21.- Construir algo juntos
El tono y vibración de mi teléfono celular me hizo brincar sobre mi puesto. Dejé a un lado el libro que estaba leyendo para mirar el aparato sobre la mesa y leer el nombre de la persona que me llamaba. Me sorprendí pues, Margaret nunca me llamaba si no era por una emergencia familiar.
—¿Le sucedió algo a papá? —Le pregunté en cuanto contesté su llamado. Margaret como siempre, rio cuan niña pequeña realizaba una travesura. —Detesto que hagas eso...
—¿Hacer qué, hermanita? —Cuestionó. —¿Acaso le tiene que suceder algo a papá para que te tenga que llamar? —Y volvió a reír. —Quería saber cómo estabas. Hace tiempo no nos vemos, y es irónico, sabiendo que vives a sólo cuadras de nosotros.
—Hay muchas cosas irónicas en la vida, Margaret. —Bufé. —Como, por ejemplo, el hecho de que mamá haya invitado a Matthew al supuesto almuerzo familiar de hace meses atrás. Irónico, ¿no?
—Claire, no sé si has tenido la oportunidad de hablar con ese idiota, pero él la convenció para que mintiera. —Declaró. —Mi padre no estaba de acuerdo, sabía cómo ibas a reaccionar, pero mamá es así. Fácil de persuadir.
—No tenía derecho. —Musité. —Hablé con Matthew hace dos días atrás. Espero no verlo más, ¿sabes? Lo han dejado y ha venido a la ciudad sólo para pedirme consejos de supervivencia amorosa. —Resoplé. —¿Puedes creerlo? También me esperó fuera de mi trabajo hace un mes atrás; me volví loca, lo debo admitir. Me tomó por sorpresa.
—Idiota. —Masculló entre dientes, molesta. —Claire, lo lamento, de verdad. —Dijo. Ahora su tono de voz no era infantil, sino más bien serio y maduro, como la de una hermana mayor demostrando preocupación por su hermana pequeña.
—Descuida, Margaret. Creo que fue lo mejor. Aunque me cueste admitirlo, esto me sirvió para cerrar el ciclo. —Suspiré. — Ahora cree que un colega mío es mi novio. Tengo esperanzas de que esa información lo aleje totalmente de mi vida.
Margaret carcajeo suave.
—Esperemos que funcione, hermanita. Por cierto, ¿quién es ese colega tuyo, uhm? —Dijo socarrona. Lancé una risotada y de inmediato sentí la piel de mis mejillas arder.
—Es un colega y muy buen amigo. Nada del otro mundo. Él me ayudó en el primer encuentro con Matthew. Y se lo agradezco mucho. —Sonreí automáticamente al recordar aquel día. Ver a Chris en ese momento había hinchado mi pecho de felicidad pues, había significado mi salvación.
—Bueno, si te ha ayudado, déjame decirte que es un muy buen amigo. —Rio mi hermana. —No cualquiera Se enfrenta al ex novio de una amiga, y menos si se trata de Matthew. Tu amigo vale oro, Claire.
Y era cierto. Matthew era intimidante para muchas personas, más, claramente no lo fue para Chris.
Quise contarle a Margaret acerca del juego y en lo que consistía la apuesta. Pero me arrepentí, creyendo que, lo mejor, era mantener todo en secreto. Así, nadie iba a saber que yo, Claire Blair, era partícipe de un juego carente de madurez.
******
Tomé un par de carpetas y las posicioné encima del escritorio junto a las otras que debía revisar. Miré mi reloj y decidí que ya era hora de irse a casa. Observé las doce carpetas acumuladas y bufé por lo bajo. Maeve no había ido a trabajar ese día, por lo que en mi recayó la responsabilidad que ella tenía al rellenar el formulario requerido por Müller.
Aún debía rellenar más fichas, por lo que las ordené en sus respectivos lugares para seguir con la labor en casa.
Cogí mis pertenencias y me encaminé hasta la puerta de mi oficina. Al abrirla me encontré con Chris, a punto de golpearla. Le miré extrañada. No lo había visto durante todo el día.
—¿Te animas? —Me preguntó con una sonrisa en sus labios.
—¿Animarme a qué?
—A construir un rompecabezas. —Dijo.
—¿Es un poco tarde, no crees? — Cuestioné. Chris negó con su cabeza, en desacuerdo con mi comentario. —Tengo que terminar unos formularios, Evans. ¿Puede ser otro día?
—No, no puede ser otro día. —Repuso. —Vamos, te ayudaré con los formularios después de terminar el rompecabezas.
Acepté. Nuevamente me veía a su lado caminando por las calles de la ciudad en dirección a su departamento. A diferencia de hace dos días atrás, Evans habló todo el camino, comentándome sobre la situación que estaba pasando su hermana, lo que pensaba su familia y él respectivamente. Se veía indignado e impotente al no poder hacer más por su hermana. Tenía claro que era un proceso por el cual ella debía pasar, pero él, personalmente, no quería presenciarlo. Había niños de por medio; niños que, aparentemente quedarían sin su padre.
—Chris, lo único que puedes hacer es apoyarla. Hacerle saber que están con ella, pase lo que pase. —Le dije una vez nos encontrábamos dentro de su departamento. El rubio se apresuró en encender la calefacción al percibir lo fría que se encontraba la habitación en cuanto pusimos un pie dentro de ella.
—¿Sabes? Yo te confesé haberle sido infiel a una de mis parejas...—Comentó. Pude percibir un cierto atisbo de vergüenza en su tono de voz. —Ahora me arrepiento. Pienso en mi hermana y, automáticamente pienso en lo que hice con esa chica. —Suspiró abrumado. —Si tuviera la oportunidad de encontrármela en la calle, no dudaría en pedirle perdón.
Curioso, pensé. Un pensamiento semejante al que tuvo Matthew, con la única diferencia de que Chris realmente sentía remordimiento al haber sido infiel, por lo que su acercamiento no sería más que para remediar, de alguna forma, el daño que hizo. Matthew fue todo lo contrario. El buscaba, en el fondo, humillarme con su personalidad narcisista y petulante.
—Es un bonito gesto de tu parte, Chris. —Felicité. —Espero que la vida te de esa oportunidad.
Despejamos el living para poder armar el rompecabezas que Chris, me confesó, había comprado hace semanas atrás. Creyó que lo podía armar solo, pero al ver la cantidad de piezas pertenecientes al juego, decidió que debía buscar ayuda. Y esa ayuda, era yo.
Tomé todas las piezas posibles y comencé a unirlas en base a la figura y color. Chris tomó otras y realizó la misma acción; unirlas dependiendo de las características y cavidades de cada pieza. Comentamos trivialidades, nos reíamos, nos golpeábamos ligeramente los brazos ante las bromas socarronas del otro, para luego volver a conversar con seriedad sobre algún tema en particular.
Recogí una de las tantas piezas y la uní a la que creía era la correcta. Chris se veía concentrado con las suyas, analizando la pieza correspondiente a lo que él llevaba hecho. Entonces, recordé lo que había dicho Matthew sobre Chris. Creer en que él era capaz de notificarme sobre una posible conquista en su vida era poner las manos al fuego por alguien que tuvo el descaro de serle infiel a una de sus novias. Cualquiera dudaría en creer después de que él confesara su infidelidad, y era lógico. Chris, viéndolo fríamente, no era de fiar. Cabía la posibilidad de Matthew dijera la verdad, pero también, era posible que mintiera ante el rencor que sentía por el rubio. Lo había encarado; había boicoteado el plan que tenía, seguramente, desde que subió al avión en Italia para poder llegar a mí y hablarme.
La única oportunidad que tuvo Matthew para conversar conmigo, hasta ese momento, se vio arruinada por un desconocido, un muchacho que, bien sabía que para mi ex novio era un niño entrometido. Más para mí, era quien me había salvado de las fauces del león.
Miré al rubio, y cuando lo hice, éste me miró. Desvié la vista hacia las piezas arrumadas al lado del avance que llevábamos. Tomé una de las piezas y analicé el lugar correspondiente dentro de todo lo que llevábamos armado.
—Creo que esto debemos dejarlo para el fin de semana. —Comenté. Tomé otra pieza y volví a hacer lo mismo: Analizar.
Chris aceptó el hecho de terminar el rompecabezas durante el fin de semana. Me levanté del suelo y le ayudé a devolver todo en su lugar. Los divanes fueron ordenados en conjunto con la mesa que ocupaba lugar en el living. Tomé mi bolso y me dispuse a irme de su hogar, pese a que Chris me insistió en quedarme para ayudarme a terminar los formularios.
Rechacé su oferta.
—¿Segura que no quieres mi ayuda? —Inquirió. —Son muchos formularios para una noche.
—Segura, puedo con esto. —Sonreí. —Te agradezco la ayuda de todas formas. Quizás te cobre la palabra uno de estos días.
—Bien, sólo llámame.
Asentí ligeramente, cruzando la puerta de su hogar. Más, me detuve frente a su puerta. Chris sonrió.
—Chris, ¿te puedo preguntar algo? —Balbuceé. Me mordí el labio, inquita y ciertamente avergonzada. La pregunta era simple, a decir verdad, pero temía que su respuesta no fuese algo que quisiera escuchar en ese momento.
—Claro, dime.
Respiré profundo para dejar salir el aire de mis pulmones con pesadez.
—Si llega alguien a tu vida... alguien que tú quieres a tu lado, me lo dirías, ¿cierto? —Pregunté cauta. Evans frunció el ceño y sonrió en el proceso. Algo tierno, pero extrañado también por mi pregunta. —Necesito saber que no me mentirás en eso, que no me harás partícipe de una traición; necesito saber que puedo confiar en ti.
Chris me observó por unos segundos, sereno, sin expresión alguna, lo que me hizo sentir aún más avergonzada. Finalmente asintió y volvió a sonreír cortamente.
—Claro que te diré, Claire. —Afirmó. —No lo dudes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro