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Romance: Max x Griffin

Lo último que vieron sus ojos antes de cerrarlos en la trinchera fue la oscuridad devorando sus sentidos. Lo primero que vieron sus ojos al abrirlos nuevamente fue una cegadora luz del sol que lo envolvía a la irónica realidad.

No había muerto.

—¡¡Griffin!! ¡Dios mío! ¡Griffin, estás despierto!

El soldado inspiró y suspiró profundamente mientras parpadeaba con pesadez. El aroma a analgesicos y sangre, la sórdida tienda de campaña tendida en el desierto y las ajustadas vendas alrededor de su cabeza, brazo izquierdo y abdomen, en ese último lugar se hallaba la herida más profunda, acolchado de gasas y algodón quirúrgico.

Se sentía como la mierda. Hacía muchísimo calor.

Sin embargo, había una voz que continuaba llamándolo. La desesperación en sus palabras lograron calarle las entrañas e hizo un esfuerzo en buscar de quien se trataba.

—¿Qué? — rodó sus ojos ante una oleada de dolor punzante. Al calmarse, gruñó sutilmente y su mirada finalmente se mantuvo enfocada. —.¿Max...?

Su compañero de batalla, pareja y alma gemela de toda su vida se encontraba al lado de la camilla con una expresión de horror, que paulatinamente se fue suavizando por cada segundo que Griffin seguía consciente.

—Sí, aquí estoy... — murmuró con afecto y sobó la mejilla colorada del chico con su pulgar. —. No te esfuerces, estamos en un lugar seguro...ganamos —sonrió débilmente. —, lo importante ahora es bajarte esa fiebre...

Fue en ese momento que Griffin se percató que estaba sudando profusamente y tenía una toalla húmeda en su frente. Max lo ha estado protegiendo desde entonces, no separándose de su lado luego de tres días cuando ocurrió la emboscada en territorio enemigo. Las bajas entre ambas contendientes fueron considerables pero Estados Unidos pudo avanzar y liberar una villa más del poder talibán. Fue gracias a él que seguía con vida.

Griffin tenía el corazón en la mano, quería decirle tantas cosas pero su mente estaba sosa, cansada, en cualquier momento podía desmayarse.

—M-Max... — su sílaba se enredó en su lengua y su vista comenzó a nublarse. Asimismo, su ritmo cardíaco se aceleró puesto que el mareo se intensificó y estaba luchando contra él.

—Shh... — el castaño posó su pulgar en los labios quebradizos de Griffin. —. Descansa, querido. Déjame cuidarte...

Max besó su mejilla, remarcando su promesa de manera física también; una de sus manos buscó y le dio un ligero apretón a la de Griffin y la otra le sirvió para cubrir los ojos azules ya cerrados para que él pudiera pernoctar en paz.

Cuando Griffin respiró con normalidad y continuó durmiendo, Max exhaló aliviado y todo su estrés se desvaneció de repente, en especial al recobrar la compostura y peinar los cabellos mojados y grasientos de sudor del joven. Por poco y lo pierde para siempre, jamás olvidará la zozobra que experimentó al ver como lo balearon frente de sus narices durante la operación de contraataque. No fueron en vano las noches en vela, ser su enfermero personal al limpiar y desinfectar sus heridas y leer en las madrugadas las cartas infantiles de su hermanito.

De momento, los aldeanos han sido de gran auxilio y les brindaban los alimentos y medicinas que podían, la pequeña tienda de campaña en donde se hallaban no sólo era para habitar que nadie se atrevía a interrumpir o traspasar, era su refugio en donde podían actuar como el actual noviazgo que tenían, ajeno ante las miradas prejuiciosas de la milicia o de los lugareños.

Ahí podrán ser los verdaderos Max y Griffin.

Con las esperanzas renovadas, Max se puso de pie, sintiendo en un santiamén sus resentidas y entumecidas piernas. Se quejó en lo bajito para no perturbar a Griffin de su sueño, se encaminó hacia el pequeño escritorio que había presente, agarró una pluma y papel y comenzó a escribir una carta con destino a Cape Cod. Mañana envían el correo a Estados Unidos y era bueno que Aslan, el hermanito de su novio, estuviera al tanto de la situación también, que su hermano mayor estaba respondiendo al tratamiento y estaba ansioso en regresar a casa con él.

Ah... eso sería perfecto. Ir juntos a Cape Cod, así por fin conocer a ese mocoso de ocho años que refleja la emoción, madurez, cariño y finura en sus párrafos en cada correspondencia que recibía Griffin.

No podía esperar que esa fantasía se volviera real.

*

Pasadas dos semanas, el diagnóstico de Griffin mejoró significativamente. Permanecía más tiempo despierto, ya no tenía las vendas en su brazo y cabeza (aunque la más complicada todavía era la del abdomen), las molestias disminuyeron y la fiebre ha bajado un poco, no sabían si todavía tenía puesto que el calor infernal de Irak lo deshidratada. Aún con todo en su contra, el panorama se hacía más claro y, posiblemente, les darían de alta para regresar a sus hogares.

Dentro de esa tienda de campaña, los dos hombres disfrutaban su tiempo ocioso juntos. Por supuesto, otros soldados y el médico militar de Griffin los llegaba a visitar, pero casi siempre estaban los dos solos. En las noches, cuando todo estaba silencioso, podían sentir los labios del uno contra el otro, los toques derramando cariño y los eternos abrazos que transmitían sus más tiernas emociones, y solo las estrellas babilonias que formaban las constelaciones zodiacales del MUL eran testigos de esas muestras de amor.

La creciente necesidad de permanecer unidos era notoria. Las personas comenzaron a contemplar la ayuda excesiva en Max. No era secreto que eran cercanos pero la forma en cómo él le masajeaba los pies de Griffin, elevaba las piernas y las giraba para estimular la circulación sanguínea para relajar los músculos al estar con movilidad reducida en esa zona o bañarlo, con el agua que les daban en botellas al ser escasa, con un trapo mojado todo su cuerpo para refrescarlo y así evitar infecciones les parecía curioso. Ni siquiera el propio personal médico o entre los mismos soldados se daban esas clases de lujos altruistas.

Sin embargo, otro motivo por lo cual Griffin recuperaba su salud fue por la reciente carta que recibió de su casa. Max tuvo que confesarle sobre el mensaje que tuvo que enviar a Cape Cod acerca de su delicado estado sin su permiso. Esperaba una explosiva reacción por parte de él, aún así...

—¿Le escribiste a mi familia? — se encontró sorprendido.

—Bueno... — se rascó la nuca. —. Solo a tu hermanito, la verdad. Es el único que responde... —arrepentido de su decisión, Max bajó la mirada.

No obstante, la volvió a alzar al escuchar la risotada de Griffin desde su cama, incluso Max se preocupó un poco a que se fuera a ahogar estando acostado.

—Ay... ¿Le dijiste a Aslan que escribe su cuñado? — sonrió entre dientes.

Max se ruborizó.

—¡¿Lo sabe?!

—Lo nuestro todavía no... — encogió sus hombros sin perder su expresión risueña. —. Que me gustan los pitos, sí — el rostro de su pareja no tenía precio. —, en especial me encanta el tuyo.

—¡Eres un sinvergüenza! ¡Ni lo has visto en acción!

Así, Max apretó los mofletes del joven con ambas manos para amortiguar esas fastidiosas risas. Griffin quiso defenderse al intentar quitarlas pero los jadeos graciosos lo volvieron débil y solo dejó que sus manos sujetaran las muñecas. A pesar de que él era el más sensible en la relación, también era él más abierto a su sexualidad, Max era un poco más reservado, aunque eso no significaba que lo amaba de menos. Su amor se expresaba mejor en acciones que en palabras, se lo ha demostrado en infinidad de veces... Incluso él fue quien tomó la iniciativa en besarlo por primera vez y dar un paso más allá a su enamoramiento.

Ya cuando la pena se le pasó a Max, la mansedumbre fue lo que predominó en su semblante. Las risas de Griffin cesaron y observó a su novio con dulzura al sentir que esas manos sobre sus mejillas aprovecharon en darle caricias, contorneando sus pómulos y delineando la línea de su quijada.

—Max... — musitó al recargar el peso de su cabeza en la palma de su pareja.

—En serio... — juntaron sus labios en un leve chasquido. —.¿Qué haré contigo? Siempre hablas de más.

—Pues, silénciame... — lo vio con picardía.

—Oh... ¿Me estás flirteando? — levantó una ceja. Se sentó al filo de la cama y se acercó al rostro para sentir su respiración ansiosa.

—Averígualo.

Ese desafío fue una sentencia. Todavía con sus manos puestas en las mejillas de Griffin, Max acercó delicadamente a sus labios y los fundió con los suyos a través de un beso endeble que luego conllevo a uno prolongado y, al separarse momentáneamente, surgieron otros más deleitables y profundos. Los suaves jadeos y las pequeñas miradas de ternura mientras sus labios se acariciaban estallan de emoción dentro de sus corazones y añoraban el agradable hormigueo en sus cuerpos.

Max suspiró después de separarse de sus labios, besar firmemente el entrecejo de Griffin y toparse apacible contra la misma con su propia frente.

—Quisiera tenerte en mis brazos por siempre...— dijo con un hilo de voz.

Griffin frunció su rostro en congoja. Él era bueno en decir sus sentimientos, pero en ese momento no sabía cómo responderle exactamente porque no sería lo suficiente para poder expresar correctamente esos sentimientos. Ese miedo latente de perder a Max vive en él también.

—Yo quiero lo mismo... — lo atrajó hacia él hacia la cama por medio de un abrazo. Max se inclinó y tuvo cuidado de no lastimar su herida. —. Quiero permanecer a tu lado... no importa en donde... — ocultó su rostro en el hombro del hombre. —, quiero sentirte cerca...

Max se separó un poco por la petición sugerente.

—¿Griffin?

El aludido lo observó con una mirada complicada de leer.

—Por favor... no sabemos cuando regresaremos a Estados Unidos... no puedo esperar a que una eventualidad nos separe — exhaló apenado. —. No lo soportaría.

Ellos no han tenido relaciones sexuales por el peligroso ambiente que están. Lo más que han llegado son los besos fogosos y luego se calman antes de que escalen a un camino sin retorno.

Es más, estas semanas son las únicas que han estado completamente a solas. ¿Y si los descubren? No podría poner a Griffin en una posición incómoda.

—Pero... estás herido...

—No tenemos que hacerlo hasta el final — interrumpió con un precioso sonrojo en sus cachetes. —. Solo... quisiera... verte...

Max suspiró y sonrió derrotado. Ya se han visto desnudos en las duchas, así que el efecto sorpresa no daría cabida. No obstante, sabía a la perfección que quería y, oh por Dios, él era muy alcahueta en negarse ante sus deseos.

Por lo mismo, tenían que ser cuidadosos y cautelosos con lo que harían a continuación.

El hombre se puso de pie, cerrando por completo la tienda de campaña militar, incluyendo las ventanas, dejando solo con la pequeña vela encendida. De inmediato, se creó un aura de misterio y romántico.

Griffin vislumbró todo desde su cama, quedando boquiabierto y sintiendo su corazón acelerarse.

Después, Max se aproximó nuevamente hacia él, se hincó hasta quedar a su altura y sin tapujos se quitó la camisa; disfrutó por el rostro anonadado de su pareja. Entonces, se sentó con una pierna flexionada en la cama y con sumo cuidado ayudó a Griffin a sentarse.

Max, con la sonrisa más enternecida que jamás le ha embozado, cogió la muñeca del joven y la colocó en su pecho, dejándola ahí para que sintiera su calor.

—Puedes tocarme, Griffin.

La mano del joven comenzó a temblar ligeramente antes de que se atreviera a mover sus dedos de forma tímida. El torso tonificado de Max tenía cicatrices de bala regadas por las batallas que aún bajo la luz tenue de la candela eran visibles. Las yemas de Griffin palparon finamente cada una de ellas en sus pectorales, bíceps y brazos para después plantarles delicados besos, agradecido que ninguna de esas heridas fueron lo suficientemente mortales de haberlo separado de su lado.

Max sintió un cosquilleo por cada roce y suspiros emanados de los labios de Griffin en su sensible piel y cómo las manos se volvieron más valientes en tocarlo vigorosamente. Rápidamente, el hombre apretó sus dientes al sentir la lengua de su pareja sobre su clavícula y después sobre uno de sus pezones mientras que sus dedos contorneaban su cadera y acariciaban su regazo encima de sus pantalón. Fue ahí que echó su cabeza hacia atrás, exhaló roncamente y masajeó la cabellera de Griffin, dejando que explorara su cuerpo lo más que quisiera.

Al rato de eso, sintió una ola de calor en su entrepierna y su bóxer comenzó a apretarle.

Por supuesto que Griffin lo notó.

—M-Max... — se incorporó, cohibido. —. Lo lamento, no pensé que...

El susodicho le arrebató las palabras de su garganta al chocar sus labios contra los de él y besarlo hambrientamente. Griffin suspiró por medio de la nariz y se excitó por la invasiva lengua de Max entrando por la fuerza en su cavidad.

—Rodea tus brazos en mi cuello... — su voz era rasposa, suave y libidinosa. Sus manos comenzaron a agitarse al querer desabrocharse su pantalón. —, ¿p-puedo quitarte el pantalón? — contempló la adorable expresión estupefacta y lasciva tallada en el rostro de su pareja al ver su pene erecto expuesto. —. Oh, Griffin...

Griffin estaba tan abrumado, nunca había sentido ese placer candente en su interior, podría explotar en cualquier momento. Sus jadeos eran reflejo de su inexperiencia sexual y su entrepierna empezó a abultarse, así que hizo caso omiso a las súplicas y quiso deshacerse de sus ropas por sí mismo ante el miembro de Max y querer satisfacerlo con locura antes de que alguien se diera cuenta.

Quería tocarlo, quería chuparlo, tragar sus jugos y que lo penetrara. Si esto es una última vez, tenía que ser perfecto.

—A-Ah... — el sudor se deslizó en su rostro y dio un respingo. Por el movimiento, se lastimó un poco su sutura.

—Hey, hey... tranquilo... — lo detuvo con un beso en la frente y sostuvo su ansiosa mano. —. Vamos despacio... — palpó con su pulgar la palma.

—Pero...

—Es nuestra primera vez... entiendo — lo abrazó con estima. —. Hacerlo bajo nuestro ritmo también lo hace especial, además...sigue herido... — escondió su rostro en el cuello de Griffin. —. No quiero lastimarte.

La sensata declaración regresó a sus cabales a Griffin. El amor desbordada en este momento íntimo y en el cuidado de su bienestar físico y mental le provocaron sosiego instantáneo.

Si fuese un placer corto o largo, tenía que disfrutarlo al máximo.

—Gracias... —lo abrazó, inspirando el aroma varonil en el cuello de Max.

Por esa acción, el hombre le dio un delicioso escalofrío.

—¿Sabes que sigo caliente? — emitió una carcajada susurrante.

Griffin compartió el mismo gesto.

—Yo igual — musitó en su oído mientras rodeó con ambos brazos el cuello de Max y escondiendo su rostro sobre los cabellos castaños de su pareja. —. Bájame el pantalón, por favor...

La respiración de Max se tornó irregular y una expansión de calor se concentró en su entrepierna. No podía apreciar la expresión de Griffin pero podía saber lo ansioso que estaba por las leves contracciones en su cuerpo y el apretón más fuerte en su cuello cuando palpó sus muslos internos sobre la tela.

Por la posición tan pegada que estaban no podía ver bien abajo, así que sus manos fueron sus ojos hacia la cremallera y desajustando las ropas para liberar el sensible pene.

Griffin al no sentir la presión de la hechura de la tela sobre su miembro, cerró fuertemente sus ojos y, sin querer, apretó más a Max en sus brazos.

Sin embargo, el hombre lo relajó con una palmada en la espalda, echándose para atrás y separando sus cuerpos ligeramente.

Max quería verlo... quería mimarlo en ese preciso instante.

Ambos suspiraron y observaron sus falos con detrimento, estaban tan entusiasmados que les comenzó a palpitar y sacar líquido pre seminal.

—Griffin... — contempló su rostro llena de nerviosismo y besó sus labios. —. No tengas miedo, ven... — sujetó uno de sus brazos y la bajó cerca de sus glandes. —, dame tu mano...

Justo cuando quiso preguntar sobre sus acciones, Max juntó sus penes con su mano, haciendo que su mente diera vueltas y soltara un jadeo ahogado.

Para evitar llamar la atención de las personas de fuera, Max rodeó con su otro brazo la espalda y aplacó sus gemidos fundiendo sus labios con los de Griffin sin medir su brusquedad. Las vibraciones en la voz quebradiza del chico se elevaron más cuando su lengua fue obligada a enredarse y teniendo un baile con la de su pareja dentro de su cavidad.

Mientras tanto, Max enlazó la mano de Griffin con la suya entre sus duros penes, estimulándose mutuamente, marcando el compás que les gustaba a los dos: trajinar de manera insistente y firme, a veces con toques circulares en sus hoyuelos.

Era tanta la cándida fricción de sus miembros que sus cuerpos dieron respingos; los lloriqueos y gruñidos roncos solo encendían más la llama placentera en ellos. Griffin le temblaron los labios y enterró sus uñas en la espalda desnuda de Max con ese brazo que aún rodeaba su cuello.

—A-Ah... Ah... — Griffin se separó un poco, moduló sus gemidos y observó a Max suplicante mientras que un hilito de saliva descendía sobre la comisura de sus labios.

El hombre exhaló desesperado ante el hermoso fulgor en los ojos azules de su amado. Griffin se estaba derritiendo de placer.

—Griffin... — aumentó la velocidad de su vaivén entre sus manos y sus caderas también se movieron rápidamente, ejerciendo más presión en sus miembros. Lo estaba viendo fijamente, solo a él. El mundo solo consistía en él. —. G-Griffin...

El aludido gimoteó su nombre después de que Max lo abordara con un beso codicioso en la boca, los sonidos húmedos aumentaron la lujuria y estaban tan cerca de eyacular que solo quería sus gemidos fueron escuchados por él.

Griffin arqueó su espalda por la intensa fuente de calor expandida en su abdomen, involuntariamente lo sacudió y sintió que algo se derramó. Por su parte, el orgasmo de Max fue consecuencia de los gemidos de su pareja, haciendo que se ahogara en éxtasis con un murmullo áspero.

Ambos se corrieron al mismo tiempo, provocando un desastre pegajoso en sus manos, muslos y abdomen.

Aunque eso fue lo de menos, ellos se observaron, jadeantes y sudorosos por lo que acababa de pasar, pero sobre todo, complacidos en haber tenido ese momento de intimidad.

—F-Fue mejor de lo que creí... — Griffin se ruborizó mientras sostenía la mano ensuciada de semen de su amado.

Max sonrió encantado.

—Y esto es solo una pizca de que lo haremos en un futuro... juntos.

Para sellar la promesa, Griffin lo besó enternecido.  Esa noche era para ellos, mañana debía de responderle la carta a Aslan. 

N/A: ¡La inspiración no me ha abandonado! Y actualizo después de 3 días. ¡¿Eso cuando pasa?! Es la primera vez en mucho tiempo que termino un capítulo en menos de 1 semana o 2. 

Me ha encantado este OS, el anterior era más sensual y sexy pero este prompt me esforcé en mostrar el amor que tienen Max y Griffin. Esta pareja definitivamente se volvió en mi ship, AKJFSDLFJS.  Espero que ustedes igual ♥

¡¡Muchas gracias a las personitas que leen y comentan este fic!! Solo me dan alas en seguir escribiendo más cosas cochambrosas alsklakf Ahora no sé cuando actualizaré, así que estén atentos ;) 

Se cuidan mucho ♥ esta autora los quiere ♥♥♥

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