18.- secreto que nunca le hayan dicho a nadie
Esbocé una sonrisa y asentí en aprobación. Chris realizó el mismo gesto, dándole otro mordisco a la rebanada de la pizza que hacía minutos atrás, había salido del horno. La presentación era perfecta, al menos en eso nos habíamos esmerado en realizar pues, también iba como evidencia en una foto que le mostraríamos a nuestros colegas. Sin embargo, pese a que a simple vista la pizza se veía presentable, dudamos que el sabor fuese tal como nos lo imaginamos.
Pero nos sorprendimos al degustarla y comprobar que, efectivamente, ambos habíamos hecho un buen trabajo en la creación de la pizza.
—No está mal. —Dijo el rubio. —Digo, para ser primera vez que hacemos algo juntos...
—Opino lo mismo. —Sonreí. —Buen equipo, ¿no?
—Excelente equipo. —Afirmó y tomó otro pedazo de pizza que, no dudó en devorársela en un santiamén.
—Uhm, después de todo, la lista resultó ver divertida. —Comenté. Me encogí ligeramente de hombros, tomando otra rebanada de pizza. Chris sonrió, pero permaneció en silencio, sin siquiera afirmar o negar que la lista que Amanda nos dio, era algo que nos divertía por igual.
Evans se levantó de su asiento para dirigirse fuera de la cocina. Volvió luego de unos minutos con una hoja en manos que, dejó encima de la mesa, frente a mí.
—Elige algo de la lista. —Me dijo. —Cualquier cosa.
Alcé una ceja y dejé salir una risita que, muy bien camufló mi nerviosismo al ver a Chris dispuesto a realizar cualquier cosa de la lista. Leí detenidamente cada enunciado, viendo cuál de todos podríamos realizar justo en ese momento, cuando degustábamos nuestra pizza. Eran treinta frases que, lógicamente, no cumpliríamos en hacer dado al poco tiempo que faltaba para terminar el desafío.
Fruncí el ceño y reí al leer uno de los enunciados que pasé por alto, pese a que la misma lista descansaba dentro de la mesa de noche, al lado de mi cama y que leí en algún momento.
—¿Incluye besarte por veinte segundos? —Le pregunté entre risas, ciertamente divertida pues, sabía que ninguno de los dos quería cumplir ese desafío por respeto al trato que teníamos ambos.
Sin embargo, Chris no dijo nada, ni si quiera rio, como solía hacerlo cuando le preguntaba algo que para ambos era obvio. Él seguía estando en silencio, analítico mientras me miraba atento. Suspiré, buscando entre tanta frase, un desafío que dictara ser divertido para los dos. La mirada de Evans comenzaba a incomodarme. —Bien, estás dispuesto a...
—Son veinte segundos. —Dijo de repente. Alcé la mirada y le miré curiosa. —¿Qué son veinte segundos besando a tu amiga? —Cuestionó, casi para sí mismo.
Negué de inmediato, presa del pánico. Él se mostraba realmente dispuesto a realizar ese desafío.
—Chris... —Murmuré. —Es un beso... tú no querrás que yo...
—Te pedí elegir cualquier cosa de la lista. —Repuso, encogiéndose de hombros.
Suspiré abrumada.
—Creo que ambos queremos ganar el juego, Chris. —Musité, sin quitarle la mirada a la hoja. —¿No es así? Un beso puede cambiar las cosas...
—¿Un beso cambiaría las cosas para ti? —Inquirió, con una ceja en alto. Su mirada seguía insistente sobre mí, queriendo escudriñar mis pensamientos. Me encogí de hombros, tratando de parecer desinteresada, pero también luciendo digna.
—No lo creo. —Musité. Realmente lo creía. —Pero sé que un beso y, por menos que dure, puede cambiar mucho las cosas entre los dos. —Expliqué. Chris entre cerró los ojos, analítico. —Son veinte segundos, Chris. Nos podemos querer, o alejar. Y sinceramente, prefiero quererte, pero como amiga, y no alejarme por vergüenza o por miedo...
Chris quedó en silencio, analizando mis palabras. Dio un suspiro prolongado y pesado y sonrió, dando un ligero asentimiento. Me arrebató la hoja de las manos y comenzó a leer lo que la lista ofrecía.
—Bien, te propongo decir tres secretos que nunca le hayas dicho a nadie. —Dijo y dejó la hoja sobre el otro extremo de la mesa. Se levantó de su puesto para dirigirse hasta la nevera, donde comenzó a hurguetear para extraer un par de cervezas en lata.
—¿Piensas embriagarme para que te diga mis más oscuros secretos, Evans? —Reí. El rubio rio suavecito. Dejó las cervezas sobre la mesa y me hizo entrega de una de ellas.
—¿Crees que dé resultados? —Cuestionó juguetón. —Me gustaría saber qué escondes, Claire. Cuáles son tus sucios secretos.
—Te puedo asegurar que no tengo ningún secreto que comprometa mi persona e integridad. —Le dije y Chris carcajeó con ganas, tocándose su pectoral derecho con la palma de su mano. Un gesto característico del rubio cuando algo le hacía reír.
Tomé un sorbo de la cerveza y sonreí ante la frescura que el líquido le daba mi cuerpo.
—Comenzaré yo. —Dijo el rubio. —Bien, nunca le he dicho a nadie que, cuando pequeño, me robé una barra de chocolate de un almacén. —Confesó.
Abrí los ojos y alcé mis cejas, sorprendida.
—¡Yo también lo hice! —Exclamé. Ambos reímos. —Y de hecho iba a ser una confesión, pero como tú lo has mencionado primero... —Elevé mis hombros con ligereza. —Desde pequeños infringiendo la ley. —Y divertidos, soltamos carcajadas estruendosas, disfrutando del momento. —Bueno, yo nunca le he contado a nadie que cuando era adolescente, probé más de una vez la marihuana.
Ahora era Chris quien alzaba sus rubias cejas, sorprendido.
—Vaya, esto me ha sorprendido. —Parpadeó repetidas veces, denotando estar anonadado ante mi confesión. —¿Y qué tal? ¿Cómo fue tu experiencia?
—Uhm, recuerdo que había salido con un par de amigos después de clases, de hecho, no asistí, me fui antes para ir a la casa de mi compañera. Pasé por esa época de rebeldía, ya sabes, siempre en contra del sistema...—Reí. —Irme de clases y desobedecerle a la autoridad, era mi forma de protesta contra el sistema en general.
La risa de Chris retumbó entre las cuatro paredes.
—Sinceramente, no te imagino en esa fase revolucionaria. —Dijo Chris, volviendo a carcajear.
—Todos pasamos por esa frase, Cielo. —Le dije. Más, un ligero bochorno recorrió mis mejillas al percatarme que, era primera vez que lo llamaba por el apodo que le había asignado meses atrás. Pero él paso aquello por alto pues, no hizo comentario al respecto.
—No sé cómo fue tu adolescencia, Claire, pero la mía no iba en contra del sistema. —Rio.
—Bueno, déjame decirte que no te creo nada, Chris Evans. —Le apunté con mi dedo, entre risas que parecía no querer cesar. —Como te decía, fui a la casa de mi compañera y me ofreció probar la marihuana. Nunca me había sentido tan bien en mi vida. Me relajé y me olvidé de los problemas que yo creía eran los peores que me podían suceder. No fue mala experiencia, me sirvió para probar y aprender de ella.
Chris parecía examinar cada palabra que decía y, mientras lo hacía, tomó un sorbo de su cerveza y extrajo otro pedazo de pizza del plato que descansaba en el medio de la mesa.
—Tal parece que tenemos a una drogadicta reprimida en la empresa. —Dijo con sorna. No dudé en golpear su brazo. —¿Qué más escondes, muñeca? —Me preguntó. Sonreí tierna, más, noté, nuevamente, que mis mejillas comenzaban a ruborizarse ligeramente. No dudé en tomar otro sorbo de la cerveza, tratando de reducir el efecto que ocasionó el tono de su voz, y el hecho de llamarme por el apodo que me había asignado.
—Es tu turno. —Murmuré.
—Bueno, debo confesar que le he sido infiel a una de mis parejas. —Musitó, cabizbajo y con cierta vergüenza en su tono de voz.
Fruncí el ceño y le miré atónita ante la confesión que decidió decir. Que Chris me revelara algo tan íntimo era una señal de que él, de cierta forma, comenzaba a confiar en mí.
—Ha superado mi confesión, Chris.
—Supongo. —Dijo. —A menos que tú tengas algo que supere lo mío. —Rio muy despacio. La vergüenza le carcomía.
Suspiré con pesadez, pensando en algún secreto que jamás le haya dicho a nadie y, que superara lo que Chris me había confesado previamente. Tenía un suceso que, efectivamente muy pocos sabían y que, había logrado destrozarme más de lo que una persona normal pudiese tener la noción de lo que era realmente destrozar a otra persona.
Creí que, era buena idea comentarlo con Chris pues, consideré justo hacerlo después de que él me haya mencionado algo tan íntimo de él. Estaríamos a la par, pensé. Ambos nos sentiríamos mal y, si teníamos la intención, nos consolaríamos mediante palabras alentadoras, beberíamos y comeríamos para pasar las penas. Sonaba bien si lo imaginaba en mi mente, pero no sabía con certeza cómo iba a reaccionar Chris ante lo que le iba a contar.
—Pues, creo que tengo algo que quizás supere tu confesión. —Dije luego de unos minutos en silencio. Chris alzó la mirada y me miró con sus ojos azules, brillantes y penetrantes.
—Te escucho. —Realizó un ligero ademán con su cabeza. —Sorpréndeme.
Inhalé profundo y confesé lo que nadie más, excepto Rachel, sabía.
—Me iba a casar, hace un tiempo atrás. Pero me dejaron en el altar, con el vestido de novia y los invitados esperando a que la ceremonia se llevara a cabo. —Suspiré. Una pequeña sonrisa se asomó en mis labios, sonrisa que dejó al descubierto lo que era para mí, evocar aquel suceso en mi vida.
El rostro de Chris cambió totalmente a una expresión de asombro.
Ya no se veía la vergüenza y el arrepentimiento de su acto marcado en su semblante, sino más una mezcla de aturdimiento y lástima; seguramente, nunca se imaginó que yo guardaba semejante experiencia de vida, experiencia que sobrepasaba, posiblemente, muchas de sus anécdotas secretas.
Me mordí el labio, inquieta. Bebí un pequeño sorbo de mi cerveza y observé a Chris, esperando impaciente a que reaccionara.
—Vaya, esto superó todo, Claire. —Dijo. Asentí, concordando con ello. —Tu ex novio es el sujeto que vi el otro día, ¿no? —Asentí nuevamente.
—Es una larga historia, Chris. —Suspiré abrumada. —Y no creo que esa anécdota tenga cabida en este momento. —Sonreí. —Si confesé esto, era para hacerte saber que, pese a los errores que tú crees son lo peor que has cometido, hay otras personas que han pasado por sucesos peores. Además, también existen sujetos peores que tú, Chris. —Le indiqué con mi dedo índice, acusando su acto de infidelidad. Evans desvió la mirada, avergonzado hacia sus manos que jugaban entre sí. —De igual forma, los errores los comete cualquiera, pero se debe aprender de ellos. Espero que tú hayas aprendido de tu error, Chris. Realmente espero que lo hayas hecho.
Chris suspiró, demostrando estar tan apesadumbrado como yo.
—Quizás algún día te cuente esa parte de mi vida... —Añadí y reí ligeramente. —Te parecerá divertido. Rachel está involucrada...
—No sé por qué, pero, algo me decía que ella estaba involucrada en eso. —Rio Chris con suavidad e incorporándose a la conversación que a juzgar por el ritmo que tomó la conversación, cambiaríamos de tema a otro más ameno y divertido.
Chris Evans se levantó de su puesto; tomó la silla en la que estaba sentado y la arrastró hasta mi lado donde no dudó en rodear mi hombro con su brazo y abrazarme sin siquiera tener un motivo justificado.
Pero luego lo percibí.
Él, de alguna forma, extraña para mí, me quería consolar. Me quería hacer saber, a través de ese pequeño y caluroso abrazo, que no estaba sola. Que él, estaba conmigo. Me acurruqué a su lado y lo abracé con fuerzas, hundiendo mi rostro en su cuello y aspirando el aroma amargo pero atractivo que poseía. Me sentía protegida, comprendida, y ciertamente apoyada por quien menos creí compartir un vínculo tan extraño, pero a la vez ameno.
Creí que Chris sentía lo mismo; me aseguré de traspasarle mi empatía y cariño tal como él me la traspasaba a mí.
Permanecimos abrazados por unos minutos, en silencio, seguramente recordando los secretos que aún nos quedaban por confesarle al otro.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro