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3.- Como una hermana


Durante cinco días, y arrepentida de haber aceptado su propuesta, pensé si realmente valdría la pena demostrar que el juego era algo absurdo. Más Chris me impidió salirme del juego hasta demostrarle lo contrario a los demás, quienes se veían entusiasmados ante los resultados finales.

Durante la mañana tuve la visita de Rachel en mi oficina, a quien observé desde mi escritorio, analítica y un tanto aburrida mientras ella me comentaba lo excitada que estaba al querer saber si Paul Cooper, era el indicado para ella. No supe que responder. Las palabras no brotaban de mi boca. Me quedé en silencio escuchando lo que mi amiga decía acerca de Paul a quien poco conocía pero que, daba por hecho que el juego le daría la respuesta con respecto a su pareja ficticia.

—Insisto, esto es ilógico. —Le dije a Chris. Ambos acordamos en encontrarnos antes de la hora de almuerzo pues, el casino estaba libre y no corríamos el riesgo de que alguien escuchara nuestro plan que, esperaba diera resultados. —Me siento como una adolescente, probando suerte en algo que sé no hay nada que probar.

Evans sonrió después de darle un sorbo a su café. Lo degustó por un momento antes de responder.

—Creo que le estas subiendo el perfil al asunto. — Comentó con una postura bastante relajada. —¿Acaso no te quieres divertir, Claire? ¡Mírale el lado positivo! Sabes que entre nosotros no sucederá nada, no hay química, y nunca lo habrá. —Explicó. —No te lo tomes personal... —Se apresuró en decir, soltando una risita en el proceso. —Te encuentro hermosa, inteligente y además una mujer bastante peculiar. —Aclaró. Hizo una pausa para poder darle otro sorbo a su café. —Pero no siento más que sólo cariño como lo siento por mi hermana...

Una parte de mí se liberó tras escuchar aquellas palabras llenas de convicción y sentimientos de cariño fraterno. Que Chris me viera como una hermana, no hacía más que convencerme de que nada malo pasaría si seguía su plan. Después de todo, él se mostraba convencido y ello, de alguna forma, lograba convencerme.

—Entiendo. —Asentí aliviada. —La verdad es que siento lo mismo. —reí. —bien, supongo que esto funcionará. Digo, demostrar que lo de nosotros no funcionará.

Chris asintió.

—Ya verás, Claire. Destruiremos su ilusión. —Y dicho aquello, soltó una risita burlona.

—Eres cruel. —Dije. Chris alzó una de sus cejas, sonriendo de lado. —Creo que me agrada esa faceta tuya...

Ambos reímos en conjunto.

Mi risa cesó tras ver que la puerta del casino se abría dejando ver a nuestros amigos participes del juego. Actuaban normal, ninguno, a mi parecer, había conseguido avances. Y, es que era difícil que ello se realizara considerando que solo había transcurrido una semana desde la proposición del juego.

Sus burlas no se hicieron esperar. En cuanto nos vieron, comenzaron a realizar comentarios burlescos. Sonreí, esperando que sus burlas cesaran y desviaran el tema de nuestro encuentro con Chris a otro de interés en general. Sin embargo, Evans les seguía la corriente. Complaciendo a los jóvenes que impacientes se encontraban por saber los resultados de nuestra relación ficticia.

—Estábamos fijando un día para ir al cine. — Respondió Chris ante la pregunta de Amanda sobre qué era lo que estábamos haciendo tan temprano en el casino. La mentira hizo que la muchacha de cabello negro soltara un chillido emocionado y aplaudiera como si de una niña pequeña se trataba. Chris le había dado lo que ella y, en realidad todos, querían. Escuchar que ambos ya comenzábamos a ser realmente participe de la apuesta. ¿No era eso lo que querían? ¿Verificar que el juego funcionaba? Entonces, pude captar las intenciones de Chris para con las ilusiones de mis colegas.

—¿Y qué película verán? —Preguntó Rachel, mientras jugaba con uno de sus mechones de cabello. La muchacha entre sonrisas picaras y miradas cómplices con los demás, esperaban la respuesta del rubio.

—Aún no lo sabemos. —Respondió Chris. —Algo de acción...

—Qué poco romántico eres, Evans. —Carcajeó Amanda. Chris se encogió de hombros y me miró.

—Por algo debemos empezar, ¿no? —Cuestioné a mis compañeros.

—Cuando hablan de cine, ¿se refieren literalmente al cine? ¿O al cine...? –Nos cuestionó Luke, elevando sus cejas de arriba hacia abajo, entre risas que dejaban en evidencia el sentido de su pregunta. Evans rio con suavidad. Quizás, riéndose de lo estúpidos que se veían al creer cada palabra que él les decía.

Chris aclaró que solo era una ida al cine como amigos que él, a diferencia de ellos, no tenía en mente propasarse conmigo. Las burlas nuevamente no se hicieron esperar. Lo cual no me importó en absoluto. Creía en Chris, y su convicción de que sólo me podía llegar a ver como una de sus hermanas.

¿Qué estaba haciendo con mi vida? Pregunté desde mi fuero interno. Escuchaba a mis amigos parlotear y soltar risotadas, mas yo me limité a sonreír de forma automática y a asentir sin prestar realmente atención. El plan de Evans sonaba bastante bien si se quería engañar a los demás participantes, pero, ¿realmente sucedería lo que nosotros esperábamos? Chris parecía ser un hombre bastante convencido de lo que quería y pensaba. Él, más que nadie en el grupo tenía claro que no sería él quien perdería. Podía dar fe de mi misma que aquello tampoco me sucedería, pero, ¿qué tan cierto podía ser aquello?

Observé a mis colegas detenidamente. Rachel y Amanda eran las más emocionadas, lógicamente. Coqueteaban con sus parejas sin saber si realmente eran los indicados, haciendo del juego algo ridículo. Más de lo que ya era. Paul y Luke por otro lado se entretenían haciendo comentarios al respecto, tomando el juego como algo pasajero, algo divertido, algo con lo que se pueda pasar el tiempo, mientras que Chris, él simplemente mantenía una extraña mezcla de relajación, excitación y convicción de sí mismo

Respiré hondo. Estaba mal. ¡Sí! ¡Lo estaba! Pero la curiosidad siempre fue mi enemiga.

—Eres demasiado curiosa, Claire. – Me decía mi madre, casi reprendiéndome por tal acto. —Algún día, si no manejas esa curiosidad, saldrás perdiendo. — Las palabras de la mujer que me dio la vida, en su momento me parecían egoístas. Mi padre, al contrario, siempre nos incentivó a ser curiosos. Pero, ¿hasta qué punto era bueno ser curioso? Entonces, las palabras de mi madre llegaban a mi mente con la intención de hacer ruido; de hacerme reaccionar de alguna forma y evitar estragos por una decisión que, a simple vista se veía divertida realizar pero que iba conducida por la mera curiosidad por saber cómo terminaría todo.

—La curiosidad mató al gato, hija. Y, por alguna razón, por primera vez en mi vida, me sentí como un gato en peligro. 


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