Capítulo 26; Capítulo Final
“Fall (Everything) Fall”.
Holmes Chapel nunca estuvo preparado para las nevadas, las pocas ocasiones en el año en las que pasaba, resultaba ser más molesto que divertido. O al menos eso pensaba Harry.
Y era molesto porque la nieve que se estancaba en la ventana de su habitación hacía que fuese casi imposible cerrarla bien, entonces debía dormir a esa temperatura y rezar para no resfriarse.
—¿Bajarás del autobús o planeas regresar a Londres?—Bromeó Louis a su lado, sacándole del pensamiento de la ventana.
—¡Apresúrate, Tío Harry! Empiezo a necesitar un baño.
Se levantó en silencio, un poco abrumado. El recuerdo de pequeños instantes de su vida golpeaban en su frente.
Tanto él, como Louis y Oliver estaban en Chesarie, con el propósito de hablar con los padres del rizado. Desde enero, los últimos meses habían sido una locura. Papeleo tras papeleo. Evaluación tras evaluación, cada mínimo detalle de su vida que tuvieron que rehacer para quedarse con Oliver. Y después de tanto, lo consiguieron.
Era casi diciembre, y el rizado no entendía por qué caía nieve. Quizás era porque el clima tendía a igualarse a su mente, su cabeza estaba fría y estancada, como la nieve de su habitación.
Caminaron en silencio hasta que la casa de los Styles apareció en el panorama. Con ese oso que Harry talló a mano cuando era pequeño, aún en la puerta.
Firme, se paró en la entrada y la golpeó tres veces, como solía hacerlo.
Se abrió.—¿Sí, qué desea?—preguntó la mujer. Bajó la vista y dedicó una leve sonrisa a Oliver.
—Mamá...
Exaltada.—¿Perdón? No entendí lo que me dijo, Joven.—Negación.
—Soy yo, Harry.—Dijo elevando un poco su tono. Ella se volteó y le dejó hablando solo en la puerta.
La siguió.—Harry desapareció hace más de 5 años. Lo buscamos por todos lados, tú no eres él.
—Por su-upuesto que soy yo.
—La policía de la comunidad nunca lo ubicó, ni a él ni a su hermana.
—Ya basta. Deja de fingir que no sabes quién soy. Harry, tu hi...
Interrumpiendo.—¡No digas más que eres él, maldita sea! Mi Harry no era lo suficientemente egoísta para largarse así como así.
—¿A qué se supone que iba a quedarme? Era una molestia para todos ustedes. Siempre he sido una molestia, una carga, o como quieras verlo.—Frustrado, pasó ambas manos por su cabello.—No sé qué era lo que esperaba al venir aquí.
—¿Creíste que estaría feliz de verte, luego de que nos dejaste?
—No esperaba tan cálido recibimiento como este, de hecho.—Dijo sarcástico.—Y en realidad, vine porque me convencieron de era necesario hablar con ustedes. No tengo más tiempo para esto, regresaré en la noche, cuando te tranquilices.—Se volteó hacia la puerta, donde Louis estaba indeciso entre sí entrar o no.
—No hace gran diferencia que estés aquí.
—Vámonos.—Molesto, dejándola hablar sola. Buscó la mano del niño, sin encontrarla.—¿Oliver?
Vio a Louis y a su alrededor, no entendía por qué el niño tenía la mala costumbre de desaparecer en los momentos menos indicados.
—Hola, Mi nombre es Oliver Styles, cumpliré 7 años en diciembre. Me falta poco para iniciar el primer grado. Ah, y antes de que preguntes, mis ojos son azules, aunque todo mundo diga que son grises. ¿Cuál es tu nombre?—Amable, extendió su mano para saludarle.
—Soy Des.—Estrechó la mano del otro.—¿Qué te trae por aquí, Amigo? No suelo recibir muchas visitas.
Estaba sentado en el jardín de atrás de la casa, acomodado sobre la silla de ruedas que le ayudaba a movilizarse, mientras respiraba aire puro.
—Vine con mi tío Harry.
Abrió los ojos en sorpresa.—¿Tu qué?—Confundido.—¿Harry, está aquí? ¿Dónde?
—Aquí.—Mencionó el susodicho. Quien después de seguir la voz del niño, llegó hasta ellos.
No podía con lo que estaba viendo. No podía. La imagen del cazador fuerte no estaba , de ese hombre imponente que ahora se lucía sobre la silla de ruedas. Con algunas arrugas en el rostro y el cabello comenzando a brillar blanco.
—Eres alto y grande.—Le dijo con cierta gracia.—¿Cómo pudiste crecer tanto?
—Supongo que los años hacen lo suyo. ¿Cómo...cómo has estado?—Temeroso de una mala reacción.
Ambos querían llorar. Ambos iban a llorar, sencillamente porque era preciso. Era necesario, para todos.
—Aquí, jugando al auto de carreras. ¿Qué tal tú?
Rió levemente.—Parece que estás de muy buen humor. Yo, estoy excelente.
—Bien, bien. ¿Vas a explicarme por qué se fueron, tu hermana y tú? O ¿Por qué no recibí ninguna llamada en varios años? No, no. Antes dime, ¿Cómo es que tienes un hijo y yo ni enterado?
Harry se acomodó en las pequeñas escaleras de la salida, cerca de él. Tenía un nudo en la garganta, no sabía qué explicar o por dónde comenzar. Su padre perdió la movilidad en ambas piernas por su culpa, nunca fue lo suficientemente bueno para él, y ahora, le hablaba con tanta tranquilidad, no sabía qué pensar.
Sencillo.—Perdón.
—¿Por qué te disculpas?—Interesado.
—Por todo. Por nunca hacer las cosas como querías, por ser un mal…
—Padre.—Le interrumpió. Harry le vió confundido.—Antes de que sigas diciendo tonterías cursis, yo me disculpo contigo por ser un mal padre.
—¿Qué?
—Sabes, Harry. Muchos padres cometemos el error de intentar forzar a nuestros hijos a ser tan perfectos como nosotros quisimos serlo. Porque así nos criaron, así vivimos. Y creímos que, al tratar explotar a nuestros hijos les hacíamos un favor, que los preparábamos para ser mejores. Pero eso nunca estuvo bien, y he pasado los últimos años pensando en eso, intentando entender ¿Qué es lo que exactamente buscábamos al manipular a otro ser humano?
La mañana dio paso al medio día, y este a la tarde. Harry y su padre habían pasado todo ese tiempo charlando en el jardín, como solían hacerlo. De pronto, todos los gritos, y momentos malos que había vivido en su infancia dejaron de ser tan importantes, y por primera vez, se enfocó en aquellos sí había disfrutado.
Porque no había rencor.
A Louis y Oliver no les quedó más remedio que esperar en la cocina de la casa. Donde a pesar de no ser del todo aceptados por la madre del muchacho, se sintieron a gusto. En paz. Además, Louis tuvo tiempo para preguntar varias cosas.
Cuando Harry y Gemma eran niños, Anne aceptó cuidar a su Tía. Una mujer enferma, o más bien, maldita por una enfermedad genética que solía afectar a las mujeres de su familia, era raro que algún hombre la padeciera.
Ella solía sentarse a tejer en la sala de la casa, y a los niños les gustaba gastarle bromas un tanto pesadas. Como castigo, Anne obligaba a tejer a Gemma con ella y Harry era enviado a la carpintería de su papá a barnizar muebles.
Estaba loca. O bueno, era eso lo que ellos decían. El Huntington, se caracteriza por la pérdida de control de músculos y demencia.
Se suicidó antes de que Harry cumpliera 12 años.
Gemma comenzó a mostrar signos. Y su mente, la atacó antes de que enfermara, realmente. Entonces perdió la cabeza E hizo lo único que le parecía coherente, morir.
—Hay un lugar al que quiero ir.—Habló Harry a sus espaldas, sacándole de sus pensamientos.
—Pero Oliver...—Poniéndose lentamente.
—Está haciendo sus payasadas con mis papás. Vamos, estará bien.—Tomó su mano y tiró de ella levemente.
Tardó. Y después de tanto, concluyó que estaba bien. Que todo lo que alguna vez consideró tabú, estaba bien. Y era bueno.
Porque solo el tiempo, tiene la capacidad de hacer las cosas más claras, más sanas, mejores.
Ahora, parados frente a los viejos juegos que aún estaban frente a su casa.
—No me digas que vas a subirte a los juegos, ¿O sí?
Styles corrió hacia uno de los columpios y se sentó en el.—Estás en lo correcto. Ven, vamos. Hazlo conmigo.—Le llamó.
—¿Te das cuenta de que somos dos hombres adultos, cierto? Estamos grandes para esto.—Se acomodó a su lado.
—No, de hecho no. Yo no tengo tanta edad, y tus pies no alcanzan el piso.
—Voy a irme, Styles. Voy a irme.
—No, no lo harás.—Seguro, mientras se balanceaba lento.—Escucha, ¿Nunca has pensado en lo innecesarias que son las bodas?
—¿Por qué lo dices?
—Una gran ceremonia, en la que se pierde mucho dinero. Sólo, para demostrar ante las personas que nuestro amor es legal. Y sabes, es muy lindo y todo, pero lo encuentro innecesario.
—Es un símbolo, Harry.
—Lo sé. Pero Por eso decidí crear mis propios símbolos. Ésta es mi primera vez en este parque. He hecho muchas cosas contigo por primera vez. Si hiciera una lista, creo que no terminaría jamás. Así que, antes de que regresemos a Londres, y tengamos una fiesta con la Champaña, las flores y los trajes incómodo, te daré esto.—Sacó la pequeña caja que estaba en su bolsillo. Y se la entregó.—Ábrela.
—Si es un llavero, te mataré.—Bromeó.
La plata es muy linda y menospreciada. Como muchas personas en este mundo. La verdadera belleza está en las simplicidad de las cosas.
Sacó el primer anillo, lo contempló por unos segundos y dijo.—Creo que, ya es tiempo de que haga todo esto formal, ¿No es así?—Con Louis sin palabras, colocó despacio la joya en la mano del chico.
Al fin, le confesó.—No me dejes atrás. También hice muchas cosas por primera vez contigo.
Jugando con él.—¿Ah, sí? ¿Cómo qué?
—Como enamorarme.—Terminó, antes de dejar que Harry le besara. Torpemente, como aquella primera vez.
Se piensa en la vida como un viaje a la playa. Comienzas a hacer montones de preparativos, alistas la mejor ropa, y te llenas de grandes expectativas. Pero entonces, en algún punto en el camino, algo cambia y en vez de terminar en la playa, bajo el sol, terminas en la montaña.
Y subir en la montaña no es nada fácil. Te tropiezas, y caes muchas veces. El trayecto es duro y empinado. Duele, porque en vez de estar disfrutando de las hermosas olas y de la arenas, estás allí, escalando cuesta arriba.
Después de tanto, un día, finalmente llegas a lo más alto. No es lo que esperabas, pero la vista desde la cima es realmente única.
Si te concentras demasiado en que nunca lograste llegar a la playa; jamás disfrutarás de todas esas cosas hermosas que tiene la montaña.
Parecía ser una tarde cualquiera, de un día cualquier de Noviembre.
Salvo que no lo era.
Porque esa tarde en específico eran felices finalmente.
Epílogo en una horas. (:
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro