Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20.- Mentiras

Creí, por un momento, que volver a ver a Matthew iba a ser un suceso que detonaría un estallido en mi interior a nivel emocional, algo así como una crisis de pánico. Pero no fue así. Lo vi bajar del auto con su característica actitud; flamante y muy gallardo. Los años habían pasado, pero él seguía siendo el mismo hombre con desplante, aquel que sabía que era apuesto, que hacía las cosas bien y, que era imposible que algo fuese a fallar si él tenía el control.

Me causó una ligera molestia que no dudó en convertirse en algo pasajero y poco impactante para mi estado de ánimo. El hombre frente a mí se sacó las gafas oscuras que cubrían sus ojos del sol y sonrió casi triunfal al verme sola, sin nadie que boicoteara su reunión conmigo.

—¿Está tu novio en casa? —Me preguntó. Dio una ligera vista a mi hogar, esperando a que mi supuesto novio saliera de casa y le encarara nuevamente. —No quiero tener pleitos con nadie...

—Descuida, no se encuentra en casa. —Espeté. —¿Qué quieres? Tengo cosas que hacer.

—Sólo serán diez minutos. —Dijo. Me mordí el labio, no muy segura de dejar que él tuviese la oportunidad de conocer el lugar en donde vivía. Lo consideraba algo privado; algo de lo que no cualquiera podía tener el honor de conocer. Matthew al parecer captó el dilema que tenía pues, me propuso hablar abiertamente en alguna cafetería cercana.

Entré a casa y me cambié de ropa. Algo cómodo e informal. Tomé mi bolso, un par de monedas para pagar lo consumido y salí de mi hogar. Matthew abrió la puerta delantera del auto, invitándome a entrar y sentarme a su lado. Aunque hubiese preferido sentarme atrás, éste se me adelantó, por lo que no objeté su invitación. Iba a ser muy obvio mi rechazo y la idea, era saber llevar la situación con dignidad.

Me vi envuelta en recuerdos que mi mente no tuvo problemas en recrear. Fue increíble la manera en la que mi mente me remontó al pasado, haciéndome vivir la situación tal como la viví hace años atrás, cuando Matthew y yo estábamos a meses de sellar nuestra relación de noviazgo en matrimonio. Se sentía lindo viajar con él y conversar de cualquier tema, aunque fuese muy tonto; nosotros lo hacíamos divertido. Reíamos, cantábamos, reñíamos para luego reconciliarnos y finalizar el día con una sesión de besos y sexo que duraba toda la noche.

Sí, mi vida había sido maravillosa a su lado. Pero efímera a mi parecer. Todo lo construido en cinco años de noviazgo se derrumbó tan repentinamente, que me era difícil creer que esa era mi realidad.

Fue como despertar abruptamente de un sueño maravilloso, digno de guardar, para luego recordarlo y fantasear con que algún día, todo lo que sucedió en el sueño se convertiría en realidad. Más, la decepción al despertar, se convirtió en algo amargo que no dudó en bañar y consumir mi alma durante mucho tiempo.

Me vi perdida, desolada y traicionada, e incapaz de volver a creer en hombre alguno.

Matthew condujo hasta llegar a una cafetería en el centro de la ciudad. No era muy conocida pues, el local era pequeño a comparación de otras que se podía presenciar a simple vista, pero él dio fe de que el café que servían allí era incomparable.

Entramos y nos sentamos en uno de los puestos ubicados en la esquina del local, al lado de un ventanal que nos dejaba ver parte de la ciudad y sus habitantes caminar por la acera. Permanecimos en silencio viendo el menú que ofrecía el lugar. Pedí sólo un café. Luego llegaría a casa y comería algo decente. Hasta ese momento no se me apetecía probar bocado alguno.

Matthew por su parte pidió un café expreso y un pastel de arándano.

—Bien, dime. ¿Qué me quieres decir? —Le dije. Me apoyé en el respaldo del asiento y me crucé de brazos. Le miré fijo e impasible. Matthew esbozó una ligera sonrisa, desviando su mirada hacia sus manos que reposaban sobre la mesa.

—Sé que estás molesta conmigo...

—La palabra "molesta" queda muy pequeña al lado de lo que realmente siento, Matthew. No reduzcas las cosas, dilas con sus respectivos nombres. —Espeté. Matt asintió ligeramente. —Estoy furiosa.

—No se nota. —Murmuró.

—Créelo. —Repuse. —Lo estoy.

—Sé que estás furiosa. —Dijo esta vez, corrigiendo su enunciado. —Y te entiendo. Te entiendo completamente. Sé que te dañé, tu madre me contó el proceso que viviste...

—Mi madre. —Reí divertida, pero con cierto desgano. Me causaba gracia saber que mi madre siguiera ayudando al hombre que destruyó el corazón de su hija. —Supiste como ganártela, Matthew. Ahora resulta que te ama pese a todo lo que hiciste. —Rodeé los ojos.

—No tanto como crees. —Repuso. —No soy bienvenido en tu casa, debes saber eso.

—Ya, pero ese día te tenían un almuerzo familiar. —Le recordé. — Si no eres bienvenido a casa, entonces no sé qué clase de bienvenida fue la que te hicieron ese día. Además, me mintieron.

—No fue culpa de ellos, Claire. —Suspiró con pesadez. —Yo pedí que mintieran. —Confesó. Esta vez, su voz sonó débil, como si el aliento se le fuese a acabar en cualquier momento. — Fue un error, eso también lo sé, pero debía encontrar una forma para poder acercarme a ti y poder tener esta conversación.

—Tú y tu afán por querer controlar todo, Matt. —Volví a reír. —Tal parece que no se te ocurren otras ideas para conseguir lo que quieres. Apareces de la nada, sin siquiera contactarte conmigo antes, prefieres aliarte con mi familia y volver a causarme daño y luego, como si fuese poco, apareces fuera de mi trabajo con la intención de querer hablar. Dime, Matthew, ¿qué te hizo pensar que yo quería hablar contigo, uhm?

—Supuse que querías respuestas. —Murmuró. Reí con desgano. —Todos, tarde o temprano queremos respuesta. —No respondí, me limité a observarlo, analizando sus palabras detenidamente. Se creó el silencio entre nosotros; un silencio cargado de diversas emociones. — Creí que dejar pasar el tiempo suficiente era lo mejor para ti, Claire. Créeme cuando te digo que tenía la intención de hablarte al mes después de haberte dejado plant...—Matthew enmudeció, incómodo al recordar su acto. Tragó saliva.

—¿Cuando me dejaste plantada? —Cuestioné. —Vamos, son palabras simples. Repite conmigo "tuve la intención de hablarte al mes después de haberte dejado plantada" —Matthew endureció su semblante, tornándose totalmente inexpresivo.

Reí por lo bajo. Ahora era él quien sufría por el daño que me causó y yo, no hacía más que gozar con aquello. De reojo vi a la muchacha acercarse a nosotros con nuestros pedidos, asique opté por no decir nada aún. La mujer sonrió mientras nos hacía entrega de lo solicitado, mencionándole a Matthew que el pastel de arándanos le iba a encantar. Sin embargo, Matthew no prestó demasiada atención a lo que la mujer le decía pues, su mirada no dejó de analizar mi postura.

Le dimos las gracias y ambos decidimos dar un sorbo de nuestros cafés antes de seguir hablando.

—Creí que hablar contigo después de lo que sucedió, iba a ser buena idea si dejaba pasar un mes. Era mi intención, pero Rachel me comentó que era mejor no hacer nada. —Murmuró. —Me contó lo mal que estabas, y yo decidí entonces, no acercarme a ti hasta luego de un tiempo.

—Después de cinco años...—Le acusé. Matthew se removió incomodo sobre su asiento. —Supe que te fuiste a Italia a los dos meses después con la que ahora figuro es tu esposa. Lo tenías todo planeado, ¿no? —Matthew se mordió el labio. —¿Qué? ¿creías que no tenía conocimiento sobre eso?

—Sé que no eres tonta, Claire. Lo ibas a saber de todas formas.

—Tienes razón, no soy tonta, pero me trataste como una. —Bramé. —Te voy a preguntar algo, Matthew, pero quiero que seas sincero conmigo.

—Lo que sea. —Aceptó rápidamente. —Pregúntame lo que sea. Seré sincero.

Tomé un sorbo de mi café y lo saboreé antes de hacer mi pregunta. Sabía que iba a doler escuchar su respuesta porque en el fondo, tenía entendido que él desde hace mucho me había reemplazado por otra mujer. Nadie me lo dijo, y yo tampoco lo vi. No tenía pruebas verídicas al respecto más que el recuerdo de su actitud hacia a mí. Era fría y a ratos cálida, atento para luego ignorarme. Sus besos eran suaves, para luego tornarse bruscos y sin sabor alguno. Los podía recordar perfectamente pues, cada una de sus acciones sabia a engaño.

—Antes de la boda, ¿tú ya tenías a otra mujer en tu vida? —Lancé la pregunta y esperé su respuesta con paciencia y aparentemente sosegada.

Matthew no demoró en darme una respuesta. Creí que lo pensaría antes de hablar, más él, escupió un "no" de inmediato. Reí por lo bajo. Pese al tiempo transcurrido, aún me acordaba cómo reaccionaba ante las mentiras que él mismo creaba. Le seguí la corriente, ya no valía la pena discutir por lo que hizo en el pasado y el propósito que tuvo para hacerlo.

—Te creo. —Mentí.

—Es la verdad, nunca se me pasó por la cabeza engañarte mientras éramos novios. —Dijo, convencido de sus palabras. —Lorena llegó al mes después. Fue un error comenzar algo con ella tan pronto, pero sucedió. Me sentí mal, pero luego creí que lo mejor era mantener una distancia, dejar que el tiempo pasara para que las aguas se calmen y después, si se daba la oportunidad, buscarte y aclarar todo.

No me convencía, en lo absoluto.

—Bueno, todos cometemos errores, ¿no? —Matthew no respondió nada. Su ceño se arrugó ligeramente tanto como su labio al formar una mueca que denotaba lo incómodo que se encontraba por confesar tanto. —Dime, ¿me amaste como se debe amar a una persona?

—Lo hice, Claire. —Afirmó en un movimiento de cabeza, rápido y convencido. —Realmente lo hice. —Volví a reír, divertida al ver cómo él se creía su propia mentira. Mi ex novio se acomodó en su asiento y se inclinó ligeramente hacia adelante para apoyar sus codos sobre la mesa. —El chico del otro día, ¿es tu novio?

Alcé una ceja, y recordé el día en el que Chris había llegado a mi rescate. Lancé un suspiro, lamentando que el día con Evans haya sido tan amargo en comparación con otros días.

—¿Debería importarte? —Cuestioné.

—Es curiosidad. —Se encogió de hombros. —Se arriesgó a recibir la paliza de su vida por ti. —Es cierto, pensé. Chris parecía estar dispuesto a pelear con Matthew.

Un ligero estremecimiento recorrió mi anatomía al imaginar aquella escena. Más, por alguna extraña razón, mi fe en cuanto a quien ganaría la riña, la ponía completamente en Chris.

—Bueno, no sé si novio, pero es algo así. —Suspiré, sintiéndome avergonzada al pensar que mi relación con Chris giraba en torno a una apuesta. —Estamos intentándolo. —Fruncí la nariz. Qué patética, pensé. Si Matthew se enteraba del juego, estaba segura que me creería loca y necesitada de cariño.

Mi acompañante asintió levemente, tomó un sorbo de su café y dio un mordisco a su pastel que, hace minutos reposaba intacto sobre la mesa.

—Lo vi hace un día. —Comentó.

—Uhm, no lo creo. Él...

—Creo que era él. —Insistió. —Por como lo recuerdo. Es rubio y alto, ¿no?

—Hay mucha gente rubia y alta, Matthew. —Discrepé.

—Ya, pero recuerdo su rostro a la perfección. —Repuso. —Iba con una mujer, por si te interesa. Ambos parecían muy amenos caminando por la plaza central de la ciudad. No recuerdo a la mujer, iba con un abrigo verde oscuro. No vi su rostro, sólo lo reconocí a él.

Negué nuevamente, incapaz de creer aquello. Si Chris estaba conociendo a alguien más, él me lo haría saber, al menos, ese era el acuerdo al que habíamos llegado. No creía en que Evans fuese a jugar sucio conmigo después del vínculo que habíamos formado estos últimos meses.

No, no había forma. Él no era así.

—¿Por qué me estás diciendo todo esto, uhm? —Espeté, iracunda.

—Te estoy diciendo lo que mis ojos vieron, Claire. —Repuso. —Te estoy ahorrando una posible desilusión.

Entonces, ardí en rabia. Me era patético su comentario, y más viniendo de él; de quien me ilusionó y rompió mi quimera en mil pedazos.

—¿Qué mierda quieres, Matthew? —Gruñí entre dientes. —¿A qué has venido realmente? No creo que sólo a pedirme perdón. Hay algo más. —Ataqué. Mi cuerpo ardía, mi sangre era lava. Lo único que quería era gritarle que desapareciera de mi vida; deseaba destruirlo, tal como lo hizo él conmigo. Pero había algo que me detenía a cometer tal acción. Mi dignidad. No quería causar una discusión en medio del local en donde no sólo nos encontrábamos nosotros pues, de un momento a otro, la cafetería se había llenado de gente.

Entonces, razoné. Si Matthew voló de Italia hasta New York, no me cabía duda que era por una razón, y ello, si estaba en lo cierto, era muy descabellada de su parte.

—¿Te ha dejado, ¿no? —Arqué una ceja. El pelinegro no respondió con palabras, pero no fue necesario escucharlo hablar. Su silencio me fue suficiente para enterarme que el karma había hecho lo suyo con su vida. Reí suave, pero ciertamente con ganas de romper en llanto. —Por eso has venido a disculparte, porque en el fondo, ahora experimentas lo que yo sentí. ¿No es así, Matthew? Qué mejor que volar desde Italia hasta New York para pedirle consejos a la mujer que dejaste en el altar. —Volví a reír. — Ella más que nadie sabe lo que se siente ser traicionada por alguien que dice te ama con todo su corazón.

Con el pecho apretado y las lágrimas comenzar a picar mis ojos, tomé mi bolso y me levanté del asiento. Dejé el dinero suficiente para dar por pagado lo que había consumido. Matt gritó mi nombre una vez logré salir del local. Lo ignoré.

Caminé de regreso a casa, ignorando todo a mi alrededor y deseando poder despertar de la pesadilla que bien parecía no tener fin. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro