Capítulo IX: Explicaciones
—Mi nombre es... Hizuri... Hizuri Kuon
Esa frase resonó en su cabeza, ella estaba petrificada, quería hablar, quería decir algo, tenía tantas preguntas... ¡Pero simplemente no podía decir nada! Estaba con la mente en medio de una ecuación... Y cuando tuvo el resultado, con la mirada le pedía que confirme su sospecha, y él, con un asentimiento acompañado de una mirada nerviosa y dolorosa, le despejaba la duda. Todo pasó muy rápido, por su cabeza miles de recuerdos que venían desordenados, imágenes, palabras sueltas, Kuu hablando sobre su hijo... Corn, no, Kuon... ¿Corn?
Una solitaria lágrima cayó de sus ojos mientras lo recordaba todo en orden, desde el comienzo a una velocidad increíble, se pausó en Guam, y luego volvieron a correr hasta ese momento en el que estaban, ya todo estaba ordenado en su cabeza, ya todo había tomado sentido. Él la miraba suplicante, como pidiéndole compasión, y él parecía querer explicarle, pero se notaba que las palabras no le salían de la boca.
Ella se sintió burlada, engañada y decepcionada de sí misma por negarse a notar lo evidente y de él por tomar ventaja de eso, por reírse de ella, por tomarla de idiota... ¡¿Tomar ventaja de eso?! ¡¿Reírse de ella?! ¡Tomarla de idiota!... ¡No! Simplemente no quería creer eso... ¡Él no es así! Él no es así... Pero... ¿Por qué le mintió? ¡¿Por qué no le dijo?! Necesitaba pensar, aclarar su mente. Ella abrió la puerta del auto, necesitaba escapar, pensar, darle un respiro a su mente y decidir si escuchar o no a su corazón que le gritaba que él nunca le haría daño, que no debía apartarse de él, que necesitaba estar a su lado. No entendía nada más que si se quedaba no podría pensar fríamente, que simplemente se dejaría llevar de lo que sea que él dijese, pues lo amaba, no... ¡Lo ama!... Si lo escuchaba simplemente aceptaría cualquier cosa y se quedaría aún si fuese mentira y ella lo supiese, ignoraría toda lógica y le creería... Necesitaba alejarse y pensar. Pero entonces recordó la historia de Kuon, recordó la oscuridad, recordó el terror en su mirada, recordó las historia que Corn le contaba... ¿Todo fue real? Se dio cuenta de que, aunque ambientado y acomodado como un cuento, él siempre, de alguna forma, le abrió su corazón con sinceridad. Tenía una pierna fuera del auto y la otra dentro, dudó, ¿Irse o quedarse? Ya había tomado una decisión, quedarse, y entonces, antes de salir de su estado inmóvil para ejecutar su elección, sintió una fuerte tirón que la llevó hacia unos brazos que la abrazaron fuertemente, como si el dejarla ir le costaría la muerte al dueño de ellos.
— Déjame explicarlo... —murmuró con el rostro enterrado en su cabello, dolor se sentía en su voz, y luego se acercó a su oído y le susurró— No me dejes...
Ella se quedó estática, no podía mover ni un músculo, se quedó con la mente en blanco... Y entonces cuando se recuperó vio el dolor de él, no le gustaba, le dolía mucho más. Estiró su mano para atrás y cerró la puerta del auto, él dio un respingo al escuchar el golpe de la puerta cerrándose, ella se separó de él y sosteniendo lo de los hombros miraba al suelo, y se quedó así por un interminable momento.
— Yo... —alzó lo miró fijamente, le sonreía pero sus ojos estaban llorosos, las lágrimas luchaban por salir pero ella las contenía— No me iré... —se acerca y lo abraza con fuerza— Jamás podría dejarte, Kuon...
Él al principio no se lo creía, debía ser un sueño, una alucinación... Pero la estrujó, la palpó, la sintió, era real. No supieron cuanto tiempo fue que estuvieron así, pero lo que sí sabían era que por fin ya no había barreras.
— Kyoko-chan... —le besó la frente y se separó de ella— Voy a contarte todo— puso las manos al volante, arrancó el auto, y así salieron de ese oscuro estacionamiento de la clínica.
Él estaba muy feliz, incrédulo, hasta casi lloraba de dicha... ¡Ella no lo dejaría!... Y ella, ella estaba nerviosa, emocionada pero con cierto temor... ¡Dejó salir los gritos de su corazón! Se dejó llevar, ya no había vuelta para atrás, ahora se la llevaba la corriente... ¿Hizo bien o mal? Eso ya no importaba, pero de todas formas no podía evitar sentirse con algo de temor por lo que sucedería después. Lo miraba de reojo, se preguntaba a dónde irían, qué le diría, qué sucedería... Fue un silencioso viaje, lleno de dudas, anticipaciones, ansias y nervios; y ese viaje terminó cuando llegaron aun inmenso parque, que estaba muy solitario. Él estacionó el auto en la entrada, ella seguía tan absorta en su mente que no se dio cuenta que llegaron hasta que él le abrió la puerta y le extendió la mano para salir, ella lo miró fijamente y luego de unos minutos de perderse en la mirada del otro, de dudar, aceptó. Primero caminaron rápido, luego trotaron, y finalmente se encontraban corriendo de la mano hasta que llegaron a un lago artificial de estilo tradicional, era hermoso y se quedaron observándolo por una eternidad, hasta que él la guió hasta un árbol que estaba a poca distancia de ellos, se arrodillo ante ella, la tomó de las dos manos, con ellas se acarició el rostro, y luego de tomar un profundo respiro la invitó a sentarse a su lado, bajo ese hermoso árbol. Ella se sentó a su lado, él volvió su vista hacia el lago y Kyoko hizo lo mismo, se quedaron así, en silencio, y entonces comenzó. Le contó todo, sin omitir nada, desde su cruda infancia hasta su violenta adolescencia, todo. Ella estaba enfadada, frustrada, iracunda por las injusticias que se cometieron con él, triste y miserable por no haber podido ayudarlo en su primer encuentro, pero él la consoló diciéndole que conocerla era su recuerdo más atesorado... Tanto que jamás lo olvidó, sin importar los años. Continuó, y sus emociones siguieron cambiando, molesta por esos abusivos que se aprovechaban de la amabilidad de él, luego sombrada por su cambio, preocupada, asustada y entonces lo soltó, se aparto de él, se levantó y se paró frente a Kuon, furiosa, muy furiosa.
— ¡¿Cómo pudiste pensar eso?! —él la miraba confundido— ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo te atreviste a despreciarte?! ¡Tú no eres un asesino! ¡Tú no tienes la culpa! —le gritaba mientras soltaba un sin fin lágrimas— ¡Nunca vuelvas a decir eso de ti! ¡Nunca! —él la jaló y la abrazó fuerte, hasta que ambos quedaron tumbados en el césped.
Y cuando por fin los ánimos se tranquilizaron, siguió donde se quedó: El nacimiento de Tsuruga Ren. Le contó sus primeros años en Japón, lo culpable que se sentía de haber abandonado a sus padres, de romperles el corazón... Ella lo consolaba tomándolo de la mano. Siguió narrando hasta que legó a la parte más importante de la historia, su segundo encuentro. Le contó cuando se dio cuenta de que era ella, le explicó porque no se lo dijo y sobre su temor de que ella se alejase de él. Se quedaron un buen rato en silencio, ella se levantó de repente, alarmándolo, pero luego se giró con una tierna sonrisa.
— Entiendo... —fue lo único que dijo, luego volvió a quedar absorta viendo al lago.
Pero él no había terminado de contar la historia. No... Faltaba algo más. Kuon se levantó y la abrazó por detrás, ella dio un respingo pero luego se relajó y soltó un suspiro, él entonces le susurró al oído.
— Aun hay algo más que contarte, Kyoko-chan...
Kyoko se dio vuelta lentamente y quedaron frente a frente, mirándose fijamente.
— Kyoko-chan... ¿Sabes cómo fue que me salve de la maldición? —una mano dejó de abrazarla y se dirigió a acariciarle el rostro, ella estaba totalmente sorprendida y ansiosa— Me ena...
De la nada un bullicioso ruido lo interrumpió, Kyoko reconoció el sonido, era el tono de su móvil que sonaba insistente y se intensificaba con el eco. Ella, aún un poco aturdida, caminó lentamente hasta su bolso que estaba colgado en una de las ramas de ese árbol, y vio la identidad de quien la llamaba, era Lory.
— Presidente... —Kyoko murmuró y Kuon tragó saliva.
— ¿Estás con él, Mogami-kun?
Kyoko se giró hacia Kuon, y luego de un suspiro asustado y con el asentimiento rendido de él, le respondió.
— Sí.
— Bien, asegúrate de traerlo a mi oficina... Tenemos cosas serias de qué hablar.
"¡Demonios!"
Él estaba desanimado, ya se había ido el momento, ahora estaban los nervios sobre lo qué iba a suceder, era obvio el porqué les llamaba el presidente... Su travesura, la de decir que Cain Heel era el novio de Kyoko. Seguro le iban a reclamar, pero él tomaría toda la responsabilidad, por completo. Ella le reprendía por el camino, diciéndole que fue irresponsable, diciéndole que se había pasado, atormentándose al imaginar las posibles consecuencias —que para él no eran tan malas— como los rumores sobre ellos que iban a nacer, muy nerviosa y preocupada. Pero él solo podía reír, estaba de un humor demasiado bueno como para preocuparse, y ella se enfadaba más... Pero de verdad no le molestaría unos cuantos rumores de algo que quiere que sea real.
— Tranquila, Kyoko-chan... —le da palmadas en la cabeza— Yo lo tengo todo bajo control...
— Fuiste muy irresponsable... —se cruzó de brazos y lo miraba con los ojos a media persiana, verla enojada solo la hacía ver más bonita a sus ojos.
— Tú también... —la mira maliciosamente, detiene el auto por la luz roja, y de su bolsillo saca las esposas y comienza a juguetear con estas, lo cual dejó primero pálida, seguro recordando ese "juego peligroso", y luego hasta un tomate fresco se vería pálido y sin vida a comparación con el rojo de su rostro.
Él comenzó a reír logrando que se "enoje", por lo que ella le lanzaba puñetes suaves, no se decidía si era porque en realidad no quería hacerle daño o porque era muy débil. Fue un momento extraño, sí, lo confirmaba, se habían cerrado totalmente las barreras y como él a la vez era su amigo, ahora parecían ser más íntimos de lo que ya eran... No le gustaba mucho ese título pero ni modo.
— ¡Pero si querías revancha...! —se sonroja y mira hacia otro lado— Si querías revancha por... "eso"... Pudimos arreglarlo en privado... Yo te iba a contar todo... De todas formas...
— ¿Arreglarlo? —se acercaba a ella, peligrosamente— ¿En privado? —se acerca más— ¿Y cómo sería eso?
Kyoko se quedó muy roja, demasiado que hasta era preocupante, pero no retrocedió... ¡No retrocedió! Y como si hubiese sido invocada, de repente, apareció Setsu... Sí, esa mirada se lo confirmó, Setsu llegó. Ella de pronto aproximó más su rostro, le dio un beso muy provocativo en la mejilla y le susurró:
— Como lo solemos hacer, Nii-san...
Se separaron y esa sonrisa de "Emperador de la Noche" pintada en el rostro de Kuon no podía faltar, ya no podía esperar ver que le tenía preparado su hermana la próxima vez que se queden juntos como los Heel. Se miraron fijamente, ella no se quedaba atrás... Sí, la "Emperatriz de la Noche" había nacido. Pero entonces ella de reojo miró al camino y rompió su competencia por el poder en el corazón del otro.
— ¡Tsuruga-san! ¡Cuidado!
Felizmente para Kuon, él era un conductor muy hábil por lo cual de forma inexplicable se salvaron de una muerte inesperada. Hubo un silencio, como la calma después de la tormenta, ella estaba muy asustada y se cercioraba frenéticamente de que en verdad estaban vivos, revisaba su pulso, acelerado, y luego revisaba el de él preocupada, le toqueteaba y revisaba si tenía algún daño, muy maternal como siempre... Y al corroborar que todo estaba bien siguieron con su camino, Kyoko miraba el paisaje, y él pensaba, solo pensaba.
"Tsuruga-san... ¿Eh?"
Entonces una idea se le escapó de la mente y salió por sus labios.
— ¿Quién es más especial para ti?
— ¿Eh?
Se dio cuenta que se le salió la pregunta, se sorprendió pero decidió que no se iba a reprimir, no más.
— ¿Ren o yo?
—... Pero son la misma... Persona...
"Lo sé... Lo sé... Estoy loco..."
— Pero no lo sabías antes...
—... Los dos... —suspira— Siempre supe que eran los mismos...
Esa afirmación dejó paralizado a Kuon Hizuri, y bastante confundido.
— ¿Lo sabías?
—... Sí, pero no... —él la miró aún más confundido y ella solo suspiró con una sonrisa resignada— Aunque siempre lo ignoré... —apuntó a su corazón— Siempre lo supe aquí... —se rió con ternura, causando que Kuon tenga incontenibles ganas de abrazarla, entre otras cosas— Además para serte sincera... Tu personalidad y tu forma de tratarme siempre fue la misma en tus dos... "Presentaciones"... Solo que con una teníamos más... Confianza... Y... —se quedó estática, y él lo sabía, pensaba en lo de Guam, el beso y su declaración de amor.
Kuon ya estaba preparado para la pregunta, la miraba expectante y con una sonrisa... Esperaba que lo dijese: "¿Lo qué me dijiste en Guam fue verdad?"; o un "¿Por qué inventaste toda esa historia de la maldición para que te bese?"; tal vez un: "¿Por qué me besaste?"... No le importaba cual fuese la pregunta o si las hacía todas al mismo tiempo, pues él... Él ya tenía en la punta de la lengua qué responder. Pero grande fue su sorpresa cuando ella no preguntó, le dio unos minutos más, pero nada, no decía nada... Y de pronto comenzó a hablar del clima ¡Del clima! Empezaba a preocuparse ¿Por qué evitaba el tema? Y se le vino una idea no muy bonita.
"Tal vez... ¿Me rechazará?"
Pero no, eso le importaba poco, estaba decidido a conquistarla, lo haría sea como sea, necesitaba que ella le de su corazón, pues el suyo ya se lo había robado, y sin el de ella iba a morir... Sí, la iba a conquistar.
— Una cosa... Yo... Te debo llamar Kuon-san... Hizuri-san... ¿O te debo seguir llamando Tsuruga-san?
Oh no, ahora pondría otra ves una barrera.
— Llámame Kuon o Ren... Pero por favor no pongas más honoríficos, Kyoko...
— Yo... —se sonrojó y se quedó pensando y finalmente preguntó tímidamente, enterneciéndolo— ¿Te puedo llamar "Corn"?
Hubo un silencio, él no podía soportarlo, ya estaban en el estacionamiento de L.M.E. estaba vacío, lo cual no pudo dejar de ser aprovechado por Kuon. Estacionó el auto, mientras ella esperaba respuesta, y una vez que se apagó la máquina la abrazó de repente.
— Tsuru-Kuon... Corn... —ella estaba tiesa por la sorpresa y se quiso separar pero él solo la estrujó más fuerte.
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