Quince
Seokjin soplaba los mechones de cabello que caían a su rostro intentando quitarlos, tenía las manos ocupadas con carne, Blair, quién no estaba haciendo gran cosa, se acercó, se paró en las puntas de sus pies y colocó el cabello rebelde del mayor detrás de sus orejas.
Habían puesto a sonar una playlist cualquiera y de manera aleatoria para hacer más ameno el ambiente, Blair preparaba la ensalada y Seokjin hacia lo más complicado.
Pues ella se consideraba un desastre en la cocina, no servía para hacer platillos deliciosos. Así que solo cortaba los vegetales, esa era su especialidad. Fin.
Blair le tomó una fotografía a Seokjin cocinando, rió apenado, hablaron sobre muchas otras cosas, él le aconsejó sobre sus alimentos de nuevo y ella de verdad escuchó dispuesta a seguirlos.
También le contó un poco sobre él.
—Mm, mi mamá solía ser increíble en la cocina, tengo buena memoria, así que aún recuerdo un poco de algunas recetas que ella aplicaba, cuando cocinaba, recitabas cada ingrediente en voz alta y yo tengo todo eso almacenado aquí— señaló a su cabeza— el punto perfecto de cada cocción, todo, y me ha servido de mucho desde que vivo solo.
—Eso es muy lindo.
—Bueno, es que mamá era la más linda, para absolutamente todo— presume— sabía cultivar, tenía su propio jardín, un pequeño huerto, creo que eso ayudaba a que la comida tuviese tan buen sabor, no lo sé, ella era muy ingeniosa, las frutas son costosas y ella cultivaba algunas, incluso las vendía a un precio más razonable a las otras personas del barrio en el que vivíamos— miró al techo, arrugó la nariz— y con lo que ganaba, nos íbamos ambos a... creo... si, a una cafetería, allí vendían pastelillos dulces muy deliciosos, compraba uno para cada uno y nos quedábamos allí por horas, hasta que era casi de noche, ahí sabíamos que teníamos que volver.
Blair se mordisqueó el interior de la mejilla.
—Eran muy unidos— dijo, en tono alegre, la voz de Seokjin se había ido apagando de a poco por la nostalgia del relato— y hablas de ella con mucho amor, se nota que era una buena mujer, la conexión que ambos tenían... muy hermosa.
Él rió un poco, estando de acuerdo con esa afirmación.
—Si, siempre éramos ella y yo. Mi hermano mayor... él nunca fue realmente cercano a nadie de la familia, supongo que lo era a su manera, pocas veces habló— balanceó la cabeza de lado a lado— y mis hermanas siempre han sido un dolor de cabeza, antes no tanto como ahora, pero nunca las determiné y ellas a mamá no la apreciaban tanto porque siempre las regañaba por andar molestándome.
—¿Si?
—Yo soy el menor, era el consentido de mamá, por ende me odiaban, me pellizcaban, me golpeaban— gruñó, recordando— una vez me dejaron solo en el centro y se fueron a casa, yo conocía el camino de regreso, así que cuando volví, mamá estaba histérica, llorando y me preguntó cómo me había perdido.— chasqueó la lengua— Yo no me guardé nada y le dije lo que ese par de brujas me hicieron e incluso dije que si no me creían, podían hablar con el señor del puesto de mariscos dónde me habían dejado.
—No las conozco y ya las odio.
—Conociste a una.
—La odio.
Él se rió, asintiendo.
—Yo también.
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