23.- hacer un plan en la ciudad que no suelen hacer
Repasé la lista de desafíos durante la tarde antes de regresar a casa. Me acomodé sobre mi asiento, reposando mi espalda sobre el respaldo, soltando un suspiro pesado. Nuevamente me vi envuelta en el dilema de aceptar o no salir con Chris.
Durante la mañana recibí su visita. Se sentó sobre el diván y me pidió ver la hoja que Amanda nos había dado. Me parecía curioso que él tuviese interés por realizar cada una de los enunciados impresos en la hoja. De una actitud reacia, escéptica, y ciertamente desinteresada, Chris, ahora, se mostraba totalmente insistente en ser partícipe de los desafíos.
Quise cuestionar su actitud pues, me llamaba la atención que se viese tan entusiasmado. Aunque siempre lo demostró estar, sin embargo, el entusiasmo que demostraba tener ahora, era muy distinto al que demostró meses atrás, cuando ambos, estábamos muy seguros de no cruzar la línea de la amistad.
Ahora, ello me hacía dudar.
Elegí finalmente uno de los enunciados que me ofrecía la lista. Le envié un mensaje a Chris, quien me respondió de inmediato estar de acuerdo con ello. Había pensado en visitar una galería de arte que exponía las obras de una mujer oriunda de Suecia. Sus obras al parecer eran famosas, al menos en la TV lo anunciaban, motivando a los ciudadanos a ver ser testigo de ello.
Quise, evidentemente, ser testigo junto a Chris.
Durante el día siguiente, pensé en la posibilidad de no asistir. Inventaría una excusa y me quedaría en casa viendo alguna serie o simplemente durmiendo. Había despertado con la horrible sensación de que el juego entre ambos se nos estaba yendo de las manos, al menos por mi parte. No era normal despertar con el corazón acelerado por saber que saldría con quien consideraba mi amigo. Eran latidos fuertes y dolorosos, pero también llenos de regocijo y emoción.
Existía cierta dicotomía que comenzó a hacerme ruido y a hacerme cuestionar si realmente estaba considerando a Chris sólo como un amigo. Analicé la situación durante horas. Tendida en la cama mientas observaba el cielo raso. A medida que pasa el tiempo sumergida en mis pensamientos, más dudas tenía; más alteraciones fisiológicas sentía y más confundida me encontraba.
Opté finalmente, levantarme y darme una ducha, esperando que el agua pudiera sosegar mis pensamientos y calmarme un poco. Lo logró por unos segundos pues, divagué en muchos temas que tenía pendiente. Uno de ellos, era visitar a mis padres y disculparme por mi ausencia y rencor. Realmente no era justo discutir con ellos a causa de Matthew. No valía la pena, era hora de volver a reconstruir a la familia, y ello lo comenzaría a hacer desde ese día, cuando llegara a casa durante la tarde.
El reloj marcó las tres y media de la tarde. Nuestra reunión sería a las cuatro. Tomé mi abrigo y mi bolso y salí, no sin antes asegurarme que todo estuviese en orden. Caminé por la acera con calma y confiada en que lo más probable, Chris iba a llegar tarde. Pero no fue así. Él, a las cuatro ya se encontraba en la esquina que utilizábamos como referencia.
Me acerqué y saludé con normalidad; como dos amigos que jamás se atreverían a cruzar la línea de la amistad.
—Tengo un conocido que nos dará un tour por la galería. —Me dijo, sonriente. —Nos explicará el significado de cada pintura, la técnica y el valor de cada obra.
—Millones debe costar sólo uno. —Comenté. —Ha de ganar demasiado dinero en su país.
—¿Tú crees? —Me preguntó. —No creo. La pintura no es muy valorada.
—Aquí no es valorada. —Reí. —Seguramente en Suecia lo es. Habría que viajar y estudiar la valoración del arte.
—¿Te gustaría viajar a Suecia, Claire? —Me preguntó. Noté su mirada en mi anatomía, analizándome. Evité mirarlo, no quería sonrojarme y menos dar indicios de que su presencia comenzaba a cohibirme. Me limité a mirar al frente y enfocar mi atención en las personas que pasaban a nuestro lado y en las flores que decoraban el parque.
—Me gustaría. —Afirmé. —Pero no es mi primera opción. Siempre he querido viajar a Grecia, he visto fotos en internet y es realmente hermoso todo. La forma de las viviendas, el mar, el color del paisaje... —Suspiré. —Es uno de mis sueños frustrados.
Chris sonrió con ternura.
—Sé que lograras viajar a Grecia, Claire. —Me dijo. —Te creo capaz.
Sonreí, más no dije nada. Imaginé mis vacaciones en ese lugar, en compañía. Con su compañía.
Caminamos un largo tramo hasta poder dar con la galería de artes. Chris se detuvo frente a una ventanilla fuera del recinto, en donde se pagaba cierta suma de dinero por entrar y apreciar las obras de arte. No escuché lo que decía Chris pues me puse a leer algunos afiches pegados en las paredes del edificio. La mayoría hablaba de las obras que llegarían el próximo mes. Algunos bocetos de Picasso y algunas obras surrealistas como las de Vladimir Kunch.
Chris me hizo una seña con su mano y me acerqué, percatándome de que no estaba solo, sino en compañía de un sujeto casi de la misma edad que él.
—Pueden pasar totalmente gratis. —Dijo el sujeto. —Yo invito.
Tanto Chris como él soltaron risitas divertidas.
—Gracias Joseph, te debo una. —Le dijo Chris. —Ella es Claire, una amiga. Claire, él es Joseph, mi primo.
—Un gusto. —Le tendí mi mano. Joseph tomó la mía con delicadeza, dándole un ligero apretón.
—Un gusto, amiga de Chris. —Dijo el sujeto con un ligero tono socarrón que Chris, al parecer no percibió. —Bien, ¿pasemos?
Asentimos, caminando tras Joseph, quien haría de nuestro guiador.
El lugar era enorme e iluminado con luz tenue, acorde a la situación. Miré hacia todos lados, sin saber qué columna vería primero pues, estaban por todos lados. Joseph nos recomendó mirar primero las obras de la derecha, pues podríamos dar la vuelta y abarcar también las del lado izquierdo de la galería
Caminamos lentos, observadores y analistas. Cada cuadro costaba casi nueve millones, según lo dicho por el primo de Chris. También nos aclaró que muchos de los cuadros, ya habían sido vendidos a gente de la élite.
Nos explicó el significado de cada obra y la técnica que había utilizado para darle sombra y realismo a cada figura humana o paisaje plasmado en los lienzos. También nos contó la historia de cada una de ellas, introduciéndonos al mundo de la mujer quien, tal parecía había tenido una vida no muy grata pues, ésta la dejó plasmada en más de una de las imágenes que se exponían.
Miré una de las obras. Me había llamado la atención la manera en la que las dos personas retratadas se miraban a los ojos. Estaban de frente, casi rozando sus labios. Ambos se admiraban con devoción, demostrando cuanto se amaban. Me pregunté si la autora había vivido algo parecido a lo que había retratado en el lienzo pues, lo que sentí al ver la imagen, me hizo experimentar sensaciones que no creí percibir con una simple imagen.
—Hermoso, ¿no? —Joseph se encontraba a mi lado, contemplando la misma imagen. Miré a su lado, esperando encontrar a Chris, pero éste se encontraba observando otra imagen, casi al otro lado de la galería.
—Es lindo. —Asentí ligeramente. —La manera en la que se miran a los ojos. Es como si pudiera sentir lo que cada uno experimenta.
—No eres la única. Varias personas me han dicho lo mismo. —Dijo. —Quien pintó esto lo hizo en base a su experiencia. Ese hombre es el amigo de la mujer. Quiso retratar lo que nunca pudo decirle directamente. Según lo que me han informado, ella se había enamorado de él, pero él, nunca lo supo. Se fue de Suecia sin siquiera saber que su amiga deseaba su amor.
Tragué saliva, atónita ante la historia que había tras la pintura.
—¿Eso es cierto? —Inquirí escéptica. —¿Cómo lo sabes? ¿ella lo contó?
—Al parecer sí. —Se encogió de hombros. —Al menos eso me han dicho, que ella en la exposición que realizó en Suecia lo dijo. Pero fue un tema que no abordó a fondo. Muchos de los que asistieron vieron que el tema aún era algo que ella no superaba.
Miré nuevamente el lienzo. Lancé un suspiro y me alejé de él. Era hermoso, pero la sensación que me dejaba era extrañamente agria.
—¿Nos vamos, muñeca? —Me preguntó Chris en cuanto regresó a mi lado al ver que Joseph ya no me hacía compañía.
Miré por última vez el lienzo a lo lejos. Mi pecho se contrajo ligeramente.
Suspiré, volviendo a mirar a Chris para regalarle una sonrisa apacible.
—Vamos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro