13.- Nota en un lugar inesperado
Pasé días inventando una nota para poder dejarle a Chris en un lugar que fuese inesperado. Ese, había sido el reto que ambos habíamos elegido por mutuo acuerdo. No acordamos un día exacto para dejar la nota pues, a ambos se nos dificultaba inventar una frase. Ninguno de los dos se consideraba creativo en ese ámbito y, por eso mismo, necesitamos tiempo para escribir algo.
Busqué ideas por la web, pero todas iban dirigidas a parejas de verdad, mencionando "besos" "cuerpo" "te amo" y "te quiero". Palabras que no iban con nosotros, evidentemente. Decidí modificar una de ellas y adaptarla a nuestra situación.
El desafío, era encontrar un lugar que fuese inesperado; su oficina era el lugar que por lógica debía utilizar. No entraba mucho a ella, por lo que tenía poco conocimiento sobre los lugares que me fuesen a servir. Me aventuré en ir y visitarlo una tarde con la excusa de tener problemas con el programa de diseño de mi Tablet. Dentro, se encontraba su alumno en práctica, realizando las labores que debía compartir con Chris.
—Se ve un buen alumno. —Comenté cuando el muchacho abandonó la habitación para dejarnos más privacidad. Chris afirmó que era un buen alumno, pero algo distraído. Mientras me explicaba el desempeño de su alumno, comencé a inspeccionar su oficina.
Tenía un escritorio donde había libros, algunos de ciencia, diseño y arte contemporáneo. También había adornos tales como figuritas de madera, cristal y uno que otro marco de fotografía donde se podía presenciar a él junto a su familia.
El escritorio contaba con tres cajones y, a su lado, un tacho de basura medianamente lleno de papeles y resto de envoltorios de comida.
No era muy grande, a decir verdad, y hasta el momento, lo único que me estaba sirviendo, era uno de los libros que ocupaba parte del escritorio. Quizás su chaqueta de cuero que colgaba de un perchero al lado de la puerta de entrada, o su mochila que reposaba en el suelo, al lado de su silla. Pero, hasta ese entonces, creí que lo mejor era poner mi nota en uno de los libros.
Me levanté del sofá y recorrí, con mi vista, el título de los libros que Chris tenía. Tomé uno de ellos y hojeé rápido. Chris me comentaba la forma en que había obtenido todos esos libros, mediante el trabajo y obsequios que sus amigos y familiares le habían dado. Sonreí pues, Evans parecía ser muy cercano a ellos. Hablada de sus amigos como lo hacía al hablar de su familia. Y ello, me pareció un gesto tierno de su parte.
—Bueno, a diferencia tuya, a mí siempre me regalaron ropa. —Reí mientras tomaba otro de los libros. Era más pesado y, por ende, contenía más páginas. — O perfumes, chocolates, y algunos libros. Pero eran de autoayuda. —Fruncí la nariz. Chris comenzó a reír con diversión. —A mi padre le gusta esa temática, dice que le ha servido de mucho. Yo siempre le decía que por qué no iba a un psicólogo, creo que un profesional sirve mucho más que un libro.
—Bueno, depende de qué tanta ayuda necesitaba tu padre. —Opinó Chris. —Quizás no era algo tan importante para él ir por ayuda. A mí también me gusta leer libros de autoayuda y, déjame decirte que me han sido de ayudar.
—No tienes esa apariencia, ¿sabes? — Alcé una de mis cejas, comenzando a analizar su anatomía y el hecho de que él, confesaba leer ese tipo de libros. —Pareces un tipo seguro, convencido, triunfador...
—Me halagas. —Dijo el rubio, posando su mano derecha en su pectoral izquierdo. —Pero es la verdad, leer ese tipo de libros me ha ayudado en lo que ahora soy. Deberías leer alguno, te ayudarán a vivir la vida.
—Te haré caso. —Cerré el libro que tenía en mis manos y lo puse en su lugar nuevamente.
Me despedí de Chris cuando vi la hora, explicándole que había dejado a Maeve reemplazándome en los deberes. El rubio rio, se levantó de su silla y salió junto a mí. Me acompañó hasta mi oficina y, saludando a Maeve quien, hizo presencia cuando abrí la puerta, se despidió de mi con un ligero ademán.
Sonreí triunfal pues, en ese momento, la nota esperaba ser descubierta en el libro de arte contemporánea.
El resto del día fue tranquilo, no nos reunimos como grupo ni tampoco nos vimos en los pasillos del edificio. Ese día, el trabajo en la empresa demandaba nuestro tiempo y el de los alumnos en práctica, por lo que Maeve y yo no salimos de la oficina más que para ir por café o al lavado.
—Claire, hoy me iré antes. —Murmuró la muchacha. Alcé la mirada y miré a Maeve, quien lucía algo avergonzada.
—Uhm, pero tenemos trabajo que terminar aún.
—Lo sé, y es por eso que estoy avanzando en todo lo que más puedo. —Tomó un par de fichas y las arrumó con otras con las que había estado trabajando. —¿No te molesta, cierto?
—No, siempre cuando avances en lo que más pueda. El resto, lo puedo hacer yo. —Sonreí. Maeve me devolvió la sonrisa, agradecida. —¿Y se puede saber a dónde irás? —Elevé una ceja y sonreí socarrona.
—Tengo asuntos que atender, ya sabes, temas referidos con mis estudios. —Suspiró. —Algunas veces deseo que esta etapa termine luego, estoy cansada de tener que ir a la universidad y discutir con el rector por el mismo asunto. Pero, así es la vida del estudiante, ¿no? Tú me entiendes.
—Claro que lo hago, igual tuve la misma sensación. Pero ya verás que el esfuerzo, el sacrificio y los malos momentos, darán su fruto. — Le aseguré. Maeve respiró un poco más aliviada, sintiéndose de alguna forma, comprendida.
—No pude pedir mejor guía que tú. —Dijo la muchacha, con ternura. Tomó un par de carpetas y las situó en el escritorio. Éstas, tras la brusquedad con la que habían sido ordenadas, botaron la fotografía del concierto que disfruté junto a Chris. Cayó al suelo y se desarmó, esparciendo sus partes alrededor del escritorio.
Maeve se llevó ambas manos a su boca y miró con culpa lo que acababa de hacer. Fruncí el entrecejo, pero no por estar molesta, sino curiosa por descubrir que, al lado de la fotografía y el marco, había un papel que estaba segura no debía estar allí.
—Lo siento tanto —Se disculpó Maeve, lanzándose al suelo para arreglar lo que había roto. —Claire, de verdad lo siento mucho...
—Descuida, Maeve. —Me apresuré en inclinarme y tomar el papel sospechoso antes de que Maeve lo hiciera. —Se puede armar nuevamente. —Tomé el marco y la fotografía y le demostré que el marco era remontable. —¿Ves? Como nuevo. —Sonreí, acomodando el cuadro, esta vez, en el pequeño mesón a mi lado, lejos de la torpeza de la muchacha.
Maeve se volvió a disculpar, más yo volví a insistir en que había sido un accidente. Salió después de un rato, con la excusa de ir por café y remediar lo que había hecho. No le negué la salida, es más, estaba esperando a que se retirara para ver el papel que había llamado mi atención.
Cuando lo hizo, desdoblé la pequeña nota y leí con detención.
Espero que tu día sea genial. Como tú.
Solté una carcajada que, retumbó en las paredes de la oficina. La nota estaba escrita con una perfecta caligrafía, muy característica de Chris. Al lado de la anotación, se había tomado el tiempo de dibujar uno que otro garabato.
Tomé mi celular y capturé la nota en una fotografía para enviársela como evidencia al resto del grupo. Minutos después, llegó el mensaje de Chris con la nota que le había dejado en el libro de artes.
Me agradas, del verbo, ¡eres el mejor!
«No más que tú» Escribió él.
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