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Capítulo XV: Jamás se detiene


"Si tan solo hubiese tenido la oportunidad de hacer más..."

Ese era el continuo pensamiento con el que se atormentaba día y noche. Kyoko no encontró ningún consuelo, y sabía que, aun si le abriera la puerta a los recurrentes visitantes que esperaban en vano a que les deje pasar, nadie podría ayudarla.

"Quizás pude... Quizás... ¡Solo necesitaba más tiempo!"

Mucho menos su madre, porque sentía que la odiaba y a la vez se sentía demasiado culpable por ello.

"Pero tan solo... Si tan solo..."

Ella sabía que era entendible que Saena no se haya dejado convencer por Kyoko de visitar en el hospital al hombre que le arruinó la vida. Pero pensar que no pudo ayudar a su padre con su último deseo la destruía demasiado. Ella lo intentó, pero no sentía que hizo lo suficiente. Y ya no estaba segura si poder viviendo con eso, incluso la magia de Corn no pudo ayudarla lo suficiente. Jamás se detenían esos pensamientos que la rompían más y más. Como si jamás fuera suficiente el dolor que el destino le propinaba cuando las cosas parecían ir tan bien.

Y era desgarrador escuchar a las personas que amaba afuera, suplicando porque les deje pasar. Pero no podía, simplemente no podía. Mucho menos a él, el más insistente de todos. Se sintió terrible cada que tocaba la puerta, y él lo hizo todos los días durante más de dos semanas. Se alteró y por poco sale cuando por los murmullos de Yashiro supo que su amor había abandonado su trabajo por esperarla frente a la puerta de su habitación, como si fuera Hashiko. Pero entonces escuchó que Yashiro lo convenció de dejarla recuperarse ella misma y que confiase en su fortaleza. Y ella, aunque muchas veces se enojaba consigo por ello, necesitaba tenerlo lejos, necesitaba estar sola.

Completamente sola, aún si eso significaba volverse loca.

Kyoko no quería más consuelo, ella necesitaba salir del fondo del poso profundo en el que se encontraba por sí misma. Porque si no jamás podría levantarse de nuevo por sí misma. Nunca. 

Y eso no se lo podría perdonar por el resto de su vida.

Todavía tenía grabada en la memoria de su piel los brazos de él, rodeándola todo el tiempo posible. Aún si en su mente el recuerdo del funeral y del entierro borroso —a tal punto de que ni podría decir claramente quiénes habían asistido y mucho menos lo que sucedió exactamente—, ella podía recordar su calor.

Lo confirmó muchas veces, no quería arriesgarse a volverse un patético remedo de la mujer en la que recién se había convertido. No quería abandonar cualquier esperanza de conservar todo el crecimiento que sentía que había tenido y empezar a necesitar los brazos de ese hombre para poder existir.

No. No. No.

Ella sabía que no debía de arriesgarse a terminar de ese modo. Quería ser una mujer a su altura, no una indefensa muñeca de porcelana rota que dependía de sus cuidados.

No.

Ella quería estar con él por amarlo, no por depender de él.

Necesitaba salir de esto y ser una mujer de la que su padre esté orgulloso, de la que su amado estuviera orgulloso.... Pero, principalmente, de la que ella misma pueda estar orgullosa.

Fue duro. Fue demasiado duro.

Pero entonces, aunque jamás se detuvo el dolor, ya pudo seguir. Eran como las 3 de la mañana cuando finalmente lo decidió. Miraba la noche a través de la ventana, como todas las anteriores noches. Y de pronto se levantó de la cama, abrió la puerta y se quedó observando el pasillo con cansancio y una ligera sonrisa. Se apoyó en el marco y entonces dio un par de pasos lejos de la puerta.

"Ya es momento..."

Se dijo a sí misma con determinación y una que otra lagrima escurridiza deslizándose lentamente por su tez. Empezó a caminar, sin previo aviso para sí misma, y bajó al primer piso para terminar saliendo por la puerta trasera. Necesitaba dar un paseo. ¿Quizás aquello era algo peligroso? Por supuesto que lo era... ¿Y...? Da igual el riesgo, no tenía ganas de pensar de más las cosas en este momento. Simplemente sintió el viento de la madrugada en su rostro y lo disfrutó cerrando los ojos al contacto frío con su piel. Caminó al parque con la patética y divertida idea de que quizás pueda encontrarlo de nuevo ahí, y claro que no fue una sorpresa descubrir que allí no había ni un alma. No se sintió mal por la desilusión, pero de pronto tuvo muchas ganas de verlo. Río un poco, porque de repente tuvo una idea demente y justamente esta ocasión era indicada para que ella se permita hacer cosas dementes sin pensar en las consecuencias.
Volvió a su habitación, se vistió y tomó sus cosas. Luego, antes de poder pensarlo mejor,  fue a por la moto —la moto que su "novio", Caín, le obsequió— y condujo hacia él.

No porque lo necesitara, sino porque quería estar con él. Ya fue suficiente distancia. El portero del edificio sonrió ampliamente ni bien la vio y le dijo que tenía suerte, porque apenas había pasado un cuarto de hora desde que él subió. Su corazón latía demasiado fuerte, de felicidad pero también  por un insoportable nerviosismo que iba creciendo mientras veía en la pantalla que avanzaba un piso más. Sí, para bien o para mal, la cordura estaba regresando justo cuando ya no había forma de escapar. Con la mano temblando sacó su celular y le envió un mensaje.

«¿Estás despierto?»

Volvió a guardar el celular, o al menos estaba a punto de hacerlo cuando empezó a vibrar descontroladamente, y no era una sorpresa que se tratase de él. Con las manos temblorosas terminó por contestar, aunque estaba a punto de aplastar el botón para bajarse del ascensor y volver al primer piso para huir.

— ¡Kyo...! —pausó, se notaba que estaba bastante alterado y con la respiración agitada— Ky... Kyoko, ¿cómo...?

Kyoko estaba muy nerviosa, pero, el darse cuenta de que él probablemente —no, obviamente, sería más apropiado decir— estaba bastante más nervioso, le dio fuerzas para tratar de guiar la conversación hacia algo no tan... Incómodo. Ella misma sabía que era culpa suya por ignorarlo por todo un mes, así que si quería volver a establecer un vínculo ella debía tener las riendas.

— Estoy por llegar a la puerta, ya hablaremos —colgó, para inmediatamente hacer una pataleta por lo tonta que fue al contestar así.

"¡¿Por qué le dijiste solo eso y colgaste tan maleducadamente?! ¡Así solo empeorarás las cosas! ¡¿Eres idiota?!"

Lo más triste es que estaba de acuerdo con que era una idota, y se odia a mucho más porque el ser idiota no era justificación para fregar la situación de esa manera. Imperdonable. Pero tampoco es como si hubiera querido hacer eso, es que estaba tan nerviosa que no podía hablar más; así que entró en pánico y colgó.

Pero Kyoko no tuvo mucho tiempo para reprenderse a sí misma por su inutilidad para afrontar esta clase de circunstancias con naturalidad, porque ni bien se abrieron las puertas del ascensor se encontró con él corriendo hacia ella. No supo en qué momento, pero lo más probable es que un parpadeo fue el que la hizo perderse del acontecimiento, ya se encontraba en sus brazos. Incluso le dio una vuelta dramática alzándola en el aire, para luego volver a aferrarla a su pecho.

— Por favor, perdóname.

Kyoko lo miró y se sorprendió, él estaba con los ojos cristalizados. Pero pronto su cerebro sorprendentemente logró encontrar la co-relación.

— Yo... —ella puso un dedo sobre los labios de él.

— No debes disculparte por nada, yo tenía que afrontar esto por mi propia cuenta —pausó, estaba temblando ligeramente pero su mirada no tenía duda—... Y lo hice.

De nuevo esos brazos la estaban envolviendo en un abrazo tan cálido que derretía su corazón. Pero ya estaba adaptándose a eso, la verdad esperaba que se convirtiera en algo mucho más seguido a partir de ahora.

— Estoy orgulloso de ti —soltó en un suspiro—... Solo que espero que en algún momento me permitas estar ahí para ayudarte —la toma del rostro con delicadeza, la mira a los ojos con ternura y le besa la frente—... Porque no es que no confíe en tu fortaleza, lo que sucede es que eres demasiado importante para mí y no soporto estar lejos mientras estás sola ante...

Kuon se quedo trabado hasta que, inesperadamente para sí misma, Kyoko lo interrumpió lanzándose a abrazarlo con efusividad, mientras escondía su rostro en su pecho.

— Lo entiendo.

Solo eso pudo decir, ahora estaba demasiado cansada de pensar, y hablar de ello solo ocasionaría que esos pensamientos jamás se detengan ya. Ahora solo quería disfrutar de volver al paraíso de sus brazos, y se alegró al notar de que él no puso resistencia a su pedido implícito.

Abrazos, caricias tiernas y arrumacos tiernos; solo eso era lo que exigía y él con gusto la satisfacía. Solo se dieron cuenta de que habían pasado demasiado tiempo así cuando vieron que ya había amanecido. Kuon intentó besarla rozando sus labios con los de ella, pero Kyoko se apartó y se disculpó por no haberlo dejado dormir. Al final prácticamente le ordenó que vaya a la cama a dormir el máximo tiempo posible antes de que tenga que ir al trabajo en lo que ella haría el desayuno. Se apenó al darse cuenta de la decepción de Kuon, pero su corazón no estaba listo para lo que sea que estuviese pasando entre ellos. Porque de tanto pensar y pensar sumida en la oscuridad de su cuarto supo que era imposible que siguiera haciéndose la ciega, había algo.

Definitivamente, tenía que haber algo.

Entonces ella se concentró en cocinar el desayuno, prepararse mentalmente para el trabajo y esos asuntos que la esperaban en la empresa desde hacía mucho tiempo ya. Pero entonces, se dio cuenta muy tarde de que había dejado la cocina atrás y se encontraba observándolo dormir. Lo amaba demasiado, pero antes de la muerte de su padre tuvo una conversación con Kanae que la preocupó, o más bien fue entrevistada junto a Kanae y en medio del programa se habló del asunto de las relaciones. Las declaraciones de Kanae y el intercambio de ideas que hubo ahí la hicieron temer necesitar de él y no amarlo. Sí, suena extraño pero todo tiene más sentido cuando escuchas cómo Kanae lo explica.

«Si voy a estar a alguien quiero que sea porque nos apreciamos y nuestras vidas se sienten más brillantes cuando estamos juntos, no porque sin él mi vida no tenga ningún brillo... ¿Me dejo entender? Necesitar a alguien no es amar.»

Entonces se preguntó, ¿lo necesito o lo amo?

De alguna forma siempre pensó que era lo mismo, pero replanteárselo seriamente hizo que no se sienta cómoda hasta poder tener una respuesta en específica. Pero de todos modos la tenías ahí, aprovechando su oportunidad para coquetear con él debido a los roles que tenían que cumplir. Era liberador dejar escapar sus sentimientos de esa manera, pero inquietante el limbo en el que cada vez era más claro que se encontraban.

¿Amigos?

Cada vez era más claro que era imposible que lo sean con todo lo que no sucedía pero ambos querían que suceda.

¿Novios?

Estaban muy lejos de serlo, especialmente porque aún estaba ahí ese asunto, la mujer que él amaba.

Le dolía, pero tras tanto tiempo en la ceguera voluntaria sobre los coqueteos que ahora podía notar que le dedicaba ese hombre aun no podía quitarse a esa chica de la cabeza. 

Oh, vaya, ahí otro presamiento que jamás se detiene, solo descansa. Y, por supuesto acababa de volver, ese cuestionamiento tan doloroso en el que se pregunta si él quizás se siente atraído por ella, pero eso jamás podrá cambiar que siempre la seguirá amando a esa misteriosa chica.

Y entonces un ataque vino a ella, tan pronto como ese pensamiento volvió a romperle el corazón como tenía costumbre antes de todo lo sucedido con su padre. Tomó su celular, le envió un mensaje a Lory de que estaría en la oficina de su mansión para reanudar sus actividades como estrella en asenso de la compañía; además le pidió que solo le contacte por su número de negocios. Acto seguido le envió un mensaje a Kanae, a su hermano y sus amados padres de corazón pidiendo lo mismo y que lamentaba la preocupación que pudo haber causado con su fuga en la madrugada. A estas alturas de la mañana supuso que probablemente lo habían notado o estaban por notarlo, durante su encierro la jefa abría la puerta, y dejaba en la entrada su desayuno para luego volver a irse. Así que seguramente se asustaría de no encontrarla tirada en la cama contemplando el avismo como en todos los días anteriores. Kyoko jamás podría agradecer todo el apoyo silencioso y recomfortante que recibió cuando vio que ellos la entendieron y la apoyaron como necesitaba que lo hicieran. 

Una vez apagado el celular, exclusivo para sus contactos personales, y habiendolo guardado en su bolso. Se retiró a la cocina, al ver que el desayuno estaba listo y que nada le impediría cometer una insensatez más, o al menos la retrazaría hasta que pueda pensarlo mejor y se acobarde al final, corrío con una sonrisa amarga hacia la habitación de él. 

Quizás no la ama, quizás jamás podría hacerlo. Ella ganó desde antes de que siquiera pudiese desafiarla, pero al menos él se sentía atraído, era imposible no notarlo. Y eso al menos contaba como una inútil victoria que podría aprovechar para unos instantes de cielo a pesar de que sabía que le dejaría con una eternidad de infierno. 

Se metió en su cama y lo buscó bajo las sábanas. No era Setsu, no era Kyoko besando a su "novio" Cain. Era ella, Kyoko Mogami, justo ahora, besando al hombre que amaba, Kuon Hizuri, con todo su corazón. Como supuso, como su instinto le aseguró desde mucho antes de que quisiera aceptarlo, él no la rechazó. La aferró a su cuerpo a penas se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Sus ojos tuvieron un destello maravilloso cuando se recuperó de su sorpresa y casi al instante los cerró para poder disfrutar el beso que él intensificaría sin perder más el tiempo. 

¿Es esto un sueño...? susurró en sus labios cuando se separaron solo un minúsculo momento antes de que él le devuelva un beso mucho más intenso y tierno.

Ella podría tener lo que quisiera de él, ahora estaba más que claro. Y él tendría de ella algo que le gustaba, sí, a él claramente le gustaba. Pero no había amor, no. 

Él parecía preferir morir ahogado en los labios de ella antes que separarse, pero ella no lo veía. Estaba muy ocupada preguntándose si algún día su amada se daría cuenta de que le corresponde y le quitaría la oportunidad de si quiera tener estos besos, aunque sea estos besos, sin corazón. 

Kuon parecía necesitaba aire, así que la soltó solo un mísero segundo, quizás menos. Ella ya estaba lista para huir desde que se dio cuenta de su urgencia por calmar su respiración. Corrió, tomó su bolso que ya estaba puesto en una zona estratégica cerca a la puerta, y huyó. Kuon la persiguió desesperadamente cuando procesó el hecho de que ella estaba escapando, y por poco la alcanza, pero una vez que se subió a la moto no había nada que él pudiera hacer. 

Ella no podía aguantar la idea de odiar tanto a alguien que ni conocía y que no tenía la culpa de ser maravillosa, porque solo una mujer maravillosa debía de ser la inspiración de un hombre como Kuon Hizuri. Seguramente era buena persona, con un ángel espiritual que jamás podría llegar a igualar. Estaba demasiado corrompida para eso. Probablemente esa chica sea madura, independiente, fuerte y bastante inteligente tanto emocionalmente como en el aspecto intelecual. Sí, podía imaginar claramente a su Corn perdiendo la cabeza por una mujer así. Entendió que lo que a él le atraía no era el físico netamente, el que se vea atraído por ella demostraba el punto. Ella tal vez no sea una belleza de otro mundo, pero su sonrisa seguro es la más cándida y honesta de todas. 

Jamás se detiene ese dolor que le daba imaginar a esa mujer sonriéndole a él, mientras este le correspondía mirándola como si su universo estuviera en ella. 

Kyoko llegó en su moto a la mansión de Lory, que la esperaba con una bienvenida espectacular y su banda favorita de k-pop. Pero todo el mundo se quedó estático cuando Kyoko rompió en llanto en los brazos de un paternal Lory y pidió que hablen en privado. 


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