Capítulo 24
"So shoot a star on the boulevard tonight. I think I'll figure it out with a little more time."
—Tienes que comer algo.—Carl estaba a punto de perder la paciencia.
—No quiero, Me duele.—El niño frente a él, se quejaba del dolor que le provocaba su diente flojo.
El pelirrojo, quien nunca había tenido un buen temperamento y quien se molestaba con facilidad, respiraba con fuerza, mientras apretaba sus manos.—Déjate de tonterías y come. Tenemos muchas cosas que hacer hoy.
Estaban en una habitación de Hotel, el hombre no contaba con una residencia en Londres, así que se había estado alojando en uno de los hoteles del sector. Podría haber arrendado un apartamento o comprado una casa, según su plan original de quedarse a vivir allí; pero con el dinero que necesitaba para la demanda, no tenía muchas opciones.
Además, en el listado obligaciones que debía cumplir para ser un buen candidato a obtener la custodia del niño, figuraba una residencia estable. Carl tenían sus propias casas en su ciudad natal, no necesitaba hacer gastos innecesarios. Por lo que, pasado todo este asunto, llevaría a Oliver a Nottingham.
Debía ir por el certificado de defunción de Gemma. Ese papel le servía como un aval, para que la corte asignara a Oliver a su cargo. Entregándole la patria potestad no solo del pequeño, sino de todos los bienes que este poseía.
—No quiero.—El pelinegro hablaba en voz baja, temiendo la reacción del otro.
Resignado.—Ve a arreglarte, entonces; Date prisa, no voy a esperarte mucho tiempo.
El niño asintió, acercándose a la cama, donde yacían varias de las prendas que su padre le había comprado ayer. Tomó un conjunto y corrió hasta el baño.
El otro estaba cansado, la actitud de Oliver realmente le exasperaba; sin embargo debía acostumbrarse. Debía ser un buen padre o algo como eso, pensaba Carl.
No podía golpearle, no otra vez. Ni castigarle como era debido, porque con eso, tiraría a la basura todo el esfuerzo que hizo en estos meses.
Maldita zorra.
¿Por qué quiso dejarle? Él había hecho absolutamente todo por ella, había reformado su vida para responsabilizarse por esa "familia". Él realmente intentó hacer las cosas bien, intentó amar a esa mujer, lo intentó.
¿Pero qué consiguió a cambio? 6 meses de prisión.
La chica era una verdadera molestia, quejándose de todo, cuestionándole.
Carl provenía de una familia inmobiliaria, sus padres se dedicaban a la venta de bienes raíces. Y él se encontraba en su segundo año de universidad.
Justamente esa noche, la noche que conoció a Gemma, estaba de vacaciones en Cheshire. Y no, ese pueblo no era un buen lugar para pasear, pero sí uno muy bueno para salir a cazar.
Después de rondar por el bosque por varios días, él y dos de sus amigos estaban listos para regresar a Clifton; sin embargo, uno de ellos recibió una llamada de un primo suyo, pidiéndole un favor. Un favor que incluía comprar alcohol para toda la clase de último año.
Con 20 años y sus recientemente adquiridas mayorías de edad, los tres ayudaron al chico. Llevando botellas y latas de cervezas suficientes para abastecerles. Terminado así, siendo parte de la reunión, bebiendo alegres entre la música.
El pelirrojo borracho, subió hasta el segundo nivel de la casa. Fue entonces cuando la vio, estaba posando, recostada contra el barandal. Sonriéndole, como si fuese precisa su presencia allí.
Sus ojos lucían cristalizados, no estaba seguro de si lloraba o de si estaba tan tomada como él.
Ella le dijo.—¿Desde cuándo los universitarios asisten a las fiestas de los escolares, no debería ser al revés?
—Supongo que sí, debería.—Sonrió llegando a su lado.
—Entonces, ¿Qué hacen ustedes por aquí?—Gemma se acercaba lentamente a él, estaba sobria. Pero realmente devastada, después de todo, sus compañeros la habían humillado, ellos decían que era toda una zorra. Estaba creando redención de una forma estúpida.
—Buscando nuevas experiencias.—Pudo sentir cuando los brazos de la esbelta mujer rodearon su cuello. Demasiado dócil, pasó sus manos a la cintura de esta, correspondiéndole.
—¿Qué catalogarías como "Nueva experiencia"?—Era alta, no lo suficiente como para pasarle, pero sí para que pudiese hablar contra su barbilla, descaradamente.
—Cualquier cosa que me resulte interesante.—Terminó antes de que ella consiguiera robarle un beso.
No recordaba mucho después de eso, solo él, despertando dentro de una habitación. Sin camisa y sin zapatos.
Después de su extraño despertar, todo volvió a la normalidad. Él regreso a Nottingham, y continuó con su vida.
Hasta que una tarde, recibió un mensaje de un número desconocido, que le pedía encontrarse en la estación de autobuses.
Fue por pura curiosidad, para quitarse la intriga que le había estado consumiendo que aceptó la asistir a la cita. Estuvo rondando por el lugar durante unos cuantos minutos, hasta que la silueta de la chica que había conocido semanas atrás apareció frente a él.
Le dijo que estaba embarazada. Allí, en medio de la calle. Sin tapujos, sin redundancia. No le saludó, ni le dedicó una mirada. Simplemente habló directo al punto, dejándolo abrumado.
Llegó con una maleta, dispuesta a quedarse con a vivir con él. Y Carl— que en ese momento aún tenía una mínima de nobleza en su cuerpo— No le reprochó nada, tampoco pidió explicación alguna, más que la evidente.
Aunque para Gemma, todo había salido mal. Fue allá con la idea de que él la rechazase completamente, que le rogara por llegar a un acuerdo monetario, para que de esa forma pudiera conseguir dinero para ella y su hijo. O que, decidiera hacerse cargo del niño, sin ella. Que la odiara, más no fue así.
Al cumplir los 18 años, varias semanas antes de dar a luz, Gemma terminó casada con quien era la víctima de su fracasado plan.
¿Por qué? Porque a los padres del joven no les hizo mucha gracia la idea de que el niño naciera fuera del matrimonio. Ellos eran—al igual que sus padres —bastante conservadores.
Carl aún recibía dinero por parte de ellos, pero eso se acabó. En su lugar, su padre le consiguió un trabajo y una casa para que comenzara con su nueva vida de adulto.
Entonces el joven dejó de vivir en las habitaciones de su fraternidad en la Universidad, Para levantarse todos los días de madrugada y así llegar a puntual a su trabajo.
Pero no lo soportaba, cada día su voluntad se iba más y más a la mierda. Su hijo estaba a punto de cumplir un año, y él realmente estaba arrepentido de su vida. No por el niño, sino por la mujer que estaba en su casa.
Oliver lloraba todo el tiempo. Era demasiado difícil tratar con él, el pequeño era alérgico a la tela de su ropa, a la fórmula de la leche, al perfume de su mamá.
No sabía como tratar con el niño, cada vez, se le hacía más pesado regresar a casa, donde sabía que Gemma iba a estar esperándole con un problema nuevo. Y es que ella amaba generar problemas de la nada. Había llegado a la conclusión de que tal vez solo quería fastidiarlo.
La casa era un desastre siempre. Había gritos, vivían peleando. Gemma había crecido con un patrón de crianza en el que la mujer era quien debía encargarse de todo lo doméstico, la limpieza, los niños, que debía mantenerse a raya, ser callada y sumisa. Su percepción de la realidad se encontraban un poco distorsionada. Tenía traumas, así que cada vez que él hacía comentarios referentes a por qué todo era un completo asco, ella explotaba. Cualquier comentario que proviniera de él le parecía una ofensa.
Carl dejó de intentar que Gemma le ayudase, e intentaba hacer todo por sí mismo; Oliver seguía llorando, cada noche era lo mismo. Ahora, el niño de tres años, daba alaridos buscando atención.
Dejó de llegar a casa, con 24 años, estaba cansado de su existencia. Comenzó a beber para de alguna forma vivir menos consciente.
La complejidad que conlleva respirar es sorprendente.
Para el cuarto año, Oliver se había vuelto tan insoportable como su madre. Gemma decía que, él quería subyugarla, que fuese la sirvienta de la casa. Cosa que el pelirrojo jamás había dicho. La única solución que se le ocurrió fue que cambiaran de roles. Entonces, ella consiguió trabajo afuera y él siguió con sus negocios dentro de casa, para poder estar con el niño; pero ella comenzó a desaparecer semanas enteras, Madrugadas completas. Pensó que era karma, porque él había hecho lo mismo. Cada vez que volvía a casa, había una a gran discusión por el hecho de que ella exigía su libertad y privacidad.
El año en el que su hijo inició su primer grado preescolar, también fue el año en el que su abuelo de Carl falleció. Estaba devastado, pues realmente le quería, había estado para él. Ese buen hombre que siempre le había aconsejado, ese hombre quien era la única persona orgullosa de él y el que le quería más que a sus propios hijos.
Carl heredó todo tras su muerte. Quedándose con una cuenta bancaria considerable y una empresa activa. A sabiendas de eso, Gemma le pidió el divorcio, buscando beneficiarse.
Oliver era demasiado inquieto, molesto. Llegó un punto en el que se colmó su paciencia, y terminó atando con una cuerda al niño a el árbol que estaba en el patio de su casa. Este lloraba y daba gritos, Carl estaba borracho, como siempre. Se dio cuenta entre su consciencia borrosa, de lo mucho que le satisfacía hacer sufrir al pequeño. Con el niño inmovilizado, lo roció con el agua fría de la manguera. Le dejó allí toda la noche, y no lo soltó hasta el mediodía siguiente.
Gemma estaba loca, tanto había logrado acabar con la poca cordura que había en él.
Oliver jamás le dijo a su madre la forma en que el otro le maltrataba. Le tenía demasiado miedo.
Una noche, ella regresó, todo estaba en silencio. Supuso que habían salido a comprar comida o algo por el estilo, asi que subió hasta su habitación. Estaba agotada, se dirigió hacia el baño; pero cuando entró, se percató de lo que sucedía. La escena frente a ella, en la que Carl ahogaba al niño dentro de la bañera llena. Él estaba afuera, acuclillado al costado de la tina, mientras sujetaba la cabeza de Oliver para mantenerla bajo el agua, riéndose por la forma en la que el pelinegro intentaba tomar aire extendiendo los brazos.
No lo resistió. Sulfúrica, tomó impulso para patearle en la espalda.
Carl se quejó de dolor, y soltó a Oliver quien levantó el rostro intentando recuperar el aire. Luego, el hombre se levantó molesto, viendo a Gemma con verdadero odio, la detestaba.
De un empujón la sacó del baño, pero ella no iba a quedarse tranquila, quería arañarle el rostro. Bajó las escaleras, mientras que ella se abalanzó sobre él, haciendo que ambos tambalearan, casi callendo por las mismas.
Furioso, la lanzó al suelo.—¡Deberías morir, imbécil!—Gritó Gemma desde el suelo.—¡Muérete!
—¿Soy yo el que debería morir? ¿¡Yo!?—Vociferó con maldad.—No, no. Te he aguantado demasiado tiempo. Creo que necesitas una pequeña clase de modales.
Oliver estaba bajando las escaleras. Y pudo ver como su madre era golpeada con tanta fuerza. Sin parar, mientras el pelirrojo sacaba toda la ira que había contenida en su ser.
La actitud de Gemma no era correcta; sin embargo tampoco era justificación para golpearle.
La violencia es inaceptable, sin importar de donde venga. Viniendo tanto de un hombre hacia una mujer o viceversa.
Gemma estaba equivocada. Carl estaba equivocado. Ambos estaban mal, y la persona que pagaba por sus tonterías era Oliver.
Cuando la policía tumbó la puerta, se terminó de escribir su sentencia. Una vecina había lo había denunciado un día, cuando vio a Oliver con un bozal en la boca; pero necesitaba pruebas, así que cuando escuchó todo el alarido, no dudó en llamar a la estación.
Los oficiales encontraron a Gemma inconsciente en el piso, y al niño con la nariz sangrante, mojado y semidesnudo, asustado y temblando de frío. Entonces le arrestaron, acabando con la última gota de su humanidad. Esto ocurrió poco antes de que el cumpleaños número cinco del pequeño llegara.
Se estaban divorciando, sí. No había mucho que discutir. Ya preso, El juez le entregó la custodia a ella y también la mitad de todos los bienes que poseía, incluyendo la herencia de su abuelo, la cual no pudo Salvar.
Pasó varios meses en prisión; pero fue liberado bajo palabra por buena conducta, irónicamente.
Empezó a buscarlos, encontrándolos en Greenford, con un amigo de la —entonces—rubia.
Comenzó a seguirla, utilizando una peluca verde obscuro por la noches. Raro, pero de alguna forma eficaz para mantener su identidad a salvo.
La veía por las ventanas de la cafetería que ella atendía como barista. Notó como sus manos comenzaron a temblar, notó que tenía dificultad para moverse. Él dedujo que estaba enferma. Le tomó un par de semanas adivinar la enfermedad.
El Huntington es una enfermedad degenerativa, que ataca lento, haciendo estragos tanto en los músculos de la persona como en su cordura.
Se supone que no se desarrolla antes de los 30 años, o al menos que lo peor no aparece antes de eso, sabía que la chica estaba muriendo; pero no era la enfermedad lo que la mataba, era su mente.
Ocasionalmente, ella y su hijo se marcharon, y el Perdió su rastro otra vez.
Intentó reivindicarse, buscando nuevos terrenos. Londres le parecía una buena ciudad para trabajar, así que fijó su rumbo hacia allá. No tenía idea de qué había sido de su ex-esposa, después de todo, ¿A dónde más podía ir? Ella no tenía a nadie a parte de él.
Mientras hacía compras de rutina, en una tienda le dijeron que su tarjeta estaba dañada. Así que fue al banco más cercano para entender qué había pasado. El chico que le atendió le explicó muy bien el problema, quiso agradecerle llamándolo por su nombre, así que leyó su placa de presentación. Al hacerlo el apellido Styles resonó fuerte en su cabeza. Por la forma idéntica de los labios y nariz del chico dedujo que era hermano de Gemma, y no se equivocó. De nuevo, los había encontrado.
Ahora, que ella estaba muerta, solo debía demandar la custodia del niño. Al morir, todas las cosas que ella le había arrebatado no volvieron con su dueño original. No, por supuesto que no. Todo era de Oliver ahora, de él y de su tutor legal. Solo debía tener la potestad del pequeño otra vez.
Las cosas marchaban bien, para él. Justo en ese momento, debía ir a dar su declaración. Ya que, el dinero que según Harry había robado le pertenecía a él. Era la víctima ficticia.
—¡Vámonos, Brock!—Gritó a su hijo. No toleraba el otro nombre del niño, porque le recordaba a ella.
*
Carl tenía el descaro de pasearse por la casa de los Lahey como si se tratase de la suya propia. Haciendo lo que quisiera y cómo quisiera en ella.
Después de encontrarse con Martin en la comisaria, él y Oliver le acompañaron a su casa y ahora, los cinco estaban almorzando cordialmente.
Connor y Tobías sentían rabia, Oliver miedo, mientras que los otros dos conversaban y reían de cualquier estupidez.
—¿No vas a decirnos que él es no.4, cierto?—Dijo el mayor de los chicos.
Rodó los ojos.—No molestes, niño.—Respondió el pelirrojo.
— Más respeto.—Habló su padre molesto.—Deja ese tipo de bromas.
—No estoy bromeando. Digo, ¿Por qué otra razón dejarías que estuviera aquí? Tú odias a los oportunistas.
—¿¡A quién le llamas oportunista, imbécil!?—Mal, debido a su carácter explosivo. Golpeó la mesa con ambas manos, poniéndose de pie.
—A ti, obviamente.—Respondió con descaro. Imitándole al ponerse de pie, estaban sentados el uno junto al otro, por lo que al levantarse la proximidad se comparaba con una posición de ataque.
Connor era notablemente más alto que él. Hace un par de meses el chico era ligeramente más alto que personas como Niall, teniendo una altura promedio. Sin embargo, había llegado al punto cúspide de su desarrollo corporal, en el cual se había hecho mucho más alto, y al parecer grande también. Sus hombros eran rectos y su espalda ancha.
Carl intentó darle un golpe en el estómago, sin conseguirlo. Antes de que pudiera intentarlo realmente, Connor le había esquivado, y en defensa propia estampó su puño contra el ojo derecho del pelirrojo, arrojándole al suelo. Aprovechándose de su debilidad, se lanzó sobre él para golpearle. El otro intentaba contra atacar, pero todo el peso del muchacho le inmovilizaba. Le tomó del cabello e hizo chocar su cabeza contra el piso varías veces. Extrañamente, Hughes quedó inconsciente con el último golpe.
—¿¡Qué demonios!?—Gritó su padre. Carl yacía desmayado entre ellos.—¿Estás loco? Tranquilízate.
—¿Perdón, pretendes que me quede tranquilo cuando estoy compartiendo mi aire con dos degenerados?—Los niños habían salido a esconderse en medio del alboroto.
—Ese no es tu problema, deja de entrometerte, ¿Entiendes?—Alzado.—Vete a tu habitación.
—¿En serio crees que puedes seguir hablándome como si tuviera 10 años? Date cuenta de la realidad.—Terminó, antes salir de la cocina y correr hasta la puerta principal.
Podía escuchar a su padre llamándole; pero no le importaba demasiado.
Sí, salió de casa dejando a su hermano, sabía que no le pasaría nada mientras las chicas de mantenimiento estuvieran allí. Confiado sacó el teléfono de Louis —el cual se había robado—y llamó a Niall.
—¿Dónde están?—Preguntó irremediablemente.
—En la casa de Louis, ¿Quieres la dirección?
—No, yo sé donde es.—Colgó, para seguir con su camino.
*
—¿Seguro que estará allí?—Preguntó el castaño a Horan.
—Seguro, Josh lo escuchó.
Niall, Connor y Louis estaban buscando una forma de probar la inocencia de Harry. Bueno, una forma que no les costara tanto dinero, el cual no tenían.
—¿Qué información tienen sobre el chico?—Preguntó Connor, apretando sus ojos verdes.
—Repito.—Dijo Louis.—Liam James Payne Smith. Edad: 25 años. Ocupación: Asistente de Gerencia. Antecedentes penales: Ninguno. Estado civil: Soltero.—Luego extendió la carpeta que estaba leyendo al chico, para que este viera la fotografía de la persona en cuestión.
—¿Quién es él?
—El novio de Zayn.—Declaró Niall.—Además de lo que dice en su expediente, también es DJ en un club clandestino de esta zona. Hoy, en la noche va a estar presente en ese club....
Interrumpiéndole.—¿De dónde sacaron ésta información?
—Niall besa policías por conveniencia.—Tomlinson, burlesco. El rubio se sobre saltó, intentando negarlo todo.
—Ya me lo esperaba.—Rió.—Bien, ¿Qué se supone que vamos a hacer con este chico?
—Estaba por llegar a esa parte.—Reprochó Niall.—Debido a que la lealtad de Zayn es tan grande como para inculpar a su compañero, necesitamos tener algo que doblegue su voluntad. Allí es donde entra el tal Liam, y tú, de hecho.
—¿Iremos al club en la noche?—Preguntó inocente.
—No todos, sólo tú.—indicó el mayor de todos.
—¿¡Qué!? ¿Y yo por qué?
—Porque eres el único placer con el que contamos.—Niall hablaba serio.
—¿Placer...?—Abrió los ojos exageradamente.—Ustedes quieren que yo...
—Sí.—Contestó Horan.
—No, ni lo sueñen. Quiero ayudar a Harry; pero no acosta de mi integridad física.
—Deja de asustarlo, imbécil.—Louis suspiró.—No nos referíamos a...eso. Sino a que tienes que llegar a él, hablarle y hacerlo beber hasta que acceda a salir del club contigo. Luego, lo traes acá, mientras Niall y yo buscamos a Zayn.
—¿A ustedes les encanta secuestrar gente, no es así?—Bufó.—Les recuerdo que yo no puedo entrar a ese tipo de lugares y tampoco tengo dinero para sobornar a nadie.
—Claro que no.—Intervino Niall.—No vistiendo así. Solo tienes que aparentar al edad correcta, si lo haces, ni siquiera van a molestarse por pedirte tú identificación.
—¿No les gusta como me visto o qué?
—Pareces modelo de Armani Junior.—Se burló Louis.
—¿Y eso es malo?
—No, solo demasiado formal.—Aportó el rubio.
—¿Entonces van a prestarme ropa?—Irreverente.—No se ofendan; pero no creo que me quede la ropa de alguno de ustedes.
Horan Ofendido.—Claro, desde que evolucionaste, te la pasas burlándote de nosotros.—Ambos fingieron dolor en su pecho.
—La nuestra no va a quedarte; pero la de Harry sí.
Al terminar de hablar, fue arrastrado hasta la habitación de Louis. Los chicos le obligaron a tomar un baño, mientras escogían su ropa.
—Yo creí que Harry había aprendido a organizar mejor sus cosas.—Comentó el rubio.—Pero resulta que la mitad de su guardarropas estaba aquí.
—Lo sé.—Secundó el otro con cierta gracia.
—¡Oye! Yo le regalé esta sudadera para su cumpleaños.
—Lastima, es mía ahora.
El otro formó un puchero con sus labios.—Ya no hay respeto.
Connor salió del baño con una toalla al rededor de su cintura y el cabello aplastado.—Bien, ¿Qué se supone que voy a usar?—Preguntó sin muchas ganas.
Terminó con un pantalón ajustado—Demasiado para su gusto.— una camiseta negra desaliñada de The Rolling Stones y los vans completamente negros que traía.
—¿Cuánto le das del 1-10, Niall?— Louis juzgándole.
—6.
—¿¡Qué, por qué tan poco!?—Le había dolido.
—Aún pareces niño rico. Tal vez si...—Niall se movió para llegar a su cabeza, comenzado a despeinarle.
El cabello del chico solía estar completamente prolijo hacía abajo. Así que el otro lo alborotó todo hacia arriba y luego lo acondicionó hacia atrás.
—¿Mejor?—Dijo Niall.
—Mejor.—Secundó Tomlinson.
Se hizo de noche y era momento de poner en marcha su plan.
Los muchachos dejaron a Connor en la puerta del supuesto club, y partieron hasta su siguiente destino.
Zayn Malik odiaba dos cosas en la vida. Su poca fuerza de voluntad y cocinar. Lo cual era una verdadera lastima ya que el moreno era excelente en la cocina, irónicamente.
Casi todos los días terminaba cenando en el restaurante de comida China que estaba a dos calles de su apartamento. Louis y Niall estaban esperando afuera del local para acorralarle; Pero esa noche sería diferente.
No, ellos no tenían idea de lo que estaban haciendo; Sólo estaban agotando recursos.
La hora pasó, y ambos chicos comenzaron a desesperarse, No había señales del moreno por ningún lado. Niall preguntó a algunos comensales que salían del lugar si le habían visto, pero todos ellos negaron.
Preocupados, no tenían mucho tiempo antes de que Harry terminaran purgando. Porque ellos no podrían ganar un juicio, ni siquiera podían competir contra el dinero que tenían sus adversarios, entonces la única forma de salvar al rizado de ir a prisión era que Zayn aclarara las cosas.
Louis tragó fuerte cayendo en la cuenta de que estaban perdiendo su tiempo. Pensando, ¿En dónde estaba Zayn?
*
Náuseas. Su cuerpo aún no estaba acostumbrado al olor del alcohol, mucho menos a su sabor.
Los chicos tenían razón, el guardia de la entrada no se había inmutado al verle caminar seguro hacia el interior.
El ambiente era abrumador, las luces estroboscópicas tenían cierto efecto cautivador como hipnotizante.
Las personas restregaban sus cuerpos, unos contra otros. En un desesperado intento de olvidar los problemas de sus estúpidas vidas, con un vaso de cerveza en la mano o presos de alguna sustancia.
Connor estaba a la espera de que Liam bajase del escenario. La música era bastante genial, y la forma en la que los presentes gritaban de euforia cada que la mezcla se tornaba más y más intensa era prueba de ello.
—Despidamos a nuestro DJ residente ¡"Big Payno"!—Escuchó al anfitrión anunciar. Aparentemente el turno de Liam había terminado. Las mujeres gritaban como verdaderas fanáticas dejando en escena su amor y admiración por él.
Otro chico salió para relevar a Liam, y Connor, que estaba observándole, le vio entrar a Backstage; más no le vio salir.
Se movió hasta la barra, recargó sus codos sobre esta suspirando. Sería una muy larga espera.
—Noche aburrida, eh ¿Qué te sirvo?—Le preguntó el dependiente del Bar.
—Uhm...Un vaso con agua, por favor —Pidió con cortesía, sin despegar su vista de la puerta que conducía hacia las escaleras del escenario.
—Tequila, Rei.—Dijo alguien a sus espaldas, sentándose cerca de él, una de tantas personas que se acercaban a pedir tragos. Ajeno.
El cantinero regresó con una bebida llamativa, amarilla y decorada estéticamente con una guinda. La puso frente al chico.—Disculpe.—Le llamó este.—Yo no he pedido ninguna...—Se detuvo a examinar la copa.—ninguna piña colada.
—El caballero del otro lado de la Barra la ha enviado para usted.—Respondió el hombre asiático.—También dijo que si le parecía muy tonto, podía invitarle a algo más fuerte, Un trago de Vodka, quizás.
Tenso. Levantó la vista en la dirección que se le había indicado, encontrándose con hombre extraño, extraño porque llevaba lentes de sol dentro del club. Es decir, ¿Quién hacía eso?—No, gracias. No quiero nada, lo siento.—La bebida fue retirada, y él agitó la cabeza avergonzado.
—Hay una gran asistencia aquí esta noche, Señor. Incluso demasiada para ser un día entre semana. Lo aman.
—¿Qué te puedo decir, Rei? Hago lo que puedo.—Escuchó a la persona reír.
Joder, ¿Cuánto tiempo iba a demorarse en salir? Connor no era muy paciente, y ya hubiese dejado todo tirado de no ser porque los chicos confiaban en él.
Sintió que alguien tocó su espalda. Se giró levemente para ver de quien se trataba. Al hacerlo, se topó con una chica morena, de cabello rizado y escandaloso, que lucía nerviosa.—H-Hola.—Articuló con dificultad.—¿Estás esperando a alguien?
Enarcó una ceja, ¿Qué sucedía con las personas esa noche?—De hecho...
Le interrumpió.—Mis amigas y yo nos preguntábamos si, ¿Te gustaría beber unos shots con nosotras?—Por primera vez se percató del grupo de chicas detrás de ella que le esperaban expectantes, ellas, al notar que las veía huyeron dejando a su amiga sola.
—Pues yo...
De nuevo.—...O tal vez... Sólo bailar conmigo.
Lo meditó. Realmente no tenía en mente acercarse a ella; pero le provocó ternura la forma en la que aparentaba seguridad. No sabía si lo hacía porque en realidad estaba nerviosa o si era una estrategia.
—Escucha.—Puso su mano sobre el hombro de la chica.—Sí, estoy esperando a alguien.—Ella volteó la cabeza con desilusión.—Pero si me das tu número podríamos salir algún otro día.
—¿En serio?—Preguntó esperanzada.—¡Claro!—Connor sólo le sonrió.
Guardó el número de Sophie en su teléfono. Ella se marchó contenta y él volvió a su posición original.
Pero la risa del tipo que estaba sentado junto a él se hizo presente otra vez.—¿Quién te crees que eres?—Le dijo burlesco.
—¿Perdón?
—¿Quién te crees que eres como para rechazar—Aclaró su garganta y enumeró con sus dedos.—Un coctel gratis, un trago caro, una ronda de shots, ah, pero no una simple ronda, una ronda de shots con cinco chicas lindas y un baile con la más adorable de ellas que probablemente terminaría con final feliz?
—Yo no la rechacé.
—Le diste un premio de consuelo, ¿Y eso qué?—Se jactó.—Te ves ansioso, por como yo lo veo, o en serio estás buscando a alguien o eres gay.—Torció la boca.—Ambas quizás.
—Wow, ¿Es costumbre tuya prestar demasiada atención a las conversaciones de extraños?
—No evadas mi pregunta, ¿Di en el clavo, cierto?
—No soy gay.
El hombre rodó los ojos.—Pero tampoco eres heterosexual. Te sonrojaste por una piña colada.
—No me gusta limitarme.
Soltó una risita.—¿Qué crees que piense tu padre de que frecuentes lugares como este, Connor?
Asustado.—¿Cómo sabes quién soy?
—Todos sabemos quién eres. En especial los que trabajamos internamente en el banco. Es fácil reconocerte por la gran cantidad de fotos tuyas que hay dentro de la oficina de tu padre.
—¿Tú eres...?
—Liam, Liam Payne.— Sonrió de lado.—Empecé a trabajar hace un año como asistente de gerencia.
—Tú...—Se alegró, ya no tendría que seguir esperando.—¿Eres el secretario de Zayn?— Preguntó buscando información que pudiese usar.
Apretó sus ojos marrones.—Auch, ¿Por qué siempre me dicen secretario?
—Le llevas café y ordenas su agenda, eso es lo que eres. Aunque...por el tipo de relación que tienen creo que tu trabajo debe ser bastante agotador.
—¿Qué sabes tú sobre eso?
—Nada con exactitud; pero por la baja estatura que tiene a comparación tuya y lo dócil que es aunque sea el "jefe", supongo que no tiene muchos problemas con arrodillarse frente a ti.
—Listo, me agradas.—Declaró.—Puedo preguntar, ¿Qué haces aquí?
—Me divierto, ¿No es obvio?—Connor intentaba pestañar, jugar con sus manos, joder. Estaba coqueteándole sin muchas ganas; aunque considerando que a Liam se le notaba lo mucho que estaba enamorado de Zayn y por lo sobrio que lucia a pesar de haber tomado tres tragos de tequila, su plan se iba más y más al carajo.
Se rindió.—Vine a buscarte.
—¿A mi? Ni si quiera me reconociste.
—Lo sé, lo sé. Me dieron una fotografía, pero la perdí, solo recordaba que eras el Dj, así que estuve esperando como dos horas a que bajaras del escenario.
—¿En serio creíste que iba a bajar por las gradas principales? Eso es un suicidio, amigo.—Confesó pasando una mano por su cabello.—Pero bien, si es cierto que estabas buscándome específicamente a mi. Dime qué pasa, ya estoy aquí.
—Antes contéstame.—Dudó.— Si alguien a quien quieres estuviera haciendo algo malo, ¿Le encubrirías?
Decidido.—Sí, totalmente.
Tragó saliva.—¿Aunque con eso arruinaras la vida de las demás personas? —Se quedó callado. —¿Te parece justo que las personas inocentes sufran a costa de su felicidad...o de la tuya?
—No entiendo a dónde pretendes llegar con esto.
Connor sabía que sería difícil secuestrar a Liam, por lo que decidió contarle toda la verdad. Hablándole con verdadero pesar para intentar conmoverle, le contó que planeaban chantajear a Zayn con hacerle daño a él si no se entregaba.
Liam suspiró fuerte, e inesperadamente accedió a acompañarle. Pagó el consumo de ambos y salieron de allí.
No muy lejos, en la acera de afuera, el moreno caminaba decidido a obtener el perdón de Liam. Sabía que iba a encontrarle en el club, también sabía que desde que habían peleado el castaño le había ordenado de dejara de buscarle; pero Zayn, no estaba dispuesto a perderlo.
Estaba consiente de que era un extremista obsesivo que actuaba arrebatadamente. Que le daba más importancia a complacer a otros que a si mismo, absorbiéndose en su trabajo; pero todo lo que hacía lo hacía por él. Era una locura que le había atrapado desde hace un año.
Liam era bastante liberal, dueño de su propia existencia. Si había terminado trabajando en un lugar como el banco fue simplemente porque la realidad social lo requería; pero fuera de eso, era un alma libre. Le gustaba viajar, y el bosque.
Y para alguien tan pequeño y estresado como Zayn, que no podía igualarse a la serenidad de vida que llevaba Liam, darle lo que anhelaba significaba todo.
Sí, había sacrificado a Harry para conseguir dinero.
¿Que si se sentía culpable? Mucho. Pero el rizado era solo un pequeño costo a pagar por su felicidad.
Entonces Zayn se preguntaba, ¿Era realmente malo el querer ser feliz, el querer hacer feliz a quien amaba?
Zayn era inteligente; más nunca se detenía demasiado a pensar las cosas.
En medio de su iniciativa, algo impactó fuerte contra su pecho, lastimándole.
—¿Seguro que estás bien así? Hace frío, y eres la única persona en Londres a la que se le ocurre salir de noche, y sin chaqueta.—Liam sonrió enormemente.
—Ya te dije que estoy bien. No molestes.
—¿Quieres que te abrace para calentarte?—Bromeó. A Liam le gusta jugar con la percepción de las personas.
—Inténtalo.—Le retó el otro. Realmente se sentía cómodo hablando con él. Connor nunca se consideró una persona agradable, de esas con las que es sencillo conversar, por la forma antipática en la que solía comportarse. Tal vez, desde que había comenzado a relacionarse con Niall y el resto de los chicos, había conseguido reestructurar su actitud para bien.
Liam se detuvo. El moreno le observaba desde el otro lado de la calle, atento a sus movimientos.
Lo pensó. Si los chicos amenazaban a Zayn, lo más seguro sería que él involucraría a la policía, Cosa que no podía permitir. Si intentaba hablar con él, hacerle reaccionar, se cerraría tanto en sí que Liam no podría poner resistencia, y terminaría ayudándole con su farsa.
Las últimas semanas ellos dos habían estado hablando de viajar. De lugares como Sudamérica o Canadá. Entonces, con lo que el niño le dijo y si su conclusión era correcta, el incentivo que su novio recibió por su cooperación era para eso.
Conclusión, para resolver el problema, solo debía volver al origen. En este caso él mismo.
Sabía que Zayn estaba a la expectativa de sus movimientos. Con el dolor de su alma y su corazón a punto de estallar, tomó a Connor de los hombros, sometiéndole.—Tranquilo, esto es sin compromiso.—Dijo antes inclinar su rostro para besarle.
El chico había entendido el mensaje, así que no puso resistencia alguna, todo lo contrario. Elevó sus hombros un poco para que Liam le soltara, invitándole a pasar sus manos hasta su espalda. Entonces él, puso las suyas en el cuello del otro.
Niall y Louis, quienes observaban la escena escondidos detrás de una cabina de teléfono, se quedaron atónitos sin entender bien qué estaba sucediendo.
Cuando se separaron, Liam volteó a ver hacia donde Zayn se encontraba hace unos momento, solo para constatar que se había marchado.
Entonces Connor le abrazó, porque sabía que Liam estaba sufriendo aún a medias le escuchó luchar por no llorar.
El pelinegro no era del tipo de persona débil que atentaría contra su vida por un desengaño amoroso. Él jamás culparía a la otra persona; pero sí encontraría la forma de castigarse.
No, él no era débil. Era más como masoquista.
*
Carl abrió los ojos, el techo blanco parecía estar más lejos que de costumbre.
—Sabía que tenías poca resistencia, pero ¿Tanto cómo para dejarte noquear por un adolescente?—Martin estaba sentado en el sillón junto a él. Fue entonces cuando notó que el techo estaba más lejos, porque él estaba acostado en una cama.
—¿Qué hago aquí arriba?—Lento.—¿Seguimos en tu casa?
—Pues, te desmayaste a la mitad de mi cocina. No podía dejarte allí, así que envíe a los empleados a que te subieran, estás en el cuarto de huéspedes.
—No recuerdo muy bien qué pasó. Maldita sea, me duele la cabeza.—Se quejó. El otro se levantó de donde estaba, tomando las cosas del botiquín se acercó hasta él.—¿Qué haces?—Preguntó desconcertado.
Se sentó y con tranquilad, comenzó a untar el sobre el ojo del joven crema.—Mi hijo te dejó un ojo morado y el labio partido. Y ya que eres fanático de las demandas, intentaré arreglarte antes de que tú intentes quitarme mi dinero.
—Agh, ya lo recordé. Controla mejor a tu pitbull, ¿Quieres?
Chilló un poco cuando el mayor le roció un poco de alcohol etílico sobre la herida de su boca.
Todo era extraño en este punto. Lahey nunca había sido buen padre, pero de alguna forma el hombre frente a él había logrado sacar su lado paterno; porque le recordaba a sí mismo.
El sonido del timbre de un teléfono se hizo presente.
Martin se movió para contestar la llamada, mientras el pelirrojo continuó untando sus golpes.
—¿¡Qué!? ¿¡A qué te refieres con eso!? No, está mal. ¡Debe ser una equivocación! Maldición, ¿Desde cuándo son tan eficientes?—Carl se sobresaltó por los gritos del otro, que molesto cortó la llamada y respiró pesadamente frotando la parte posterior de su cuello.
—¿Todo está bien?
—No, nada está bien.—Alterado.
—¿Qué sucede?
—Van a quitarle la prisión preventiva a Harry.
—¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?—Comenzando a asustarse.
—Zayn habló.
Ahora sí, impaciente.—¿¡Él nos delató!?
—Se entregó.
Negó con la cabeza. El moreno tenía acceso a todos los archivos originales, le bastaba con dárselos a la policía para liberar de culpas al rizado.
La integridad es un concepto que los hombres valoran solamente cuando algo en su vida les fue arrebatado de forma injusta.
*
No tenía a Oliver, no tenía a Harry. Louis en ese momento sentía un vacío en su interior.
Había regresado a trabajar con Normalidad, después de todo, su trabajo era lo único que le quedaba. Por suerte, ya que su vocación siempre le había impulsado a seguir adelante.
—Cuando escuchen su nombre, levantan su mano hasta el cielo y ¿Contestan...?
—¡Presente!— Al unísono todos los pequeños.
Louis estaba pasando asistencia ese Viernes por la mañana, como regularmente lo hacia, intentando desenvolverse con facilidad.
—Allison.—Llamó a la primera niña.
—Presente.—Contestó ella alegre, a lo cual él le dedicó una dulce sonrisa.
Los maestros son como los payasos. Sí, exactamente eso. Pueden tener miles de problemas; pero con sus alumnos jamás van a demostrarlo. Su salón se convierte en una fortaleza en la que nada les afecta, en donde son fuertes para enseñar y mostrar su lado más amable.
Sí, todas las personas tienen problemas; pero los maestros logran anteponerse a todo eso porque ¿De qué otra forma van a inspirar a sus alumno? Nada más que con su ejemplo.
—...Hamilton...—Para Louis su trabajo significaba vida nueva. Era el renacer de su alma, que se sentía pura al convivir con sus niños.—...Oliver...
Rut, quien las últimas semanas habían sido auxiliar de su clase, su compañera de trabajo, notó que algo estaba mal en él.
¿Qué tanto podía afectarle la ausencia de un niño? No, no solo en el salón. Sino en su vida en general.
Había pasado casi una semana desde que se lo llevaron; pero el castaño se sentía abatido.
Lo extrañaba, sus ocurrencias y tonterías. Extrañaba lo que habían logrado construir, él y Harry. Joder, sentía como si le hubiesen arrancado la mitad de su pecho, vacío.
Ninguno de los tres tuvo a lo que pudiésemos llamar unos "buenos padres". Por eso, ambos estaban dispuestos a darle a Oliver algo que probablemente jamás tendría, un hogar.
—¿Estás bien?—Le preguntó la chica de anteojos. Él no le respondió, así que por iniciativa propia ella continuó pasando lista.—Stephen...
Si Oliver no era su hijo, y Harry no era su esposo. ¿Por qué demonios estaba tan destrozado en ese momento? La cordura había regresado a él y ahora sabía que se había equivocado.
No, ellos no eran nada. Ni biológica ni legalmente. Pero ellos no necesitaban ninguna de esas cosas para amarse, ¿Cierto? No, no necesitaban una etiqueta o un papel que le acreditase como familia.
Porque eso eran, una familia.
—Bueno, vamos a empezar con la clase de hoy.—Intervino finalmente.—¿Quién me puede decir qué aprendimos ayer?
—¡Los partes de la planta!—Emocionados.
La chica sonrió. Sabía que Louis estaba apunto de llorar, más no iba a permitírselo él mismo. Verdaderamente le admiraba, por que tras varias semanas de convivir con él podía dar fe del excelente maestro y persona que era. Le inspiraba.
—¿En serio te encuentras bien?—Le dijo preocupada.—Te has quedado en blanco hace un rato.
—Sí, estoy bien.—Declaró caminando entre las mesas de los chicos.— Estoy bien, porque amo a mi familia.—Musitó.
Pasó la mañana, y la tarde trajo consigo una nueva perspectiva para Louis.
Salió de su trabajo, y se dedicó a vagar por el parque de la ciudad. Caminando lento entre los árboles dejando su pecho llenarse con oxígeno puro.
Niall había desaparecido desde el día anterior por la mañana. Así que el castaño daba vueltas por solo sin amigos, vueltas sin ningún sentido. Anhelando que todo regresase a la normalidad.
...
—Estamos en ésta sala reunidos para celebrar la unión de estas dos personas.—Oliver había encontrado un traje negro que le pertenecía a su tío y no dudo en colocarse el corbatín y subirse al sillón exclamando.—Si alguien conoce algún impedimento para que esta boda se lleve a cabo, que hable a hora o que calle para siempre.
—Harry no sabe la diferencia entre cilantro y perejil.—Dijo Niall, hablando en nombre del pequeño peluche de león del niño.
Oliver rodó los ojos.—Alguien que no sea Tío Niall ni Hugo.—Harry y Louis estaban conteniendo la risa, porque no querían arruinar el ambiente se seriedad que el niño había creado.
Cuando Tobías le dijo a Oliver que los besos se los daban únicamente las personas casadas este enloqueció porque su tío y su maestro no estaban casados, era inaceptable, entonces decidió realizar la ceremonia nupcial él mismo.
—Tu, Harry Edward Styles Cox, ¿Tomas voluntariamente a este hombre como tu almeja para toda tu vida?—Le niño estaba leyendo un ejemplo de votos nupciales que encontró en Google desde el teléfono de Niall. Aún no leía muy rápido, y confundía palabras.
Ninguno lo resistió más y los tres adultos se soltaron en carcajadas.—Sr. Almeja.—Se burló el rubio.
—¡Pareja! Quise decir pa.re.ja.
Harry intentó hablar serio.—Sí, acepto.
—¿Y tú, Louis William Tomlinson "no me sé tu otro apellido"?
Severo.—Acepto.
—Bien, por el poder que me yo mismo me he otorgado los declaro...
—Almejas.—Terminó Niall.
—¡Cállate!—Le gritó. El rubio le atrapó en brazos mientras ambos reían.
...
Con su mente más despejada, regresó al apartamento de Harry. No tenía mucho caso, pero volver a su casa tampoco era demasiado agradable, Max había escapado hace unas semanas, y todo estaba más desolado que nunca.
Entró, después de un largo día. Simplemente quería lanzarse sobre la cama del rizado para respirar su aroma. Sin llorar, ya había llorando suficiente.
Iba a dejar sus cosas la mesa de la sala, pero notó el vaso con agua y hielos que yacía sobre esta.
¿Niall regresó? Dijo para sus adentros.
Buscó por todo el lugar sin encontrar al rubio. Hasta que escuchó el agua del lavabo correr, lo que le indicaba que había alguien dentro de la cocina.
Veloz atravesó el marco de la puerta para encontrase con la persona opuesta a Niall, que le doblaba la altura y que usualmente se quedaba viendo hacia la nada.
—Louis...—Dijo al verlo.
—¡Harry!—Sin resistirse mucho, se lanzó a sus brazos, aferrándose a él con fuerza.
—...Lou...—El rizado estaba perdido, asediado. Sí, realmente quería ver a Louis otra vez pero, ¿No se suponía que el y Oliver estaban en Holmes Chapel? Lo separó un poco.—¿Dónde está Oliver?
—N-no pudimos evitarlo.
—No pregunté eso. ¿Dónde está?
Louis tragó fuerte, sin saber cómo explicarle que se habían llevado al niño y que su hermana estaba muerta.
*
—Tengo 17 años, No puedo tener un hijo. Iré a la universidad en otoño.—El pelinegro estaba asustado, dando vueltas por su habitación.
—¿Acaso crees que es fácil para mi? Yo no planeé que pasara.
—N-no sé cómo reaccionar ante esto, joder. Yo—Se dejó caer sobre la cama.— ni siquiera estoy seguro de que ese niño sea mío.
—¿Cómo puedes dudar de mi? Se supone que eres mi maldito amigo. ¿No dijiste que me querías mucho y no sé que otras idioteces?
—Lo sé, lo sé...pero tú, te besaste con la mitad de los chicos de esa fiesta.
—Charlie, No me hagas sentir peor.—Dijo ella a punto se llorar.
Él se recompuso.—Respira, encontraremos una solución, ya verás. Sinceramente no tengo dinero como para criar un niño, pero algo se me ocurrirá, confía en mi.
Rió un poco.—Todos dicen que soy una cualquiera, ¿Sabes? Pensé que eras el único diferente.
—Gemm...no quiero sonar grosero; pero tú diste lugar a esa reputación. —Removió su cabello negro.
—¡Eso no es cierto!
—Te encontré semi-desnuda sobre un foráneo ebrio.
—Pero yo...no me acosté con él.—Bajó la mirada.—Ni con nadie antes de ti.—Sincera.—Él...se desmayó antes de que pudiera pasar algo.
Torció el gesto, ¿Qué iban a hacer ahora? Estaban jodidos.—Espera.—Dijo abriendo exageradamente sus ojos azules.—Eso es.
—¿Qué cosa?
—El foráneo, ¿Tienes su número?
—Sí.—Afirmó sacando su teléfono, y el chico lo tomó con una idea en mente.
—¿Vas a llamarlo?
—No, le enviaré un mensaje.
Hola. (?
*Inserte música dramática de fondo*.
Pregunta del día: Si tengo 10 sillas y 15 niños, ¿Por qué mi crush no me ama?
Ahre. ¿Recuerdan qué pedí preguntas para mí en el capítulo anterior? Pues bien. Ya las he contestado, casi todas xdxd, y las subiré en un rato.
Espero que les haya gustado el cap. Estoy de vacaciones, beri fain.
Manténgase con vida. J.S.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro