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VII - 🌖 - Puedes morderme

🩸

La sangre de Jimin es color azul, pero no un azul viejo y oxidado, no. Es un azul añil vivo y brillante. No es espesa o grumosa, tampoco muy líquida. No es dulce, pero tampoco amarga, mucho menos ácida. Aún recuerda como sus colmillos regresaron a su sitio poco después de haber consumido la sangre de Jimin.

La sangre de ese elfo es mejor que la de cualquier animal, juraría que jamás había probado una sangre tan deliciosa como esa. Aunque tampoco había probado sangre un ser mítico antes, es extraño, pero lo volvería hacer. Mil veces más. Había escuchado que la sangre élfica es de las más apetecibles y atrayentes. Lo confirma. Joder, claro que lo confirma.

Está salivando mucho.

Sus pupilas se contraen y el destello rojo característico de los de su raza está presente. Teme que sus ansiosos sentires logren despertar al elfo el cual yace en el sofá cercano a él.

—Yoongi —la vocecita aguda y adormilada de Jimin distrae al vampiro de su desasosiego-. ¿Sucede algo? Me despertaste.

—Perdón.

—¿Qué pasa? —limpia la suciedad de los ojos y se sienta, la noche oscura es iluminada por un par de velas acaneladas, las cuales le permiten observar el rostro afligido de Yoongi.

—Yo... No quiero molestarte, pero... necesito sangre.

—Mmm... ya veo... Deja me extraigo un poco —se alza de su lugar y va hacia la pequeña cocina con una vela sirviéndole de guía. Yoongi siente una ternura cubrirlo al ver los pasos cortos, torpes y adormilados del elfo.

—No es necesario, Jimin —dice mientras ve al elfo buscar entre unos pares de cajas. Al parecer no encuentra lo que está buscando—, puede hacerte daño.

—Yoongi —le llama, ignorando por completo sus palabras—. Ya no tengo lo necesario para extraerme sangre.

Oh...

—¿Crees que puedas esperar hasta que amanezca? —camina hasta el vampiro y se siente en la cama junto a él, Jimin carga la vela entre sus manos, parece pensar en algo que no se atreve a decir.

—Eh... Sí... —dice torpe mientras percibe su boca salivar, jamás había notado que Jimin oliera tan bien. Es un olor diferente, es como si oliera a todo el bosque.

—No te ves muy decidido —ríe grácil, pero Yoongi no escucha, está concentrado en lo bien que sabe la sangre de ese elfo sentado junto a él.

—Yo... creo que te haré daño, JImin —se cubre por completo con el edredón y trata de desaparecer. Siente que sucumbirá ante sus bajos instintos. No quiere hacerle daño a Jimin, pese a que todo su cuerpo le pide que lo muerda para probar de nuevo su sangre.

Oh, mierda, necesito mucha fuerza de voluntad. Fuerza de voluntad que no tengo.

—Yoongi, tranquilo, no te ocultes, es normal que te sientas mal por no haber consumido sangre —jala el cobertor para destapar al vampiro, pero es inútil, Yoongi está hecho bolita arropado contra su cama—. Yoongi, hey, no te ocultes, ven, podemos hacer algo.

—No, no podemos.

Jimin ríe por la negativa apretujada contra el colchón.

—Estás actuando muy infantil.

—Sólo tengo doscientos años —responde entre palabras ahogadas—. Es normal que sea más infantil que alguien del mil trescientos años.

—No, no es normal —ríe, deja la vela en su anterior sitio—. Yoongi, tienes diez segundos para descubrirte. No querrás ver a un elfo molesto.

Yoongi una vez escuchó sobre la ira de los elfos. Es nula. Son demasiado buenos para molestarse, pero sí sabe que son muy sentimentales, que se entristecen rápidamente y lloran con facilidad.

—Ya me siento mejor —se destapa y echa un vistazo a Jimin, el cual luce curioso y pensativo—. Puedo esperar por sangre de algún animal o no sé... Simplemente puedo esperar.

—O podríamos...

Oh, no...

Oh, mierda, no.

—No.

—Ni siquiera lo digo, Yoongi —habla ya harto de ser interrumpido.

—Sé lo que vas a decir y mi respuesta es no —contesta rápido, siente su boca salivar, está muy sediento.

—Creo que es buena idea, Yoongi. Puedes morderme.

Oh, no, no lo dijo.

—No —contrario a su hablar, sus colmillos pican por salir.

—¿Por qué no? —pregunta, pero sigue pensando en las razones de las negativas de su paciente—. Me bañé, incluso me he bañado más a consciencia desde que te doy mi sangre. Oye, si crees que estoy sucio, realmente estás equivo...

—No se trata de eso, Jimin —habla enseriado y se incorpora, está sentado junto a Jimin en esa cómoda cama—. ¿Y si te pasa algo?

—No lo creo, te he dado mi sangre antes, ¿por qué ahora pasaría algo?

—No lo sé —no tiene una respuesta concreta, pero sabe que comienza a sentirse hambreado y sumamente necesitado, está muy nervioso—. Pero... ¿y si muerdo de más?

—Te golpearé —ambos ríen un poco más tranquilos—. Puedes morderme el brazo —piensa unos segundos—, para que te sientas más cómodo. Sé que los vampiros sólo muerden a sus parejas destinadas en el cuello. No tengo problemas con que muerdas mi antebrazo —Jimin estira la parte mencionada.

Jimin tiene un bonito cuello, es bronceado, largo y cada vez que lo estira, se marcan delicadamente sus músculos y huesos. Jimin es bonito, no le extraña que su cuello también lo sea.

—¿Y si mis colmillos te hacen daño?

—Te lo diré y te detendrás. No creo que lo hagas, no creo que me traspases el brazo o algo así.

Oh, carajo, ¿cómo se supone que se detendrá?

—¿Ya lo has hecho antes? Has dejado que otro vampiro te muerda.

—Claro que no, qué miedo —los dos ríen con un tierno nerviosismo después de ese comentario espontáneo—. Sólo hazlo, Yoongi, si no quieres hacerme daño, no tiene por qué pasar nada malo.

¿Por qué Jimin confía en él? ¿Qué no sabe que incluso podrían arrancarle el brazo?

—Trae algo para defenderte —Yoongi pide mientras siente sus colmillos acariciar sus propios labios.

—Sí —se alza y va hacia la cocina de nuevo.

Jimin regresa con una gran vara gruesa de madera.

—Mierda, Jimin, sólo te vas a defender, no a matarme.

—No maldigas —reprende con un gesto molesto, como si perturbara la esencia pura del bosque con sus palabras altisonantes.

—Disculpa —traga saliva.

—¿Prefieres esto —levanta un poco más el trozo de madera— o un cuchillo?

Yoongi traga saliva.

—Será mi brazo izquierdo. Primera advertencia —levanta su dedo índice contando—: cuando te diga que me duele, no lo harás con tanta fuerza.

Mente sana, mente sana.

Yoongi asiente un poco embobado.

—Segunda advertencia —hace el mismo ademán con su dedo medio—: si pierdes el control o algo raro ocurre, te lo diré y te detendrás o te golpearé.

Yoongi asiente como si fuera un perrito, realmente haría lo que fuera por sentir la sangre de Jimin de nuevo. Incluso siente como el alrededor se desvanece y sólo están ellos dos siendo iluminados por las tenues llamas de esas velas.

Incluso juraría que Jimin luce diferente ahí, junto a él, sin ningún miedo aparente y con sus ojitos pequeñitos sonriéndole. El elfo le tiene confianza. Eso le aterra. Es un experto en defraudar a las personas que ponen un mínimo de confianza en él.

¿Cuáles eran las advertencias de Jimin? Ya no recuerda ninguna.

Jimin estira su brazo y lo coloca frente a Yoongi, el cual luce ansioso y un poco desorientado por la visión que tiene ante él. Jimin es manso, como un animal inocente del bosque. Ahora entiende por qué los elfos eran comerciados, son muy sumisos.

—Vamos, Yoongi —alienta.

Y lo hace, los colmillos de Yoongi se encajan en la tierna piel del interior del antebrazo. Sólo son dos pequeños agujeros que se crean y que le permiten alimentarse al vampiro. La piel del elfo es cálida, sus dientes se acoplan perfectamente a ella. No sabe exactamente cuánto tiempo estuvieron en esa posición, pero Yoongi escucha como Jimin le habla, no distingue bien sus palabras, pero sabe que le está pidiendo que se detenga. O eso supone.

Y no puede.

—Yoongi, ya está comenzando a dolerme un poco, hazlo más lento —Jimin lleva su mano libre al cabello oscuro de Yoongi y le acaricia lento, intentando calmar su ansiedad. Lo cual parece funcionar porque la respiración del vampiro se torna lenta y deja de morder con tanta fuerza—. Eso, muy bien —entromete sus dedos entre las hebras y los ojitos de Yoongi se cierran.

Está extasiado, nutrirse de la sangre de Jimin desde su cuerpo es aún mejor. No puede creerlo. ¿Eso es el nirvana? No lo sabe, pero sabe que es muy cercano a eso. Los deditos del elfo paseándose por su cabeza le brindan una tranquilidad que no sabía que necesitaba. Abre los ojos cuando la mano comprometida de Jimin le da una caricia en la mejilla derecha.

Ese encuentro es muy íntimo, más de lo que esperaba, sin embargo no le molesta. Cuando está satisfecho se separa delicadamente, con cuidado de no lastimar al elfo. Suelta una pequeña lamida instintiva que le avergüenza hasta hacerlo sonrojar y se aleja.

Está tan apenado.

Pero no sabe exactamente por qué.

Sus pupilas están dilatadas, poseen ese destello carmín característico de los de su raza. Sus colmillos se retraen poco a poco hasta volver a su anterior posición. Está cautivado por la sangre azul de ese ser.

—Casi no dolió, Yoongi —dice mientras observa su brazo, está enrojecido por la herida que ya comienza a sanar. Siempre las mordidas de los vampiros eran así, se curaban al par de minutos—. Estuvo bien, no tuve que golpearte —le sonríe ameno.

¿Por qué Jimin está hablando cuando podemos besarnos?

Espera, ¡¿qué?!

🩸

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