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08

Salió de la vida del pequeño Jaehyun sólo porque estaría por entrar en la de un hombre totalmente diferente al niño que una vez fue.

Porque Jaehyun había decidido que dejaría de ser un niño débil e inseguro, se esforzaría en mejorar, en expresar, en que los demás se dieran cuenta de que estaba allí y que no cedería tan fácilmente ante nada, lograría todo lo que se propusiera porque Doyoung confiaba en que lo lograría, y eso lo llenaba de ánimos.

Las cosas siguieron su curso tal y como debían ser. Un curso que fue moldeando, de la mano del destino, las vidas de todos los que alguna vez formaron parte de aquel grupo de niños que jugueteaban en el patio. Algunos se fueron, otros permanecieron, otros de verdad se perdieron y otros, pocos, como Sicheng y Jaehyun, encontraron cómo vivir conociendo las nuevas cosas que venían con crecer.

Oh, es difícil, lo fue para ambos; crecer es tan duro. Qué complicado es en verdad dar ese paso que define el resto de tu vida y que es tan necesario e inevitable, esa transición de niño a adolescente, ese instante, en el que pasas de ser un niño a ya no serlo nunca más, es largo y duro, ambos descubrieron que fue difícil. No podían sólo lidiar con los problemas de los demás, sino también lidiar con los suyos, unos que se presentan justo a esa edad tan intensa, dentro de ellos, cosas que sólo ellos debían afrontar.

Ojalá Jaehyun sólo hubiese tenido que preocuparse por sacar buenas calificaciones, ojalá su única preocupación hubiese sido sólo saber qué habría de comer al llegar a casa, y ojalá su mejor amigo no hubiese tenido que verse tan involucrado en todos sus conflictos.

En realidad, Jaehyun, además de obtener buenas calificaciones, tenía también que preocuparse porque su padre no bebiera hasta llegar al extremo de ensañarse con su madre e incluso con él, en lugar de preocuparse por saber qué habría de comer, se preocupaba por si lo atacaban los hombres a los que su padre debía dinero, aquellos adictos que se atrevía a llamar "amigos", y además, Jaehyun no debía ocupar su tiempo libre en trabajos improbables y peligrosos para obtener dinero ni noches de desvelo pensando cómo haría para sobrevivir al día siguiente, en lugar de eso debió estar siendo un chico normal, que tuviera amigos, que conociera y descubriera, que de verdad creciera completamente.

Jaehyun creció con grandes dificultades, pero cada una de ellas las lograba afrontar, porque a pesar de todas la veces que dudó acerca de que ya no tendría fuerzas para seguir, acerca de que sólo era un joven inexperto que en cualquier momento se rendiría, a pesar de todo lo malo siempre fue persistente en que era capaz de lograr todo lo que quisiera; porque existían personas, que aunque eran pocas, creían en él, y ciertamente la esperanza se pierde no cuando decepcionas o fracasas, sino cuando ya en absoluto no esperan algo de ti.

Jaehyun había cumplido diez años tiempo después de que Doyoung se fue.

Después todo fue normal, las cosas marchaban bien, juntó con Sicheng se volvieron más cercanos a la maestra Kim, Jaehyun sentía así que algo lo unía a Doyoung. Su padre se iba en las noches y había ocasiones en las que no volvía hasta unos días, eran tiempos que Jaehyun aprovechaba al máximo, porque podía invitar a Sicheng a su casa, porque su mamá no le prestaba mucha atención a lo que hiciera. Tenía agradables recuerdos de esa parte de su vida.

Aún recordaba a Doyoung.

Cuando Jaehyun cumplió doce años, estaría por graduarse al fin de la primaria. Sicheng se había vuelto aún más cercano a él, incluso aunque él no lo hubiese querido así, Sicheng en ningún momento demostró que su amistad tambaleara; y Jaehyun estaba inmensamente agradecido por eso, porque Sicheng era en su vida la única persona que valía la pena, la única que tenía a su lado siempre que necesitaba cualquier cosa. Sicheng era una parte importantísima de su mundo, él en cambio, se había vuelto el mundo de Sicheng.

Oh, pobre Sicheng. Porque daba tanto a cambio de poco, porque hacía mucho por casi nada y porque se sentía tan recompensado con tan poco. Su nobleza no disminuyó ni un poco, lo único que hacia era expandirse, y Jaehyun se preocupaba por él, porque entonces su mejor amigo era presa fácil de cualquiera que pudiese aprovecharse de él, y era entonces su deber protegerlo.

¿En qué momento los papeles se habían invertido? Sicheng no se había dado cuenta del momento en el que Jaehyun se había hecho más alto que él, ni el instante en el que era él quien pasaba al pizarrón a responder los ejercicios que la profesora ponía en su lugar, y mucho menos se percató del momento en el que el que lloraba era él y no Jaehyun ¿cuánto tiempo había pasado para que de repente Sicheng se sintiera tan pequeño junto a Jaehyun? ¿cuándo Jaehyun se había vuelto tan fuerte?

Y las cosas cambiaron cuando cumplieron catorce. Porque ambos aprendieron tantas cosas nuevas, porque a esa edad, todo es novedoso y hasta un límite peligroso, en ese momento, o todo es tentador, divertido y atractivo, o todo es triste, pesado y difícil; la elección lleva muchas pequeñas decisiones entre paréntesis. Habían hecho nuevos amigos, y Sicheng se sentía feliz de ver cómo Jaehyun aceptaba a los amigos que le presentaba, cómo se convertía en alguien nuevo.

Seguía recordando a Doyoung.

Sicheng se daba cuenta de muchas cosas. Cosas de las cuales los demás no se percataban del todo, cosas que Jaehyun, incluso con lo inteligente que era, no notaba. Parecía ser algún instinto que le hacía saber cuando algo estaba extraño, y Jaehyun muchas veces se había percatado de eso, por eso confiaba tanto en Sicheng. Y por eso Sicheng se dio cuenta de que con el pasar del tiempo, las cosas con Jaehyun y su familia no iban por buen camino.

Jaehyun no aceptó la petición de Sicheng acerca de que quería que viviera con él hasta que una noche su padre lo hizo salir de su casa sin más, porque el menor sólo intentaba defender a su madre de los violentos tratos de su padre. Jaehyun sólo tenía quince años en ese entonces.

Y se preguntaba, ¿por qué aún recordaba a Doyoung?

Estaba cansado de esforzarse tanto para no tener nada. ¿Era justo vivir en un hogar tan quebrado? nunca había recibido alguna felicitación de su mamá ni mucho menos de su papá sobre sus calificaciones, qué jamás descendieron, nunca había escuchado a su madre preguntarle algo más que un simple "¿cómo te fue?" y desconocía la satisfacción de enorgullecer a su familia. Se sentía demasiado grande atrapado en un lugar muy pequeño.

Sicheng no había dudado ni un poco en acogerlo, y su familia tampoco, estaban dispuestos a recibirlo sin prejuicios, y Jaehyun lo agradecía infinitamente, porque de no ser así, jamás hubiese conocido el significado de un hogar. Sicheng pasó de ser su mejor amigo a su hermano.

Entonces, ambos iban juntos a la escuela, ambos dormían juntos, ambos se confiaban todo, ambos eran inseparables. Jaehyun no tenía forma de agradecerle a Sicheng todo lo que hacía por él, Sicheng sí la tenía pero la ocultaba. De nuevo el pobre Sicheng, porque además de su amabilidad intachable, estaba creciendo en él el sentimiento de amor hacia Jaehyun, a un nivel que no podría controlar si seguía creciendo.

Iban constantemente de visita a la escuela en la que estudiaban de niños. Y Jaehyun se encontraba con la misma emoción de hacía seis años que le causaba poner un pie ahí. Cada paso dentro hacía que el corazón de Jaehyun se acelerara un poco más, y cuando por fin encontraba a la maestra Kim, su mente sólo se llenaba de los recuerdos de Doyoung.

Era entonces que no podía parar de pensar en él, porque los primeros tres años después de la partida de Doyoung, él había llevado, como cuando las visitas mensuales de Doyoung, un conteo en un pequeño calendario encuadernado, en el que tachaba los días que iban pasando. Tres años. Tres años enteros en los que pensaba en Doyoung constantemente. Después de eso, comenzó a preguntarse si algo estaba mal con él, porque estaba sintiéndose como un loco obsesionado, con algo que apenas estaba comprendiendo, podía ser sólo un tonto juego de niños.

Pero entonces, no podía ser sólo un juego si aún se sentía emocionado de tan sólo traer a su mente la imagen de Doyoung. No podía ser sólo un juego de niños si continuó contando los días los tres años siguientes, a escondidas de Sicheng y de cualquiera que pudiese pensar que quizá estaba loco.

En verdad se dio cuenta de que no era una vieja ilusión de la niñez, cuando al cumplir los dieciséis, tuvo su primera experiencia sexual, pensando en Doyoung y no en la persona con la que estaba. Y se sintió un imbécil, porque esa persona había sido Sicheng, que le había confesado que estaba enamorado de él desde siempre, ¿cómo podía pensar en alguien que ya no conocía ante algo así?

Las cosas no podían ser así. ¿Cuándo cambiaron su curso? ¿cuándo fue que Jaehyun había decidido tomar la mano de Sicheng como algo más que un hermano, aún cuando en su mente sólo podía estar Doyoung? ¿él siquiera seguía creyendo que lo recordaría?

¿Volvería? porque estaba ansioso, y no sabía de qué.

A los diecisiete, Jaehyun comprendió que no podía jugar de esa forma con Sicheng, porque lo intentó, intentó enamorarse verdaderamente de él, y no lo logró. En lugar de eso, vivía engañándose, creyendo que si Sicheng estaba feliz, él también lo estaría.

Estaba esperando, pero no sabía qué, ¿aún esperaba a Doyoung?

Pero si se suponía que debía sentirse feliz si Sicheng lo estaba, ¿qué significaba ese vacío que a veces sentía al escuchar que Sicheng le decía que lo amaba y él le respondía lo mismo? si así era, ¿porque se preguntaba cómo estaría Doyoung? si era así, ¿porque intentaba imaginar la manera en la que Doyoung pronunciaría su nombre entre jadeos? ¿porqué aún deseaba tanto que Doyoung volviera? ¿por qué aún seguía contando los días? no sabía la respuesta, no podía sentirse todo tan extraño sin explicación alguna.

El tiempo había pasado, Jaehyun había crecido, había dejado de ser un niño inseguro para convertirse en un joven hombre, cumplió lo que Doyoung le había pedido, estudiaba, cuidaba de su madre y además luchaba por todo lo que quería porque sabía que Doyoung creía en que lo lograría. Se obligó a transformarse en un hombre determinado y preciso, trabajador y empeñado, tal y como alguien listo para triunfar. Pronto cumplirá dieciocho, era alguien diferente.

Hizo todo eso sin darse cuenta de que lo hacía por Doyoung. Lo hizo sin darse cuenta de que aún esperaba por él. Aún quería que volviera, porque si había algo que no se borró de su memoria, un recuerdo empolvado que latía dentro de él negándose a desaparecer, era que Doyoung le dijo que lo esperaría hasta que creciera, y lo hizo, creció.

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