Capítulo 2
Hola, amiguitos. Soy yo, Mickey Mouse.
Oigan, ¿quieren entrar a mi casa?
—No, por puto.
Pues, ¡adelante!
—Dije que no. Largo.
¡Vamos!
Harry despertó de golpe, pero la voz del ratón aún estaba presente en el ambiente.
Se sentó a la orilla de su cama, restregando sus ojos para retirar algunas lagañas. Tenía saliva seca por la barbilla, y su cabello se encontraba—naturalmente— alborotado, quedando simplemente unos cuantos restos de gel en el.
Tomó su teléfono para revisar sus mensajes.
Entrada: 0 Mensajes nuevos.
Suspiró y marcó por enésima vez el número de su hermana.
Hola, Soy Gemma. En este momento no puedo atender tu llamada. Deja tu mensaje después del tono, besos.
Ya estaba cansado del estúpido buzón de voz. No iba a dejar un mensaje, ahora. Ya había dejado cientos, sin exagerar.
Minutos después se puso de pie, estiró sus brazos cuanto pudo, Respiró profundo y fue hasta la sala, donde encontró al niño hablando con el televisor, caminó y se quedó parado frente al aparato.
—¿Quién te dio permiso para ver eso?—Reprochó al pequeño.
—¿Necesitaba permiso?
—Por supuesto.
— ¿Por qué?—Cuestionó.
—Porqué no es tu casa, y es de mala educación.
—P-pero estaba aburrido y tú estabas babeando, no quise despertarte.
—No me importa, es muy temprano para que veas televisión.
—¡Pero son más de las 11:00 A.M.!—Harry bajó la vista al celular, el cual seguía en su mano. Lo presionó, y cuando la pantalla se encendió notó que efectivamente eran casi medio día. Se quedó callado.
—Bien. Pero no molestes.—Dijo y fue hasta la cocina.
—Espera, tengo hambre.—Lo siguió.
Harry decidió hacer lo que hacia siempre con todo sus problemas. Ignorarlos.
Sacó un vaso del gabinete, lo colocó en la mesa, fue por el jugo de naranja que tenía guardado en el refrigerador y lo vertió en el. Se sentó. Sostenía con una mano el vaso, y con la otra su celular, en el que intentaba llenar su sudoku.
—Oye, estoy hablando contigo.—El pequeño frunció las cejas. — ¡Oye!
Dejó el vaso en la mesa nuevamente para tomar el celular con ambas manos. Oliver, quien estaba molesto a su lado no dudó en tomar el vaso y lanzarlo contra el suelo.
—¿¡Qué mie-...—Dijo el mayor saltando de su asiento, girando su vista hacia el niño.
— Dije que tengo hambre.—Repuso este molesto.
—No me importa, ¿Entiendes? Si estás aquí es por mi infinita benevolencia. Así que párate en una esquina y no molestes.
Dejó el teléfono en la mesa y se inclinó para recoger los pedazos de cristal esparcidos por el suelo. Tomó uno de los trozos más grandes, justo cuando vio de reojo al niño con su celular en la mano.
—¡Tienes 3 segundos para dejar eso donde estaba!— Vociferó y apretó la mano fuertemente, olvidando que el pedazo de vidrio seguía en ella, al sentir dolor lo soltó instantáneamente.
Vio como la palma de su mano se teñía de rojo.
Fue hacia el lavabo, abrió el grifo y dejó que el agua cayera sobre la herida. Aun con eso, la sangre no paraba.
—¡Voy a llamar a los bomberos!—Gritó Oliver parado en la puerta, luego echándose a correr.
Harry corrió tras él, al alcanzarlo lo tomó del brazo con su mano herida.
— ¡Que asco! — Farfulló, forcejeando con Harry que intentaba quitarle el teléfono.— Estás embarrándome con tu sangre. Ew.—Puso su mano ligeramente sobre la mejilla del chico para asustarlo y Finalmente recuperó el aparato.
Jaló al pequeño de la camisa, llevándolo hasta el baño.— Vas a quedarte aquí hasta nuevo aviso.—Dijo y cerró la puerta.
Le ardía la mano, pero era tan miedoso que prefería ver su sangre escurrir por su brazo a intentar curarse.
Buscó su celular y marcó a uno de sus números frecuentes. Cuando la línea se abrió, suspiró aliviado.
— Niall, necesito ayuda con algo. ¿Puedes venir?
—Hola a ti también.—Saludó.— Ya sabes que puedo ayudarte con lo que sea, Bombón. — Terminó diciendo más lento las últimas cuatro palabras.
— Estoy desangrándome.
—¿Te vino? Tranquilo, eso es algo natural. Algo hermoso. No te alarmes.
—No me jodas, Horan. En serio, estoy herido. Necesito que me vendes la mano. ¿Podrías solo venir y ya?
— Ya, ya. Llego en 3. Ábreme la puerta de una vez.
El rizado cortó la llamada guardó su móvil y se dirigió a la puerta, la abrió. Niall, su vecino de al lado, estaba parado frente a él. Le indicó que entrara.
—Atención a todas las unidades. Llamado de emergencia del sistema 911. Hombre moribundo con apariencia ataque cardíaco. Necesitamos asistencia de inmediato en el área.— Dijo el rubio mientras se adentraba en el departamento. El más alto le dedicó una mirada de odio.
Harry caminó de regreso a la cocina, seguido de Niall.— No jodas, ¿Con que te hiciste eso? ¿Tuviste un crisis de "Quiero volver al 2008 otra vez"? Lávate ese brazo, quieres.
—Me corté con un vaso.
—Bien.—Iba a decir algo más, pero sintió algo crujir bajo él.—Te creo solo porque acabo de poner el pie sobre ese vaso.
— Te estuve llamando ayer, ¿Dónde estabas? —Cuestionó. El otro se levantó y volvió a poner su mano herida bajo el agua.— Voy por el botiquín y me cuentas, ¿Si?—Harry asintió levemente.
Le relajaba mucho ver el agua tintarse de rojo le hacia pensar cosas extrañas, le hacia pensar en personas que no debería.
—¡Ayuda, Harry, hay algo que se mueve dentro del baño!—El grito de su amigo, quien estaba abrazando el botiquín dentro de la cocina lo trajo de nuevo a la realidad.
—Es mí sobrino. Yo lo encerré allí.—Mencionó. Luego se sentó en una de las sillas de allí para que Niall lo curara. Y eso hizo.— Molesta demasiado.
—¿Gemma tiene un hijo o tú tienes una hermana que no quieres presentarme?
—La primera.—Contestó.
—Eres un idiota, ¿Lo sabías? No debiste encerrarlo. No puedes hacer eso, animal.—Lo golpeó ligeramente en la cabeza.—Ay si, Milisti dimisiidi. Tal vez no es así y eres tú quien tiene poca paciencia.
El rubio salió de la habitación y regresó un poco después seguido del niño.
—Mira como está, todo sucio y despeinado. Cuando entré al baño creí que iba a matarme.—Se giró hacia el infante.—¿Te sientes bien?—Preguntó y el otro Negó en repuesta.—¿Comiste algo?— Negó de nuevo. — Bien, voy a prepararte algo, mientras tanto ve la televisión.— Sin dudarlo, corrió hacia la sala.
Harry no hablaba—naturalmente— veía un punto fijo en la pared.
—Harry, ¿Qué pasó?
— Ella me pidió que lo cuidará, dijo que vendría, ayer pero no lo hizo. Solo han pasado unas horas pero estoy preocupado, que tal si, algo malo le pasó, si necesita ayuda. Porque, no creo que olvidara a su propio hijo. ¿O si? Niall, yo no sirvo para esto, lleva conmigo casi un día y parece vagabundo. No sé que hacer.
—Primero dale un baño y de paso, báñate tú también. Porque están del asco.— Dijo, buscando comida dentro del refrigerador.
—Pero no tengo ropa de él. Solo el uniforme escolar que trae puesto desde ayer.—Niall cortaba tomates y algunos otros vegetales que había encontrado anteriormente.
Dudó. — ¿Y si vamos a su casa? Digo, a lo mejor, su mamá está allí.
—¿Y si no?
— Pues nos metemos por la ventana y sacamos sus cosas.
—¿Estás proponiendo que allanemos la casa?—Le dijo de frente cuando este sirvió la ensalada en un plato junto a él.
—Exacto. ¿Tienes la dirección?
—Sí, está anotada en uno de los cuadernos de Oliver, pero no sé cómo llegar allí.
— Google lo sabe todo. El nos dirá. Cámbiate en lo que yo la busco.—El rizado asintió y abandonó la habitación.
Había pasado media hora, Cuando Harry se dignó a salir ya arreglado.
Niall veía atentamente la televisión y Oliver comía del plato que—probablemente—el otro le había entregado.
—Bien, ya vámonos.—Dijo haciendo notar su presencia.—¿Qué tan lejos está?
— A dos calles. —Dijo riendo. Se puso de pie y ambos caminaron hasta la puerta.— Harry, ¿No olvidas algo?
—No.
—El niño, Harry. No puedes dejarlo sólo.
—Bien. —Dijo a regañadientes.— Vámonos, Enano.
Niall solo negó, y los tres salieron del apartamento.
...
La casa de Gemma era bonita, mucho más de lo que esperaba. Con un gran jardín al frente y una mecedora en el pórtico donde Oliver se quedó sentado.
Tocaron el timbre varias veces sin obtener respuesta alguna. Niall caminó al rededor de la casa, buscando alguna entrada. La puerta de atrás estaba cerrada, pero alcanzó a ver que una ventana del segundo piso estaba entre abierta, como si hubieran olvidado colocarle el pestillo.
Gritó el nombre de su amigo, quien llegó corriendo rápidamente.
Tras discutirlo unos minutos y luego de llegar a un—errado—acuerdo Harry subió a los hombros de Niall, balanceándose para llegar a la ventana, la cual estaba en la parte trasera de la casa. Las piernas del rubio se tambalean ante el peso de su amigo que intentaba sujetarse del marco y cuando lo logró escaló hasta empujar la ventana y caer dentro de la habitación. Niall se sentó en el llano, abatido.
Era la habitación de huéspedes, el color rosa salmón del papel tapiz se veía horrendo.
Se adentró por la casa tratando de ignorar la nula capacidad de su hermana para decorar interiores. El único espacio pintado de azul en el lugar era el cuarto de su sobrino. Tomó una bolsa negra para basura y metió en ella todo aquello que creyó necesario para mantener decente al niño. Entre ropa, zapatos y uno que otro peluche.
Bajó al primer piso, observando todo. Le parecía increíble que hubiera una foto suya colgada en la sala. Se acercó a verla.
Sí, era él. A los 18. Cuándo se graduó de la preparatoria. Le hizo sentir cierta nostalgia. Nadie estuvo con él el día de su graduación, ni su mamá, ni su hermana. Pero la foto estaba allí, y le hizo pensar que solo tal vez lo querían, sin importar lo que había pasado.
Con la bolsa en su mano salió de la casa. Se fijó en el pórtico pero Oliver ya no estaba allí.
Caminó hasta su amigo, quien seguía tumbado en el suelo.
— Ves, no fue tan difícil. Como dijo Cristo: "Cuando una puerta se cierra, una ventana se abre". Acabamos de usar literalmente su sabiduría.
— Cristo no dijo eso. ¿O sí? — Respondió viendo a su alrededor. —¿Oliver no estaba contigo?
—No. Debería estar sentado en el pórtico.
—No está.—Dijo angustiado el más alto.
— Ya te jodiste, Harry. —Dijo Niall, y el otro trago seco.
A unas cuantas casas Louis paseaba a su perro despreocupado cuando una voz conocida llamó su atención. Uno de sus alumnos estaba vagando por el vecindario, solo. No dudó en acercarse y preguntarle por su presencia allí. El niño estaba sucio, y con la ropa de el día anterior. Louis no supo que pensar así que lo llevó a su casa. Y pasó el resto de la tarde tratando de localizar a los padres del niño.
Hola. Volvi, y traje un capítulo terrible pero hecho con amor. Ahr, no.
Manténganse con vida. J.S.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro