Capítulo VIII: Confesiones
Ella le daba indicaciones de hacia dónde ir, sin decirle aún a dónde lo guiaba, y él le hacía caso en silencio, muy curioso aunque creía ya saber lo que descubriría, lo presentía, presentía quien era esa persona a la que Kyoko le quiere presentar.
"Será tal vez... ¿Él?"
Fue grande su sorpresa cuando llegaron a una clínica, una muy conocida y costosa, la más grande de Tokio. Ella le indicó cómo llegar al estacionamientos, y, una vez que ubicaron el auto, ella lo llevó a un ascensor, y al bajar de este Kuon con una mochila se fue al baño y al salir ya era Cain.
-Así... será más cómodo -ella solo asintió y siguieron caminado.
Ella iba adelante, él le seguía, ambos sin decir nada. De la nada ella paró en seco y le agarró de la mano mientras miraba al suelo, sabía que estaba conteniendo ganas de llorar, vio al frente y había una puerta grande y un letrero que decía:
«Sección de Oncología»
Él se quedó viendo confundido el cartel, ella alzó la mirada, sus ojos estaban llorosos pero le sonreía, era una sonrisa con varios sentimientos mezclados y la resignación era uno de los ingredientes.
Él simplemente la jaló a su cuerpo y la abrazó, fuerte, sin intención de volverla a soltar nunca más, pues parecía una muñeca delicada, una que en cualquier momento se romperá... Pero él no la dejaría, estaría ahí para juntar los pedazos, siempre. Ella parecía querer separarse, pero solo la estrujó más fuerte, deposito un beso en su frente y enterró su cabeza en su cabello.
"Esto es... Esto es el motivo de lo que pasó esa noche... Estoy seguro."
Él comenzó a recordar esa noche, unos días después de iniciada la segunda ronda de los Heel, y las dudas que desde entonces lo atormentaron, al fin fueron resueltas... Ya entendía.
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Todo parecía normal, bueno esa situación no era para nada normal... Para ser más precisos, digamos que todo parecía estar en orden. Pero algo en Setsu le llamaba la atención, quizás pues aunque le sonreía a su amado "hermano" y aunque, como siempre, le mimaba con mucho amor, una sombra de dolor se reflejaba en su mirada. Esta sombra era muy sutil, nadie la podría notar, ni si quiera Kuon pudo haberlo notado de no ser porque, al ser ella el centro de atención de todos sus sentidos, él no dejaba de observarla y cuando ella se descuidó la vio mirándose al espejo, seguro pensando que él estaba en otro lado, con lágrimas que luchaban por salir. Él se alarmó y la abrazó con desborde de amor, ofreciéndole su calor, su fuerza, entregándose por completo. Ella volvió inmediatamente al papel, le dio una excusa aceptable y usando su persuasión, por no decir seducción, se deshizo de él y se fue a dar un baño. Pero a él no le quitó la preocupación y seguía frustrado, caminando de aquí para allá como león enjaulado, preguntándose qué le afligía, porque no se tragó su excusa, y haciendo en su cabeza mil estrategias para —si es que no le dice sobre su problema— descubrir algún indicio para resolverlo o por lo menos cobrar venganza de ser necesario, pero, entre tantos pensamientos, estaba agotado y, sin darse cuenta, terminó dormido. Pero ella era su sol, su luna ¡No! Decir eso sería poco, ella era su universo, y en esas circunstancias ¿Con quién va a soñar si no es con ella? Pero el sueño, que tan dulce había iniciado, se convirtió en una amarga pesadilla, por lo que así como se durmió, se despertó. Estaba alterado, su respiración era irregular y el terror le oprimía el pecho, no le dejaba respirar. Pero todo estaba bien, se dio cuenta que solo fue un mal sueño y tenía el arma perfecta para afrontar esas situaciones. Bajo su cama, en una caja, estaba uno de sus mayores tesoros, sacó el suave y esponjoso cordero de peluche y lo abrazó fuerte imaginando que era ella, oliendo su aroma, porque le "robó" su perfume y se lo aplicó a dicho peluche —eso le hacía sentir como un pervertido pero en verdad lo necesitaba—, y disfrutando su tacto arrullador... Pero no era suficiente, necesitaba sentirla. La buscó con la mirada y no estaba a su lado, tampoco estaba en su cama... Se comenzó a alterar, era de noche y pensar en la idea de que haya salido no le agradaba para nada, pero al pasar frente al baño, mientras la buscaba por el departamento, escuchó en sonido del agua corriendo en la ducha y pensó que tal vez su siesta duró menos de lo que imaginó. Se sentó en la cama y encendió la televisión para encontrarse con un comercial de ella, cambió de canal y en un programa de modas hablaban de su apariencia despampanante en la fiesta de cumpleaños de Hiromune Koga... Ella ya era un éxito. Sonriendo embobado, volvió a cambiar y se encontró con un especial de Dark Moon, un documental que no se había dado cuenta que habían grabado, seguro era porque el drama iba a ser doblado a lenguas occidentales y en conmemoración a eso y por pedido del público lo iban a retransmitir. Y viéndolo fue cuando notó la razón de que Yashiro le tomara tanto el pelo y de que él presidente lo haya notado con una sola mirada, se podía ver en varias ocasiones la cara embobada de él, hasta el se rió de sí mismo, reconocía qué tal vez necesitase un babero cuando estaba con ella. El documental acabó y ella no salía del baño, no se preocupó del todo ya que tan solo habían pasado quince minutos a lo mucho, pero al ver el reloj se dio cuenta. Cuando ella se metió al baño y él se quedó dormido recién eran las ocho ¡Ya era casi media noche! Corrió hasta el baño y tocó la puerta mientras gritaba su nombre, primero el del papel y cuando entró en pánico, el real, pero no hubo respuesta. Sin dudarlo tumbó la puerta con una patada y... La encontró. Ella estaba tirada en el suelo del baño, al lado de la ducha con el agua sin dejar de correr, y se encontraba con el maquillaje chorreado, los ojos rojos, la mirada perdida y un pequeño charco de agua al lado de su rostro ¿Hace falta decir más? La llevó en sus brazos a la cama, se acostó con ella y la abrazó debajo de las sabanas mientras ella seguía llorando, de momentos susurrando cosas sin sentido, pero sí hubo una frase que entendió.
«Mi padre... Lo encontré... »
Cuando todo se calmó y solo quedaba resignación en su mirada, ella le susurró entre suspiros una petición.
«Tsuruga-san... Por favor, aunque sé que es desvergonzado... No nos salgamos de nuestros roles de nuevo... Por favor... Le prometo que en el momento que pueda le explicaré todo... »
Él no estaba de acuerdo ¡Para nada! Pero simplemente no le pudo decir que no, él también conocía ese sentimiento que esos orbes ámbar que lo hechizaban le transmitieron aquella noche cuyo amanecer recibieron abrazados... Y fue esa la primera de varias ocasiones en las que simplemente no podían dejar de compartir lecho.
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Todo este tiempo se lo había estado preguntando, el motivo por el cual Kyoko lloró tan amargamente esa noche. Por lo que pudo entender era por haber encontrado a su padre ¡¿Pero de ser así no debería estar feliz?! Aunque si lo meditaba bien... Tal vez esa reacción sí era razonable.
Kyoko en un momento de sinceridad e intimidad, ambos en la azotea del edificio de L.M.E. mientras tomaban un café caliente bajo la luz de la luna. Ella le comentó entre risas que su experiencia a comparación con la de su madre era una tontería incluso inferior a un moco, dicho con esas mismas palabras. Kuon no pudo evitar reír por la comparación, pero la risa se fue cuando Kyoko le contó todo, absolutamente todo, sobre la historia detrás de su nacimiento. Él la abrazó con todas sus fuerzas, ella decía que ya no le importaba, que de todas formas no se iba a rendir y haría que su mamá se sintiese orgullosa y que también quería que él se sintiese orgulloso. Esa declaración hizo que Kuon se descontrole y... ¡Lástima que Yashiro apareció diciendo que era tarde!
Considerando eso, el llanto tenía más sentido de alguna forma, y creyendo eso no se lo preguntó más, aunque la idea siguió rondando por su cabeza... Pero ahora ya lo comprendía, lo sabía con solo mirar la expresión de ella y el letrero que nombraba el lugar que había detrás de la puerta delante de ellos. En un momento durante el abrazo, cuando se rindió de intentar apartarse, sintió sus pequeñas manos aferrarse asu espalda y unas lagrimas mojarle la camisa. Así estuvieron por algunos minutos, hasta que las manos de ella se posaron sobre los hombros de él, volvió a intentar separarse, pero al notar la resistencia de él, le susurró en el oído:
"Ya estoy bien... "
Pasaron por pasillos, llegaron a una recepción y la enfermera que atendía ahí saludó a Kyoko familiarmente y muy hambrienta de cotilleo le preguntaba por Cain, y al darse cuenta de que el mencionado estaba ahí, se emocionó aún más. Ella se sonrojó, pero recordó su cometido, se volvió a calmar y con seriedad le preguntó si podían verlo. La enfermera le respondió que solo quedaban unos minutos para que se acabe la hora de visitas, pero que por ser ellos les daría unos pocos minutos más. Kyoko fue donde Kuon y lo jaló del brazo hasta la puerta de una habitación. Antes de abrir la puerta suspiró y dijo:
- Esto... lo quería hacer desde hace tiempo...
Abrió las puertas, y ambos agarrados del brazo avanzaron por la enorme habitación, en la que se escuchaba una voz masculina hablando seguramente por teléfono, hasta que se encontraron frente a un hombre sentado en un una cama de hospital que miraba la televisión y tenía un teléfono en la mano. Al darse cuenta de su presencia, el hombre se viró hacia ellos y de esa forma Kuon lo pudo ver mejor... Así descubrió de parte de quién había heredado esa ambarina mirada, que tanto lo hechizaba. El hombre sonrió y parecía.
- Kyoko... -luego se sorprendió al notar la presencia de "Cain", parecía querer decir algo al respecto, pero ella habló antes de que lo logre.
- Me dijiste... Que necesitabas, para estar más tranquilo, que tenga una persona importante... -suspira y mirando al suelo se dirige a Kuon- Tsuruga-san... Él es Minami Akira, mi padre... -se vuelve hacia el aludido- Padre... Él... Tsuruga-san, es... ¡Es mi persona importante!
El hombre se queda totalmente sorprendido, sin expresión alguna. Kuon al principio estuvo de la misma forma, y luego se convirtió en un remolino de emociones y confusiones ¡¿De verdad lo que escuchó no fue una alucinación?! ¡¿Fue de verdad?! ¡¿Su persona importante?! ¡¿Suyo?! ¡¿Importante?! Esa presentación... Esa presentación le sonó a una presentación formal a un suegro... ¡No, Kuon! No lo interpretes a tu conveniencia... Pero cualquiera le hubiese sonado así. Él ya no sabía qué pensar acerca de ello, su experiencia con esa chica le hacía no querer ilusionarse, pero él ya estaba en la luna. El señor Minami parecía recuperarse de la sorpresa de tan intensa presentación y, luego de una pequeña risa, les sonrió a ambos dulcemente.
- Excelente... -mira a Kyoko y luego se dirige a Ren vestido de Cain- Es un gran placer para mí conocerte al fin... -le extiende la mano y agrega con una sonrisa ladina- ya me habían hablado de ti...
Kuon miró de reojo a Kyoko, ella se puso nerviosa.
- El gusto es mío, señor... -tomó la mano del hombre que desearía que llegase a ser su suegro, se dio cuenta entonces que esa mirada y sonrisa ladina eran idénticas a las de cierta persona quien, inesperadamente, de ser una amenaza pasó a ser su obvio cuñado. Se regañó así mismo por no haberse dado cuenta ¡Los celos sí que ciegan!... El parecido en las miradas y en las tiernas sonrisas de esos tres era increíble, se notaba el parentesco.
- Me sorprendieron... -suspira- No imagine que vinieran justo cuando Kaname me cortó la llamada... -se río ligeramente- Cuando los vi entrar pensé: "Hablando de los reyes de Roma..." -se ríe nostálgico y los invita a sentarse en un sillón a lado de la cama, ambos en silencio se sientan juntos- Kyoko... Estoy muy feliz, demasiado... -le acaricia el rostro y ella le sonríe, ambos tenían una alegre tristeza, Kuon sabía la razón de tales miradas... Era obvia considerando donde estaban ¡¿Por qué la vida era así de dura para su amada?! Se sentía impotente- Tsuruga-kun... -él se sorprendió de escuchar que se dirigían a él y hasta se puso algo nervioso- Yo... -baja la mirada luego de un suspiro doloroso- cometí errores terribles en mi vida... ¿Lo sabes verdad? Por ellos estoy pagando, y no me quejo... Pero sabes, no hay nada que me duela más no haber estado con ella cuando más lo necesitaba... Y que ahora es muy tarde, ya no podré estarlo más... -Kyoko quiso interrumpir pero él señor no le dejo- Gracias... -suspira- Gracias por estar a su lado... Yo sé que cuando ya no pueda estar más aquí, ella no estará sola... Eres especial para ella, sé que haber ganado ese estatus en el corazón de esta niña terca -le acaricia a Kyoko la mejilla mientras se ríe- no lo puede hacer cualquiera... Gracias por lograrlo...
- No tiene porque agradecerme señor... -lo mira con sinceridad- Yo...
- Cuando ya no este confío en que ella no estará sola... Confío en ti, muchacho... ¿Hago bien?
- Sí. -respondió rotundamente- Nunca me apartaré de su lado.
-¡Espera! -los ojos dorados de Kyoko se incendiaron con fuego y lagrimas caían- ¿Por qué hablas como si estuvieras al borde de la muerte? ¡No tiene sentido! -se comenzó a reír- ¿No lo escuchaste? Luego de la quimioterapia estarás bien... ¡Los médicos lo dijeron! No... No vas a irte a ningún lugar...
- Por supuesto... -le sonrió con tristeza a Kyoko y le secó una lagrima que descendía lentamente por su mejilla.
El silencio era pesado, daba la impresión de ser eterno, y de repente se abrió la puerta y la enfermera de antes les pidió que se fueran. Apenas salieron, Kuon la agarró de la mano y prácticamente la jaló hasta el ascensor, y, una vez que se cerró la puerta de este, Kuon la abrazó apasionadamente al tiempo que ella se deshacía en lagrimas. En el auto ella le contó toda su historia sobre: cómo su padre al final nunca pudo superar a su madre por lo que la investigaba en secreto, cuando le detectaron un tumor, cómo Kaname descubrió la historia y se decidió a hacer que Saena y su padre se encuentren para que el señor Akira al fin pueda estar tranquilo, sobre cómo Kaname aun cuando la encontró no se atrevía a confrontarla, cómo por obra del destino los hermanos terminaron en el mismo drama, y cómo lo descubrieron todo una tarde Saena decidió recogerla justo frente a Kaname.
- Tsuruga-san, yo quería contarte todo... Pero solo nos veíamos como los Heel y no apareció el momento oportuno...
- Te entiendo...
Kuon comprendía ese sentimiento, más de lo que quería.
- Tsuruga-san... Yo ya no le guardaré secretos...
Hubo un silencio extraño, Kyoko se giró a verlo, estaba pensativo.
- Kyoko-chan... Yo tampoco lo haré... -Kyoko al principio estaba inquieta por la forma en la que él la llamó, pero por su mirada se dio cuenta que algo mucho más sorprendente estaba por escuchar- Ya te lo conté, Tsuruga Ren es mi nombre artístico... -ella asintió ligeramente- Mi nombre es... Hizuri... Hizuri Kuon...
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