Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28

Henri
La mirada de Isla me quiebra por dentro. Debo desviar mis ojos de ella, romper el contacto visual para no doblegarme ante su silencioso pedido de ir a buscarla y no dejarla irse.

Por un momento creo que mis pies van a despegarse del suelo y correr tras ella. Sin embargo, no puedo dejar que se quede. No quiero que esté junto a Brigitte ni por un minuto. La mierda y el odio que destila con cada paso que da quien casi se convierte en mi esposa pueden llegar a ser peligrosos y no voy a dejar que le lleguen a Isla, ni hoy ni nunca. Es demasiado buena para eso y si hay una mínima cosa que puedo hacer en una situación así es protegerla de gente dañina como mi ex.

La observo parada frente a mi hogar sin poder disimular el desprecio. Me gustaría decir que ya no me genera nada, pero no es así, una parte de mi interior aún duele.

Con una inclinación de cabeza le indico a Brigitte que me siga y entramos al edificio sin decir una sola palabra. Comenzamos a subir las escaleras en completo silencio. No me apetece hablar con ella y no parezco ser el único.

De vez en cuando la observo de reojo. Sigue igual de hermosa que siempre, eso no puedo negarlo. En lo único que ha cambiado es en que ahora lleva su cabello más corto. También luce algo más cansada y unas leves y lógicas arrugas empiezan a hacerse presentes en ciertas partes de su rostro. El tiempo nos pasa a todos.

Aun siendo consciente de su belleza no puedo entender qué me habrá resultado atractivo de ella en el pasado más allá de su físico. No logro explicar por qué me enamoré tan profundamente de alguien así.

Finalmente llegamos al último piso. Sin apuro y sin ganas pongo la llave en la cerradura, la giro dos veces y abro la puerta. El aire dentro del pent-house se percibe helado. Dejo mis cosas en el perchero de la entrada y me apuro hacia el hogar para prender el fuego. Escucho a Brigitte entrar y cerrar la puerta detrás de ella.

—No esperaba que me hicieras pasar—rompe el silencio con un poco de duda.

Me quedo estático unos segundos al darme cuenta que había olvidado el sonido de su voz. Cuando termino de encender el hogar me pongo de pie para encararla.

—¿Creías que te iba a dejar hacer un escándalo en la puerta? No necesito más noticias sobre mí en ningún lado. ¿Cómo sabías dónde vivo?

—Feliz Navidad, Henri—suelta ignorando por completo mi pregunta.

Por supuesto que no le devuelvo el saludo. Era una feliz navidad hasta que ella llegó.

—Te pregunté cómo conseguiste mi dirección. Apreciaría que no me ignoraras así hacemos esta situación lo más breve posible.

—Piero me la dio.

—Claro, es verdad que ustedes son tan buenos amigos—espeto irónico sin esconder mi expresión de burla.

¿Mi actitud está siendo infantil? Probablemente. ¿Me importa? Para nada.

Tomo asiento en el sillón superado por el reencuentro y con los ojos cerrados comienzo a frotar mis sienes para no terminar de perder la poca paciencia que me queda.

—¿Qué quieres? ¿A qué vienes, Brigitte? —pregunto sin dejar de masajear los lados de mi cabeza.

—Vi las noticias y quería saber cómo estabas. Sé que ya pasaron varios días, pero estuve dándole vueltas al asunto hasta que por fin decidí visitarte.

Una risa en forma de bufido se escapa de mi boca. La observo incrédulo intentando comprender si me está tomando el pelo. Tal vez esto es solo un plan de Jaques, Piero y ella para continuar torturándome.

—Te acuerdas un poco tarde de saber cómo estoy. Bastantes años tarde, de hecho.

—Oh vamos, Henri. Estoy intentando, ¿sí? Solo quería que supieras que yo no filtré esa información a la prensa. No te haría eso.

—Me has hecho cosas peores—sentencio y hace puchero con su boca.

Su expresión no me conmueve ni un poco. Sigue siendo una persona malcriada que cree que puede salirse con la suya, pero eso ya no va a seguir pasando, no conmigo al menos. En este momento se vuelve claro para mí lo mucho que he cambiado y avanzando y lo poco que ha crecido ella. Si tengo que ser honesto incluso me da algo de lástima.

La persona que de verdad me importa no está aquí conmigo. Exhalo todo el aire que se aloja en mis pulmones algo molesto por mi propia actitud de haber hecho que se vaya. Espero que no haya malinterpretado mis intenciones, solo quería cuidarla. Si tan solo expresar mis sentimientos no fuera tan agobiante.

Me pongo de pie dispuesto a buscar mi teléfono rogando que esté dispuesta a atenderme o al menos contestar algún mensaje. Deseo saber si ha llegado bien a su casa, si es que por lo menos encontró un taxi. ¿Cómo se me ocurrió dejarla sola en Navidad? Todavía debe estar esperando un auto o tal vez se encuentra a mitad de camino bloqueada por el tránsito de la gente que sale a ver las luces. La caótica densidad de personas en Nueva York se triplica en esta época. Soy un maldito imbécil.

Cada vez más apurado recorro el departamento buscando mi celular que parece no estar en ningún lado. Reviso los bolsillos de mi pantalón y de mi abrigo sin suerte. Abro el bolso que llevé a la pista de patinaje y por fin encuentro el aparto en el bolsillo interno del mismo. También encuentro la fotografía enmarcada que me regaló y no puedo evitar sonreír como un estúpido. Solo Isla podría pensar en un regalo así.

Más convencido que nunca tomo el celular y estoy por marcar su número cuando un sonido me interrumpe. Es un sollozo suave que rápidamente se torna cada vez más exagerado. Camino hasta encontrar a Brigitte con su cara entre sus manos y los codos apoyados en su regazo. El tiempo me ha hecho lo suficientemente sabio como para reconocer que es un llanto falso y por eso cubre su rostro.

—¿Y ahora qué? —espeto irritado.

Me resulta molesto hasta verla sentada en mi sillón y me arrepiento de inmediato de haberla hecho pasar. Quiero que se vaya ahora mismo para poder ir a buscar a Isla.

—Jaques ya no me desea, se acuesta con cuanta mujer se le cruce por delante—contesta con la voz temblándole.

Por fin levanta su vista y me demuestra que mis sospechas eran correctas, no está llorando, solo produce ruidos guturales que no engañan a nadie. Las famosas lágrimas de cocodrilo. Ésta mujer debería haberse dedicado a la actuación.

Me siento dividido entre mandarla al carajo u ofrecerle algún tipo de consuelo. No deja de ser una mujer sufriendo después de todo y mis padres no criaron a un monstruo. Al final opto por una mezcla de ambas opciones.

—Que mierda que te sean infiel, ¿verdad? Mira, Brigitte, voy a ser muy breve. Así fue como lo conociste, ¿por qué esperabas que fuera diferente contigo? Jaques nunca fue buena persona, consigue alguien que sí lo sea. Y esto ya no es mi problema así que no me cuentes más nada. Toma tus cosas y vete que tengo cosas importantes que hacer.

Me doy media vuelta con la intención de tomar las cosas de Brigitte y dárselas para apurar su salida, sin embargo, una mano en mi hombro me detiene a medio camino. Me remuevo para quitármela de encima, pero no lo consigo así que me giro hacia ella ahora sí enfurecido. No sé quién se cree para ponerme un dedo encima.

En cuanto la tengo en frente elimina la escaza distancia que nos separaba para pegar sus labios contra los míos. Mis ojos se abren de par en par totalmente desorientados. El shock inicial no me permite separarme y su boca, que alguna vez me supo volver loco, ahora me resulta amarga. Por fin me despabilo cuando comienza a moverse con mayor convicción intentando hacerse paso para que nuestras lenguas se toquen. Corro mi cabeza hacia atrás horrorizado.

—¿Qué mierda crees que estás haciendo? —bramo separándola de mí tomándola de los hombros.

—Tú sí eras buena persona. No puedo creer que te dejé ir—susurra con un gesto seductor y sus ojos brillando clavados en los míos.

—¡Por Dios, Brigitte! —exclamo dando vueltas en círculos desesperado tironeando de mi cabello con ambas manos antes de limpiar mi boca con el dorso de una de ellas—. Te tienes que ir ahora mismo.

—¿Es por esa chica? Con la que llegaste tomado de la mano, ¿es tu novia?

—¡No hables de ella!

—Oh, cosita. No me vas a decir que estás enamorado, tú entre todas las personas, ¿verdad?

El tono burlón que utiliza me hace burbujear la sangre. Doy dos pasos hacia atrás incrédulo de la situación que estoy viviendo.

A pesar del rencor que sostuve a través de los años contra la mujer parada frente a mí una parte de mí deseaba que se encontrara bien y feliz, que hubiera seguido con su vida, así como yo seguí con la mía. Sin embargo, viendo la maliciosa sonrisa ladina que adorna su rostro comprendo que nada ha cambiado, es la misma Brigitte de siempre.

—No te voy a decir nada porque mi vida ya no es de tu incumbencia, ¿acaso no entiendes?

—No me sorprende, después de todo sí eras bastante amoroso conmigo—insiste tomando su barbilla entres sus dedos y mirando al suelo pensativa.

—Mujer, ¿estás escuchando lo que dices? ¿siquiera me estás escuchando a mí? —me acerco hasta ella para sacudirla suavemente por los hombros, me comienza a preocupar de verdad—. No es solo por ella, ¡es por todo, Brigitte! ¿O vas a seguir aparentando que no te cogías a mi mejor amigo a mis espaldas y te fugaste con él el día de nuestra boda?

—Henri, lamento informarte que cometiste un gran error.

Niego con la cabeza de lado a lado mientras río mezclando amargura con resignación.

—¿De qué hablas?

—Le pediste que se fuera.

—¿Y qué hay con eso?

—Por favor, sigues siendo tan ingenuo como siempre.

—¡Habla!—le insisto desesperado.

—¿Sabes lo que esa pobre muchachita debe estar pensando en este preciso momento? Que hiciste que se fuera para estar entre mis piernas— se acerca a mi oído para susurrar de manera seductora—. Ya que seguro está en su casa imaginando desesperadamente como me haces llegar a un orgasmo podríamos hacer realidad sus pensamientos, ¿no crees? Para no dejarla sufrir en vano.

Comienza a hacer falsos ruidos de placer y me agarra por el cuello, pero sin aguardar ni un segundo quito su mano y me corro hacia atrás.

—Ya te pedí repetidas veces que te fueras.

Continúa imitando gemidos y jadeos. Me abalanzo sobre ella para cubrir su boca y dejar de escucharla. Cuando me indica con la mirada que va a detenerse la vuelvo a soltar.

—¿Qué pasa? ¿Te estabas excitando?—pregunta levantando una ceja.

—Ya quisieras. No quiero que nadie te escuche y crea que te traje aquí para tener sexo.

Brigitte permanece helada en el lugar con la boca abierta. Al parecer algo de lo que dije al fin empieza a tener sentido para ella.

—Entonces sí estas enamorado.

Le dedico una mirada con los ojos entrecerrados, pero no le regalo una respuesta. No voy a discutir mis sentimientos con mi ex cuando ni siquiera yo estoy seguro de cómo me siento.

Solo puedo pensar en Isla imaginando las cosas que Brigitte mencionó. Espero que ésta no tenga razón, que Isla me conozca lo suficiente para entender que no sería capaz de tocar de nuevo a la mujer que me lastimó más que ninguna.

Harto de la situación y dispuesto a ir a buscar a Isla, tomo a Brigitte de la muñeca para arrastrarla hasta la puerta.

—¿Qué haces?—inquiere indignada e intentando plantar sus pies con fuerza contra el piso, aunque no consiga nada con eso.

Le explico que quiero que se retire desde el momento que llegó sin dejar de empujarla hacia adelante. Continúo haciendo lo mismo mientras bajamos por las escaleras, o mejor dicho mientras la obligo a bajar. Es esto o llamar a la policía y a decir verdad no estoy dispuesto a pasar por otro escándalo.

Brigitte no deja de protestar y gritar en todo el trayecto hasta abajo y ruego que ningún vecino se asome a ver qué ocurre. Finalmente llegamos hasta la entrada y furioso abro las puertas de par en par descendiendo los escalones.

Mi intención es frenar el primer taxi que vea y meter a Brigitte adentro para no verla nunca más en mi vida. Y por supuesto después ir al departamento de Isla. Sin embargo, me freno en seco al ver a la persona que baja de un taxi en la entrada del edificio.

—¿Y tú qué mierda haces aquí?—pregunto asumiendo que la vida definitivamente me está jugando una mala pasada—. ¿Tan mal me porté este año que Santa Claus me los trajo a ustedes dos de regalo?

La risa del italiano llega antes que su saludo. Primero se acerca a Brigitte y se dan dos besos en las mejillas. Luego me extiende la mano a mí, pero no se la tomo. Al cabo de unos segundos desiste y la coloca dentro del bolsillo de su pantalón.

—Brigitte me dijo que iba a venir y traté de llegar lo antes posible para evitar que ustedes dos se terminen asesinando.

—Que buen amigo eres— musito apretando los dientes.

No tengo nada más que hacer aquí. Voy a subir a buscar mis cosas e irme. Me doy vuelta para entrar al edificio, aunque un grito de Piero me hace frenar luego de tres pasos.

—Veo que tu cita con Isla no salió como esperabas— me doy vuelta con sus palabras y lo miro enfurecido mientras el sonríe como un idiota—. Así es, no eres el único que tiene contactos e informantes— agrega con soberbia.

Toda la mierda que me ha hecho y lo pésimo que fue como amigo vuelve a mí en cuestión de segundos. La rabia se activa con su sonrisa con segundas intenciones y me nubla por completo, perdiendo el verdadero control de mis movimientos. Avanzo hacia Piero dando grandes zancadas y sin poder pensarlo dos veces me abalanzo sobre él hasta dejarlo en el piso. Escucho gritar a Brigitte y me importa muy poco.

—¡No hables de Isla!—exclamo antes de propinarle el primer golpe en una de sus mejillas—. ¡No la metas en esto!— y sigue el segundo golpe en la otra.

Mi puño se eleva y queda en el aire a medio camino cuando me percato de la cara del italiano debajo de mí. Luce asustado y su rostro está rojo por mis golpes. Me horrorizo al desconocer este tipo de violencia en mí. Mis labios tiemblan y me pongo de pie rápido, casi con asco, con la ayuda del portero del edificio que me toma por el brazo.

Miro para todos lados y agradezco cuando noto que nadie está mirando. Brigitte permanece de pie con sus manos cubriendo su boca y sus ojos abiertos casi fuera de si.

—Señor—murmura el portero pero levanto mi mano indicándole que no se preocupe, que yo me encargo.

Vuelvo hasta Piero quien sigue en el piso y le extiendo mi mano para ayudarlo a levantarse. Una vez arriba se sacude y acomoda su ropa volviendo a sonreír.

—No te preocupes, querido Henri, no voy a quitártela.

—¿Me ves cara de estúpido?—suelto cabreado—. La tratas exactamente igual que a todas las mujeres que has llevado a tu cama. Noto como buscas cualquier excusa para tenerla cerca.

—No pienso en Isla de esa manera.

—Confirmado, piensas que soy lo suficientemente estúpido como para creer eso.

—Me excita mucho más el talento que un par de piernas y lo sabes.

—Solo dime qué mierda quieres de ella, ¿vas a alejarla de mí?— intento que mi voz salga con fuerza pero no lo logro.

—Ella es talentosa, Henri. Solo creo que va a llegar lejos.

—Hablas como si yo no supiera lo talentosa que es. Y como si no conociera cómo eres con las mujeres.

—Está bien, admito que al principio sí me pareció muy bonita, es mi estilo de mujer— mi mandíbula se tensa ante sus palabras—. Pero luego me llamó más la atención su osadía y determinación. En verdad creo que puede llegar lejos.

Ya no me interesa seguir escuchándolo. Me doy vuelta y le hago un gesto al portero para que me acompañe adentro del edificio.

—¡Y creo que tú también todavía puedes dar más!—grita el italiano antes de que termine de irme.

—¿Más? ¿De qué hablas?—pregunto frotando mi cabello con ambas manos.

—Digamos que te hice un favor.

—¿Qué favor? ¡Habla!—exijo ante su silencio.

—Yo fui quien filtró la noticia de tu pasado a la prensa— confiesa sin ningún tipo de arrepentimiento.

La ira regresa a mí y pretendo volver a tirarme encima de él para pegarle. Sin embargo, Brigitte tomándome de un brazo y el portero del otro me lo impiden así que solo me limito a gritarle.

—¡Hijo de puta!— intento zafarme del agarre que me detiene mas no lo consigo—. ¡Eres una mierda, una maldita basura! ¡No tenías derecho!— tengo que esforzarme para no llorar de pura impotencia.

—¡Estabas estancado, Henri! Incapaz de amar a nadie, ni siquiera a ti mismo, ¿crees que no noté cómo mirabas a Isla el día de tu fiesta?

—Te dije que no la metieras en esto.

—¿Por qué? Si tengo razón, la miras distinto.

—¡Cállate!— vocifero y con más fuerza logro escapar de las manos que me sujetaban. Escucho que Brigitte vuelve a gritar ante mi acción.

—Lo hice por ti, estabas desperdiciando tu vida. Tenía que traer tu pasado al presente para que pudieras superarlo.

—¿Y quién mierda crees que tiene la culpa de mi pasado?

—Te estoy salvando, Henri— insiste Piero acortando la distancia entre los dos.

Cuando lo tengo casi pegado a mi cara me doy cuenta que ya no quiero volver a pegarle. Solo deseo que desaparezca de mi vida. La amargura ya me dominó por demasiados años.

—No necesito tu remordimiento. Ve y púdrete solo en tu propia culpa, infeliz.

Por fin entro al edificio dispuesto a no volver a ver a estas dos personas nunca más. Y empecinado en ir a buscar a Isla.

🎉🎉 Volvieron los capítulos :3 y espero que hayan arrancado súper bien el 2022 🎉🎉

¿Qué les pareció? A mi me encanta escribir el punto de vista de Henri.

¿Quién odia a Brigitte? Y de Piero, ¿creen que tiene razón?

Veremos que pasa cuando vaya a buscar a Isla 👀

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro