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Capítulo VI: Derrotas

Él presentía que si Tsuruga no le declaraba sus sentimientos a Kyoko, incluso hasta estas alturas, era claramente por una razón escondida y seguramente era una muy importante, ya que no podía pensar o imaginarse que esa bestia salvaje disfrazada de oveja, de la que de milagro sobrevivió luego de decirle lo que Kyoko "verdaderamente" sentía por él, como alguien cobarde o tímido como una colegiala enamorada. Eso lo aliviaba ya que daba por hecho, puesto que muchas otras ocasiones se lo enseñaron, que, aunque aún no pase nada entre ellos, Tsuruga no iba a dejar que nadie se le acercara a Kyoko... Y esa egoísta seguridad que tenía de ello, la certeza de que si bien no podía tenerla no iba a ser para nadie y de que ni si quiera Tsuruga se la quitaría —por su "lentitud"— al menos no en un futuro muy cercano ya que, aunque al final para Sho era seguro que él terminaría siendo el "ganador", por lo menos suponía que eso iba a demorar lo suficiente para darle tiempo de prepararse para su definitiva derrota, y su convencimiento de que aunque él ya no está en el corazón de ella ya nadie más lo estaría, le hacía sentir de cierta manera mejor y también patético en exceso. No podría burlarse de Tsuruga por dicha "lentitud" con Kyoko ya que ella estaba encerrada en una burbuja de incredulidad en la que ella misma se metió por su culpa... Una burbuja que no la dejaba darse cuenta de que probablemente ya estaba enamorada de Tsuruga y de los sentimientos obvios, vale resaltar obvios, de este. Y se sentía muy infeliz de que por una parte se sentía muy feliz por eso ya que así nadie podría estar con su Kyoko... Nadie. Y el amor que ella le dio, las palabras de aliento, las sonrisas resplandecientes llenas de cariño y admiración, los gestos, las miradas llenas de luz, las atenciones que él nunca apreció, todo lo que nunca valoró porque nunca pensó perderlo... No se las regalaría a alguien más, no serían para nadie más y eso para él era mejor a que ella lo reemplace, ya era mucho sabiendo que había sido completamente olvidado. ¡Pero entonces pasa esto!

《 Cain Heel es el novio de Kyoko... 》

A Sho se le cayó el control remoto al igual que la quijada. Simplemente no podía dar crédito alguno a lo que estaba pasando, estaba en total shock... ¡Kyoko con novio! ¡Novio! ¡Y ni si quiera era el "actor de quinta"! ¡Él estaba preparado para escuchar eso! Cuando escuchó su voz y lo vio salir de ese cubículo, cuando lo vio sentarse a su lado y tomarla de la mano mientras la miraba con cariño... ¡Estaba preparado para que él le declare al mundo que Kyoko era suya! Aunque preparado sería ir muy lejos porque no pensaba aceptarlo ¡Incluso se hubiese sorprendido menos si los rumores con ese coreano, Kaname, hubiesen sido ciertos! Al menos no era el enfermo desquiciado del beagle pero... ¡¿Quién era ese Caín Heel?! ¡¿Cómo y cuándo apareció?! ¡¿Cómo es que Tsuruga lo permitió?! ¡¿Por qué Tsuruga lo permitió?! ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo maldición puede declararlo tan condenadamente tranquilo y sonriendo estúpidamente?! Tenía muchas preguntas en su cabeza y mucha ira recorriendo su interior, no solo por la situación sino consigo mismo por no cumplir con lo que, en la noche que Kyoko le dijo que estaba oficialmente fuera de su vida, se prometió a sí mismo:

"Ya nunca más te va a importar"

Pero sí que le importaba, mucho más de lo que podía soportar.

"¡¿Por qué es tan estúpida?!"

Suspiró porque se dio cuenta que tristemente era un error, él era el estúpido.

Él público del programa estaba escandalizado por esa noticia repentina, se podían ver en la parte baja de la pantalla varios reclamos y comentarios en las redes sociales de la gran cantidad de fanáticas de Una canción inolvidable, el drama que Kaname y Kyoko protagonizaron, quienes proclamaban su desacuerdo con la noticia y su apoyo incondicional a la pareja de Kaname y Kyoko, y comentarios decepcionados de los fanáticos masculinos de Kyoko, así como comentarios de alivio de muchas de las fans de Kaname, claro que en menor cantidad ya que la mayoría adoraba como se veían juntos y amaban la química que se vio en el drama. A Sho ya le daban náuseas esas "fangirls".
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—¡¿Qué?! ¡¿Kyoko-san y Cain Heel-san?! ¡¿Es en serio?!—se dirigían a Ren y él se encogía de hombros— ¡¿De verdad, Kyoko-san?! —se voltearon a Kyoko a quien al parecer su alma se le salió del cuerpo por tal declaración de su senpai.

Ella estaba con los ojos abiertos y su piel perdió color, estaba sorprendida y totalmente helada, se giró hacía Tsuruga quien seguía sonriendo con tranquilidad y la miró con cierto desafío en la mirada, entonces volvió a dirigir su atención a las conductoras del programa.

— Yo... —la miraban atentamente, se puso más nerviosa, y de la nada la palidez de su rostro se tornó a un rojo ligero y agachó la cabeza avergonzada— La verdad... —se detiene por unos segundos de suspenso— Sí, es cierto... —levanta la vista de la nada sonríe muy confiada a la cámara y el sonrojo había desaparecido, mientras cruzaba las piernas en el asiento para quedar más cómoda.

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Sho simplemente ya había pateado su mesa de centro y sus hombros le temblaban de enfado.

"¡¿Cómo es que puede ser cierto?! ¡Demonio chupa almas! ¡Idiota!"

Había subido el volumen al máximo y miraba atentamente con unas enormes ganas de destruir todo a su alrededor y patalear como un niño pequeño. Sí, no había cambiado nada y eso le enfadaba. Sin si quiera darse cuenta ya estaba investigando al mencionado, Cain Heel, y su enfado fue en aumento. Encontró un vídeo de este peleando con el protagonista de la película en el estreno de esta, y luego mandando a un reportero al infierno con solo la mirada, incluso viéndolo en vídeo era aterrador.

Su terror se había convertido en una realidad, oficialmente había sido reemplazado... ¡No! ¡Simplemente no!¡No iba a aceptarlo! ¡No le importaba ser egoísta, no iba a tragarse la idea de perder lo que siempre fue suyo!

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—¡¿Pe... Pero cómo?! ¡¿En qué momento?!

— Ni yo misma sé cuando pasó... —suspira mientras mira al suelo— Pero a pesar de ser una sorpresa...—sonríe con un tenue rosa adornando sus mejillas— Soy feliz...

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"¡¿Feliz?! ¡¿Feliz?! ¡Eres una idiota! ¡Una estúpida!"

— Mientras Sho-chan sea feliz yo lo estaré...

Esa sonrisa de Kyoko se clavó en el corazón de Sho como una estaca, y le ardía, y esas palabras resonaban en su cabeza. El programa fue grabado en la mañana y lo estaban retransmitiendo por el alcance de esa noticia tan inesperada y comentada. Sus padres al parecer lo habían visitado mientras el programa se transmitía en vivo, aproximadamente a las once de la mañana. Apagó la televisión y lanzó el control remoto con violencia, agarró su sacó y de un golpe cerró la puerta de su departamento detrás de él, caminando hacia un destino obvio.

Subió a su auto, una ostentosa máquina que parecía sacada de Rápidos y Furiosos, en especial por la inconsciente velocidad a la que iba. El viaje fue tan solo un instante y sin darse cuenta ya estaba ahí estacionado, a unos metros de la entrada de un callejón ya conocido para él, el callejón que da a la entrada trasera del Daruma-ya... Para este momento la noche había llegado. Se quedó esperando escondido en la oscuridad, al otro lado de la pista, vigilando la entrada y durante un buen rato no hubo movimiento. Ya habían pasado horas, ya eran las nueve de la noche, encendió la radio y una canción le movió el alma, la canción que le compuso a ella.

"¡Imbécil! ¡Eres un imbécil!"

Apagó la radio de golpe, sacó su móvil de su bolsillo y lo encendió. Ni bien ya estaba prendido llegaron más de treinta notificaciones de llamadas perdidas, mensajes escritos y correos de voz... Todos de una sola persona, Mimori. Los iba a ignorar todos pero le llamó la atención uno, el más reciente, que era de otro remitente, Shoko.

《Sho, de verdad debiste haber venido... Mimori a llorado desconsoladamente desde que se cansó de llamarte y todo el mundo se aburrió de esperarte. Fue una humillación muy triste para ella quien preparó todo desde hace meses atrás, cuidadosamente y con cariño, Sho. De verdad no te costaba nada por lo menos venir un momento, nada. Y si de verdad no piensas involucrarte con ella, porque ambos sabemos que es así, al menos rechazar sus sentimientos adecuadamente, con sinceridad y seriedad ¡Te lo dije muchas veces, Sho! "Amor y juego no es bueno". Por favor no causes más dolor a esta chica y sé claro con ella para que deje de sufrir y derrarmar lágrimas... No se lo merece, Sho. Hazlo bien mientras no sea demasiado tarde, porque llegará el momento en el que te arrepientas de esto... Las lágrimas de una mujer se pagan muy caro... Aunque eso lo sabes muy bien ¿No es cierto, Sho?

Espero que lo consideres y no como un consejo de una representante sino como una advertencia de alguien que te aprecia como a un hermano menor... Piénsalo bien, Sho.》

Sho se quedó pensando con las palabras de Shoko. El matrimonio la hizo más maternal, eso sin mencionar los años de haber pasado al lado de Sho. Él lo meditó, de verdad que lo hizo, pero pudo más la ira por esa sorpresa dolorosa. Apretó el móvil al recordar, se sintió totalmente ridículo, estúpido, pero lo iba a hacer. Marcó el número, no contestó, marcó una segunda vez, una tercera, cuarta, quinta... No respondía. Lanzó el móvil al suelo, su lengua sonó con fastidio y frustrado enterró el rostro en sus brazos que estaban cruzados sobre el timón.

Sho no sabía cuanto tiempo estuvo en esa posición, se sentía miserable, en verdad muy miserable. De repente escuchó una voz muy familiar. Cuando los sintió pasar al lado de su auto se agachó para no ser visto y los observaba mientras avanzaban. Un sujeto muy alto, de silueta odiosamente conocida, caminaba al lado de una señorita de pequeña estatura, a comparación, y delgada figura. Las luces del alumbrado público le ayudaron a observar mejor, era ella, realmente ella. Estaba hermosa, su cabello se lo dejó crecer y lo tiñó de negro, su color natural, estaba vestida de la misma forma en la que apareció en el programa. Un vestido lila, informal pero con clase, hermoso y femenino, con escote de corazón, largo hasta medio muslo y unos zapatos de tacón a juego. Al hombre no logró verle más que la silueta, pero sabía quien era, lo sabía bien. Fueron avanzando y Sho se dio cuenta de otro detalle... Uno muy doloroso. Ambos estaban mirando a distintas direcciones, pensando cada uno en lo suyo... ¡Tomados de las manos!

Un huracán, sí, eso, un huracán sintió en su interior y un punzante dolor. Se rió, tenía unas extrañas ganas de reír de la humillante y vergonzosa situación en la que se encontraba.

"Eres un perdedor... "

Los vio llegar a la puerta, intercambiaron pocas palabras, ella sonreía tímidamente, a él no lo veía, estaba de espaldas... Y entonces pasó. Ella había hecho una reverencia de despedida y estaba abriendo la puerta, él estaba por irse, y en eso ella da zancadas rápidas, lo agarra de una punta de la ropa con la cabeza baja, él se gira y ella alza la cabeza, se miran por instantes y de repente se abrazan, fuerte, como si aferrarse al otro fuese su única esperanza. Él se inclinaba, ella estaba totalmente pegada a su pecho y sus manos colgadas en su cuello, mientras las de él sostenían su fina cintura. Eso era mucho más de lo que el clandestino espectador toleraba... ¡No! ¡No lo resistía! ¡No quería ver más! ¡Tenía que detenerlos! No, es más, iba a detenerlos, pero, justo cuando su mano tocó la puerta del auto, ellos se separaron. Él tuvo el descaro de acariciar su rostro y ella ¡¿Qué demonios estaba haciendo ella?! Puso su pequeña mano sobre la de él, la acarició ligeramente y le sonríe dulcemente, luego lo jaló del brazo a su altura, le susurró algo al oído y sucedió algo que al curioso le dejó sin aliento, le robó un beso en la mejilla. Fue rápido, fugaz, casi ni fue perceptible, y luego, como alma que se la lleva el diablo, llegó a la puerta para finalmente entrar y cerrar la puerta tras de sí. El hombre se quedó paralizado, en la misma posición en la que ella lo dejó, inclinado. Sho simplemente no lo podía creer, pasaba por un momento de incredulidad.

"Es... imposible... ¡No es cierto!"

El hombre se levanto, se acarició la mejilla, donde los labios de ella se posaron instantes atrás. No se podía ver claramente por la oscuridad de la noche pero Sho sabía que el sujeto estaba sonriendo, al final, luego de un suspiro, miró a todos lados y se dispuso a caminar... Y así, al cruzar la esquina, desapareció.

Sho no sabía que hacer, ni si quiera entendía bien por qué estaba ahí en primer lugar, su mente estaba nublada y su cuerpo no se movía, simplemente no podía pensar. De la nada escuchó la puerta abrirse, era ella. Miraba de un lado al otro, salió del callejón y miró las calles de derecha a izquierda, y cuando se dio cuenta que él ya se había ido suspiró, aparentemente decepcionada, y se apoyó en la puerta y se deslizó en ella hasta quedar sentada en el piso, mirando pensativa al infinito mientras un puño lo tenía sobre su pecho, en el lado izquierdo, el lugar del corazón. Estaba pensativa, preocupada y hasta algo de temor se veía en orbes doradas que reflejaban la tenue luz de las calles pero, luego de un suspiro resignado, sonrío como nunca antes lo ha hecho... Esa sonrisa fue el golpe final para Sho. Él salió del auto, dio un paso dudoso, seguido de otro y otro hasta que el temor o la sensatez desaparecieron y caminó hasta ella, apresurado y sin meditar nada.

— Shotaro...

Ella lo miraba sorprendida y él ardido, no se dijeron nada simplemente se miraban. Luego de tal vez algunos cuantos minutos en ese tenso silencio, ella parecía tener la intención de romperlo, pero él se le adelanto.

— ¿Sabes... qué día es hoy?—ella parecía sorprendida aún y no entendió la pregunta, así que él se la repitió— ¿Lo sabes?

— Sábado... —contestó con duda y extrañeza.

— La fecha... —parecía escupir las palabras.

— No entiendo de qué vas, Shotaro, estoy muy cansada para lidiar con tus cosas... —suspira— Pero si diciéndote la la fecha me dejas tranquila...—pone los ojos en blanco— Hoy es Mayo veinti... —parece darse cuenta de algo y lo mira como para confirmar.

— Mi cumpleaños —confirmo él, se acercó más y la miraba con reproche y tristeza.

Hubo un pequeño silencio, ella no comprendía nadie intentaba leerlo, leer su mirada, pero simplemente no comprendía. Finalmente negó con la cabeza mirando al suelo y le dedicó una sonrisa.

— Felicidades... —se puso un mechón de cabello tras la oreja, aún con la mirada confundida, pero con una sonrisa calmada— Te deseo lo mejor... —se giró para abrir la puerta y entrar.

Él simplemente no lo aguantó ¡Él no quería eso! ¡No quería una felicitación distante! ¡No quería verla sonreír así por otro! ¡No quería ser olvidado! Así que sus instintos actuaron y le agarró del brazo con fuerza y la arrastró hasta un muro al frente de la puerta del Daruma-ya, la empujó contra este y la acorraló.

—¡Shotaro! ¡Me lastimas!

—¿Eso es todo?

—¿Qué? ¿De qué hablas? Sabes... me duele ¿Podrías ser un adulto por una vez y dejar de molestar? De verdad que quiero ir a dormir y...

—¡¿Eso es todo?! —le gritó muy enfadado, iracundo más bien, incluso ella se quedó sorprendida, nunca lo había visto así.

— Shotaro... —se queda mirándolo pero entonces se enfada— ¡¿En qué estás pensando, imbécil?! ¡Suéltame o te arrepentirás! ¡Y yo que pensaba dejar la fiesta en paz y separar nuestras vidas! ¡Sigues siendo un inmaduro! ¡O te quitas o te quito!

—¿Por qué? —dice casi inaudible y Kyoko intenta agudizar los oídos para entenderlo— ¡¿Va a acabar así?! —le agarra del mentón con fuerza— ¿Vas a dejar que acabe así?

— Me lastimas, Sho... No te entiendo pero... Cálmate... Y por favor suéltame.

— Tú no puedes dejar de ser mía... ¡No puedes! —acerca el rostro de ella a la fuerza y estaba por besarla, pero sin saber cómo sintió que su cuerpo caía en el frío pavimento del callejón.

— Ella nunca fue tuya... —Dijo una voz ronca que a Sho se le hacía conocida, pero era diferente, él odio en esa voz era mortífero.

Él desorientado miró hacia arriba, él no era quien pensaba, no era Tsuruga, no. Era casi un ser oscuro, no parecía humano. Sus ojos violetas destilaban sed de sangre y su vestimenta negra se camuflaba con la oscuridad. Ella estaba acurrucada a él y él la abrazaba.

— Así que tú eres Cain... —sonrió con ironía, mientras él le devolvía la sonrisa, pero una siniestra, al tiempo que apartaba a Kyoko para atrás.

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