Ocho
Jungkook reapareció con un hombre de seguridad, pero eso no resolvió el conflicto pues parecía ser que la hermana de Seokjin estaba muy empecinada en molestar al más alto.
—¡Somos familia, Seokjin!
—No me lo recuerdes que me pone de malas. Es obvio que sabías que estaba aquí y por eso has venido a armar todo este alboroto.
Blair arrugó ambas cejas y se mantuvo en su lugar el cuál era frente al modelo y casi de cara a la mujer.
Ella siempre ha sido muy callada y prefiere mantenerse al margen de los problemas que no le conciernen, pero, en esa ocasión, un sentimiento de odio le llenó el pecho al escuchar lo que le decía a Seokjin.
—... ¡Todo por ese maldito rostro! ¡Nunca piensas en tú familia! Solo nos apartaste, eres un-
Blair dió un paso al frente y la empujó, sin mucha fuerza, solo haciéndola retroceder, se sentía muy triste.
—No le hable así— pronunció, además de decaída, estaba molesta— no tiene derecho a tratarlo de esa manera, váyase.
Sanha se fue, no sin antes advertir a Seokjin sobre que tendrían que hablar de su comportamiento algún día y como no podía faltarle al respeto a su hermana mayor.
—No tenías que hacer eso, pero, gracias—Seokjin le daba un poco de ensalada con trozos de pollo y la convencía de que era lo mejor, era delicioso y balanceado— mis hermanas, tengo dos, ellas son así, igualitas, irritantes e insufribles.
Le creía, a Blair le daba mucho coraje cuando alguien trataba mal a otra persona sin motivos para hacerlo, para ella ya era obvia la inseguridad y dolor que representaba en Seokjin tener cicatrices en el rostro, no le pareció justo que esa mujer se refiriera a su aspecto como el culpable de su mala relación familiar.
Jungkook ya se había ido a dormir a su cabaña, Seokjin invitó a Blair a comer algo antes de que ella también decidiera irse a dormir un rato antes de regresar a sus hogares, así que comía tranquila, despacio, sin afán.
—¿Puedo preguntar cuántos años tienes?
—Puedes, tengo treinta y uno— le respondió, una mueca surcó su rostro— he vivido bastante, a mí parecer, dime tú.
—Mm, tengo veintisiete. También pienso que he vivido mucho.
—Claro que no, mujer, tienes que llegar a los treinta para sentir que ya estás vieja, no antes— Blair sonrió divertida, eso no tenía sentido— ahí es cuando te das cuenta de que estás por llegar al cuarto piso, los cuarenta, woah, qué jodida locura. Dime qué harás cuando cumplas los cuarenta.
—No lo sé, se supone que para esa edad ya debería estar casada, con unos cuántos hijos.
—Mm, no.
—¿No?
—Si lo ves como una obligación, no. Imagínate la mierda que debe ser despertar todos los días y verle la cara a un idiota que no quieres ni un poco, lo peor es que no puedes simplemente agarrarlo y arrojarlo a la basura porque adivina qué, estás casada con él.
No pudo controlar su risa, eso había sido de lo más ocurrente que había escuchado.
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