Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

14.- Primer encuentro


Tomé las llaves de mi hogar, mis audífonos y mi celular; revisé la cocina y me cercioré de que nada hubiese quedado abierto. Luego recorrí mi habitación para dejar las ventanas cerradas y la puerta del patio trasero.

Cuando vi que todo estaba en orden, decidí salir rumbo a la empresa.

El día prometía ser agradable. Los primeros indicios de la primavera se dejaban ver en cada aspecto de la naturaleza. Los árboles comenzaban a mudar sus hojas, remplazando las que estaban marchitas por unas verdes y llenas de vida, todas de diferentes tamaños y formas. Las flores, por otro lado, comenzaban a brotar y a emerger en los tallos.

Extrañamente, el comienzo de la primavera me estaba agradando. La sensación de bienestar al ver el ambiente cambiar era indescriptible, y me sentía extraña al respecto. Había amanecido mucho más alegre que otros días, pero asumí que ello, en parte, se debía a los diversos colores que nos bridaba la naturaleza.

Caminé tranquila, tarareando la canción que reproducía mi teléfono celular; contemplaba todo a mi alrededor, disfrutaba de la suave brisa que a ratos se sentía, del sol comenzar a asomarse y de las aves que, melodiosas comenzaban a trinar.

El día, dictaba ser ameno, tanto como los que le seguían dentro de la semana.

—Se dice que durante los próximos días el sol brillará para nosotros. —Informó Luke desde su teléfono celular. —Ya no habrá más lluvia y eso suena bastante bueno. Podríamos hacer algo, ¿no? Digo, salir al parque y hacer un picnic.

—¿Cómo lo dice la lista? —Expresó Amanda, emocionada. —No es mala idea. Me gustaría compartir un momento así con ustedes.

—O podríamos ir al cine... —Propuso Rachel. —O quizás a algún parque de diversión.

—¿Cuántos años tienes, Rachel? —Se burló Chris. —¿Cinco años? —La muchacha entre cerró sus ojos y aniquiló al rubio con su mirada. Chris soltó una carcajada como reacción a la temible mirada de Rachel.

—Entonces propone algo tú, señor madurez. — Respondió Rachel, cruzándose de brazos.

—El picnic es perfecto. —Opinó Paul, interviniendo por Chris. —No lo hemos hecho nunca. Podríamos hacerlo el sábado durante la tarde, cada uno puede llevar algo preparado desde casa y compartirlo con el resto.

—Me gusta tu actitud, Paul. —Le felicitó Luke. —Me uno al picnic.

—También yo. —Dijeron Amanda y Rachel al mismo tiempo, riéndose por la sincronía. —¿Qué dicen ustedes? —Nos preguntó Rachel a mí y a Chris.

El rubio negó entre risas.

—El sábado no podré ir. —Dijo. Pude percibir un cierto tono de cohibición en su voz. Miré al resto del grupo, creyendo que más de alguno se había dado cuenta de aquel pequeño cambio en su tono. Pero nadie lo había hecho.

—¿Te perderás un picnic, Evans? —Le cuestionó Luke.

—He quedado con unos amigos de colegio. No los he visto hace años, y no quiero perder la oportunidad de poder compartir con ellos. —Explicó Chris.

—Es aceptable. —Dijo Amanda. —De ser así, yo también dejaría el picnic para otro día si tengo la oportunidad de reunirme con mis amigos de básica.

Chris se disculpó por su ausencia, prometiendo que, para la próxima, asistiría sí o sí.

El picnic, como lo supuse, había logrado motivar a mis colegas, siendo el día sábado el elegido para realizarlo y disfrutar del día maravilloso que vaticinaban los expertos en el clima.

Pensé en invitar a Maeve e integrarla al grupo, por lo que, cuando llegué a la oficina no tardé en proponerle la idea. Más ella negó, agradeciendo mi gesto. Tal como Chris, ella tenía sus propios panoramas ese día.

—No te preocupes, niña. —Le dije. —Podremos salir en otro momento.

—Te prometo asistir en otra oportunidad. —Aseguró la muchacha.

Luego de ello, ambas permanecimos en silencio hasta llegada la hora de irse a casa.

Me despedí del personal y de Müller al pasar por fuera de su oficina. Tomé mi celular y, con la intención de ambientar mi caminar con música, puse los audífonos en mis oídos.

Iba con la mirada hacia abajo, pendiente en el celular, buscando un tema que, en ese momento, representara mi estado de ánimo. Me era imposible escuchar a alguien si mi atención en ese instante, era encontrar el tema perfecto para el momento. Pero tampoco esperaba a que alguien se dirigiera hacia a mí; Rachel se había quedado en la empresa, Amanda se había retirado antes, al igual que Chris; Paul no caminaba en la misma dirección en la que iba yo, y Luke, no lo había visto desde la mañana, cuando nos reunimos en el casino.

No me preocupé de tener que voltear y encontrarme con uno de ellos. Sin embargo, bastó con que un individuo tocara mi brazo para obtener toda mi atención.

Nunca en mi vida me había sentido tan diminuta e indefensa. Tampoco me había sentido aturdida, al menos no tanto como para no poder pensar correctamente. Sentía en ese instante, cómo mis pensamientos se esfumaban de mi mente, dejándome sin habla y sólo cabida a imágenes que tenían que ver con el pasado.

Tragué saliva, y me esforcé para que ésta lograra deslizarse por mi garganta. Más, en el proceso, tosí ante la impresión de tener a Matthew frente a mí.

—Claire, antes de que salgas corriendo... —Dijo y tomó mi brazo. Pero antes de que presionara mi piel, me alejé de él unos pasos. Atónita, le observé. Evité hacerlo, quería desviar mi mirada y no encontrarme con la suya, pero me fue difícil ignorar su presencia. Mis ojos estaban clavados en él, como si fuese una imagen cautivadora, pese a lo despreciable que lo sentía.

—¿Q-qué quieres? —Balbuceé, con voz casi inaudible. —¡Qué rayos quieres, Matt! —Chillé apenas, con voz trémula. Quería gritarle, pero la impresión apretaba mi garganta, atascando la ira en mi tráquea.

—Quiero hablar contigo, Claire. —Dio otro paso y yo, como acto reflejo, me alejé aún más de él. —Sé que no me quieres ver, y menos escuchar. Pero por favor, te lo pido. Dame unos minutos para poder hablar contigo.

—No, no te los daré. —Espeté. Tomé mi bolso con fuerzas y reanudé mi andar con prisa, esta vez, en dirección contraria. Pero Matthew no se dio por vencido; volvió a tomar mi brazo, esta vez, privándome de libertad.

—Claire, por favor. —Suplicó.

—Déjame o grito. —Advertí.

—Es sólo un momento. —Insistió. —Claire...

—No quiero escucharte, Matthew. —Bramé, a punto de comenzar a llorar. Sabía que, si no me alejaba de él, rompería en llanto en cualquier momento y eso, significaba mostrarle que, pese al tiempo, aún seguía siendo mi debilidad su recuerdo.

Negué, una y otra vez. No lo quería ver ni escuchar, pero Matthew empecinado, insistía en que debía escucharlo. Cerré los ojos y le imploré que me dejara en paz. La presión en mi pecho se sentía terrible, tanto como la presión que sentía en mis ojos ante las lágrimas que querían salir a como dé lugar.

—Claire, cariño...

—¡No me digas cariño! —Le contesté, esta vez, iracunda. Abrí los ojos y le encaré; ahora la pena iba mezclada con la rabia que, por mucho tiempo esperé sentir. —¿Cómo te atreves a volver después de lo que has hecho, uhm? Han pasado años, Matthew. Años en donde creí que sólo ibas a ser el fantasma dentro de mis recuerdos. —Lloriqueé. — ¿Qué? ¿Ahora te disculparás por haberme dejado con el vestido de novia puesto? ¿Te arrepientes? ¿Después del tiempo que trascurrió? ¡patético!

Mi anatomía comenzó a sufrir las consecuencias de las emociones que había reprimido; el corazón golpeteaba casi como queriendo destrozar mi pecho y salir disparado al exterior; mis extremidades temblaban, mis manos por, sobre todo como así también, mi voz producto del llanto desconsolado que se quería apoderar de mí.

Sabía que aún quedaban más reacciones y, una de ellas alteraría mis horas de sueño al reprochar la decisión que había tomado años atrás, cuando estaba perdida y completamente enamorada de él. Había sido un golpe bastante duro el verme abandonada en la iglesia, con el vestido que siempre quise tener el día de mi boda y con los invitados que, cada vez que cerraba los ojos, los podía ver, mirándose unos a los otros. Todos denotando lástima.

Había sido un proceso realmente arduo al querer olvidarlo, y me había tomado tiempo hacerlo como para que él, volviera de la forma en que lo hizo. Repentino y osado, atreviéndose a asistir a un almuerzo familiar con la ayuda de mi madre.

Matthew suspiró con pesadez cuando se dio cuenta que la situación me alteraba. Decidió tomar su distancia y esperar a que yo me calmara y aceptara su intención por querer hablarme. Pero yo negué en todo momento, completamente segura de quererlo lejos de mi vida.

—Mi único propósito al volar a New York fue para poder hablarte, Claire. —Dijo. —Y no pienso perder el dinero invertido en ese pasaje de este modo... Lo que sucedió el día de nuestra boda...

—¡Cállate! —Grité y me tapé rápidamente los oídos con mi mano. —¡Cállate, Matthew! Y vete de una buena vez. —Lloriqueé. —¡Me engañaste! ¡No tengo nada que escuchar! Sé que serán excusas. ¡Vete de una buena vez!

Di la media vuelta y comencé a correr, lejos de su presencia, de sus palabras; de sus intenciones por querer remediar lo sucedido.

Sin embargo, mi plan de huida se vio frustrada cuando choqué, repentinamente, contra un cuerpo. No sabía exactamente contra qué me había estrellado, y tampoco me atreví a mirar pues, sólo quería correr lejos sin importar nada. Más, fueron unos brazos los que envolvieron mi anatomía, moviéndome del lugar en el que estaba. Fue allí cuando me percaté que quien me había atrapado, era Chris.

Le miré extrañada, pero agradecida a la vez. Tenía una postura sobreprotectora; ceño fruncido, labios rectos, puños cerrados y respiración ligeramente errática. Noté que su altura se había elevado unos centímetros; quería verse temible frente a Matthew.

Hinché mi pecho, rebosante de alegría al ver a la persona que menos esperaba, alejar a mi ex novio de mi vida.

—Ya la escuchaste. —Le dijo Evans, con voz ronca y demandante. —Déjala en paz.

Matthew frunció el ceño y, socarrón soltó una risotada.

—¿Es en serio? — Cuestionó, mirándome para luego observar a Chris. —Cómo en las películas, ¿no? Cuando llega el niño bonito a salvar a la damisela en apuros. —Volvió a reír. Más, su risa se esfumó abruptamente, endureciendo su semblante. —No te metas en asuntos que no te incumben, niño. —Gruñó entre dientes, utilizando un tono de voz amenazador.

—¿Qué me harás, uhm? —Le encaró el rubio, dando un paso hacia el frente, casi dispuesto a iniciar una pelea. Le tomé del brazo y lo detuve.

—No, Chris. —Gemí. —Vamos, déjalo.

Matthew esbozó una sonrisa burlona. No hizo nada, no comentó nada. Y no era necesario que lo hiciera. Su mirada decía mucho al respecto. Aún seguía siendo el mismo sujeto narcisista.

Afortunadamente el altercado no siguió. Matthew prefirió retirarse por voluntad propia, sin decir ninguna palabra. Chris no le quitó la mirada de encima hasta ver que desapareciera de su vista. Una vez que Matthew se fue, decidió dirigirme la palabra.

—¿Te hizo daño? —Me preguntó Chris. Negué. Suspiré, abrumada y cabizbaja. —Claire, ¿te hizo daño? —Volvió a preguntar.

—N-no... —Farfullé con la voz apagada. La gente que transitaba a nuestro lado nos miraba con curiosidad. Chris tomó mi brazo y nos alejó a un lugar más tranquilo y menos trascurrido. —Tú no estabas en la empresa. —Musité.

—Volví a buscar algunos papeles. —Explicó de manera superficial. Evidentemente no le interesaba contestar mi pregunta, sino más bien saber cómo me encontraba yo. —Claire...

—Estoy bien, Chris. Te lo prometo.

Chris no tuvo necesidad de realizar, nuevamente, la misma pregunta para saber si realmente Matthew me había hecho daño porque, a decir verdad, sí lo había hecho. No físicamente, claro estaba. Sino más bien, emocional y mentalmente al aparecer nuevamente en mi vida y reabrir la herida que tanto me había costado suturar. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro