe mantener la cordura en las manos de Henri Gautier.

Desesperada desabrocho los botones de su camisa lo más rápido que puedo y la dejo caer al piso. Luego quito su cinturón que va a parar al mismo lugar. Estoy por abrir el botón de su pantalón cuando invade mi boca con la suya dejándome sentir sus cálidos jadeos. La necesidad del otro es mutua. Henri me quita la parte de arriba de mi pijama que veo salir volando para parar quien sabe dónde. Con una de sus manos abierta contra mi espalda me insta a reclinarme levemente hacia atrás dejando a su total disposición mi pecho sobre el cual se lanza sin dudarlo.

Sus húmedos labios contra la zona sensible de mis senos me enciende y, sin poder evitarlo, el placer me hace ajustar mis piernas con más fuerza sobre su cadera. La manera en la que sujeta mi cabello con ganas me indica que le ha gustado.

—No hay rincón de tu cuerpo que no me resulte adictivo—susurra contra mis senos y manteniendo el contacto visual.

Siento las caricias de su barba contra mis pezones cuando habla y me remuevo divertida.

—Me hace cosquillas— digo y lo siento reír contra mi piel incrementando la sonrisa plasmada en mi rostro.

Cuando tironea del elástico que tiene mi pijama en la cintura levanto mi cola para que lo pueda quitar y luego hace lo mismo con su pantalón y ropa interior dejándome apreciar su erección casi con hambre.

Se vuelve a acercar a mí pegando su frente contra la mía y apoyando una mano en mi rodilla me lleva a abrir más las piernas. Con agilidad introduce sus dedos en mi interior enviando electricidad por todo mi cuerpo y haciendo que mi espalda se curve hacia atrás. El gruñido que se le escurre entre dientes es suficiente para perderme y entregarme por completo.

—¿Dónde tienes...?

—Dentro del primer cajón—contesto con la voz entrecortada antes de dejarlo terminar.

Sin despegar su frente de la mía extiende su brazo para abrir el mueble sobre el cual estoy sentada, sacar un condón, abrir el paquete con sus dientes, cosa que me resulta más sensual de lo que debería, y ponérselo en cuestión de segundos.

Retoma su agarre en mis caderas hundiendo sus dedos en mi cuerpo con una presión deliciosa. El tacto helado con el que llegó es reemplazado por un calor abrasador que quema mi piel. Lo siento dentro de mi luego de una fuerte estocada que me quita el aire y roba un gemido. Henri cubre mi boca para que no nos escuchen los demás, las paredes en este departamento no son precisamente muy gruesas. Aun así, el ruido del mueble chocando en un ritmo repetitivo contra la pared producto de los movimientos frenéticos del chef nos dejan en una clara evidencia.

Entre risas por el ridículo sonido y jadeos por el desmedido placer terminamos en la cama hasta que el agotamiento nos gana y recostamos nuestros cuerpos cansados sobre el colchón. Al cabo de un rato en silencio Henri sugiere algo que no esperaba, quiere quedarse a dormir en mi departamento, en mi cama, usar mi baño. Accedo sorprendida y divertida ante la imagen del pulcro y cuidado chef Gautier despertándose mañana para encontrarse en el desorden catastrófico de mi habitación y diminuto baño en vez de su lujoso y espacioso hogar.

Me giro quedando recostada sobre mi hombro y Henri se acerca hasta pegar su pecho contra mi espalda. Me rodea con su pesado brazo cuando un suspiro satisfecho escapa de entre mis labios al notar que ya no queda nada del perfume de Brigitte sobre su cuerpo.

Quiero mantenerme despierta, aprovechar el momento, sentir su calor y apreciar su pausada y cada vez más profunda respiración, pero el sueño comienza a hacerse lugar. Los párpados empiezan a pesarme y por ende se cierran de manera involuntaria. Aun así, sigo sintiendo la mano de Henri entrelazada con la mía y su pulgar moviéndose con suavidad de arriba hacia abajo en una caricia que no deja de llamar mi atención viniendo de él.

—¿Isla? —murmura de pronto cuando ya casi estoy por quedarme dormida—. ¿Estás despierta?

—Mhm.

—Lo de hoy...más temprano—noto la duda en su voz e igual lo dejo continuar—, sí fue una cita. Me lo habías preguntado y te dije que no porque soy un maldito cobarde a veces. Pero sí lo fue.

—Lo sabía desde un principio, solo quería escucharte decirlo.

Su risa invade mi pequeña habitación ante mi confesión y me contagia. Aunque no lo esté mirando estoy segura que está riendo con los ojos cerrados y esas pequeñas arrugas que se le forman al costado. Con la calidez que acaba de llenar todo el reducido espacio finalmente me quedo dormida.

AAAA BUENO BUENO BUENO (perdón, pero es que me emociona este capítulo) Me hace inmensamente feliz todo el amor que le dejan a la historia💖 

👀 Espero que hayan disfrutado que haya sido un capítulo suavecito y romántico porque...están por pasar cosas 👀 jejeje 

Perdón por no haber hecho sufrir a Henri tanto como me dejaron saber en los comentarios que querían jajaja (pero tal vez lo hacemos sufrir un poquito más adelante con otras cosas 😛 ¿quién sabe? Spoiler: yo sé 😈)

Dicho eso les cuento que estamos en la recta final de la historia. Tranquiiiiilas que no es que queden uno o dos capítulos, pero tampoco más de diez 🥺🥺🥺

⬇⬇⬇ Les dejo un gif de nuestro chef (porque sí, en el momento en el que empecé a subir la historia dejó de ser mío para ser de ustedes también) admitiendo lo que ya todos sabíamos - FUE UNA CITA⬇⬇⬇

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro