Cuarenta y seis
—Yo debería asignarte a otro psicólogo porque no se supone que podamos ser amigos— comentaba Namjoon por quinta vez, Seokjin blanqueaba la mirada— no es profesional.
—¿Qué importa? Si nadie se entera está bien— rió, dejando todas sus cosas a un lado y buscando en su abrigo lo importante— necesito pedirte un favor, Namjoon.
Él vio los cuatro sobres de distintos colores que le estaba entregando y arqueó ambas cejas, confundido.
—¿Y esto?
—Cartas, se me ocurrió que era más fácil expresarme en papel que en persona, una de esas cartas es para ti, las otras son para Blair, Jungkook y mi hermano, Wojin— se encogió de hombros— quiero que las guardes y seas tú quien las entregue cuando crea que es ideal, la tuya podrás leerla cuando desees, también cuando sientas que es correcto.
—Hombre, eres muy misterioso.
—¿Me prometes que harás esto por mi?
—Lo prometo, pero no me asustes.
Seokjin rió, negando con la cabeza y regresando a su comida.
—No lo haré.— recordó entonces— ¿Irás a cenar con nosotros? Es en tres días, los padres de Blair y Jungkook quieren preparar todo el banquete.
Él asintió, claro que irían.
—Hablé con mi familia, con mis chicas, estaremos allí presentes y puntuales, usaré mi mejor traje.
—Yo también usaré traje, no se me antoja, pero lo haré.
Namjoon se rió, señalandolo con su maliciosa expresión.
—¿Blair te obligó?
—Cállate ¿quieres?— eso lo hizo reír con más ganas— pero si lo hizo, al gato y al perro también, incluso a mi hermano que odia esas cosas.
—Sabes que me hace muy bien verte tan distinto estos últimos meses— dijo, de la nada— quiero creer que te sientes feliz, Seokjin.
Sonrió a medias.
—Lo soy— mintió— bueno, por momentos, ya sabes que la felicidad no es constante. Son solo momentos y algunas personas.
Por eso trataba de no alejarse de las personas que lo hacían sentir de esa manera, pues no quería que su lado triste y magullado hiciera aparición y lo arruinara todo.
A veces creía ser un tonto por sentirse así, pero, la verdad era que ni él mismo sabía que le sucedía.
Seokjin observó con sospecha a Blair una vez llegó a casa y la vio trepada en los hombros de Jungkook. Ese árbol gigante no era suyo.
—¡Seokjinie!— gritó al verlo al fin— ¿Qué te parece?
—Interesante.
—¡El árbol! Estúpido— le dijo Jungkook, este sudaba a montones— te recomiendo decir que está asombroso, porque casi me saco un ojo cargándolo hasta aquí.
—Bien, es lindo y muy blanco. Las esferas púrpura le dan el toque.
Ayudó a Blair a bajarse y Jungkook observó el adorno orgulloso.
—Queríamos traer esferas rosa, pero no habían— dijo luego, mirándolo— parece que a pocos les gusta el rosa tanto como a ti y por eso no fabrican de ese color.
—Gente con mal gusto, nada extraño viniendo de la fea humanidad.
—No trates de esa manera a la pobre e imbécil gente, hacen su esfuerzo.
Blair puso una mano en el pecho de ambos .
—En lugar de discutir sobre si la humanidad sirve o no, mejor ayúdenme a terminar con el árbol.
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