Shi nerviosamente llegó a la planta que era ocupada por los de tercero. La escuela era bastante amplia y cada curso ocupaba un piso entero: los de primeros se encontraban en la primera planta, los de segundo en la segunda, en la tercera los de tercero, en la cuarta estaban los clubes no deportivos; en la quinta se encontraba el consejo estudiantil y las salas de los profesores. En el primer piso además estaba la enfermería y en el exterior las respectivas para cada deporte con su correspondiente almacén, la piscina y otro edificio de grandes dimensiones: la biblioteca y el dojo en el cual las distintas artes tenían lugar en horario distintos por lo que no había problemas por compartirlo.

Shi había recorrido todos los pisos el día que fue perseguido por Kikei, por lo que no tuvo dificultades para llegar al piso de los de tercero. El problema ahora era encontrar la clase de Kusama Ryou ¿Cuál había dicho que era su clase?¿ La A o quizás la C o la B u otra? El ambiente de las clases de tercero era de total silencio, prácticamente un silencio sepulcral. En contraste, con los cursos de primero y de segundo en los que apenas se oían a los profesores si no mantenían un orden, en ellos se notaba la presión de ser su último año y jugarse su futuro.

El Usami andaba distraído y embobado por todo el ambiente que observaba. Pero, su atención estaba enfocada en llegar a su objetivo: Kusama Ryou. Tan sumido estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que choco con alguien más...

Oye ¿Qué demonios te pasa?—bramó un chico con cabello rubio, seguramente teñido, con pierciengs en el labio decorado con una cadena y otro sobre la ceja del ojo derecho. Su uniforme estaba todo desarreglado: la camisa desabotonada, sin chaqueta y con un pantalón que aunque combinaba, no era el reglamentario del uniforme. 

El chico se quedó mirando detenidamente a Shi y observo como el collar de su cuello era de color verde, que en ese instituto representaba a los de primer año—encima eres de primer año ¡exijo una compensación!—dijo amenazantemente. Parecía que iba Shi iba a ser golpeado cuando un porrazo fue dado al tipo de los pierciengs.

—Yoru ¿se puede saber qué demonios haces aquí? ¡Te estás saltando las clases!—regaño el sujeto que había intervenido y que Usami-kun reconoció.

—¡Cállate Ryou! No eres mi niñera—contrataco enojado—¿No estás haciendo lo mismo?

—¿Qué demonios piensas que son las pruebas de la universidad?¿Un juego?—dijo molesto—Estoy haciendo un recado para Takahashi-sensei—se defendió—Por cierto, no vayas dejando tus cosas tiradas por ahí. La encontré en el aula de audiovisuales —decía mientras le ponía y ajustaba la corbata a su interlocutor.

—Sí, mamá—fue la única resistencia que pudo poner.

—Lo que tú digas—sonrío Ryou sarcásticamente.

—Ryou-niichan—había pronunciado esas palabras Shi, que hasta entonces se había mantenido al margen de la conversación.

—...—durante un momento Kusama se quedó pensativo—Shi ¿eres tú?—pregunto en busca de alguna confirmación.

—Sí...—apenas hubo terminado de pronunciar estás palabras cuando fue atrapado en un abrazo por su senpai y levantado en brazos.

—¡Hace años que no te veo!—dijo vivazmente.

—Cierto—muchos de sus momentos juntos venían a la mente de Shi, pero había uno en especial que destacaba.

En el hospital, los rayos de la luna llenaba toda la habitación. Era pleno verano, por lo que las ventanas estaban abiertas de par en par, pero aun así el calor dentro del edificio era insoportable. Sobre la cama del hospital yacía dormido un niño de unos diez años, molestó y sin poder dormir a causa del calor y de la fiebre. Una mano fría se posó sobre la frente del niño, debido a su condición no podía distinguir con tranquilada lo que le rodeaba, pero por el contacto pudo distinguir que la mano que se posaba en él, no era la de un adulto sino la de un niño más o menos de su edad. Haciendo un esfuerzo, Shi pudo distinguir una parte del rostro de su cuidador: unos ojos de color azul .

—¿Quién eres?—musito el enfermo

—Te desperté—se disculpó el otro.

—Eso no importa vuelve a dormir y recupérate—decía mientras le colocaba una toalla húmeda en la cabeza.

—Vale...—dijo abatido, volviendo a caer dormido

La noche había sido difícil , pero un nuevo día llegó. 

—¿Cómo te encuentras hoy Usami-kun?—preguntó hoy pregunto el pediatra Kusama.

—Mucho mejor, doctor—dijo lleno de vitalidad.

—Ya veo, pero tienes que cuidarte, un principio de neumonía no es para tomárselo a broma.

—Entiendo—sonrió obediente.

—Pronto vendrán tus padres—comunicó—mientras puedes jugar con Ryou—señalo mirando ahora hacia la puerta—Ryou, pasa—pidió dulcemente—Este es mi hijo, es unos tres años mayor que tú Usami-kun, pero espero que se lleven bien.

—Encantado de conocerte, soy Kusama Ryou—se presentó el muchacho de trece años.

Shi se quedó mirando al niño mayor que acababa de entrar, con los mismos ojos azules que la noche anterior , sin mediar palabra se abalanzó a los brazos de Ryou.

—Ding dong—el sonido de la campana unido a de las palabras que pronunció Ryou lo devolvieron a Shi al presente.

—Es hora de la siguiente hora deberíamos regresar a clase—dijo en tono autoritario dirigiéndose a Yoru— y tu deberías hacerlo mismo ahora—dijo amablemente y suavemente a Shi.

—¿A qué viene esa diferencia de trato?—se quejó Yoru.

—A qué a diferencia de TI, Shi es un buen niño—le replicó.

—Shi disculpa por todo, por mi comportamiento y por este idiota amigo de la infancia mío, él es Takatsuki Yoru.

—Estaba un poco sorprendido, no lo niego, a mí sólo me habías mostrado la parte amable pero Ryou-niisan siempre será Ryou-niisan—dijo sonriente—Casi se me olvida, yo tenía que entregar estos documentos al profesor Takahashi—explicó.

—Cierto, los que lleve antes a tú clase. Déjamelos yo se los entrego—se ofreció.

—Gracias—dijo cortésmente.

—Buen chico—decía mientras despeinaba el pelo de Shi.

—Oie, para—se quejó—siempre haces lo mismo—bufó

—Lo siento, ya es costumbre—se justificó el Kusama—Yoru, no me he olvidado de ti, discúlpate con Shi—ordenó.

—Entiendo—dijo desaminado el aludido. Se acercó tanto a Shi que su respiración se filtraba por el oído de este.—No te vuelvas a acercar a Ryou o te irá muy mal—dijo en tono imperativo,  susurrando para qué solo Shi lo oyera—Lo siento—se disculpó ahora en voz alta, tal y como le había pedido Kusama.

—¡¿Eh?! ¿A qué ha venido eso?—fue lo único que pudo pensar.

Usami Shi, 15 años de edad, se ha hecho enemigo de un sujeto peligroso.

Voz-kun: -está de resaca-

Yo: lo acabo de traer de vuelta ahora, desde fin de año no lo veía.

Como siempre, siéntense libres de comentar cualquier cosa, siempre que sea con respeto.

Gracias por leer.