Capítulo 15
Esta noche finalmente van a transmitir el programa especial de talentos jóvenes por la televisión, en uno de los canales de cocina más importantes del país. No estoy nerviosa porque lo que habían pasado en vivo por las redes sociales me gustó mucho, aunque Klaus me explicó que no es lo mismo.
Mis amigos decidieron organizar una cena en mi honor, que estamos por disfrutar en el sillón de mi sala de estar, frente al televisor. La emoción me hace ir por la segunda copa de vino blanco y aun así los minutos parecen pasar en cámara lenta.
Boris toma su celular y me graba imitando a un periodista entrevistándome, preguntando cómo me siento y sí creo que hice un buen trabajo, le sigo el juego mientras Rebecca aparece con una panera repleta y una bandeja con varios encurtidos. Deja ambas cosas en la mesa y se sienta al lado de Dominic. Yo decido ubicarme en el piso porque me relaja, y además me deja más cerca de la mesa ratona llena de comida.
No puedo evitar sentirme afortunada al ver todo lo que prepararon mis amigos para mí el día de hoy. Estar lejos de casa en una ciudad tan diferente y única no es fácil, pero ellos me hacen ver que tomé la decisión correcta cuatro años atrás. Es imposible sentirme sola cuando celebran mis logros conmigo y me impulsan a seguir apuntando a más.
Dominic decoró todo el departamento con lucecitas, velas, globos y guirnaldas, mientras que Boris y Becca se encargaron de preparar distintos platos que saben que me encantan como hummus, tortilla de papas y tacos de pollo. Cuando intenté ayudarlos me dejaron bien en claro que tenía el acceso a la cocina prohibido ya que era la homenajeada y me obligaron a sentarme en el sillón y relajarme. Si supieran que cuando cocino es cuando más relajada estoy.
Tomo un trozo de tortilla a la vez que escucho a Boris hablar emocionado de las tradiciones navideñas en Alemania, su país natal, y todos los platos que suelen comer, además de prometerme que iremos juntos a visitar a su familia algún día. Todas las comidas que menciona son pesadas y calóricas ya que allá, al igual que en Estados Unidos, es invierno durante las fiestas.
Contrasta bastante con mis tradiciones, Navidad en Argentina es sinónimo de morirse de calor y por ende los platos que servimos son, en general, fríos, pero no por eso menos deliciosos. Se me hace agua la boca pensando en la ensalada rusa que prepara todos los años mi mamá, o en el vitel toné tradicional de mi abuela.
Me hace falta comer algo con sabor a hogar de nuevo y me pongo a pensar que sería buena idea ir a visitarlas en algún momento.
Una música pegadiza cambia mis pensamientos y veo un almohadón volar frente a mí para terminar aterrizando de lleno en la cara de Boris.
—Shhh, ¡ya cállense que está empezando! —chilla Rebecca señalando el televisor.
Todos nos giramos hacia la pantalla donde aparece la presentación del programa. Piero Vitale es el conductor del mismo. Resulta tener un rol muy carismático, es bastante menos intimidante como presentador que como crítico de restaurantes.
Klaus y yo somos el tercer segmento del programa. Sin darme cuenta contengo la respiración cuando la primera imagen de mí aparece, aunque un grito de Rebecca y los fuertes aplausos de Dominic me devuelven a la realidad y exhalo aliviada y conmovida por la excitación de mis amigos.
Sonrío por dentro al verme tan segura, confiada y radiante. Es claro que mi compañero se desenvuelve mucho mejor que yo frente a la cámara, y de hecho se nota más en la televisión que en las redes, aun así, creo que he hecho un buen trabajo y su experiencia me ayudó a lucir más natural y distendida.
Todo mi interior está movilizado, Boris aprieta mi hombro emocionado, Rebecca no para de acotar palabras de aliento y aprobatorias de cada paso que doy en el programa y Dominic permanece con el teléfono en alto durante toda la trasmisión.
—Perdón, le prometí a tu madre que lo filmaría entero— me dice al notar mi expresión confundida.
Asiento satisfecha y vuelvo mis ojos al televisor, luego de unos minutos nuestro segmento termina y pasa al siguiente, que no sé ni de cuál se trata porque mis amigos empiezan a vitorear, aplaudir y gritar, haciendo tanto ruido que me es imposible seguir viendo.
Dominic se acerca a mí primero y extiende su mano para ayudarme a poner de pie solo para darme un abrazo tan fuerte que me eleva del piso sin problemas. Puedo sentir mis costillas pidiendo piedad, mas no me interesa, solo quiero disfrutar este momento.
—Estoy tan orgulloso de tí— susurra el moreno en mi oído con sus grandes brazos rodeándome entera—. Estuve aquí casi desde el principio y sé todo lo que has luchado para este momento, para el primer momento de muchos porque esto no termina aquí, Isla. Debo confesar que siempre supe que llegarías.
Los ojos se me llenan de lágrimas de amor por mi compañero de piso y gran amigo que me levantó cada vez que tambaleé, mi vida en Nueva York no sería la misma sin él y probablemente ni siquiera seguiría acá. Dominic siempre impidió que me rindiera y hoy eso está dando sus frutos. El nudo que se forma en mi garganta me impide responderle y me limito a llenarle de besos la cara manchándolo con labial.
Luego las felicitaciones llegan por parte de Rebecca y Boris, mis perfectos aliados del mundo culinario.
—¡Estuviste excelente! — grita mi amigo sosteniéndome de las manos—. No se notaba que era tu primera vez en televisión.
—Me encantó, me siento tan feliz por ti— menciona Becca uniéndonos a los tres en un abrazo—. Y Klaus también lucía increíble— agrega y logra que Dominic casi se atragante con el vino para luego lanzarle una mala mirada.
—¡Por Isla! — vocifera mi compañero de piso cambiando de tema con su copa en alto. Los demás imitamos su acción y tomamos nuestras copas para elevarlas en el aire formando un círculo.
—Tus alegrías son nuestras alegrías— añade la rubia haciéndome emocionar de nuevo—. ¡Por muchos éxitos más!
Al finalizar esas palabras todos brindamos chocando nuestras copas con alegría y volvemos a tomar asiento. Boris se está riendo a carcajadas de Dom y Becca que ahora se acaban de poner a discutir sobre Klaus y yo me limito a tomar mi celular.
Tengo varios mensajes de felicitaciones y, tal como había pasado luego de los videos en vivo en las redes sociales, tengo bastantes nuevos seguidores, cosa que me roba una sonrisa y aumenta mi sensación de haber logrado algo verdaderamente importante para mi carrera.
Pero esta vez al parecer no alcanza. Al ser invadida por algo parecido a la tristeza o desilusión caigo en la cuenta que de manera inconsciente estaba esperando algún mensaje de Henri. Alguna felicitación, un "buen trabajo", aunque sea un simple emoticón. Sin embargo, nada llega, comienzo a pensar que ni siquiera se tomó unos minutos para ver el programa.
Mi celular vibra entre mis manos con una videollamada entrante y cualquier rastro de tristeza desaparece para ser reemplazado por uno de absoluta alegría. Voy corriendo hacia mi habitación y cierro despacio la puerta para poder hablar con mayor tranquilidad.
Deslizo mi dedo hacia arriba para atender y la imagen que me devuelve la pantalla me llena tanto que casi estoy al borde de las lágrimas.
—Mami...—suelto de manera entrecortada sin poder ocultar mis sentimientos tanto como me gustaría—. ¿Lo vieron?
El programa no se estaba transmitiendo en la televisión argentina, al menos no este año, pero me había encargado de mandarle un link a mi familia para que al menos pudieran verlo desde una computadora.
—¿A vos que te parece? —pregunta riendo y alejando la cámara dejándome ver a toda mi familia reunida en mi antigua casa gritando y aplaudiendo con orgullo.
—Me van a hacer llorar.
—Ya estás llorando, Islita.
Tiene razón, las lágrimas ya están cayendo por mis mejillas y el apodo que solo ella usa para referirse a mí empeora la situación.
Sí, no me olvido del porqué me fui, tengo mis metas y objetivos muy claros en mi mente y voy a conseguirlos. Aun así, hay días que flaqueo y me inundan las ganas de tomar el primer avión de vuelta a mi país, a mi casa, a estar con todos ellos compartiendo los momentos que hoy por hoy me estoy perdiendo, como ver a mis primos crecer o a mi hermana cumplir sus propios sueños.
Mi mente recuerda el olor exacto que hay siempre en mi casa, me pregunto si seguirá oliendo igual. Muero de ganas de abrazar a mi abuela un rato, de tener esas largas conversaciones sobre la vida con mamá compartiendo un mate mientras me transmite todo su conocimiento o las eternas afirmaciones de papá sobre su fe ciega en mí y mi talento.
—¡Vos también estás llorando! — acuso a mi madre entre risas y por un segundo me transporto a dónde está ella—. Los extraño, en cuanto pueda voy a visitarlos.
—Nosotros también, sobre todo papá y yo. Acá siempre tenés las puertas abiertas, mi amor.
—¡Hija! — mi padre aparece en pantalla—. Estamos tan orgullosos, todo lo que preparaste se veía riquísimo y estás cada día más linda.
Le agradezco lanzándole besos a la pantalla y la conversación sigue por un rato más donde saludo uno por uno a cada uno de mis familiares. Cuando corto la llamada me doy cuenta que me siento renovada, mi familia me transmitió la energía que necesitaba.
Vuelvo a la sala de estar, mas solo veo a Dom arrimado a la mesa ratona sirviendo el postre en pequeños platos.
—Todavía no puedo creer que te dignaste a cocinar algo— bromeo ubicándome a su lado.
—Sé cuánto te gusta mi tiramisú, no podía privarte del enorme privilegio de probarlo en un día tan especial.
No lo puedo negar, es una de las pocas cosas que he probado de Dominic en mi vida y le sale delicioso, incluso mejor que a mí, pero el maldito no quiere confesarme su secreto. Dice que la receta es de su abuela y se mantendrá por siempre dentro de su familia.
—¿Dónde están los chicos? — inquiero pasando mi dedo por la crema de arriba del tiramisú y llevándomelo a la boca para saborear un poco, sigue saliéndole igual de rico que siempre.
—No lo sé, creo que en la cocina. Les llegó un mensaje al mismo tiempo y se miraron sorprendidos, luego se fueron en esa dirección.
Intrigada me levanto rápido del asiento y me dirijo a la cocina donde los encuentro murmurando con expresiones de preocupación plasmadas en sus rostros.
—¿Qué está pasando?
—¿No leíste los mensajes? — consulta Boris con el ceño fruncido—. Todos están como locos.
—No sé nada, estaba en una videollamada— toco los bolsillos de mi pantalón buscando mi celular, pero después recuerdo que lo dejé en la mesa al lado del tiramisú.
—Piero Vitale va a hacer una crítica al Doux Paradis— comenta Rebecca al borde de una crisis nerviosa—. Todos conocen como son sus reseñas, nos va a asesinar.
Quiero asegurarle a mi amiga que no va a ser así, que somos un gran restaurante con mucha trayectoria, talento y experiencia, le quiero decir que todo va a estar bien y se va a ver obligado a escribir una crítica excelente, pero no puedo. Las palabras simplemente no salen de mi boca, me quedo parada en el medio de la cocina con mis ojos paseando de Boris a Becca con una sensación rarísima alojada en mi pecho, la sensación de que todo va a salir mal.
Hola :3 ¡Espero que les haya gustado el capítulo! Si fue así amaría ver sus votos y comentarios, ayuda mucho y lo súper valoro ⭐❤
¿De dónde me leen? ¿Qué comida suelen comer en sus países para Navidad? Me intriga mucho 🤤
¿Creyeron que el de la videollamada sería Henri? Ups, perdón jajaja
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