—No sé cómo más asegurarte que te ves muy bien— musitó Seokjin a la Blair que no dejaba de repararse en el espejo— lo juro, estás hermosa.

Se observó un poco más, seguía siendo muy delgada, pero no era una delgadez enferma, era una que entraba en lo normal, su peso había aumentado un poco, aún no era el ideal, pero si suficiente como para notar cambios y su piel estaba más suave y firme gracias a que hacía ejercicio, poco, pero lo hacía.

Eran muchos cambios, muy pequeños, pero que según quienes la rodeaban, eran positivos y aseguraban que nunca se había visto más hermosa.

—Mm, creo que estoy bien.

Regresó a la cama, riéndose después cuando Seokjin se cernió sobre ella y casi le gruñó en el rostro.

—No estás solo bien, has cambiado mucho.

—Aún no me recupero del todo.

—Pero lo harás, date un tiempo más y te sentirás como nueva. Estoy seguro de que estás comenzando a verte con nuevos ojos y eso es simplemente asombroso.

Sonrió de boca cerrada, colocando el cabello rebelde de Seokjin detrás de sus orejas, este dejó caer un poco de su peso en ella.

—Tengo un poco de miedo.

—¿Por qué?

Lo pensó bien, era algo que la carcomía desde que estaba empezando a tener mejoras.

—¿Qué pasa si vuelvo a arruinarlo?

—Dudo mucho que suceda, no creo que tengas otra recaída pero, en caso de que sea así, no importa, vuelves a reponerte y a seguir intentando. Ahora eres más fuerte que antes.

—Gracias a ti.

—No, gracias a tu esfuerzo.

Negó, atrayendolo más, quería besarlo de nuevo. Por increíble que sonase, no se habían vuelto a besar desde esa vez en el hospital en la que él dió el primer paso que Blair no pudo, le gustó.

Tampoco habían tenido muchos acercamientos tan íntimos pues Blair estaba concentrada en lograr volver a caminar sin tambalearse por sus mareos y Seokjin estaba ocupado intentando ayudarla y escucharla animándole a tener sus avances, ambos habían estado  cambiando mucho.

Ahora su segundo beso era mejor, poseía intensidad y claro gusto por el otro. Se sentía muy bien tener a un hombre asombroso encima, besándola con tanta devoción y gusto, era incluso delicioso escuchar el sonido que emitían ambas bocas al separarse para volver a encontrarse.

Sus manos se movieron debajo de la camiseta de Seokjin, una de ellas dejó los toques a su espalda para adentrarse en la mata de cabello y acariciar sus oscuras hebras, escucharlo jadear por sus caricias encendió su cuerpo entero, presionó en su espalda baja para que dejase caer el resto de su peso y lo hizo, Seokjin tomó uno de sus muslos y apretó, invitándola a envolver su cintura con ambas piernas.

Ignoraron el timbre de la casa la primera y segunda vez que sonó, pero no pudieron ignorarlo más la tercera, cuarta y quinta en la que el mayor se levantó como alma que lleva el diablo con su mejor expresión de odio y abrió la puerta.

Jungkook y Wojin perdieron sus sonrisas al mismo tiempo.

—¿Ahora que hicimos?

Konggi y GonGon entraron a casa.

—Existir.